febrero de 2020
¡Echar a los invasores sionistas de
Cisjordania!
¡Defender a Gaza, el nuevo Gueto de Varsovia!
¡Derrotar plan de Israel y Trump
para la anexión de Cisjordania!
Palestinos protestan contra el plan de “paz” de Trump, enfrentándose con tropas israelíes en el valle del río Jordán, que sería anexado por Israel.
2 de FEBRERO – El 28 de enero, el presidente norteamericano Donald Trump reveló su fraudulento plan para la “paz” en el Medio Oriente en una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Se trata, en realidad, de un plan para intensificar la guerra sionista apoyada por el imperialismo en contra de los palestinos mediante la anexión de la Cisjordania ya ocupada por Israel. De llevarse esto a cabo, los asentamientos sionistas y todo el valle del Rio Jordán se volverían formalmente parte de Israel, mientras que el supuesto “estado” palestino carecería de contigüidad territorial y consistiría en una serie de áreas desconectadas, separadas entre sí por carreteras y entradas a los asentamientos bajo control y vigilancia del ejército israelí. Asimismo, cientos de miles de árabes israelíes perderían su ciudadanía y serían transferidos a la entidad palestina. Trump está vendiendo este plan como el “negocio del siglo”. Sería mejor describirlo como la estafa del siglo, un descarado arrebato sionista de tierras para aplastar y humillar a los palestinos.
Todos los planes que vislumbran “dos estados”, que han estado en el aire desde la conquista de Cisjordania y Gaza por parte del ejército israelí en la guerra de 1967, han sido fraudes en su pretensión de otorgar derechos para la población árabe palestina bajo la bota de la ocupación sionista. La “visión” de Trump es la más cínica de todas. Este “tratado” unilateral no sólo fue ideado sin participación palestina alguna, sino que además fue diseñado para ser rechazado. Un gran número de cláusulas son inaceptables para cualquier político palestino, sin importar qué tan corrupto sea, tal como la entrega de todo Jerusalén a Israel. La entidad palestina (difícilmente se podría llamar un estado) sería un cúmulo de gigantescos campos de concentración para la población árabe. La Autoridad Palestina (AP) funcionaría como un Judenrat (concejos títeres de autoridades judías en los guetos y campos de concentración controlados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial), con la policía de la AP actuando como kapos.
anexionista de Trump e Israel, el 31 de enero.
Los medios liberales en Estados Unidos y en otros lugares (incluyendo Israel) señalaron que este simulacro de un plan era esencialmente un ardid propagandístico con la intención de distraer la atención del juicio político para la destitución de Trump, y los cargos de corrupción criminal contra Netanyahu. La promesa de anexión de Cisjordania a Israel fue claramente una táctica electorera para apelar a la base derechista del primer ministro israelí y a los colonos fascistoides, en la campaña para las elecciones del Knesset (el parlamento de Israel) del 2 de marzo próximo, y para calentar a los partidarios evangélicos del presidente norteamericano, para votar masivamente en las elecciones presidenciales norteamericanas de noviembre próximo. Sin embargo, mientras los políticos de oposición en ambos países critican el momento no tan oportuno del anuncio y la naturaleza ostensiblemente unilateral del plan, muchos de esos mismos demócratas y sionistas “moderados” apoyan los elementos básicos del “acuerdo” como la única base “realista” para una solución de “dos estados”.
Esto sólo resalta el hecho de que el sionismo y el imperialismo, de tinte liberal o conservador, son enemigos mortales de la oprimida población árabe palestina. La “visión” trumpeana es una negación completa de los derechos nacionales de los palestinos, la continuación de su expulsión y expropiación sobre cuya base fue fundado el estado de Israel. El texto del plan lo plantea con brutal claridad. “Los refugiados palestinos no tendrán derecho a regresar al estado de Israel ni a ser absorbidos por éste”. Y más adelante: “Jerusalén seguirá siendo la capital soberana del estado de Israel, y se mantendrá como una ciudad no dividida”. Una “capital” palestina inconexa estaría bien lejos de los muros de Jerusalén, relegada a los distantes suburbios del este de Kfar Aqab (junto al campo de refugiados de Qalandis) y Abu Dis, a los que se renombraría cínicamente Al Quds, el nombre árabe para Jerusalén.
