Hammer, Sickle and Four logo

  mayo de 2021

Biden, Sanders, demócratas pertrechan a los carniceros sionistas

¡Defender a los palestinos
contra la guerra de Israel!

¡Por una revolución obrera árabe-hebrea!


Edificios destruidos en Beit Hanoun, Gaza, tras un bombardeo aéreo israelí el 14 de mayo. Israel está atacando zonas residenciales, dejando a decenas de miles de palestinos sin hogar. s.  (Foto: Hosam Salem para el New York Times)

El siguiente artículo ha sido traducido de The Internationalist, mayo de 2021.

18 de MAYO – La toma por asalto de la mezquita de al Aqsa en Jerusalén por cientos de policías israelíes el lunes, 10 de mayo, marcó el primer disparo de la renovada guerra sionista en contra del pueblo árabe palestino. Aunque los medios imperialistas hablan de un conflicto entre Israel y Hamas, el partido islamista gobernante en el asediado enclave de Gaza, la realidad es que se trata de una matanza unilateral de palestinos a manos de la maquinaria bélica israelí. El saldo mortal da cuenta de lo ocurrido: hasta el momento, más de 220 árabes han sido asesinados, de los cuales más de 60 eran niños, en comparación con los 6 civiles judíos israelíes muertos.

Además, debido a los bombardeos, líneas de transmisión de electricidad han sido derribadas, mientras que la única planta generadora de electricidad está al punto de quedarse sin combustible y los apagones en Gaza duran hasta 16 horas diarias. Al menos 800 mil personas se encuentran sin acceso a agua potable y las aguas negras se desbordan en las calles. Más de 700 unidades habitacionales han sido destruidas, incluidos 76 edificios de departamentos. Escuelas y hospitales han sido alcanzados por las bombas de precisión israelíes y una torre de oficinas de medios noticiosos fue deliberadamente destruida. Las Naciones Unidas informan que al menos 58 mil residentes de la estrecha Franja de Gaza han sido desplazados de sus hogares, de los cuales unos 47 mil se encuentran hacinados en escuelas de la ONU.

A esto se suma el terror desatado por bandas de linchadores sionistas-fascistas en contra de palestinos en ciudades israelíes en las que hay poblaciones árabes y judías entremezcladas. En Cisjordania, fuerzas militares israelíes han abierto fuego en contra de manifestaciones de protesta, mientras que colonos ultraderechistas han atacado a palestinos. El derechista primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, quien inició la guerra para mantenerse en el puesto, así como el ejército que está destruyendo áreas residenciales en Gaza con artillería y bombardeos, promete proseguir hasta que terminen con su larga lista de objetivos. No obstante, los sionistas no han logrado quebrar la voluntad de resistir de los palestinos.

Las horripilantes imágenes –de edificios de departamentos derribados por las bombas, de un padre mirando a sus hijos muertos en la morgue, de un árabe linchado por pogromistas judíos– han encendido protestas de decenas de miles en todo el mundo. En Europa, los gobernantes imperialistas han intentado vilipendiar a los manifestantes con la calumnia de que son antisemitas, dispersando y prohibiendo manifestaciones en contra del baño de sangre sionista. En Estados Unidos, el presidente demócrata Joe Biden ha respaldado enfáticamente la acción militar israelí en contra de “grupos terroristas en Gaza”, cuando los verdaderos terroristas son el ejército israelí y las muchedumbres de linchadores sionistas que asolan las calles.

Un resumen de la Casa Blanca de una llamada entre el presidente norteamericano y Netanyahu dice que Biden “expresó su apoyo a un cese al fuego”, pero añadió que ambos “discutieron el progreso de las operaciones militares israelíes” en Gaza. Entretanto, el gobierno de EE.UU. informó al Congreso que ha aprobado la venta a Israel de 735 millones de dólares en armas de precisión teledirigidas. En contra de todos aquellos que llamaron a favor de poner en funciones una administración de Biden, no hay que olvidar que, una vez más, el Partido Demócrata del imperialismo norteamericano ha pertrechado a Israel con el armamento que emplea para hacer llover muerte sobre la población palestina, como esos aviones caza F-16 construidos en EE.UU. que ahora están bombardeando Gaza para desatar el terror entre la población.

