agosto de 2015
¡Por una huelga
nacional contra las “reformas” privatizadoras!
¡Contra el gobierno burgués del
PRI-PAN-PRD,
¡Luchar por un gobierno obrero y campesino!
¡Derrotar la embestida contra la CNTE!
Maestros de la Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en un mitin en el Zócalo de Oaxaca, Oax., el día 20 de agosto después de una marcha para marcar el regreso a clases en desafío a las órdenes de los gobiernos federal y estatal.
¡Abajo todos los cargos contra maestros y dirigentes de la Sección XXII!
OAXACA, Oax., 26 de agosto de 2015 – La madrugada del 21 de julio la Ciudad de Oaxaca de Juárez fue escenario de un operativo policíaco-militar propio de una guerra civil preventiva. Como en 2006, una vez más, toda la fuerza del estado se aplicó para intentar doblegar a la combativa Sección XXII de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (la CNTE). Cuatro mil policías federales, 2 mil elementos de la policía militar, además de 4 mil soldados de la Zona Militar fueron movilizados para tomar las instalaciones del Instituto Estatal de Educación Publica de Oaxaca (IEEPO), las oficinas de la Fiscalía Especial para Asuntos del Magisterio (FEPAM) y zonas estratégicas de la ciudad.
Por aire y por tierra, tropas del Ejército, la Marina, la Policía Federal y estatal se hicieron presentes en los cruceros, edificios públicos y radiodifusoras de la capital, así como los aeropuertos de la Ciudad de Oaxaca y Bahías de Huatulco, en las regiones de Valles Centrales y Costa. Fue una verdadera blitzkrieg (guerra relámpago) contra el magisterio, como relató Luis Hernández Navarro (La Jornada, 24 de julio). Junto con órdenes de aprehensión contra más de 30 miembros de la dirección sindical, se ordenó el congelamiento de las cuentas bancarias de la Sección XXII y de algunos de sus dirigentes y se intensificó la campaña mediática de denostación hacia los combativos maestros. En un colmo de cinismo, los gobiernos federal y estatal anunciaron que más de mil gendarmes de la PF resguardarían las escuelas para “labores de remozamiento”.
En los días siguientes se profundizó la militarización de la ciudad capital, de “focos rojos” (Huajuapan, Istmo, Tuxtepec) e instalaciones estratégicas (refinería de Salina Cruz) del estado. Ante la objeción de juristas de que la intromisión de militares en asuntos policíacos de los estados era anticonstitucional, el gobernador Gabino Cué envió una solicitud formal al presidente Enrique Peña Nieto y pidió la aprobación de la sumisa legislatura estatal para legalizar ex post facto la ocupación castrense. En realidad, la mayor parte de estas fuerzas federales han estado en Oaxaca desde vísperas de las elecciones del 7 de junio, boicoteadas con gran efecto por los combativos profesores.1A partir de entonces, Oaxaca vive un estado de excepción de facto.
Luego de que la Sección XXII hizo saber que podría no iniciar el nuevo ciclo escolar el 24 de agosto, las autoridades se aprestaron para instalar policías en las escuelas. A las iniciales órdenes de aprehensión contra dirigentes sindicales agregaron otras 15 contra cuadros medios. Voceros del magisterio censuraron la provocación, pero al final las amenazas surtieron efecto. En una asamblea estatal, el magisterio decidió adelantar la reanudación de clases al 20 de agosto, dos días antes de la fecha decretada por la Secretaría de Educación Pública (SEP) federal, y prescindir del paro propuesto. Al anunciar el cambio de planes, el dirigente de la Sección XXII, Rubén Núñez Ginez, lo caracterizó como “un ejercicio de autocrítica y responsabilidad” (La Jornada, 19 de agosto).
El retorno a clases anticipado anunciado por la CNTE distó mucho del fracaso que pretendió el gobierno de Cué: “Responden padres de familia al llamado de inicio de clases de la S-22” fue el título del Gráfico (21 de agosto), mientras El Imparcial de la misma fecha anunció que “90% de escuelas iniciaron el ciclo escolar 2015-2016” en la región del Istmo. También hubo marchas del magisterio el día 20 en todo el estado, aunque el número de participantes fue considerablemente inferior a los de otras ocasiones (2 mil o 3 mil en la capital estatal). Aunque la CNTE se replegó, “bajo protesta”, al retorno a clases, sectores disidentes en 21 estados, notablemente Guerrero y Morelos, mantuvieron el paro de labores el día 24 o realizaron otras protestas contra la “reforma educativa”.
