junio de 2020
Acción
obrera/negra/inmigrante para combatir el terrorismo racista!
Furia por
asesinato policíaco
de George Floyd en Minneapolis
¡Sólo la revolución hará justicia!
El 26 de mayo, miles de manifestantes iracundos se dirigieron al lugar donde el día anterior George Floyd fue asesinado por policías de Minneapolis, Minnesota.
28 de MAYO – “No puedo respirar”, decía George Floyd una y otra vez mientras un policía encajaba su rodilla en su cuello. Esta tortura asesina siguió durante al menos siete minutos, mientras que Floyd, de St. Louis Park, Minnesota, yacía esposado en el pavimento. Finalmente, dejó de respirar. Otro hombre negro asesinado por la policía racista. Para millones alrededor del país y en todo el mundo, este hecho hizo recordar de manera conmovedora e insoportable las últimas palabras de Eric Garner, el hombre de Staten Island, Nueva York, que fue asfixiado hasta la muerte por un policía en 2014, mientras repetía una y otra vez, once veces en total, “no puedo respirar”. En un video grabado con un teléfono celular de este linchamiento racista aparece Floyd rogando desesperadamente a su asesino, un policía de Minneapolis: “Por favor, por favor, por favor, no puedo respirar. ¡Por favor, hombre!” (Star Tribune, 27 de mayo).
Miles marcharon en Minneapolis la tarde del martes, 26 de mayo, coreando consignas como “Black lives matter” (las vidas de los negros cuentan), “No puedo respirar” y exigiendo el arresto y enjuiciamiento de los cuatro policías responsables del asesinato de Floyd. Los manifestantes se reunieron en la calle 38 y en la avenida Chicago, donde Floyd fue asesinado, llenando las calles en todas direcciones. Después marcharon a lo largo de casi cinco kilómetros hasta la sede de la 3ra delegación de la Policía de Minneapolis. Ahí se quebró ventanas y una patrulla de la policía fue destrozada. Algunos jóvenes manifestantes se treparon a la azotea del edificio. Cuando se desplegó la policía antimotines en su contra, lanzando gas pimienta y disparando balas de goma, los manifestantes montaron barricadas con carritos de supermercado de un almacén Target situado al otro lado de la calle y respondieron al ataque con justa furia.
Siguieron protestas a gran escala el miércoles y se extendieron a otras ciudades. En Minneapolis, una manada de policías llenó el área en la que las furiosas protestas estaban teniendo lugar. Ahora el alcalde Jacob Frey ha solicitado el “apoyo” de la Guardia Nacional. Encima del asesinato completamente gratuito de un hombre negro, ahora añaden la represión racista de la comunidad. Mientras la ira se extendía, un chofer de autobuses de Metro Transit, miembro del local 1005 del sindicato de trabajadores del transporte público (Amalgamated Transit Union – ATU) anunció que se rehusaba a transportar a manifestantes que la policía arrestara, lo que exigía la policía, y llamó a sus compañeros del sindicato a obrar del mismo modo. Frente a la amenaza policíaca en contra de las masas que exigen justicia para George Floyd, el movimiento obrero en su conjunto, lo mismo que los defensores de la población negra y de los derechos democráticos, deben exigir: Policía y Guardia Nacional ¡fuera ya!
Este ataque racista se da en medio de la pandemia de COVID-19, que está matando a afroamericanos y latinos en proporciones abrumadoramente altas. La opresión racista resultante del capitalismo implica que los más explotados y los más oprimidos –quienes son más “esenciales” para las ganancias y más desechables para los explotadores– son los que tienen más probabilidades de morir. Y ahora, la racista policía, el puño de hierro de la clase dirigente, asesina por asfixia a otro hombre negro. ¡Basta ya! Esto tiene que terminar. Para ponerle fin, tenemos que derribar este sistema capitalista de racismo y muerte.