En Cisjordania, ocupada por Israel, la juventud se levanta y, mientras la destrucción de Gaza prosigue sin descanso, se habla de una tercera intifada, o levantamiento, tras las rebeliones de 1987-1983 y 2000-2004 (esta última en respuesta a la invasión del complejo de al Aqsa por el carnicero Ariel Sharon con un millar de policías). Para el día de hoy se convocó una “huelga general y jornada de acción” por parte de los sindicatos y grupos comunitarios árabes en Israel para que en toda la Palestina histórica se proteste en contra de los ataques contra Gaza y contra los palestinos en Jerusalén Oriental e Israel. Cientos de miles pararon labores, cerrando fábricas, tiendas y otras empresas, tanto en Israel como en Cisjordania, donde ha habido choques con el ejército israelí. Convocada originalmente por el Alto Comité de Seguimiento de los Palestinos en Israel, dirigido por Mohammad Barakeh, exmiembro del Knesset (parlamento) en representación del partido izquierdista Hadash, esta jornada concitó el respaldo hasta de la desacreditada Autoridad Palestina.

Frente a este nuevo episodio de la interminable guerra sionista, el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional llaman a defender al oprimido pueblo palestino en contra de sus opresores, en primer lugar los militaristas y pogromistas israelíes, respaldados por los imperialismos norteamericano y europeos. Llamamos a defender a Gaza, el nuevo Gueto de Varsovia, en contra de los asesinos en masa israelíes; a romper el sitio israelí-egipcio que ha convertido esta árida tierra de refugiados en una prisión al aire libre, lista para ser bombardeada hasta hacerla añicos cada pocos años; y a expulsar al ejército israelí y a todos los colonos sionistas de los territorios palestinos ocupados

En esta guerra, entendemos que el lanzamiento de cohetes desde Gaza es un intento desesperado de resistir y de responder en contra de los atacantes israelíes, aunque no damos ningún apoyo político a las fuerzas islamistas,1 que son enemigas mortales del comunismo, desde Irán y Siria hasta Palestina (donde Hamas fue originalmente patrocinada por Israel). Sin embargo, el hecho es que los palestinos tienen un déficit masivo de armamentos frente al ejército israelí. El baluarte sionista no será derribado mediante cohetes caseros. Lo que hace falta es una lucha de clases revolucionaria dentro de Israel, y a escala internacional.

Con un respaldo imperialista casi unánime a favor de Israel y con izquierdistas oportunistas que se ponen a la cola del nacionalismo palestino y del islamismo, la LIVI es única en luchar sobre la base del internacionalismo proletario. Llamamos urgentemente a favor de acciones obreras en contra de la guerra sionista/imperialista contra los palestinos, incluido el boicot de cargamentos marítimos o aéreos israelíes. Trabajadores portuarios italianos en Livorno declararon que no embarcarían ni desembarcarían cargamento israelí. Ahora el Consejo Internacional de Estibadores ha llamado a los trabajadores portuarios a no tocar pertrechos de guerra destinados a Israel. Los sindicatos portuarios en EE.UU. (ILA e ILWU) y de todo el mundo deben implementar inmediatamente esta medida.

Al llamar a poner alto a la “limpieza étnica” que se ha realizado desde 1948 y a defender el derecho de los palestinos a regresar¸ enfatizamos que esto exige una lucha común de los trabajadores árabes y judíos que desemboque en una revolución obrera árabe-hebrea. Palestina es un caso de pueblos interpenetrados. Con dos naciones –árabes palestinos y hablantes de la lengua hebrea– que habitan la misma estrecha franja territorial, la única manera de conseguir un acceso equitativo a los recursos vitales (como el agua) se encuentra en un estado obrero palestino árabe-hebreo, parte de una federación socialista del Medio Oriente, que tenga como anclaje a las poderosas clases obreras egipcia y turca.