Una cosa es no caer en provocaciones y hacer los preparativos para una lucha exitosa. Era evidente que la intención del gobierno federal con su golpe de mano en el IEEPO consistía en provocar una reacción violenta por parte de los profesores de la Sección XXII, para poder detener a los dirigentes e intentar así decapitar la insurgencia magisterial. Pero para derrotar la embestida de la burguesía, hay que fortalecer el bando de los mentores, estrechando lazos con los padres de familia y grupos comunitarios, así como conseguir el apoyo activo de otros sectores sindicales y obreros. El poder de convocatoria de la XXII sigue: en las megamarchas del 27 de julio y 14 de agosto hubo decenas de miles de personas. Pero con sólo marchas, no se vencerá a un enemigo poderoso.
Sin embargo, aún si fuera correcto hacer un repliegue temporal ante las provocaciones gubernamentales, la decisión de la Sección XXII ha tenido un efecto desmovilizador. Que los sindicatos independientes del magisterio actúen separadamente, estado por estado, debilita enormemente su protesta. Así fue en 2013, cuando los mentores de Guerrero tomaron la delantera con un paro de labores, que no fue seguido por otros sino hasta meses más tarde, lo que contribuyó en gran medida a la derrota del movimiento. Este 9 de agosto, la Asamblea Nacional de Representantes de la CNTE aprobó realizar una “huelga nacional”. Ahora se ha anunciado una “convención magisterial nacional” para el 12 de septiembre. Si en esa ocasión no se toman las decisiones necesarias para realizar la huelga, todo esto resultará ser letra muerta.
La contrapartida de la retirada en el terreno de la acción sindical de la Sección XXII ha sido un coqueteo (“diálogo”) con fuerzas burguesas de oposición, desde el padre Solalinde, hasta Andrés Manuel López Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional. Pero cuando AMLO vino a Oaxaca el 16 de agosto, fueron bien pocos los maestros que se encontraban ahí para escuchar al jefe de Morena. Al mismo tiempo se pretende luchar “por la vía legal”, promoviendo amparos contra despidos y arrestos, y cuando éstos fueron rechazados por el tribunal, apelando a la Suprema Corte de Justicia y a órganos imperialistas como la Comisión Internacional de Derechos Humanos o la Organización Internacional de Trabajo.
Pretender que buscando apoyo entre sectores burgueses se logrará parar la embestida antiobrera del estado mexicano es no haber aprendido las lecciones de las derrotas que ha sufrido el movimiento obrero en los últimos años. El Sindicato Mexicano de Electricistas, también apostó por los amparos, el “apoyo” de los diputados, el “diálogo” con la Segob, etc., llevando a los electricistas a un callejón sin salida. Como hemos subrayado desde la primera ronda de la batalla por la educación pública en 2013, para triunfar contra la ofensiva del capital imperialista, implementada por una burguesía mexicana unida, hay que romper con todas las fuerzas políticas burguesas para realizar una verdadera huelga nacional contra las “reformas” privatizadoras2
Una lucha de clase contra el
capital, y todos
los partidos, alianzas y políticos burgueses
La batalla actual sobrepasa, con mucho, los límites del estado de Oaxaca. Para Peña Nieto es un intento de mostrar “mano firme” para disipar la imagen de debilidad que cubrió a su gobierno tras la fuga de El Chapo Guzmán, jefe del Cartel de Sinaloa, del penal federal de alta seguridad Almoloya. Es una nueva tentativa de escapar del oprobio mundial por la desaparición, secuestro y asesinato de los 43 y más estudiantes normalistas de Ayotzinapa. Es un esfuerzo para poner en marcha su “reforma energética”, estancada gracias a la caída en picada del precio del petróleo crudo que ha disminuido la esperada inversión internacional. Ahora busca también disipar la reputación de inseguridad del México peñanetista reforzada por el asesinato colectivo en la colonia Narvarte del D.F.