Más aún, esta grotesca visión de magnate de bienes raíces de un “plan para el desarrollo” conduciría a la expulsión de 280 mil árabes de Israel bajo la guisa de un “intercambio de tierra”, al “reubicar” sus comunidades (en el área conocida como el Triángulo) dentro de la entidad palestina. Este “intercambio poblacional” fue un elemento clave del tristemente célebre “Plan Lieberman”, presentado hace década y media por Avigdor Lieberman, líder del partido racista y ultrasionista Yisrael Beiteinu, y fue concebido para reducir drásticamente el número de ciudadanos árabes en Israel. Por otra parte, los residentes árabes que ocupan casi un tercio de la Cisjordania que se pretende anexar a Israel, carecerían de derechos en su propia tierra natal. Mientras tanto, se proyecta designar una “zona turística especial” en la cual musulmanes podrían reunirse para ser llevados por guías de turistas para visitar lugares sagrados. ¿Quizá estará incluido, entre otras “amenidades turísticas”, un casino Trump?
Esta caricatura de un “estado palestino” carecería de puerto naval y de aeropuerto. Además de eso, “el estado de Israel será el principal responsable de la seguridad del estado de Palestina”, lo que significaría que incluso las áreas nominalmente gobernadas por la entidad palestina estarán “desmilitarizadas” bajo la bota de Israel, uno de los países más militarizados del mundo. Las fuerzas de seguridad palestinas básicamente vigilarían a la población árabe en nombre de Israel. Pero eso es, de hecho, la tarea que han estado haciendo, siendo financiados, equipados y entrenados por el Pentágono, al menos hasta que Trump canceló la “ayuda” de parte de los Estados Unidos a la Autoridad Palestina hace un año. Como una condición para la existencia de este “estado palestino”, estas fuerzas tendrían que arrebatar Gaza a Hamas y otros grupos islamistas, lo que la marioneta israelí que es la Autoridad Palestina ha tratado de hacer, sin éxito, desde hace muchos años
Todo esto es una fantasía de Trump, sin posibilidad alguna de ser aceptada por nadie. Y en realidad, nadie finge que esto vaya a suceder. Su verdadero propósito es presentar una fachada para la anexión formal de Cisjordania a Israel. El 28 de enero, después de la presentación en la Casa Blanca, Netanyahu anunció que la anexión sería planteada al gabinete israelí el 2 de febrero. Pero pronto el yerno de Trump, Jared Kushner, viejo admirador del líder derechista,1 sugirió que podría ser un poco precipitado para el gobierno interino, que carece de una mayoría en el Knesset, y que tal vez habría que esperar hasta después de las elecciones de marzo para tomar esta medida. Pero la fecha de la anexión no es más que una formalidad. En realidad, Cisjordania fue anexada a Israel después de la guerra de 1967, y la farsa de la Autoridad Palestina bajo Yasir Arafat y ahora Mahmoud Abbas es únicamente una fachada.
Más importante aún, este no es únicamente un “trato” entre Trump y Netanyahu. El líder de la oposición israelí, Benjamin Gantz, dio su visto bueno al plan en una audiencia con Trump el 27 de enero, afirmando que no había prisa para proclamar la anexión antes de las elecciones. Su partido, Kaḥol Lavan (Azul y Blanco, los colores de la bandera israelí), alabó el plan como “histórico”, y afirmó que era “enteramente consistente” con los “principios de estado y seguridad” del partido. Gantz es un criminal de guerra, que como comandante en jefe del ejército israelí (2011-2015) sembró el terror al bombardear repetidamente las áreas residenciales en Gaza, matando a más de 2,200 palestinos, 70 por ciento de los cuales eran civiles. Asimismo, la anexión del Valle del Río Jordán y un tercio de Cisjordania era un componente fundamental del “Plan Allon”, diseñado justo después de la guerra de 1967 por Ygal Allon, entonces un ministro en el gabinete sionista-laborista.2
Incluso la prensa sionista “moderada” como el periódico Ha’aretz ( de enero) sostuvo en su editorial que el único problema era “imponer la soberanía [israelí] en esta etapa” (nuestro énfasis), mientras que uno de sus columnistas definió el plan de Trump como “no completamente malo” y como “la base para un acuerdo negociado”. El ex primer ministro sionista-laborista Ehud Barak (otro ex jefe del estado mayor del ejército israelí) escribió que el plan de la Casa Blanca es el “enfoque más favorable que un presidente norteamericano ha tenido con respecto a Israel” y que es una “oportunidad importante” (Ha’aretz, 28 de enero). Por su parte, el New York Times (31 de enero) publicó un editorial señalando que no se podía “descartar ninguna iniciativa de antemano”, y sugirió que esto podría significar un “punto de partida”. En resumen, sionistas de todos los tintes y sus patrones imperialistas están imponiendo el control indefinido de Israel sobre Cisjordania.