Ardid electorero desemboca en asesinato en masa sionista


Palestinos cargando los cuerpos de niños muertos en el bombardeo aéreo israelí del 16 de mayo en Gaza. Al día siguiente, 42 personas murieron en ataques aéreos en Gaza, 10 de ellas niños.  (Foto: Hosam Salem para el New York Times)

La actual guerra unilateral que se libra en contra de los árabes palestinos comenzó con una cínica provocación. Los medios liberales se quejan de que la situación se “ha salido de control”, que supuestamente está siendo conducida por “extremistas” en ambos bandos, Hamas por un lado, y Netanyahu por otro. ¡Patrañas! La guerra fue deliberadamente iniciada por el primer ministro israelí, quien enfrenta un juicio por corrupción y que después de las últimas elecciones no ha logrado conformar un nuevo gobierno de coalición, a pesar de lo cual sigue al mando, a la cabeza de un gobierno interino. Netanyahu decidió usar un viejo truco: iniciar una guerra para que la gente tenga que cerrar filas con el gobierno. Específicamente, hizo que su ministro de “seguridad pública, Amir Ohana, un lacayo de Netanyahu, lanzara una serie de ataques no provocados en contra de los palestinos. Todo comenzó la primera noche del Ramadán, el 13 de abril, cuando la policía invadió la mezquita de al Aqsa y silenció los altoparlantes que transmitían las oraciones nocturnas.

Poco después, la policía prohibió la realización de concentraciones de personas en la Puerta de Damasco, en donde los jóvenes árabes suelen congregarse durante el Ramadán. Esto desembocó en choques nocturnos entre jóvenes hombres palestinos y la policía. El 21 de abril, varios cientos de miembros de un grupo sionista-fascista, Lehava, marcharon por el centro de Jerusalén coreando “Muerte a los árabes” y atacando a transeúntes palestinos. Mientras que esto ocurría, palestinos se manifestaban diariamente en el vecindario Sheikh Jarrah en Jerusalén Oriental, donde colonos han estado intentando expulsar a familias árabes, con la decisión judicial anunciada para el 10 de mayo. La policía regularmente golpeó a los manifestantes, incluido un miembro judío del Knesset que forma parte de la Planilla Conjunta predominantemente árabe. El vicealcalde de Jerusalén, Aryeh King, un dirigente de los colonos ultrasionistas, declaró que, “por supuesto”, las expulsiones son parte de una estrategia para insertar “capas de judíos” en Jerusalén Oriental. En otras palabras, se trata de una “limpieza étnica” mediante la expulsión de árabes.

Entonces, el viernes 7 de mayo, la policía atacó a un grupo de fieles en la mezquita de al Aqsa, usando granadas aturdidoras, gas lacrimógeno y balas de goma dentro de la sala de oración en el tercero de los sitios sagrados del Islam, hiriendo a más de 200 personas, mientras jóvenes respondían a la agresión. El 10 de mayo, cuando los sionistas derechistas y fascistas marchan provocadoramente en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja para dirigirse al Monte del Templo (donde también se ubica la mezquita de al Aqsa) en el “día de Jerusalén”, celebrando la toma del Jerusalén Oriental árabe en la guerra de 1967, sólo en el último minuto fue que la policía cambió la ruta de la marcha. Al mismo tiempo, cientos de policías realizaron un nuevo ataque contra la mezquita, por segunda ocasión en tres días, con el pretexto de que musulmanes estaban apilando piedras (para proteger la mezquita de un ataque a manos de la policía y los derechistas). Esto produjo un saldo de más de 330 heridos, 250 de los cuales tuvieron que ir al hospital. Resultaba meridianamente claro que esto desencadenaría masivas protestas por parte de los árabes, así como el lanzamiento de misiles por parte de Hamas.