Por otra parte, el ataque contra los docentes oaxaqueños representa una continuación del ya tradicional recurso de mandatarios mexicanos al inicio de su sexenio –o cada vez que se encuentran en apuros– de golpear a los sindicatos: como el priísta Salinas de Gortari, que en 1989 asestó unbazukazo contra el dirigente petrolero charro La Quina y los mineros de Cananea; como el panista Fox en 2006, contra los mineros de Pasta de Conchos, los acereros de Sicartsa y la Sección XXII; como su sucesor blanquiazul Calderón en 2009, contra los electricistas del SME; así, el priísta Peña Nieto ha arremetido contra la CNTE, de 2013 en adelante. Desgraciadamente, hoy la dirección de la CNTE sigue en los hechos la misma política que ha llevado a la derrota en el pasado, consistente en orientar la movilización hacia una política de presión sobre el estado capitalista.
La contrarreforma educativa, ordenada por los institutos financieros imperialistas (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y OCDE), busca privatizar en la medida de lo posible la educación pública y quebrantar el poder de los sindicatos magisteriales. Es una pieza clave del programa del gobierno tripartito del Pacto por México (del PRI, PAN y PRD) y de casi todos los sectores capitalistas. Esta falsa reforma ha sido impulsada por el corporativista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (el SNTE), que no obstante su nombre, es un organismo totalmente integrado al estado capitalista. Pero la resistencia encarnizada de los maestros disidentes de la CNTE ha frustrado la puesta en práctica del plan privatizador y rompesindicatos.
Aunque el actual ataque toca en primer lugar a la educación, mañana los privatizadores irán contra el sector salud, el seguro social y demás servicios públicos, de los que quieren sacar ganancias. Los embates que hoy enfrenta la CNTE son parte integrante de la guerra del capital contra la clase obrera a escala nacional e internacional. Lo que pasa en Oaxaca es, en el fondo, lo mismo que sucede, ahora y desde hace un lustro, en Grecia. Entonces, contra este ataque frontal de la burguesía contra el movimiento obrero en su conjunto, no se puede triunfar si se mantiene la lucha dentro de los estrechos límites de un estado periférico predominantemente campesino, sino que es necesario responder con toda la fuerza del poder social y económico de la clase obrera.
Para ello es necesario luchar no solamente por un paro nacional, como ha propuesto episódicamente la dirigencia de la CNTE, secundada por varios grupos de izquierda, sino por una verdadera huelga nacional, que trascienda los límites del gremio y logre movilizar a los batallones pesados del proletariado, para echar abajo las “reformas” privatizadoras y abrir la vía hacia un gobierno obrero y campesino que inicie la revolución socialista. Ante la desorientación evidente de los dirigentes de la CNTE y su Sección XXII, es urgente forjar una dirección revolucionaria que esté a la altura de esta dura batalla de clases y que tenga como eje principal la plena independencia política con respecto a los partidos y políticos burgueses.
El nuevo y el viejo IEPPO
La Sección XXII, dirigida por el Movimiento Democrático de Trabajadores de la Educación de Oaxaca (MDTEO), la CNTE a escala nacional, se han librado del grillete del corporativista SNTE, al que formalmente siguen afiliados aunque actúan con total autonomía y casi siempre en contra de este órgano del estado capitalista. El corporativismo es una herencia de la época del régimen de partido único del priato que dominó el país durante 70 años, un instrumento de control burgués del que los gobiernos de la fraudulenta “transición democrática” no han podido prescindir.3Pero mientras “los institucionales” sirven de policías laborales del gobierno en turno, la dirigencia de “los democráticos” no ha roto políticamente con la burguesía.
Aunque es muy combativo, el accionar sindical de la Sección XXII y la CNTE está basado en la política de presión, según la fórmula “movilización-negociación-movilización”, y el cabildeo parlamentario. Pero ahora enfrentan una clase dominante que no está dispuesta a negociar ni a conceder tregua alguna. La vieja pauta reformista de colaboración de clases resulta completamente estéril y contraria a los intereses de los trabajadores, al desviarlos de la lucha de clases en contra del estado capitalista y todas las fuerzas burguesas. Hasta que los trabajadores, y sobre todo sus destacamentos más avanzados, hayan roto completamente con la burguesía, su lucha será socavada, y finalmente derrotada, por las peligrosas ilusiones democráticas en este sistema.
