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octubre de 2017

¡Defendamos el derecho a la autodeterminación y a la independencia!
¡Movilizar el poder proletario en contra de la ocupación policíaca/militar española!

Desafío masivo a la represión
policíaca en Catalunya


Carga policíaca contra votantes afuera de la escuela secundaria Ramon Llull. Barcelona, 1° de octubre de 2017.
(Foto: Ferran Nadeu/El Periódico)

4 de OCTUBRE – El domingo fue el “Día D” en Catalunya. Durante las últimas tres semanas, la población de la región nororiental de España se preparó para realizar un “referéndum sobre la autodeterminación” el 1º de octubre, convocado por el gobierno regional, la Generalitat, para decidir la independencia con respecto al Estado Español. Durante las últimas tres semanas, también, el gobierno español en Madrid intensificó día con día sus amenazas y sus acciones represivas, al declarar ilegal el referéndum y haciendo “lo que sea necesario” para impedir que la población votara. En vísperas del referéndum, decenas de miles de personas en Barcelona y el resto de Catalunya ocuparon más de 1.100 escuelas designadas como sitios de votación, muchas durmiendo en sacos en las entradas, bajo la lluvia, para impedir que los miles de elementos de la Guardia Civil y la Policía Nacional las cerraran para impedir el voto.

La confrontación comenzó al amanecer. A los que ocupaban las instalaciones se les ordenó salir de ellas a las 6 a.m. Nadie se fue. Las urnas comenzaron a llegar desde donde habían sido escondidas en closets, trrasteros, sótanos y buhardillas, para impedir que la policía las incautara. Las papeletas tuvieron que ser impresas nuevamente, toda vez que la Guardia Civil requisó más de 3 millones y medio de papeletas en redadas realizadas en imprentas. A las 7 a.m., los policías del gobierno autonómico, los Mossos d’Esquadra, comenzaron a aparecer, pero después de levantar acta del tamaño de las concentraciones, se fueron. Al poco tiempo, sin embargo, los más de 10 mil policías paramilitares que habían llegado desde distintas partes de España comenzaron a meterse a las escuelas y a incautar las urnas. Pero esto no bastó a los policías. Estaban ahí para aterrorizar y humillar a la población que estaba desafiando las órdenes del gobierno, los tribunales, la policía y el ejército de Madrid mediante el simple acto de votar.


Agentes de la Policía Nacional se balanzan sobre las urgnas del referéndum independentista, agarrándolas de los votantes al interior de la escuela scundaria IES Ramon Llull school. Barcelona, 1° de octubre de 2017.
(Foto: Manu Bravo/AP)

Después de que días antes unas 40 mil personas en Barcelona rodearan unas oficinas de la Generalitat, atrapando a los agentes de la infame Guardia Civil que estaban realizando un registro al interior el 20 de septiembre, el primer ministro Mariano Rajoy declaró al más puro estilo orwelliano que la “desobediencia es un acto totalitario”. El partido de Rajoy, el Partido Popular (PP), es el heredero político de la dictadura de Francisco Franco que durante décadas regimentó a España. De modo que el 1º de octubre, sus policías iban a erradicar la desobediencia. Policías con equipo antimotines ocuparon las escuelas. Millones en todo el mundo vieron videos que mostraban a policías con uniformes negros y enmascarados arrastraban a ancianas y jubilados fuera de las filas en las que estaban formados para votar. También elegían a personas al azar en las multitudes de cientos para golpearlas sangrientamente. La Generalitat informó que 893 personas fueron heridas por la policía el domingo.

Cuando el día llegaba a su fin, el primer ministro español apareció en televisión para hacer una “declaración institucional” proclamando la victoria. Una victoria pírrica,1 tal vez, con pesadas consecuencias para el futuro. “Hoy no ha habido un referéndum de autodeterminación en Cataluña”, declaró Rajoy en su pronunciamiento estilo Franco. Con respecto a las imágenes de la policía golpeando con porras a ancianas en la cabeza, señaló: “hemos hecho lo que teníamos que hacer” en contra de los que intentaban “perpetrar” con su pacífico desafío un “golpe al Estado de Derecho”. La orgía de violencia en contra de votantes indefensos a manos del autoritario régimen español, hizo que un verdadero referéndum sobre la independencia fuera imposible. Lo que no lograron fue impedir que la gente votara. En altas horas de la noche del domingo, la Generalitat anunció que más de 2.2 millones de personas habían votado, lo que representa el 42 por ciento del electorado, y que el 90 por ciento de ellas votó a favor de la independencia.