Las comunidades de afroamericanos, latinoamericanos, indígenas y de todos los sectores explotados y empobrecidos de las Ciudades Gemelas (Minneapolis y St. Paul), entre las cuales existe una considerable población somalí, han sido desde hace mucho objeto de hostigamiento policíaco. En 2015, Jamar Clark, de 24 años, recibió un disparo en la cabeza de parte de policías de Minneapolis mientras estaba esposado y en el suelo, cerca de la sede de la 4ta. delegación de la policía. Al año siguiente, Philando Castile fue asesinado a tiros en su carro, frente a su novia y a su hija de cuatro años, por un policía en Falcon Heights, un suburbio de la ciudad de St. Paul. En 2018, Thurman Blevins fue asesinado a tiros a manos de dos policías blancos mientras rogaba “Por favor, no me disparen. Déjenme en paz.” En diciembre pasado, Chiasher Fong Vue, un hombre de la etnia hmong, fue asesinado por un escuadrón de nueve policías de Minneapolis que dispararon más de un centenar de balas.
Hoy, cuando la pandemia ha arrojado un desempleo masivo, la clase dominante teme que el asesinato de George Floyd pueda llevar a un resurgimiento del movimiento Black Lives Matter (BLM) que comenzó tras el asesinato de Trayvon Martin en 2012 y que llegó a su punto culminante en 2014, cuando cientos de miles participaron en manifestaciones de protesta en contra del asesinato policíaco de Michael Brown, Eric Garner y tantos otros. Ya que derechistas sitiaran el capitolio estatal de Minnesota para exigir que se ponga fin a los cierres ordenados por el gobernador del Partido Demócrata de Granjeros y Trabajadores (DFL, por sus siglas en inglés), un clamor en contra de la represión racista podría desencadenar una reacción violenta, como cuando miembros armados del Ku Klux Klan atacaron una protesta del movimiento BLM en contra del asesinato policíaco de Jamar Clark.
Entonces, el alcalde Frey y el jefe de la policía negro Medaria Arradondo se movieron rápidamente para intentar salir airosos frente a las protestas. “Ser negro en Estados Unidos no debería ser una sentencia de muerte”, dijo Frey, tras ver el video del asesinato grabado por un testigo. El martes, Arradondo despidió a los cuatro policías involucrados en el arresto de Floyd. Al día siguiente, el alcalde dijo que el policía que había encajado su rodilla en el cuello de Floyd debía ser arrestado y juzgado. Pero como escribimos tras el asesinato policíaco de Clark:
“Ni demócratas ni republicanos pondrán fin –ni pueden hacerlo– al terrorismo racista de la policía porque dependen de los perros guardianes del capital para mantener la ‘ley y el orden’. Algunos de estos políticos fingen apoyar protestas como las de Black Lives Matter para asegurarse de que no se ‘salgan de control’ (es decir, para evitar que representen una amenaza contra el dominio de United Healthcare, Target, Best Buy, 3M, U.S. Bancorp, General Mills y otras empresas gigantes. Y si los manifestantes no son aplacados con la bazofia de que ‘compartimos tu dolor’, los liberales mandan a la policía”
–“Minneapolis: ‘Cops and Klan Go Hand in Hand’”, The Internationalist No. 42, enero-febrero de 2016
En las masivas manifestaciones de protesta del movimiento BLM de 2014, una consigna coreada por el Grupo Internacionalista, “Eric Garner, Michael Brown, – Shut the whole sytem down!” [Eric Garner, Michael Brown, ¡hay que parar todo el sistema!] se extendió rápidamente entre los manifestantes. Pero con todas las manifestaciones de masas en las calles –o incluso con la ocupación de las autopistas interestatales, como la que realizaron durante algunas horas los manifestantes en la autopista I-94 después de que el policía que asesinó a Philando Castile fuera absuelto– hará falta mucho más que cerrar el sistema capitalista. Es por eso que el Grupo Internacionalista y la Juventud Internacionalista Revolucionaria llaman a movilizar acciones obreras, negras e inmigrantes en contra del terrorismo racista de la policía. Es el poder de la multiétnica clase obrera, agrupando en torno a sí a todos los oprimidos, lo que realmente pude parar los engranes del racista sistema capitalista norteamericano. Ésta es también la razón por la cual, cuando muchos corean la consigna de “Sin justicia no hay paz”, nosotros decimos la dura y necesaria verdad de que “¡sólo la revolución hará justicia!”