La prueba más contundente de ello es el apoyo político que dio la Sección XXII a Gabino Cué Monteagudo para su elección como gobernador, calificado en ese entonces de “democrático” y ahora de “traidor”, cuando en realidad se trata de un típico y mezquino político burgués que defiende los intereses de su clase explotadora en contra de los de los explotados.
La cuestión de la independencia política de clase de los trabajadores incide directamente en la cuestión de la participación de la Sección XXII en el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Al anunciar su decreto reformando, el Decreto N° 2 de 1992 que creó el IEEPO, el gobernador Cué hizo toda una serie de afirmaciones falsas sobre los maestros y su sindicato. Sostuvo que durante los últimos 23 años “la rectoría” de la educación en el estado estuvo en manos de la Sección XXII. Alegó que “la CNTE impone a los titulares de todas las instancias de dirección del nivel básico, así como la totalidad de jefes de departamento”. La prensa publica historias sobre corrupción en el IEEPO, imaginando salarios millonarios y culpando de todo a la XXII.
En el acto donde anunció su golpe de mano contra la CNTE, el gobernador oaxaqueño fue custodiado por el titular de la SEP federal, Emilio Chuayffet. El que como secretario de Gobernación del presidente Ernesto Zedillo en 1994 fue responsable de la espantosa matanza de Acteal, ahora se propone aniquilar todo el sindicalismo independiente del control estatal, comenzando con el magisterio. En realidad, no es el estado de Oaxaca el que determinará el rumbo de las escuelas, sino que los abogados y policías del IEEPO implementarán los dictados del gobierno federal, que a su vez impone la “reforma” educativa diseñada por los institutos financieros imperialistas, de modo que serán banqueros de Wall Street quienes detenten la “rectoría” de la educación.
En cuanto al supuesto control del IEEPO por la Sección XXII, el gobernador Cué mismo ha declarado que “El mando nunca lo tuvo la CNTE … siempre el director del IEEPO fue designado por el gobernador en turno, así como los coordinadores” (El Universal, 22 de julio). Corrupción en el IEEPO, la hay, auspiciada por los mismos políticos burgueses que lo han utilizado como su “caja chica” para cubrir gastos no declarados. Entre los “aviadores” que reciben un segundo salario del Instituto se cuentan varios legisladores del PRI y el PRD, así como el director de giras de Cué. Respecto a salarios millonarios, el director general Moisés Robles Cruz en la primera mitad de 2015 percibió 762 mil pesos, 5 veces lo que debería haber recibido como salario según el tabulador de la SEP (Noticias, 4 de agosto).
En realidad, lo que buscan las autoridades con su “reforma” del IEEPO, preparada en Los Pinos, es eliminar toda influencia del magisterio en la administración de la educación pública. Según el gobernador, había alrededor de 300 mandos medios que pertenecen a la Sección XXII, pero al mismo tiempo afirma que el 92 por ciento del personal es sindicalizado. En el nuevo decreto (Art. 10, Inciso XIV) todos los trabajadores del IEEPO menos los maestros, son desde ahora “considerados de confianza”, y por eso tienen prohibido sindicalizarse. Asimismo se declara que ni el director general ni ningún titular de un departamento puede “haber desempeñado un cargo o comisión sindical” durante los cinco años previos.
Entonces, en concreto, lo que se ha decretado es la prohibición de sindicalización del personal y el remplazo de educadores en cargos administrativos del instituto de educación pública con “profesionales” que carecen de toda experiencia pedagógica. De los 17 mandos recién nombrados hay “ocho abogados, cuatro economistas, dos administradores de empresas, un comunicólogo, un ingeniero en sistemas electrónicos y un licenciado en turismo” (Hernández Navarro, en La Jornada del 30 de julio).
Al defender a la CNTE contra este ataque contra la educación pública, luchamos por la total independencia del movimiento sindical con respecto al estado capitalista y contra toda forma de colaboración de clases. La participación de la Sección XXII en el IEEPO fue una componenda entre la burocracia sindical y los mandatarios estatales a cambio de aceptar la descentralización educativa impuesta por el gobierno priísta de Carlos Salinas de Gortari. Al mismo tiempo que permitió resistir la imposición de los planes de estudio propugnados por los “reformadores” privatizadores e impedir en gran medida la victimización de maestros en virtud de su actividad sindical, esta componenda abrió las puertas a la corrupción. No por casualidad la burocracia seccional tiene ahí su base de apoyo más leal.