Netanyahu quería esta guerra, quería el caos que se desencadenó, consiguió el efecto que se proponía, y ahora está embarcado en una misión asesina en Gaza. Esta carnicería está siendo realizada por el ejército bajo la dirección del ministro de defensa, el general retirado Benny Gantz, el candidato sionista supuestamente “moderado” para primer ministro en las elecciones de 2020 y de marzo de 2021. Gantz es un criminal de guerra, quien como jefe del estado mayor de las fuerzas armadas israelíes ordenó el bombardeo terrorista de Gaza en la guerra de 2014, que arrojó un saldo de más de 2,200 palestinos muertos. Todos los sectores del sionismo tienen las manos empapadas en sangre árabe. Netanyahu también quería los pogromos perpetrados por fanáticos religiosos y colonos sionistas en ciudades israelíes con poblaciones árabe y judía entremezcladas, particularmente Haifa, Acre, Jaffa, Ramla y Lod, o más bien Lydda, su nombre antes de la masacre de 1948 cuando los sionistas mataron a cientos y expulsaron a miles de árabes en la Marcha de la Muerte de Lydda. Ahora sionistas ultraderechistas están listos para “terminar el trabajo”.

La “limpieza étnica” de árabes sería un cataclismo


Protesta en la ciudad de población judeo-árabe mixta Jaffa, a las afueras de Tel Aviv, contra los bombardeos y los ataques israelíes a Gaza y la ocupación de Cisjordania.  La manta dice, “No a una nueva Nakba”. El 15 de mayo se cumplió el 73º aniversario de la Nakba (catástrofe), la expulsión masiva de árabes palestinos en la fundación de Israel. (Foto: Corinna Kern para el New York Times)

Durante muchas décadas, entre la sexta y la tercera parte de las poblaciones de estas ciudades ha sido árabe, con judíos y árabes viviendo con mucha frecuencia en los mismos barrios e incluso en los mismos edificios. Muchos judíos en estas ciudades estaban orgullosos de vivir con árabes. Sin embargo, en años recientes, sionistas de derecha han intentado aislar en guetos a los residentes árabes, ahogándolos en un flujo de nuevos residentes judíos en estas ciudades, particularmente Lydda. Desde el 11 de mayo, cientos de matones sionistas-fascistas, muchos armados, han estado marchando en las ciudades de población entremezclada para amenazar y golpear inmisericordemente a residentes árabes (algunas de estas palizas han quedado grabadas en video). Se trata de pogromos, como los realizados por las Centurias Negras fascistas que atacaban barrios judíos en Rusia antes de la Revolución, o las turbas linchadoras en el Sur de Estados Unidos bajo el régimen segregacionista. Al menos tres diferentes organizaciones fascistas2 están involucradas en estos ataques, algunas de ellas derivadas del prohibido partido Kach de Meir Kahane. Kahane fue el fundador del grupo terrorista ultraderechista Liga de Defensa Judía en Nueva York.

Netanyahu busca formar una coalición con estos fascistas, que reiteradamente atacaron a árabes en Jerusalén Oriental en abril. En Lod, el pretexto utilizado fue el de “motines” de jóvenes árabes enardecidos por el ataque contra al Aqsa y el incendio de sinagogas establecidas provocadoramente en barrios árabes. Netanyahu dijo que los judíos eran víctimas de “linchadores” y prometió responder con “puño de hierro” para aplastar a los árabes, mientras que el ministro de defensa Gantz declaró un estado de emergencia y puso a la ciudad bajo estado de excepción. El colono judío Ohana, ministro de seguridad pública, respaldó explícitamente las acciones de grupos armados ultraderechistas que patrullan las calles. Lo que está ocurriendo dentro de Israel es una campaña terrorista, auspiciada por el estado, de sionistas-fascistas en contra de la población árabe. Las turbas tienen sed de echar a la población árabe para implementar los planes ultraderechistas diseñados desde hace largo tiempo –del derechista Likud de Netanyahu, pero también de algunos sionistas “moderados”– de anexar formalmente buena parte de Cisjordania a Israel.