Mujer golpeada durante una carga policíaca delante de la escuela Infant Jesús en Barcelona, 1° de octubre.
(Photo: Agência Catalana de Noticias)

“Fractura consumada”, proclamó un titular en La Vanguardia (2 de octubre), el principal periódico barcelonés que actúa como portavoz de la opinión mayoritaria de la burguesía catalana. La “inquebrantable” unidad de España se ha fracturado, de hecho, pero Catalunya misma se encuentra fuertemente dividida. Alrededor del 40 por ciento de los electores ha votado a favor de la independencia, lo que corresponde con las cifras que encuestas de opinión serias han arrojado en repetidas ocasiones. La gran mayoría de los que se oponen a la independencia no acudieron a las urnas. Hemos explicado que la oposición a la separación de España es fuerte en las regiones obreras –ampliamente castellanoparlantes– (véase nuestro artículo “Defendamos el derecho a la autodeterminación y a la independencia de Catalunya”, Revolución Permanente, octubre de 2017). Al mismo tiempo, más de 2 millones de personas resistieron valientemente la violencia del Estado Español para poder votar a favor de la independencia, y decenas de miles, muchos de los cuales son jóvenes, participaron activamente en la defensa de los centros de votación, en lo que constituye una experiencia que nunca olvidarán.

El brutal ataque de Rajoy ha atizado el miedo. Partidarios “moderados” de la independencia están pidiendo a la Generalitat que dé un paso atrás y convoque a nuevas elecciones para probar su “legitimidad”. Para los más combativos, la desafiante oposición a la brutal mano dura del autoritario gobierno de Madrid no necesariamente equivale a apoyar la independencia bajo el movimiento nacionalista burgués catalán y su dirección derechista y antiobrera. También podría impulsar la lucha revolucionaria contra el capitalismo, la verdadera fuente del sufrimiento de los trabajadores, inmigrantes y jóvenes en Catalunya y toda España. Ello requiere, sin embargo, la construcción de una dirección proletaria internacionalista capaz de librar una batalla clasista en primer lugar y ante todo en contra del régimen neofranquista de Rajoy y sus secuaces, en particular la despreciable dirección del Partido Socialista (PSOE), brazo ejecutor de la austeridad y la represión capitalistas, pero también en contra de los que aspiran a ser los amos capitalistas de una Catalunya independiente. Esta es la tarea del momento.

La Liga por la IV Internacional ha defendido el derecho a la autodeterminación (es decir, el derecho a la independencia) de Catalunya al mismo tiempo que no llama por su separación de España, lo que podría socavar el potencial de lucha conjunta de la clase obrera en toda la península. Llamamos a defender la realización del referéndum del 1º de octubre en contra del intento del gobierno español de impedirlo, indicando a la vez que votaríamos en blanco. Pero como señalamos, frente a la represión masiva lanzada por Rajoy, el lugar de los marxistas revolucionarios, defensores del programa bolchevique de V.I. Lenin y León Trotsky, está en las calles, luchando en defensa del derecho a la autodeterminación y en oposición a la represión policíaca del mismo lado que aquellos que llaman por la independencia de Catalunya, mientras seguimos luchando por la revolución obrera. Subrayamos también que para realmente derrotar a los sanguinarios neofranquistas y a su aparato militar-policíaco, hace falta movilizar el poder social y económico de la clase obrera en toda España.

¿Qué sigue en Catalunya – y España?