Defendemos la sindicalización del personal del IEEPO. No obstante, utilizar el sistema disciplinario y colocar comisionados sindicales en puestos de mando de ese sistema es implementar el control burgués sobre la educación. Es una práctica semicorporativista que puede socavar la solidaridad del magisterio frente al enemigo de clase. A diferencia del corporativista SNTE, que nombra los directores de las SEP en por lo menos 17 estados, que diseña e implementa fielmente todos los planes de privatización y regimentación de la educación pública, en Oaxaca el gobierno siempre detentó el control. La Sección XXII ha resistido los embates del capital, como en la encarnizada batalla de 2006 contra el intento de Ulises Ruiz Ortiz de destruirla, razón por la que ahora es purgada del instituto. Pero a final de cuentas, esa participación proporciona al estado una palanca para controlar al sindicato.
Lo mismo ocurre con el descuento de la cuota sindical por la administración estatal: mientras que a los burócratas sindicales les conviene esta medida, que da cierta estabilidad financiera al gremio, le otorga a la patronal un arma que puede utilizar para paralizar al sindicato en medio de un conflicto duro. No por casualidad, ese sistema también ha sido eliminado en el “Nuevo IEEPO”. En lugar de intentar “usar” al estado burgués, los trotskistas siempre hemos insistido en que el sindicato debe cobrar él mismo las cuotas, lo que le fortalece en su lucha contra el estado-patrón. Nuestra meta no es “reformar” el control de la educación pública por los gobiernos capitalistas, sino eliminarlo. Como escribió Karl Marx en su Crítica del Programa de Gotha (1875):
“Eso de ‘educación popular a cargo del Estado’ es absolutamente inadmisible. Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc. … y otra cosa completamente distinta es ¡nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien sustraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia.”
La lucha por una dirección revolucionaria
"[l]os sindicatos en la época actual no pueden ser simplemente los órganos de la democracia, como lo fueron del capitalismo="" libre empresa y pueden, además, seguir siendo por más tiempo políticamente neutrales…. reformistas, ya que las condiciones objetivas dejan ningún lugar para ninguna reforma seria, duradera. el papel nuestro es, pues, o servir instrumento secundario imperialista subordinar disciplinar a obreros obstruir revolución, o, contrario, sindicato puede convertirse movimiento revolucionario proletariado.”
–León Trotsky, Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista (agosto de 1940)4
La “reforma educativa” militar-policíaca del capital (ver recuadro, “¡No a la militarización de Oaxaca, y de la educación!”), propiciada por las agencias imperialistas y llevada a cabo por el asesino de Atenco (Peña Nieto) y el asesino de Acteal (Chuayffet), no se detendrá con súplicas por un “diálogo” honesto ni mediante coaliciones con supuestos “aliados” burgueses. Sólo una lucha clasista internacionalista de los trabajadores puede derrotar la ofensiva del capital. Para eso, la tarea primordial radica en forjar una dirección proletaria revolucionaria.
En vísperas de las recusadas elecciones del 7 de junio, celebradas bajo bota militar, el gobierno de Gabino Cué prometió que en Oaxaca no se llevaría a cabo la evaluación punitiva a los maestros a cambio de que éstos cesaran sus actividades de boicot. La dirección de la Sección XXII cedió, frenando las movilizaciones y retirando los piquetes del aeropuerto, de las autopistas, de la refinería y la planta hidroeléctrica. Pero al día siguiente, el titular de la SEP Chuayffet anunció que la evaluación del servicio profesional docente “no se aplaza ni se detiene” y justificó el atole con el dedo en las negociaciones con la CNTE argumentando que “la situación política nos exigía mantener un extremo silencio para no mermar el desarrollo de un proyecto electoral”.
No obstante, la dirección de la Sección XXII (priísta) siguió confiando en la negociación con el gobierno federal priísta y el estatal por que había votado hasta que llegó la ruptura, ya con las fuerzas represivas desplegadas por toda la entidad. El secretario general de la XXII, Ruben Núñez Ginez, sólo atinó a decir “nos madrugaron”. Dentro del sindicato, varias fuerzas políticas, incluida la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) ligada al Frente Popular Revolucionario (FPR) y el Partido Comunista de Mexico marxista-leninista (PCM-ml), se quejaron amargamente diciendo que el gobierno estatal los había “traicionado” y que habría que destituir a los elementos de la dirigencia seccional por “incapaces y entreguistas” (Noticias, 20 de agosto).
