diciembre de 2021
¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!
Después del fallo, seguimos
exigiendo
¡aborto
libre y gratuito!
El 7 de septiembre pasado la Suprema Corte de Justicia de México declaró inconstitucional la “criminalización absoluta” del aborto en toda la república. El tribunal supremo invalidó el artículo 196 del Código Penal del estado de Coahuila que mandataba castigar con cárcel a la mujer que hubiera tenido un aborto voluntario y a todos involucrados en el procedimiento. La Corte invalidó también una porción del artículo 198 del mismo código que prohibía al personal médico asistir a mujeres que desearan poner fin a su embarazo, y del artículo 199 que criminalizaba el aborto y fijaba en doce semanas el límite para interrumpir el embarazo en casos de violación. Con el voto unánime de los ministros, este fallo rige en todo México.
Dos semanas más tarde, el 20 de septiembre, la Suprema Corte declaró inconstitucional el artículo 10 bis de la Ley General de Salud de la República Mexicana que permitía a personal médico y de enfermería del Sistema Nacional de Salud esgrimir la “objeción de conciencia” para justificar el rehusarse a realizar procedimientos sanitarios permitidos por la ley. El presidente de la Suprema Corte, el ministro Arturo Zaldívar, señaló que la cláusula de “objeción de conciencia” no debía ser “un cheque en blanco con el que se nieguen los servicios de salud, particularmente el derecho al aborto” (El País, 21 de septiembre). Aunque el alto tribunal invitó a los legisladores a formular otra cláusula que no toque al aborto, recalcamos que toda provisión de objeción “de conciencia” es una intromisión religiosa que socava la obligación de atender a los pacientes.
La primera de estas determinaciones judiciales representa una despenalización parcial del aborto, que en hospitales públicos debería practicarse gratuitamente. Es un paso importante que dará un suspiro de alivio a muchas de las mujeres que buscan terminar un embarazo no deseado. La segunda, al eliminar la objeción “de conciencia”, quita del camino una barrera bien real a la práctica del aborto. Sin embargo, éstas son medidas limitadas: el aborto voluntario sólo estará permitido en las primeras 12 semanas de gestación, mientras que seguirá siendo un delito en el segundo y tercer trimestres. A diferencia de lo que han afirmado muchas feministas, los fallos no significan una “despenalización del aborto” como tal. La posibilidad de tener un aborto en condiciones sanitarias seguras sin tener que pagar sumas imposibles seguirá siendo un sueño para miles de mujeres en el contexto del ruinoso sistema de salud pública del país.
Aunque hasta este año, salvo en la Ciudad de México (desde 2007) y más recientemente en los estados de Oaxaca y Colima, el aborto ha sido considerado un delito, según estimaciones del Observatorio de Mortalidad Materna en México, hay cada año entre 750 mil y un millón de abortos clandestinos en el país. La inmensa mayoría son realizados en pésimas condiciones sanitarias, un reflejo de la pobreza y desamparo de las mujeres afectadas. Es más: según estadísticas oficiales, citadas por IPAS México, entre 2010 y 2018 murieron 90,562 mujeres de entre 10 y 40 años de edad – más de 10 mil por año – “por causas relacionadas con el aborto practicado en condiciones de riesgo”. Pero no ha habido una sola muerte materna por aborto en los servicios de interrupción legal del embarazo de la Cd. de México en 14 años. El derecho al aborto salva vidas.
A pesar de su carácter limitado, las recientes determinaciones de la Suprema Corte han sido blanco de ataque de grupos reaccionarios enemigos de los derechos de la mujer, algunos de los cuales son abiertamente fascistoides. Éstos han marchado en varias ciudades del país con grandes imágenes de la virgen de Guadalupe y el lema de “viva Cristo Rey”, el grito de batalla de los cristeros que empalaban y mutilaban a maestros y maestras comunistas en los años 1920 y 1930. Al grito de “vida sí, aborto no”, una muchedumbre reaccionaria buscó amedrentar a las mujeres que con pañuelos verdes se manifestaban afuera de la Suprema Corte por la despenalización del aborto. El clerical-reaccionario Partido Acción Nacional (PAN) proclamó su “defensa de la vida desde la concepción”, y el Episcopado de México, instó a mantener la criminalización del aborto.
Cabe preguntarse a qué se refieren cuando hablan de “preservar la vida”. Como epítome de la perspectiva de los reaccionarios “provida”, un sacerdote de Monclova, Lázaro Hernández, sostuvo en su homilía del 12 de septiembre que las mujeres que abortan “no sirven para nada” y planteó la siguiente pregunta: “¿por qué no matamos a la mamá que tampoco va a servir para nada?” (La Jornada, 13 de septiembre). No es, ni de lejos, la primera vez que la Iglesia Católica y sus secuaces llaman abiertamente a aplicar la pena de muerte a las mujeres que abortan.