Cientos de miles marcharon en Barcelona durante el paro en toda Catalunya para repudiar la brutal arremetida policíaca contra votantes en el referéndum independentista del 1° de octubre.  (Foto: Francisco Seco/AP)

El resultado del 1º de octubre pone en una difícil situación a los independentistas catalanes: no tienen la fuerza militar para hacer frente al Estado Español –a diferencia de los líderes kurdos en Irak, con su ejército peshmerga financiado, entrenado, pertrechado y asesorado por los imperialistas, que realizaron su referéndum por la independencia una semana antes. Carles Puigdemont, el president de la Generalitat catalana, y su predecesor, Artur Mas, junto con sus socios de la coalición gobernante burguesa Junts pel Sí (JxSí, Juntos por el Sí), apelan a la Unión Europea (UE) para que les dé apoyo. Habiendo ganado la “guerra de imágenes” con las escenas de sangrientos ataques policíacos en Barcelona omnipresentes en TV y los medios sociales, Puigdemont llamó a los dirigentes de la UE para que mediaran.  Pero, aunque hizo una rutinaria condena de la “violencia” y un tibio llamado al “diálogo”, la UE respaldó al gobierno español e inequívocamente declaró (una vez más) que una Catalunya independiente estaría “fuera” de la Unión Europea, lo que la podría paralizar económicamente.

Entretanto, la población sigue movilizada. En dos municipios al norte de Barcelona, la oposición popular llevó a que la Guardia Civil fuera echada de hoteles locales. Ayer (3 de octubre), una “aturada de país” (paro de país) de carácter cívico para protestar en contra de las atrocidades de la policía fue convocada por un frente popular, la Taula per la Democracia (Mesa por la Democracia) que incluye a las tres principales federaciones sindicales (CC.OO., UG y USOC), así como a diversos sindicatos independientes, junto con asociaciones patronales y ONGs (organizaciones “no gubernamentales), además de la Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, grupos de apoyo extraparlamentario del gobierno de JxSí. Las oficinas del gobierno fueron cerradas (por el propio gobierno catalán), mientras el centro de Barcelona se llenó de gente, y se calcula en 300 mil los participantes en una manifestación al mediodía y en 700 ml los que participaron en otra a las 7 de la tarde. El FC Barcelona (Barça), de fama mundial, paró también en solidaridad. Al mismo tiempo, una “huelga general” convocada por varias federaciones sindicales minoritarias paralizó el transporte público la mayor parte del día, mientras que los estibadores cerraron el puerto.


Miles de manifestantes furiosos asedian la sede de la Policía Nacional (a la izquierda), ubicada en el centro de  Barcelona, el 3 de octubre. La policía autonómica catalana (en boinas rojas) colocó vehículos para mantener a raya a la muchedumbre. Después de algunas horas, los agentes de la PN huyeron en un convoy. (Foto: EFE)

Cuando las marchas se dispersaban, miles de los sectores más izquierdistas se dirigieron al cuartel de la Policía Nacional en la Vía Laietana, sitiando el cuartel durante horas. Finalmente, alrededor de las 9:30 de la noche, los policías se subieron apresuradamente a sus furgonetas y se marcharon para no quedarse atrapados toda la noche. Mientras esto pasaba, el rey Felipe VI apareció en televisión con un discurso sin precedentes para mostrar su apoyo irrestricto al gobierno de Rajoy, declarando que las autoridades catalanas “han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía” al buscar “ilegalmente” la independencia, que la corona está comprometida con la “unidad” de España, incluida Catalunya, y llamando a los “legítimos poderes del Estado” a “asegurar el orden”. Este escalofriante discurso subraya la necesidad de una revolución obrera que barra con la monarquía. En cambio, Puigdemont solicitó nuevamente la mediación de la Unión Europea,  a la vez que repitió que la Generalitat procederá con una declaración unilateral de independencia (DUI) “en cuestión de días”. Esta tarde, el partido pequeñoburgués de izquierda, la Candidatura de Unidad Popular (CUP), sin cuyos votos en el parlament catalán el gobierno derechista de JxSí caería, exigió una sesión plenaria para el lunes 9 de octubre, para recibir el informe oficial del resultado del escrutinio y proceder inmediatamente a la DUI.