En realidad, una dirección como la actual de la Sección XXII que se deja engañar con tanta regularidad, no sólo demuestra su incapacidad sino la bancarrota de su programa político de colaboración de clases que comparte con la UTE-FPR. En cuanto a la supuesta traición del Gabino Cué, un político burgués que defiende los intereses de su clase, se omite mencionar que el FPR-PCM-ml llamó a votar por él en 2010, y hasta le proveyó un subsecretario de asuntos indígenas, Zenén Bravo. Hoy la UTE está atacando desde la derecha a Núñez Ginez y los “pelones” y “pozoleros” priístas alrededor del secretario de organización Francisco Villalobos debido a que sus acciones habrían producido “desprestigio” entre la opinión pública burguesa.
En la marcha del magisterio del 20 de agosto en Oaxaca, la UTE repartió un panfleto, “El ABCD del trabajador democrático”, donde presenta en extenso su programa. Ahí aboga por conformar un Frente Único de Lucha (FUL) con base en “compromisos mutuos” que serían “pertinentes y alcanzables”, y que habría que:
“buscar los momentos apropiados para luchar contra la reforma educativa y la privatización de la educación pública. Nunca más debemos permitir que por motivo de nuestras protestas, el Estado mexicano y los medios de comunicación reaccionarios engañen a la población y los lancen en contra de nuestro movimiento”.
La UTE se pronuncia a favor de un “paro indefinido nacional”, pero que sólo se lanzaría en algún momento más propicio, y que consistiría en la “resistencia civil pacífica que evite la represión de las fuerzas policiaco-militares”, y que tenga “objetivos que beneficien a todos y no afecten a ninguno” (¡!). Con este pase de mano, estos estalinistas descartan toda acción de boicot, sea de elecciones o de los exámenes punitivos contra los maestros.
Otra declaración de la UTE, FPR y PCM-ml impresa en un boletín especial de Vanguardia Proletaria del 27 de julio es aún más explícita, declarando que la “radicalización total del movimiento” sirve al gobierno, que sólo se declararía el paro nacional indefinido “si otros estados de la república lo hacen con una fecha unitaria” y que mientras tanto propician acciones “por la defensa de la patria, la soberanía, los recursos naturales”, etc. Con este discurso patriotero y pacifista los reformistas estalinistas buscan disfrazar su claudicación ante las amenazas y provocaciones del gobierno. La verdad es que frente a un enemigo que “busca pretextos para agredir al magisterio”, sólo se puede aspirar a evitar la represión al no responder a sus ataques. Y aún esto no tendrá éxito.
En cambio, los trotskistas revolucionarios del Grupo Internacionalista luchamos por movilizar una fuerza mayor que la del gobierno capitalista, la del proletariado mexicano. Ante las provocaciones y la embestida militar en contra de la Sección XII en Oaxaca, habría que responder con una la paralización de los sectores clave de la economía nacional.
La política claudicante de la UTE-FPR entra en contradicción con el ánimo de las bases, dispuestas a luchar. No lanzar la batalla final contra la provocación del golpe al IEEPO podría ser correcto si formara parte de las preparación de una huelga nacional de verdad, una acción de clase y no de “unidad nacional” (con sectores burgueses), para unificar todas las luchas en contra de las “reformas” antiobreras. Hay que sumar a los sectores que serán llevados a la guillotina si se permite la derrota de la CNTE: los trabajadores del sector salud y del IMSS que enfrentan la privatización rampante, y los petroleros que enfrentan la posibilidad de despidos masivos debido a la “reforma” energética. Pero esta perspectiva requiere una lucha sin cuartel para romper el grillete del corporativismo de sus gremios.