Esto es consistente con el grotesco “plan de paz” para el Medio Oriente de Donald Trump develado el año pasado, que tuvo como propósito expulsar a miles de árabes de Cisjordania hacia Jordania y separar de Israel regiones de mayoría árabe en torno a Umm al-Fahm en el norte del país.3 Esta región fue un baluarte del Partido Comunista de Palestina, que dio lugar al PC Israelí (Maki). Alguna vez colgó de las paredes del edificio de la alcaldía de Nazareth un retrato de Lenin, donde el PC mantuvo la mayoría durante décadas hasta 2014. Los sionistas racistas quieren deshacerse de estos árabes también. Las ciudades con poblaciones entremezcladas se ubican en el centro de la costa de Israel, razón por la cual Lydda fue blanco específico de las masacres y “transferencias de población” en 1948 (dirigidas por Yigal Allon e Yitzhak Rabin, miembros de la milicia Palmach, vinculada al autodenominado partido “marxista-sionista” Mapam): Lod está a 22 kilómetros de Tel Aviv, es donde se encuentra el aeropuerto internacional de Israel, a horcajadas sobre la autopista que va hacia Jerusalén.

Es posible, entonces, que haya un impulso para echar a los árabes de Lod/Lydda, pero eso sería un cataclismo. Ciertamente irá de la mano con una campaña para expulsar a residentes árabes del vecindario de Sheikh Jarrah en Jerusalén Oriental. Semejantes purgas racistas no serían obra de las turbas linchadoras fascistas: una “limpieza étnica” casi siempre requiere del respaldo de la fuerza armada de un poder estatal. Y con toda seguridad sería enfrentada con una resistencia acérrima, pues todo mundo recuerda que los árabes que los sionistas expulsaron en 1948 para establecer el estado de Israel nunca regresaron.4 De modo que, si inician un intento serio de echar a los árabes, lo más probable es que desembocaría en un baño de sangre de proporciones masivas, que provocaría una reacción explosiva en Medio Oriente y en el mundo. Se puede imaginar el impacto que tendría en Brooklyn, en la Ciudad de Nueva York, donde palestinos y judíos ultraortodoxos viven en áreas adyacentes de Bay Ridge y Borough Park.

La naturaleza de la opresión sionista


Manifestantes marchan en Ramala, en la Cisjordania ocupada por Israel, durante la huelga general palestina, el 18 de mayo. Las pancartas dicen, “Lo que pasa en Gaza no es complicado, se trata de limpieza étnica” y “toda ciudad israelí era alguna vez Sheikh Jarrah”, el vecindario de Jerusalén Oriental donde los sionistas están intentando expulsar a residentes palestinos árabes. (Foto: Nasser Nasser / Associated Press)

Los marxistas revolucionarios nos oponemos a la existencia misma de un “estado judío”, del mismo modo en que nos oponemos a la “República Islámica” de Irán o a estados que se autodenominan cristianos, como la España de Franco, por ser todos inherentemente antidemocráticos. Defendemos al oprimido pueblo palestino en contra de los opresores sionistas. ¿Pero qué va a pasar con los dos pueblos que ahora ocupan la Palestina histórica? Los nacionalistas palestinos corean “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”. Varios grupos de izquierda, después de estar a la cola durante mucho tiempo de la Organización para la Liberación de Palestina de Yasir Arafat y su apoyo a una “solución de dos estados”, recientemente han retomado el llamado a favor de la “solución de un estado” en una “Palestina democrática y laica”.

Para liberales e izquierdistas, estos programas son ilusiones democráticas, mientras que muchos nacionalistas e islamistas palestinos, que han sufrido décadas de tortura y muerte, sueñan simplemente con echar a los judíos israelíes de ahí. Hoy hay aproximadamente 6.8 millones de judíos y 6.8 millones de árabes en la Palestina histórica (más millones de refugiados palestinos adicionales que fueron expulsados a otros países, incluidos Jordania, Líbano y otros). Pero bajo el capitalismo, la potencia mayor va a prevalecer, y esa potencia hoy en día es la de los sionistas, de modo que ya sea con uno o con dos estados, los árabes perderán.