¿Será posible movilizar a la clase obrera en contra del terror policíaco? No hay mejor lugar en Estados Unidos para plantear esa pregunta que Minneapolis, con su larga historia de luchas obreras que se retrotraen a la Huelga de los Teamsters (camioneros) de 1934 que paralizó la ciudad. En esa lucha dura, los trabajadores se enfrentaron con esquiroles, policías rompehuelgas y cuerpos parapolicíacos “auxiliares” de la Citizens’ Alliance (que más tarde se aliaron con los camisas plateadas fascistas) en la “batalla de la huida de los auxiliares”, convirtiendo a Minneapolis de baluarte de las empresas sin sindicato en un bastión sindical. Y la respuesta a la pregunta es que “sí”, el movimiento obrero puede y debe salir a las calles por miles para reivindicar el fin de la racista represión policíaca. Puede pasar ahora, no sólo en el pasado distante, pero para eso hace falta una dirección de lucha clasista.
Seis años después del asesinato de Eric Garner, cinco años después del de Jamar Clark, cuatro años después del de Philando Castile, dos años después del de Blevins y seis meses después del de Fong Vue, el video del asesinato de Floyd es un crudo recordatorio de que nada ha cambiado en los racistas y capitalistas Estados Unidos. El 6 de mayo, Sean Reed transmitió en vivo a través de Facebook su asesinato en Indianápolis, a manos de la policía de Indiana. Tras disparar a Reed se puede escuchar a un policía que dice: “Va a ser un ataúd cerrado, compadre”. El 13 de marzo, Breonna Taylor, una técnica de emergencias médicas de Louisville, Kentucky, fue asesinada a balazos por policías matones que ingresaron a su casa para cumplir con una “orden de registro sin aviso”. Y el 23 de febrero, Ahmaud Arbery fue baleado y asesinado en Georgia por un policía retirado y su hijo. Los dos persiguieron a Arbery en su camioneta mientras éste corría para ejercitarse, y lo mataron a balazos como habría hecho una pareja de caballeros de la noche del Ku Klux Klan. Los linchamientos no paran nunca.
El 27 de mayo, protesta en Los Angeles por el asesinato de George Floyd por policías de Minneapolis.
“Manejar siendo negro”, “correr siendo negro”, “dormir en casa siendo negro”. Floyd no es más que la última adición a la lista de afroamericanos y latinos asesinados por la policía en un país en el que la represión racista siempre ha sido la punta de lanza de la explotación capitalista. Esto hunde sus raíces en los días de la esclavitud, cuando los esclavos fugados eran cazados por escuadrones de captura de esclavos. Las patrullas de entonces fueron la base de los departamentos de policía de la actualidad. En décadas recientes, la policía y los tribunales han aumentado la encarcelación en masa, particularmente de varones negros, mientras que los policías en todo el país matan en promedio más de 1,500 civiles al año, en tanto que los hombres negros tienen cinco veces más probabilidades de ser asesinados por la policía que los varones blancos (véase “Black America Under the Gun: Workers Revolution Will Avenge Philando Castile”, The Internationalist No. 48, mayo-junio de 2017).
En Minneapolis, la policía ha asesinado a 31 civiles desde el 2000. De éstos, 21 eran afroamericanos. Como en 2015, la ciudad ha pedido una investigación de derechos civiles a cargo del Buró Federal de Investigación (FBI). Las investigaciones que realiza el FBI a departamentos de policía desde Chicago y Baltimore hasta Ferguson, Missouri han demostrado que éstos están empapados de racismo, pero no han cambiado nada.