El Internationalist Group y la Liga por la IV Internacional han llamado desde su formación a defender al pueblo palestino y a echar a los ocupantes israelíes fuera de los territorios conquistados en la guerra de 1967. Esto incluye expulsar las colonias y a los colonos sionistas, todos los cuales –incluso las “comunidades dormitorio” alrededor de Jerusalén– tienen el propósito de ejercer un control militar sobre la población árabe palestina. El IG y la LIVI defienden el derecho de regreso de los palestinos a las tierras de las que fueron expulsados por las fuerzas sionistas en 1948 y en 1967, cuando obligaron a millones de personas a trasladarse a los campos de refugiados, en donde aún hoy, sus descendientes siguen languideciendo. Denunciamos no sólo el plan de Trump sino también las iniciativas previas de parte del Partido Demócrata que tienen el propósito de mantener a los palestinos bajo el control sionista e imperialista.
El sionismo surgió en la última etapa del siglo XIX como reacción a la agudización del antisemitismo en el imperio ruso y en Europa. En oposición a la creciente popularidad entre trabajadores y jóvenes judíos de las perspectivas revolucionarias que estaban dirigidas al derrocamiento del viejo orden, el sionismo prometió mandar a los judíos “de regreso” a una bíblica “tierra prometida”. Desde el inicio, el sionismo buscó patrocinadores imperialistas, notablemente en Inglaterra (que promovió la colonización sionista de Palestina con la Declaración de Balfour de 1917 como un punto de apoyo para el control colonial inglés de Egipto, Jordania, Irak y el estratégico Canal de Suez) y, después de la Segunda Guerra Mundial, en los Estados Unidos. La masiva migración judía hacia Palestina que siguió a la Segunda Guerra Mundial fue resultado del rechazo de parte del imperialismo norteamericano a permitir la entrada a su territorio a los refugiados judíos que escapaban del Holocausto nazi.
Así, la fundación del estado sionista en 1948 en tierras robadas a los palestinos fue el resultado de los crímenes de ambos bandos en la imperialista Segunda Guerra Mundial. Los trotskistas norteamericanos en ese entonces demandaron “¡Admitan a los refugiados!” (Socialist Appeal, 26 de noviembre de 1938).
Los bolcheviques rusos bajo V.I. Lenin y León Trotsky pelearon con uñas y dientes en contra del antisemitismo en el imperio zarista, movilizándose para aplastar los pogromos antijudíos. Al mismo tiempo, los bolcheviques se oponían a los sionistas, que en lugar de combatir el terror antisemita, lo veían como un estimulante para la emigración, y en algunas ocasiones colaboraron tácticamente con sus perpetradores.3 La fundación del autoproclamado “estado judío” encontró en aquél entonces la oposición de muchos judíos ortodoxos, y muchos aún hoy se oponen, al igual que un gran número de judíos seculares que han desempeñado un rol prominente en partidos de izquierda. No obstante, una nación de habla hebrea se ha consolidado ahí, ocupando la misma franja territorial de la costa este del mar Mediterráneo que la nación palestina árabe, dominada por Israel desde su fundación.4
Durante las últimas siete décadas ha habido dos naciones (una opresora, la otra oprimida) que ocupan el mismo territorio y que reclaman el derecho a ocuparlo. Más aún, sus poblaciones están estrechamente entrelazadas. En esta situación de pueblos interpenetrados, sus respectivos derechos a la autodeterminación no pueden ser resueltos de forma equitativa en el marco del capitalismo (bajo el cual, la competencia entre los nacionalismos dará siempre como resultado que uno domine al otro), sino sólo mediante una lucha internacionalista por la revolución socialista. El terreno de esta lucha debe extenderse a toda la región, con su miríada de naciones, minorías étnicas, lingüísticas y religiosas, así como las poderosas concentraciones proletarias en Turquía, Egipto, Irán y en otros lugares. Para todos ellos, el camino del internacionalismo revolucionario es la única forma para avanzar.