El himno de la combativa Sección XXII de la CNTE es el Venceremos de la Unidad Popular de Salvador Allende. Pero la UP era un frente popular que con su política de colaboración de clases preparó la terrible derrota de la clase obrera chilena, el 11 de septiembre de 1973, a manos de la junta militar de Augusto Pinochet, ministro de defensa en el gobierno de la UP. En Oaxaca, en la semiinsurrección de 2006, la política frentepopulista tuvo efectos nefastos cuando la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) llamó al “voto de castigo” en contra del PRI de URO, una forma velada de llamar a votar por el PRD de AMLO. Luego los diputados perredistas en la legislatura oaxaqueña avalaron el pedido de URO para el ingreso de la policía y el ejército federales.
Hoy en día, la UTE y otros sectores de la Sección XXII quieren un FUL que sería una segunda edición de la APPO. El vocero de la XXII llama al “diálogo” con todos los sectores contrarios al “neoliberalismo”, con el subcomandante Marcos, Javier Sicilia y por supuesto con López Obrador. Incluso organizaciones que se dicen de izquierda y hasta trotskistas como el Movimiento de Trabajadores Socialistas (MTS, ex LTS) propician una alianza con el Morena de AMLO. Así, en un artículo del 22 de julio, el MTS llama por la movilización en las calles a “todas las organizaciones políticas y sociales” y por presionar “a la dirección del Morena” a no limitarse a declaraciones de apoyo.
“Si AMLO, realmente y como dice, está con los maestros, tiene que poner –sin condicionamientos de acuerdos electorales– todos sus recursos políticos y materiales al servicio de su lucha, y hacerse parte de las acciones en apoyo a los maestros. Ninguna discusión ni diferencia política puede ser una excusa para impulsar esa gran movilización unitaria.”
Con este discurso “unitario” el MTS, que al igual el FPR y gran parte de la izquierda aboga por una asamblea constituyente (burguesa), llama a subordinar el movimiento magisterial a la oposición capitalista al gobierno tripartita del Pacto de México. AMLO no se opone por principio a las medidas privatizadoras, sino que sólo quiere negociar mejores condiciones para la burguesía mexicana. Esa política frentepopulista se opone por el vértice a la lucha por la independencia de clase de los trabajadores que es la clave de la lucha en contra de las “reformas” capitalistas que sólo puede ser exitosa con una política proletaria, que prepare el camino al gobierno obrero y campesino (y en Oaxaca, indígena) que inicie la revolución socialista internacional.
La “reforma educativa” de Peña Nieto, Chuayffet y Cué, y detrás de ellos el FMI, la OCDE y el Banco Mundial, es una verdadera Ley Mordaza al magisterio. Es un ataque contra los padres de familia que también tendrán que asumir los costos de la educación de sus hijos. En lugar de “rescatar” al IEEPO, los trotskistas del GI llamamos a luchar por el control de las escuelas por consejos de maestros, alumnos, trabajadores y los padres de familia. En lugar de un nuevo FUL-APPO frentepopulista, pregonamos la formación de consejos de obreros, campesinos e indígenas para organizar la lucha contra todos los sectores capitalistas. Y como gritamos en la megamarcha del 27 de julio, “Cuando la lucha torna militar, guardias obreras es preciso organizar”.
Es imprescindible no confiar en la burguesía –como lo hicieron quienes depositaron su confianza en Gabino Cué y ahora en AMLO– sino en nuestras propias fuerzas. Sobre todo, luchamos por un partido obrero revolucionario, auténticamente comunista, un partido leninista basado en el programa de Trotsky de la revolución permanente para dirigir la lucha y llevarla al verdadero centro del ataque al magisterio y la educación pública, en el corazón del imperialismo, donde nuestros hermanos y hermanas de clase enfrentan al mismo enemigo. He aquí el programa del Grupo Internacionalista y del Comité de Lucha Proletaria. ■
- 1. Ver “México: ¡Repudiar las elecciones bajo la bota militar!” El Internacionalista, junio de 2015.
- 2. Ver “Polvorín México: ¡Convertir el paro magisterial en huelga nacional contra las reformas!” Revolución Permanente n° 3, octubre de 2013.
- 3. Ver “¡Por una huelga nacional de la educación!” y “¡Defender al magisterio independiente de Guerrero!” en Revolución Permanente n° 2, mayo de 2013.
- 4. Este escrito se encontró en forma inconclusa en su escritorio en Coyoacán, México cuando el gran revolucionario ruso, codirigente junto con Lenin de la Revolución de Octubre de 1917, fue abatido por un asesino estalinista.