Otra estratagema a la que suele recurrirse para disfrazar la naturaleza racista de las policías consiste en poner algunos “rostros negros (y latinos) en altos puestos” para encabezar la policía. Arradondo es el primer jefe negro de la policía de Minneapolis. Remplazó a Janeé Harteau, quien era la encarnación del sueño de la política de la identidad de los liberales: se trató de la primera mujer indígena norteamericana, abiertamente homosexual, en encabezar a la policía: todo en una. Introdujo cámaras corporales y “entrenamiento con respecto a los prejuicios implícitos”. No obstante, el racismo policíaco no es algo implícito, sino que es abierto sistémico: expresa la función y naturaleza de la policía y del “sistema de justicia criminal” en esta racista sociedad capitalista. Harteau se las arregló para endurecerse a lo largo de la crisis causada por el asesinato de Clark, pero fue obligada a renunciar después de que la policía asesinó a una mujer blanca australiana, Justine Damond, afuera de su casa, después de que llamó para reportar un posible ataque sexual. Esto ocurrió apenas unas semanas después de que el policía latino que mató a Philando Castile fuera exonerado. Cualquiera que sea su ascendencia étnica, el trabajo de la policía es imponer la “ley y el orden” del capitalismo racista.
Una exigencia que se escuchó en las protestas del jueves, repetida por varios grupos de la izquierda oportunista, es el llamado a “encarcelar a los policías asesinos”. Ciertamente, Dereck Chauvin, el policía que encajó su rodilla en el cuello de George Floyd hasta matarlos, Tou Thao, quien se mantuvo a su lado y protegió a su compañero asesino, así como los otros dos oficiales involucrados, son todos culpables de asesinato y deben pasar el resto de sus vidas tras las rejas. Pero como marxistas revolucionarios, debemos advertir que nada de esto va a pasar en los capitalistas Estados Unidos: los políticos burgueses harán todo lo que esté a su alcance para proteger a sus asesinos profesionales en uniforme. De manera similar, los llamados de izquierdistas reformistas a favor de la “policía de proximidad”, el “control comunitario de la policía” y otras fórmulas del estilo sólo siembran ilusiones, que pueden ser explotadas por políticos capitalistas habilidosos, como acaba de hacer el alcalde de Minneapolis Frey al pedir que se encarcele y enjuicie al policía asesino Chauvin. (La congresista demócrata Ilhan Omar, una de las figuras favoritas de los seudosocialistas, ni siquiera llegó a eso, y pidió tan sólo que se realizara una investigación.)
Quienes están del lado de los oprimidos no deben apelar al estado de los patrones, sino a nuestras propias fuerzas, sobre todo, las de la clase obrera. Después de que Jamar Clark fuera asesinado en 2015, más de 200 sindicalistas de las Ciudades Mellizas y sus alrededores protestaron afuera de la 4a delegación de policía. Entre los manifestantes había miembros de la Asociación de Enfermeras de Minnesota, Carteros, Trabajadores de la Salud afiliados al SEIU, de la Federación de Maestros de Saint Paul y del local 7250 del CWA, sindicato de trabajadores de las telecomunicaciones. Hoy necesitamos mucho más.
Los trabajadores con conciencia de clase y los defensores de los derechos democráticos deben responder al asesinato policíaco de George Floyd luchando a favor de ¡acciones masivas de trabajadores a las que se unan la población negra y todos los oprimidos para paralizar por completo Minneapolis y Saint Paul! Esto supone romper con los demócratas y con todos los partidos y políticos capitalistas. En prácticamente cada ciudad grande en los Estados Unidos, los alcaldes demócratas son los jefes de los racistas policías asesinos Es urgentemente necesario construir un partido obrero revolucionario, pues es un hecho ineludible que sólo se podrá hacer justicia a George Floyd, y todos los demás asesinados por este sistema racista, mediante una revolución socialista. Sólo así es que se podrá derribar al estado capitalista asesino y abrir la vía hacia la liberación de los negros y la emancipación de todos los explotados y oprimidos. ■