Una solución de “dos estados” en Palestina bajo el capitalismo es inevitablemente discriminatoria en contra de los árabes palestinos, que siempre se encontrarán en desventaja en relación con el estado sionista israelí, cuando se trata de competir por recursos escasos, como el agua y tierras cultivables. Es por eso que nosotros en la Liga por la IV Internacional hemos denunciado la farsa del “‘Proceso de Paz’ de Oslo” y hemos llamado por una revolución obrera binacional árabe-hebrea. Contrarios a aquellos que describen a Israel como un “estado colonial de ocupación” nosotros hemos señalado las contradicciones de clase entre los trabajadores de habla hebrea y sus gobernantes sionistas y capitalistas. Pero el ponzoñoso nacionalismo de la nación opresora sólo puede ser derrotado a través de una lucha internacionalista de los trabajadores y de las poblaciones oprimidas en contra de los sionistas, los imperialistas y los gobernantes monárquicos, islamistas y autoritarios capitalistas, árabes, turcos y persas, que los oprimen a todos.
Hoy en día es particularmente grotesco que, mientras celebramos el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz por parte del Ejército Soviético que aplastó el régimen genocida nazi, los sionistas y sus padrinos imperialistas cínicamente busquen utilizar la historia del Holocausto para justificar la destrucción de la nación árabe palestina. Más aún, el plan para la “solución final” a la “cuestión palestina” está siendo acompañado por la campaña internacional de Trump, Netanyahu, et al., que equipara de forma descarada la oposición al sionismo con el antisemitismo, mientras baten los tambores para la guerra norteamericana-israelí en contra de Irán. Es por eso que la defensa del pueblo palestino hoy en día debe de ir de la mano de la defensa de Irán, aun bajo el régimen despótico de la República Islámica, en contra del imperialismo. Esto incluye la defensa del derecho de Irán a tener armas nucleares, de cara a la constante amenaza de aniquilación de parte de la mucho más poderosa potencia nuclear sionista y de los guerreristas imperialistas.
La Liga por la IV Internacional llama:
¡Por una república obrera árabe-hebrea en el marco de una federación socialista del Medio Oriente!
¡Defender a Irán y su derecho a tener armas nucleares!
De Turquía a Egipto e Irán: ¡por una revolución obrera en contra de los regímenes capitalistas!
¡Acciones obreras internacionales para echar a los imperialistas de EE.UU. y la OTAN del Medio Oriente!
Republicanos y Demócratas imperialistas apoyan el Israel sionista – ¡Forjar un partido obrero revolucionario! ■
- 1. Charles, padre de Kushner, es un empresario de bienes raíces como Donald Trump y fue miembro del Partido Demócrata hasta 2016 (como lo fue Trump hasta 2009); incluso fue encarcelado por contribuciones ilegales a las campañas electorales del mismo partido. Asimismo, es un sionista derechista que ha invitado más de una vez a Benjamin Netanyahu a su casa en Nueva Jersey, donde el líder israelí pernoctó en la alcoba del adolescente Jared (“Kushner and Israel: A Personal Bond,” New York Times, 17 April 2017).
- 2. Ygal Allon fue un comandante del sionista-izquierdista Palmach, la fuerza de élite sionista que llevó a cabo las primeras expulsiones de árabes palestinos durante la guerra de 1948; fue fundador del partido Mapam, que afirmaba haber combinado al marxismo y al sionismo, y posteriormente fue líder del partido laborista de izquierda Ahdut HaAvoda.
- 3. Ver Lenni Brenner, Sionismo en la época de los dictadores (1983).
- 4. Ver “¡Defender al pueblo palestino! ¡Por una república obrera árabe/hebrea en el marco de una federación socialista del Medio Oriente,” El Internacionalista No. 2 (mayo de 2002)