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octubre de 2019

¡Movilización proletaria en toda España contra la arremetida neofranquista en Catalunya!

Catalunya: ¡Libertad incondicional
a los independentistas presos!

¡Defender el derecho a la autodeterminación!


Más de 750.000 personas marcharon el 18 de octubre durante una huelga general en Barcelona para repudiar las draconianas sentencias del Tribunal Supremo español en contra de los dirigentes independentistas.   (Foto: EFE)

El 14 de octubre el Tribunal Supremo español anunció desde Madrid sentencias draconianas en contra de los nueve dirigentes independentistas catalanes condenados en el llamado “juicio contra el procés” independentista. La airada respuesta a este embuste se dio esa misma noche en Barcelona cuando miles de manifestantes asediaron al aeropuerto para colapsarlo. Al día siguiente decenas de miles salieron a la calle para protestar contra el veredicto y el juicio amañado. Al caer la noche cuando se dispersaban, la Policía Nacional y los Mossos d’Esquadra (policía bajo el mando de la Generalitat) cargaron con saña contra los manifestantes, originando una batalla campal con barricadas en llamas, en un escenario que se repitió en los días siguientes.

El nefasto dictamen de los jueces españoles fue más duro contra Oriol Junqueras, ex vicepresidente de la Generalitat, el autogobierno autonómico catalan, quien fue condenado a 13 años de prisión por los delitos de “sedición” y malversación de fondos (para los gastos del referéndum sobre la independencia del 1° de octubre de 2017). Raül Romeva, Jordi Turull y Dolors Bassa, ex consejeros de la Generalitat, fueron sentenciados a 12 años en la cárcel. Carme Forcadell, quien fuera presidenta del Parlament, fue sentenciada a 11 años y medio; otros dos exconsejeros, Josep Rull y Joaquim Forn, fueron sentenciados a 10 años, y los líderes de la Asamblea Nacional Catalana y de Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, a 9 años de cárcel.


La sesión final del juicio amañado de los dirigentes independentistas fue transmitida en una pantalla gigante en el centro de Barcelona, el 12 de junio.  (Foto: Lluis Gene/Agence France-Presse)

Estas vengativas sentencias son la culminación del caso iniciado el 30 de octubre de 2017 por la fiscalía general española en contra del Carles Puigdemont, entonces president del govern de la Generalitat, y otros trece dirigentes nacionalistas catalanes que impulsaron la realización del referéndum del “1-O”. Ese día, pese a la enorme y violenta movilización policíaca para impedir la votación, más de dos millones de catalanes abarrotaron las urnas. La Liga por la IV Internacional proclamó, “Defendamos el derecho a la autodeterminación y a la independencia de Catalunya”, llamando a “¡Resistir el intento de impedir el referéndum del 1° de octubre!” (Revolución Permanente n° 7, septiembre de 2017). Ante la represión, la LIVI organizó una protesta de emergencia en Nueva York.

Los independentistas catalanes no cometieron ningún crimen. La realización del referéndum independentista corresponde al elemental derecho democrático de las naciones a decidir si quieren conformar, o no, su propio estado. Tales consultas fueron llevadas a cabo en Quebec y Escocia, sin incidentes. Pero en el estado heredero de la dictadura de Francisco Franco, con su lema de “España una y grande”, el “declarar la independencia de una parte del territorio nacional” constituye el delito de “sedición”. La defensa del derecho a la autodeterminación de Catalunya exige hoy la movilización de la clase obrera y de los defensores de los derechos democráticos en toda España al grito de ¡Libérenlos a todos, ya!

Desde el lunes, cuando se pronunció el fatídico veredicto del Supremo, día tras día ha habido multitudinarias protestas en Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona. Y noche tras noche ha habido enfrentamientos en las calles de la capital catalana entre manifestantes y las “fuerzas del orden”. Hasta la fecha, la Guardia Civil, la Policía Nacional y los Mossos han detenido a más de 100 personas y herido a centenas. No obstante, las protestas siguen creciendo, hasta el viernes 18, cuando más de tres cuartos de millón de personas llenaron en centro de Barcelona con las cinco columnas de las “marxes per la llibertat” en medio de huelga general convocada por las centrales Intersindical-CSC (independentista) e Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC).


Las centrales sindicales CSC y IAC convocaron la huelga general del 18 de octubre para luchar por los derechos y las libertades.    (Foto:David Parreño Mont / Wikipedia)

La prensa burguesa trató de minimizar el impacto de la vaga general, alegando que sólo se registró un descenso de 7,5 por ciento en el consumo de electricidad. Sin embargo, se cortó por la mitad el número de pasajeros en el metro y ferrocarriles, se canceló decenas de vuelos en el aeropuerto de El Prat de Llobregat, las escuelas y universidades se vaciaron, el cierre del comercio en las zonas céntricas fue generalizado y la patronal cerró las plantas de la automotriz SEAT (Matorell, Zona Franca). Pero sí resultó socavado el impacto de la huelga por el hecho de que las principales centrales, CC.OO. y la UGT, se negaron a participar. A pesar de haber firmado una declaración rechazando la sentencia, las cúpulas sindicales se aferran al “diálogo” con la patronal –o sea, a la colaboración de clases– traicionando vilmente la lucha en defensa de los derechos democráticos.