Galería de vilanos, enemigos de los derechos democráticos: (a la izquierda) El presidente Donald Trump de EE.UU. se reunió en la Casa Blanca el 26 de septiembre con el primer ministro español Mariano Roy para declarar su apoyo a España, una e indivisible: (a la derecha)  El rey Felipe VI denunció al govern catalán en un discurso institucional televisiva, el 3 de octubre, preparando así la cancelación de la autonomía regional.  
(Fotos: EPA; Francisco Gomez/EFE)

El escenario está listo para un enfrentamiento, en el que el primer acto podría ser la implementación del Artículo 155 de la Constitución española, que suspendería el estatuto autonómico catalán. También se está preparando una serie de juicios en contra del gobierno catalán por “desobediencia” y en contra del jefe de la policía catalana por “sedición”, lo que podría llevar a arrestos. Esta tarde se anunció que se ha prorrogado el contrato firmado por el gobierno de Madrid para el arrendamiento de los tres los cruceros donde se alojan los elementos de la Guardia Civil y la Policía Nacional. Se anunció también el arribo a Barcelona el 10 de octubre de dos fragatas de la Armada y que varios convoyes de unidades logísticas del Ejército de Tierra habían sido desplegados a una base a las puertas de Barcelona, “por si llegado el momento las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado precisan utilizar la instalación militar” (El Confidencial, 4 de octubre). Una ocupación militar de la región parece estar a la vista. Mantenerla durante un largo período para intentar disciplinar a una población inconforme mediante el puro terror, es otra cosa. Con la represión de mano dura el 1-O, el tiro les salió por la culata, y no lograron impedir la votación.

La atención se centrará entonces en la clase obrera, pues lo que cuenta no son las imágenes sino la fuerza social –y la clave es la dirección. El PSOE ha jugado un papel infame desde el principio, defendiendo la prohibición del referéndum que impuso el gobierno neofranquista del PP, alabando a la Guardia Civil y a la Policía Nacional y atacando a los que se oponen a estos terroristas en uniforme. Sin el apoyo de estos viles socialdemócratas, caería el minoritario gobierno de Rajoy. En Catalunya, las federaciones sindicales CC.OO. y UGT se sumaron al llamado por un “paro de país” frentepopulista, pero se opusieron al llamado a favor de una huelga general. Los burócratas se aseguraron de que industrias clave no se fueran a huelga, especialmente las plantas automotrices de SEAT, donde apenas se realizó un paro de labores de cinco minutos a mediodía. Pero si el brutal ataque policiaco contra la población conduce al crecimiento del apoyo a los nacionalistas catalanes, cuya hoja de ruta sólo conduce al callejón sin salida de la resistencia pasiva, en lugar de la movilización del poder de la clase obrera para echar a las tropas de ocupación, eso se deberá principalmente a la traición de los falsos dirigentes sindicales procapitalistas.

Hoy en día en Catalunya y España, –como en las luchas alrededor del mundo en años recientes, de Grecia a México, de Sudáfrica a Sudamérica, en Ucrania y el Medio Oriente, e incluso en el coloso imperialista de los Estados Unidos– la necesidad más acuciosa es la de forjar una dirección revolucionaria, un partido obrero construido sobre la base del programa internacionalista de Lenin y Trotsky. Buena parte de la izquierda en Catalunya se ha puesto a la cola del movimiento nacionalista burgués por la independencia, del mismo modo en que se pone normalmente a la cola de cada nuevo “movimiento” sin conceder la menor importancia a su política real. Los oportunistas esperan conseguir popularidad, pero con semejante política seguidista no podrán nunca dirigir una verdadera lucha de clases, y mucho menos una revolución. Se formó la IV Internacional en 1938 a la sombra de grandes derrotas y en medio de la Guerra Civil Española. Con sus pequeñas fuerzas y su poderoso programa, intentó resolver la crisis de la dirección revolucionaria. Esta es la tarea que enfrenta hoy en día la Liga por la IV Internacional, y Catalunya es hoy, lo mismo que hace 80 años, un campo de batalla decisivo. ■


  1. 1. Se dice que tras “ganar” una batalla contra el ejército romano en 280 AEC con un gran número de bajas, el rey Pirro de la ciudad griega de Epiro dijo, “otra victoria como ésta, y regresaré solo a Épiro”.