Muchos en la izquierda se refieren a Israel como un “estado colonial”, como si fuera una suerte de colonia de un país al que los judíos israelíes pudieran regresar si las cosas se ponen difíciles, como los colonos argelinos que regresaron a Francia, o los blancos de Rodesia que regresaron a Inglaterra tras la independencia. Nótese que en Argelia los colonos franceses, conocidos como pieds noirs, representaban el 10 por ciento de la población; en la Rodesia británica (ahora Zimbabue), los colonos blancos eran el 8 por ciento de la población. En contraste, la población judía de habla hebrea constituye cerca de tres cuartas partes de la población de Israel.5

Aunque el establecimiento de Israel sí fue un proyecto colonial, facilitado por el imperialismo británico tras la Declaración de Balfour de 1917, Israel no es una colonia: es una potencia regional y un belicoso cliente del imperialismo, particularmente del norteamericano. De desencadenarse una guerra a gran escala, aunque muchos podrían despegar con destino al sur de la Florida, la mayor parte de la población judía de Israel no tiene ningún lugar al cual volver. Ningún programa real para la derrota del sionismo puede basarse en semejantes engaños. La población de habla hebrea debe escindirse a lo largo de líneas de clase.

Tampoco es el caso que Israel sea un “estado apartheid” como Sudáfrica, según otra comparación popular. Liberales y reformistas interpretan el “apartheid” como sinónimo de algo muy represivo o muy racista, como el reciente informe (27 de abril) de Human Rights Watch, “Traspasado el umbral: las autoridades israelíes y los crímenes de apartheid y persecución”.6 Es comprensible que la ira provocada por los horrendos crímenes de Israel contra el pueblo palestino lleve a algunos activistas a buscar comparaciones evocativas. Pero en lugar de describir la realidad material del estado sionista, este término sirve para expresar desesperanza liberal.

También está relacionado con un programa, en el caso de Israel, como en Sudáfrica, del “BDS”, es decir, “boicot, desinversión y sanciones”. Rehusarse a comprar humus de la marca Sabra no pondrá fin a la guerra contra los árabes palestinos, como tampoco el boicot de las monedas Krugerrand llevó a la caída del apartheid sudafricano. Además, ¿quién se supone exactamente que va a desinvertir y a imponer sanciones? Éste es un llamado a las multinacionales capitalistas y al imperialismo norteamericano, que es culpable de crímenes mucho mayores, aún incluso que los asesinos sionistas, en contra de pueblos oprimidos. Por añadidura, quienquiera que piense que el Pentágono dejará de comprar software israelí para sus computadoras, o que cesará de contratar mercenarios israelíes para entrenar sus escuadrones de la muerte paramilitares en América Latina, está soñando.

Sin embargo, más allá de sus implicaciones programáticas, el término no es históricamente adecuado. Como marxistas entendemos que el régimen del apartheid no sólo consiste en una serie de medidas legales como los pasaportes internos, sino que es una forma especial de esclavitud asalariada capitalista que se basa en la superexplotación de los trabajadores negros africanos segregados por la fuerza en pueblos y “bantustanes”. Además, en la Sudáfrica del apartheid, los blancos eran alrededor del 15 por ciento de la población. Se puede decir que la Cisjordania ocupada por Israel está sometida a un dominio semejante al del apartheid, en el que la población árabe palestina está dividida en pequeños cantones, en tanto que algunos patrones israelíes se hacen de superganancias a partir de la superexplotación de la mano de obra de sus trabajadores árabes. Pero en Israel mismo, las poblaciones árabe y de habla hebrea siguen interpenetradas y los sionistas de línea dura no se interesan fundamentalmente en sobreexplotar a los trabajadores palestinos, sino que en cambio querrían expulsar de plano a los árabes.

Esta es la razón por la que hemos escrito acerca del peligro de una “solución final” sionista, y hemos descrito los enclaves de Gaza y Cisjordania avizorados por los planes de anexión como gigantescos campos de concentración para los palestinos. No debe olvidarse que los sionistas –tanto sionistas “laboristas” como David Ben Gurión y los sionistas “revisionistas” dirigidos por Ze’ev Jabotinsky– cooperaron con el régimen de Hitler y se opusieron al Levantamiento del Gueto de Varsovia.7 La “solución” que Netanyahu y los herederos de Kahane añoran es mucho más parecida a la Alemania nazi que al apartheid sudafricano y podría ser a final de cuentas, literalmente genocida. Como escribimos en 2014:

“Al rechazar la caracterización de Israel como un ‘estado colonial’ o ‘estado apartheid’, de ninguna manera disminuimos la monstruosa naturaleza de los crímenes sionistas. Al contrario, lo que los gobernantes israelíes están listos para hacer a los palestinos es potencialmente mucho peor que lo que los racistas de Rodesia o Sudáfrica llegaron a hacer”.
–“Defend Gaza and the Palestinian People – For Arab-Hebrew Workers Revolution” (julio de 2014) en The Internationalist, No. 38, octubre-noviembre de 2014

¿Qué va a resultar de la bárbara guerra actual contra los palestinos? ¿Otro cese al fuego? Los palestinos seguirán atrapados en las tenazas sionistas. ¿Una guerra regional, “transferencias de población” en masa, como los sionistas fundadores eufemísticamente las llamaron? Para todos estos terribles resultados, la respuesta debe consistir en luchar por una revolución obrera árabe-hebrea. Esta vía es difícil, pero es la única verdadera salida.

Aplastar el sionismo y el imperialismo con la revolución socialista internacional


El Internationalist Group, sección norteamericana de la Liga por la IV Internacional, protesta en Los Angeles, el 15 de mayo, contra la guerra de Israel en contra de los palestinos, el 15 de mayo. Las pancartas saludan la acción laboral de los estibadores italianos contra la guerra israelí; llaman a romper con el Partido Democrata y construir un partido obrero, y declaran que sólo la revolución socialista pondrá fin a las guerras sin fin del capitalismo.  (Foto: The Internationalist)

Los incesantes ataques contra la población palestina terminarán desembocando en una explosión. Es vital que la fortaleza sionista sea destruida desde adentro. Israel, después de todo, tiene cientos de armas nucleares y una dirección lo suficientemente loca como para usarlas, en contra de Irán o de cualquier otro país. Hasta hace pocos años, los reclutas del cuerpo blindado eran llevados a la cima de la montaña de Masada en el desierto de Judea para declamar su juramento de fidelidad. Ese es el sitio en el que supuestamente un millar de zelotes se habrían suicidado en masa cuando fueron rodeados por legiones romanas en el año 74. Ese fue el final de los zelotes, pero hoy sus autodesignados herederos tienen el dedo en el gatillo nuclear. Hay toda una capa del estrato gobernante israelí compuesto por unos miles de asesinos patológicos que ninguna sociedad humana podría tolerar. Es importante, sin embargo, que sean llevados ante la justicia por la clase obrera y los revolucionarios de habla hebrea, como parte del proceso que pondrá fin al interminable ciclo de matanzas nacionalistas.


El Grupo Internacionalista, sección mexicana de la LIVI, protesta en la Ciudad de México el 15 de mayo contra de guerra de Israel en contra de los palestinos. (Foto: Revolución Permanente)

La situación que enfrenta hoy la asediada población árabe palestina es nefasta, como ha sido a lo largo de las últimas tres cuartas partes del siglo de ascenso sionista, y antes de colonialismo británico y de dominio bajo el imperio otomano. Pero no todos los judíos israelíes quieren vivir para siempre en un estado guarnición, y muchos se oponen a los colonos fascistas y a los fanáticos religiosos ultraderechistas que ahora acechan en las calles. Hace mucho León Trotsky advirtió que el empeño sionista sería una trampa mortal para los judíos. Hay líneas de quiebre en la sociedad israelí, pero hará falta un choque de grandes dimensiones para romper el candado sionista. La única vía para la liberación radica en la lucha clasista unida de los trabajadores y oprimidos, tanto en Palestina, como en el resto de la región y a escala internacional. Acciones obreras en contra de los militaristas israelíes pueden señalar la vía. Luchas obreras revolucionarias para derribar a los gobernantes burgueses árabes, particularmente en Egipto y Turquía, sacudirían la entidad sionista.