Entre los sindicatos industriales, el único que tuvo la valentía de participar en la huelga general del 18-O fue el de los estibadores, que marcharon en columna desde el puerto de Barcelona.


El sindicato de estibadores de Barcelona votó por adherirse a la huelga geneeral del 18 de octubre. Marcharon en columna desde el puerto, llamando a defender la dignidad y los derechos civiles. (Foto: Manu Mitru / El Periódico)

La estafeta de la represión neofranquista está ahora en manos del gobierno de Pedro Sánchez del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), encarnación de la traición socialdemócrata y del españolismo “de izquierda”. El presidente en funciones apoyó plenamente el nefasto fallo como “ajustado”, exigiendo que debe ser “cumplido en su integridad”. Y a la par de sus llamados a la “proporcionalidad”, Sánchez “no descarta ningún escenario” (El Periódico, 17 de octubre), entre ellos aplicar la ley de seguridad nacional, para tomar control de la policía catalana, o activar el Artículo 155 de la constitución española que “suspendería” el gobierno autonómico e impondría de facto una ocupación militar, como fue el caso tras el referéndum del 1-O.

Entretanto, Pablo Iglesias, el portavoz de la coalición populista burguesa Unidas Podemos, prestó su juramento al estado monárquico español al declarar: “Todo el mundo tendrá que respetar la ley y asumir la sentencia”. Así avala las instituciones heredadas de la dictadura militar de Franco, incluyendo un aparato judicial franquista de cabo a rabo y una constitución que define el derecho a la autodeterminación como “sedición”. (Los tribunales alemanes rechazaron la extradición de Puigdemont porque el delito de “rebelión” ni siquiera existe en Alemania.) Pero tales instituciones antidemocráticas son imprescindibles para el capitalismo español. Pretender cambiarlas mediante una asamblea constituyente u otro mecanismo dentro del marco capitalista, como hacen algunos izquierdistas, es puro ilusionismo: se exige una revolución socialista.

La burguesía catalana, por su parte, da vueltas para mantener el control. Sintiendo la presión de la calle, Quim Torra, el actual president, expresó su “empatía” con las accesiones de protesta “pacífica y cívica” y hasta con “acciones contundentes como es el colapso de una infraestructura tan importante como el Aeropuerto de El Prat”. Mientras tanto los Mossos, supuestamente bajo mando de la Generalitat, ¡están atacando a los manifestantes para “protegerlos”! Poco después, Torra anunció en el Parlament que piensa “finalizar la legislatura validando la independencia”, o sea proclamarla antes de diciembre de 2021. Esta fanfarronada le cosechó la condena de toda la oposición –incluyendo los soberanistas de derecha del ERC y los de “izquierda” de la CUP (Candidatura d’Unitat Popular)– y la incomprensión de su proprio Junts per Catalunya (JxCat).


Policías golpean salvajemente a jóvenes manifestantes durante la huelga general del 18 de octubre. ¡Liberen a todos los detenidos en protestas en contra de la sentencia infame del Tribunal Supremo español! 
(Foto: Jesús Diges / EFE)

Actualmente, hay una campaña orquestada desde La Moncloa, propagada por los grandes medios y martillada por todos los partidos capitalistas, desde la derecha españolista (Vox, PP, C’s) hasta los catalanistas burgueses (PDeCAT/JxCat, ERC), exigiendo que todo mundo repudie tajantemente la “violencia” de los manifestantes, sobre todo los jóvenes en las barricadas quienes que se han opuesto a la infame sentencia del Supremo franquista y combaten la violencia policial que busca imponerla. Esta exigencia del capital ha sido acatada no sólo por Torra, sino también por algunos grupos que se definen como de izquierda. Izquierda Revolucionaria (19 de octubre), que dirige el Sindicat d’Estudiants y está vinculada con el Comité por una Internacional de los Trabajadores (CIT), escribe que la necesaria “demostración de fuerza”:

“no tiene nada que ver con la actuación de unos cuantos centenares de jóvenes encapuchados, que creen que quemar contenedores y enfrentar con piedras la represión policial es la vía más corta para vencer.
“Este tipo de violencia marginal e individual es un callejón sin salida y no sirve para combatir la violencia masiva del aparato del Estado y de sus fuerzas policiales. Al contrario, con esa forma de actuar, los encapuchados, muchos de ellos alentados por infiltrados policiales y provocadores, hacen el juego a la campaña de criminalización…”.