Los comunistas internacionalistas luchamos por el derecho irrestricto al aborto libre y gratuito, determinado exclusivamente por la decisión de la mujer u otra persona gestante, en cualquier momento de la gravidez y con acceso a la atención médica y sanitaria de la más alta calidad. Exigimos también pleno acceso gratuito a mecanismos anticonceptivos, incluidos los que pueden terminar con un embarazo incipiente. Esta perspectiva se opone no sólo a la de los reaccionarios misóginos, sino también a la de los tímidos reformadores burgueses. En último término, la opresión de la mujer está arraigada en la propiedad privada y la sociedad de clases. La liberación de la mujer del fardo de su opresión secular sólo puede lograrse con el derrocamiento del capitalismo y la socialización de las labores domésticas, precondición ineludible para liberar a la mujer de la esclavitud a que la condena la familia burguesa, y para su integración plena e igualitaria al trabajo fuera del hogar. ¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!
El capitalismo mata
El fallo de la Suprema Corte no resuelve el asunto. Tras la adopción de la legislación sobre el aborto en la Ciudad de México en 2007 hubo una andanada reaccionaria en contra del derecho al aborto en todo el país. Entre 2008 y 2017, bajo la guisa de “proteger la vida desde la concepción”, 17 de las 32 legislaturas estatales respondieron con la imposición de reaccionarias contrarreformas que prohibían terminar el embarazo en casi todos los casos (excepto, y de manera limitada, en casos de violación o de riesgo de muerte de la madre). La reciente resolución de la Corte podría llevar al desmantelamiento de estas medidas, pero esta batalla será librada estado por estado. Al ser sobre todo resultado de disposiciones de los altos magistrados, es muy posible que sean revocadas por futuras legislaturas federales o por nuevos ministros más reaccionarios de la Suprema.
Es llamativo el hecho de que la liberalización parcial del aborto en México no provenga del impulso del gobierno populista burgués de Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). AMLO ha guardado silencio al respecto, y ha expresado en varias ocasiones su opinión de que el derecho al aborto debería ser sometido a consulta popular. En un país de alta religiosidad, esta es una forma de oponerse a este elemental derecho democrático de las mujeres, en este caso acorde con la convicción evangélica del mandatario.
Lo anterior no es un asunto irrelevante ni anecdótico. El movimiento feminista burgués en México está dividido en torno a la figura del presidente populista burgués. Varias feministas que apoyan a su gobierno insisten en la consigna de que “la Cuarta Transformación (como se autodenomina el gobierno de AMLO) será feminista o no será”. Sin embargo, hay políticas burguesas, incluso panistas, que se reivindican feministas y se declaran partidarias del derecho a la interrupción legal embarazo, aún por razones electorales; y hay un número apreciable de feministas burguesas “progres” que desdeñan a López Obrador y por eso apoyan la coalición opositora PRD-PAN o al reaccionario Movimiento Ciudadano.
Como todos los políticos burgueses, AMLO reivindica a la familia como la célula fundamental de la sociedad. Así reivindicó el papel tradicional de las mujeres como “cuidadoras” en el marco de la familia tradicional: “Entonces, cuidamos, por tradición, por costumbre, porque la familia mexicana es la institución más importante de seguridad social que existe”, y que la “tradición en México es que las hijas son las que más cuidan a los padres” (Animal Político, 25 de junio de 2020).
La fragilidad de las nuevas disposiciones legales en México puede verse en el espejo que se ofrece al otro lado de la frontera. En el estado norteamericano de Texas, la legislatura local ha impuesto una nueva regulación del aborto que hace prácticamente imposible para las mujeres terminar un embarazo. La Corte Suprema de Estados Unidos, ahora con una mayoría inapelable de jueces reaccionarios y ultrarreaccionarios, se rehusó a bloquear la entrada en vigor de la legislación texana que prohíbe casi todos los abortos posteriores a la sexta semana de gestación, o sea, el momento en que la mayoría de las mujeres se enteran de que están embarazadas. Según las clínicas de Texas, entre el 85 y el 90 por ciento de los abortos que realizan se practican después de la sexta semana.
Por añadidura, la nueva ley azuza el que terceras personas demanden al personal médico y sanitario que realice abortos toda vez que promete el pago de 10 mil dólares y la restitución íntegra de los gastos legales si ganan en sus demandas judiciales. Se teme que la ley texana y otra del estado de Mississippi puedan abrir la vía a la derogación del fallo Roe v. Wade con el que efectivamente se legalizó el aborto en Estados Unidos en 1973. En una protesta en Nueva York en contra de la ley texana, celebrada el 12 de septiembre poco después del fallo de la Suprema Corte mexicana, nuestros camaradas del Grupo Internacionalista llevaban una pancarta con la consigna, “Una revolución obrera regresará el sur y oeste de Texas a un México Rojo, donde las mujeres pueden tener un aborto”. Esto, dijeron, incluiría el retorno del Álamo.
¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!
La lucha por hacer del aborto un derecho efectivo no puede limitarse a reformas legislativas ni mucho menos puede depender de decisiones de los augustos ministros de un reaccionario tribunal erigido como árbitro inapelable de lo permisible en el estado de derecho burgués. En particular, la posibilidad de terminar un embarazo no deseado o de dar a luz en condiciones seguras es afectado por el desplome del sistema público de salud en México. Devastado tras el proceso privatizador del Seguro Popular, que continúa hasta el día de hoy bajo la conducción del gobierno de AMLO, la incapacidad de este sistema de atender las necesidades de la población ha sido puesta de relieve en la pandemia del COVID, en la que han muerto unas 300 mil personas.
Las agrupaciones feministas respondieron a la parcial despenalización del aborto por la Suprema Corte de Justicia con declaraciones exultantes, pasando por alto las serias limitaciones de sus disposiciones. El Grupo de Información en Reproducción Elegida declaró: “el máximo tribunal del país reafirmó la autonomía reproductiva”, y “Desde GIRE celebramos este fallo, reflejo de una histórica lucha del movimiento feminista por el aborto legal, seguro y gratuito”. Marea Verde cita efusivamente las palabras del ministro presidente de la Corte Zaldívar, que califica su decisión como “un parteaguas en la lucha por los derechos de las mujeres”.
En la izquierda, el Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS), ligado a la corriente Fracción Trotskista, escribe: “El aborto legal en México: nuestros derechos los conquistamos en las calles” (Izquierda Diario, 27 de septiembre). Afirma que el fallo de la Suprema Corte “puede ser un punto fuerte sobre el cual el movimiento de mujeres se posicione y continúe avanzando”. Agregan una mezcla de otras reivindicaciones, como anticonceptivos gratuitos, “educación sexual integral, no sexista ni heteronormada”, guarderías, aumentos salariales, comedores, lavanderías, etc. Pero todo sin mencionar ni por error la revolución socialista, ni tocar la cuestión sensible de la familia. Así su programa se presenta como una serie de reformas bajo el capitalismo.
El que las mujeres no puedan tomar la decisión dar a luz o no, es tan sólo uno de los aspectos más odiosos de la opresión que padecen en las sociedades de clase. Es un reflejo del papel que se asigna a la mujer en la familia burguesa. En última instancia, la liberación de la mujer es imposible mediante la reforma del capitalismo porque es incompatible con preservar la familia y la esclavitud doméstica. La familia tiene la función de reproducir una nueva generación de explotados y de transmitir los venenos ideológicos del nacionalismo, el machismo y los valores de sumisión y disciplina necesarios para mantener la esclavitud asalariada. Para la trabajadora, a su opresión como mujer se agrega la de explotada, además del racismo antiindígena y antinegro, la homofobia, etc.
El Grupo Internacionalista lucha por el irrestricto derecho al aborto, libre y gratuito, como parte integrante de la lucha por un gobierno obrero y campesino revolucionario que al expropiar a la burguesía y establecer una economía socializada sentaría las bases materiales (guarderías disponibles las 24 horas, comedores y viviendas de la más alta calidad, sistema de educación genuinamente abierto a todos) para superar la reaccionaria institución familiar. Como escribimos en 2007 respecto a la parcial despenalización del aborto en el entonces Distrito Federal:
La liberación de la mujer requiere la abolición de la propiedad privada de los medios de producción mediante una revolución socialista que, a su vez, establecerá las condiciones materiales para una genuina emancipación.”
–“México: ¡Por el aborto libre y gratuito!” El Internacionalista n° 6, mayo de 2007
Mientras feministas y reformistas de toda índole se hunden en un pantano de sectorialismo, los comunistas revolucionarios luchamos por forjar un partido obrero revolucionario como paladín de todos los oprimidos. Un partido bolchevique de vanguardia debe ser un verdadero “tribuno del pueblo” como subrayó V.I. Lenin, armado con la perspectiva teórico-programática de la revolución permanente de León Trotsky. En estos momentos, cuando los derechos de la mujer están bajo ataque frontal en el seno del imperialismo yanqui, la lucha por el pleno derecho al aborto en México y por doquier en América Latina puede ser una chispa para desatar una conflagración revolucionaria en toda América.
A esto dedica sus esfuerzos el Grupo Internacionalista, sección mexicana de la Liga por la IV Internacional. ¡Súmate a esta lucha! ■