El Internationalist Group en Nueva York protesta el 15 de mayo contra la guerra de Israel en contra de los palestinos. Las pancartas defienden el derecho al retorno de los palestinos y abogan por la revolución obrera árabe-hebrea.  (Foto: The Internationalist)

En Europa, en donde los gobernantes etiquetan de manera mentirosa toda oposición a Israel como antisemita, la lucha contra el militarismo sionista es una lucha contra las burguesías y los socialdemócratas. En Estados unidos, donde hasta los demócratas que posan como más izquierdistas no van más allá de criticar la ayuda incondicional de EE.UU. a los carniceros sionistas (y Bernie Sanders ha votado regularmente a favor de enviar millones de dólares para financiar el Domo de Hierro del sistema antimisiles y otros componentes de la máquina de guerra israelí),8 una lucha para poner alto a toda ayuda norteamericana a Israel, y para romper con los demócratas y el resto de los partidos capitalistas tendría un impacto. Sin el respaldo de sus jefes supremos imperialistas, Israel es un país muy pequeño en un mar árabe. Pero a final de cuentas, la victoria sobre el sionismo y el imperialismo (y los otros clientes de los imperialistas y satrapías burguesas en toda la región) sólo puede conseguirse mediante una revolución socialista internacional. La Liga por la IV Internacional busca forjar el núcleo del partido comunista leninista-trotskista que es indispensable para dirigir dicha revolución. ■


El Internationalistische Gruppe, sección alemana de la LIVI, protesta en Berlín protest el 15 de mayo contra la guerra de Israel en contra de los palestinos. Las pancartas llaman a expulsar los ocupantes sionistas de Cisjordania; a defender Gaza, el nuevo gueto de Varsovia; y por un estado obrero árabe-hebreo en una federación socialista del Medio Oriente. (Foto: Janis Garnet)

  1. 1. El islamismo, o islam político, es una doctrina que sostiene que la ley islámica (sharia) debe gobernar la sociedad. Para los islamistas no hay separación entre la mezquita y el estado. Aunque hay diversas corrientes islamistas, así como fuerte diferencias entre islamistas de las ramas sunita y chiita del Islam, todas llaman por un régimen teocrático, intrínsicamente no democrático caracterizado por la supremacía de la doctrina y la autoridad religiosas.
  2. 2. Entre estos se encuentran los movimientos Otzma Yehudit (Poder Judío), Lehava (Flama) y los sionistas religiosos Tkuma.
  3. 3. Véase “¡Derrotar plan de Israel y Trump para la anexión de Cisjordania!” en Revolución Permanente No. 10 (marzo-abril de 2020).
  4. 4. Véase nuestro artículo “1948: The Year of the Naqba (Catastrophe)” en The Internationalist No. 9 (número especial sobre Palestina), enero-febrero de 2001.
  5. 5. Al oponernos a la pretensión sionista de que Israel es “el estado del pueblo judío”, los trotskistas revolucionarios hablamos de la “población de habla hebrea” para referirnos a la población que se ha convertido en la nación dominante en Israel con la formación del estado sionista.
  6. 6. HRW es una agencia imperialista que típicamente produce propaganda bélica acerca de violaciones a los derechos humanos a manos de regímenes o movimientos a los que los gobernantes norteamericanos se oponen o pretenden derribar, aunque ocasionalmente (como ahora) puede no marchar al paso de los designios de los gobernantes en Washington.
  7. 7. Véanse nuestros artículos “Zionism, Imperialism and Anti-Semitism” y “Zionist Complicity in the Destruction of Hungarian Jewry” y otros artículos en The Internationalist No. 9, enero-febrero de 2001.
  8. 8. El senador de Vermont y candidato en las primarias demócratas para la presidencia que se autodenomina como un “socialista democrático”, dice que es “pro Israel” y se unió a sus colegas del Senado el año pasado para dar unánime consentimiento –¡dos veces!– a la apropiación de 3.3 miles de millones de dólares para Israel bajo el “Programa de Financiamiento Militar Extranjero”. Hoy Sanders sólo llama a Biden para que “eche un vistazo” al uso que hace Israel de la ayuda militar norteamericana para que “considere” reducirla y condicionarla al buen comportamiento. Esto contrasta tajantemente con la demanda de que se termine inmediatamente toda ayuda a Israel.