Uniéndose a este coro monocorde de denuncia de los jóvenes que se enfrentan con la policía, aunque usando términos menos policíacos (“encapuchados”, “infiltrados”, “provocadores”), Lucha de Clases (19 de octubre), de la Corriente Marxista Internacional (CMI), sermonea:

“Sería un error desgastarse en enfrentamientos interminables con la policía, que aíslan a la vanguardia juvenil del resto del movimiento y de aquellas capas de la clase reacias todavía a la lucha por la república catalana”.
Estelada en la barricada. Batallas callejeras con la policía (tanto Mossos como PN y Guardia Civil) son insuficientes para vencer al aparato represivo del capital. Se necesita movilizar el poder de la clase obrera  rumbo a una revolución socialista en todo el Estado Español. (Foto:Quique García / EFE)

Los auténticos marxistas, en cambio, deben explicar a los sectores más radicalizados, que las batallas callejeras son insuficientes, que para derrotar al terror policíaco desatado en Catalunya hay que movilizar el poder social de la clase obrera en acción contundente, con una dirección revolucionaria. Pero aquí, desde la ultraderecha hasta la izquierda oportunista, se está exigiendo el respeto de las normas de buen comportamiento de un movimiento nacionalista bien burgués.

Es menester señalar que tanto la CIT como la CMI alegan que los policías son “trabajadores en uniforme” en lugar de reconocer su naturaleza real como el puño armado de la burguesía. Releer El estado y la revolución de Lenin no haría daño, además de los escritos de Lenin y Trotsky sobre la cuestión nacional. Pero para estos oportunistas inveterados, no se trata de un error de análisis.

La sociedad catalana está profundamente dividida en torno a la independencia. El rechazo de la mano dura del gobierno madrileño es abrumador. Pero eso no equivale a estar a favor de la independencia, ni de lejos. El independentismo es notablemente débil en la zona industrial del Baix Llobregat y en la capital misma, debido en gran parte al hecho de que muchos trabajadores son oriundos de otras regiones de España, o son inmigrantes. Según la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat, sólo el 35 por ciento de la población prefiere que Catalunya sea un estado independiente en vez de una región, comunidad autónoma o estado en una España federal, el nivel más bajo desde 2012. Y si la única alternativa es independencia o no, el “sí” independentista queda en posición minoritaria (44 por ciento) frente al 48 por ciento por el “no” (Baròmetre d’Opinió Política, 26 de julio).

Internationalistische Gruppe en mitín de protesta en Berlín en contra de la represión en Catalunya, el 19 de octubre.  Pancartas dicen: “Catalunya: ¡Defender el derecho al derecho de auto-determinación y a la independencia!” y “¡Revolución obrera para aplastar a la monarquía española!”
(Foto: Permanente Revolution)

La Liga por la IV Internacional, que ha defendido desde siempre el derecho de Catalunya a decidir sobre la independencia, incluyendo la celebración del referéndum del 1-O, no se ha pronunciado por la independencia, aunque esto podría cambiar si una represión masiva y brutal resulta en un viraje en la opinión de los catalanes. Hoy por hoy, llamamos por la movilización obrera en todo el Estado Español en contra de la represión neofranquista y a favor del derecho democrático a la autodeterminación catalana. Apelamos a los explotados y oprimidos de todo el país a movilizar su fuerza de clase en contra del gobierno hambreador y represivo de Madrid, y también en contra de las políticas hambreadoras y represivas del gobierno catalán de Barcelona.

Partiendo de los principios internacionalistas de Lenin y Trotsky, combatimos la opresión nacional, y toda forma de opresión social, sobre la base de la independencia de clase. En las elecciones que se avecinan el 10 de noviembre próximo los marxistas revolucionarios se opondrán a todos los partidos burgueses, incluyendo los nacionalistas catalanes, y al carcomido PSOE de Pedro Sánchez, que se ha hecho la punta de lanza de la brutal arremetida contra Catalunya. A final de cuentas, la única salida es una revolución que establezca un gobierno obrero sobre las ruinas de la asquerosa monarquía de los borbones y de la España heredera de Franco, y que extienda la revolución socialista al resto de Europa. Para ello hace falta forjar un partido obrero revolucionario, leninista y trotskista, como un tribuno de todos los oprimidos y partido mundial de la revolución socialista.

¡Por la liberación incondicional e inmediata de todos los independentistas catalanes y de todos los detenidos en la lucha contra la represión neofranquista!

¡Defender el derecho de autodeterminación del pueblo catalán!

¡Anular los cargos contra los exiliados y todos los inculpados por el referéndum del 1-O!

¡Por una federación de repúblicas obreras de la Península Ibérica en unos estados unidos socialistas de Europa!