junio de 2016
La batalla del aeropuerto, 26 de mayo. Cientos de maestros de la combativa Sección XXII de la CNTE bloquearon el aeropuerto de Oaxaca durante diez horas, desafiando un ultimatum de la Policía Federal. Luego llegaron otros cientos de maestros que encapsularon a la PF, obligando a los federales a retirarse.
20 de JUNIO – México acaba de vivir su Domingo Sangriento. En Rusia en 1905, el ataque policíaco contra un desfile de trabajadores que sólo querían presentar un pliego de peticiones al zar fue la chispa que encendió la Revolución de 1905. En México en 2016, la matanza del domingo 19 de junio en Nochixtlán, Oaxaca contra maestros, estudiantes, activistas sociales y padres de familia podría detonar una explosión de lucha de clases en todo el país. Están luchando contra la nefasta “reforma educativa” que busca destruir el sindicalismo magisterial independiente. Durante cinco días mantuvieron una barricada en la supercarretera a México que logró detener a una caravana de la Policía Federal. Ayer la PF cobró su venganza. Pero en lugar de atemorizar a la gente, consiguió el efecto contrario.
Por lo pronto el saldo de la fatídica mañana del domingo 19 en Nochixtlán, según voceros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, es de ocho muertos, 22 desaparecidos y 94 heridos, 45 de ellos de bala. La PF, que al principio negó haber usado armas de fuego, ante las fotos y los videos que mostraban a los federales disparando a mansalva con pistolas y rifles automáticos, finalmente tuvo que admitir que los uniformados fueron los que balearon a los activistas. Aún así, la lluvia de balas y gases no intimidó a los huelguistas y sus partidarios. Después de pasar las barricadas de Nochixtlán, los federales se toparon con una resistencia feroz en las barricadas de Huitzo, y luego en el crucero de Hacienda Blanca. Y una vez que el convoy de autobuses y camionetas de la PF pasó, las barricadas fueron nuevamente montadas. El único efecto de la represión ha sido el de crispar aún más a la población.
Hoy, decenas de miles llenaron las calles de Oaxaca de Juárez de lado a lado para expresar su solidaridad con los mentores, coreando consignas sentenciando a los “asesinos” y al “gobierno represor.” “Ni con balas, ni metralla, al pueblo se le calla” gritaban. La movilización recordaba el ambiente de la tercera megamarcha del 16 de junio de 2006, cuando el magisterio arrasó con la policía del odiado Ulises Ruiz Ortiz después de su fallido intento de desalojar al plantón magisterial. Pero la rabia popular no llevará a nada sin una dirección revolucionaria que la conduzca a librar la batalla en contra del verdadero enemigo, el capitalismo, y que extienda la huelga a sectores clave del proletariado mexicano. Es imprescindible que la movilización revista un carácter proletario e internacionalista, y no nacionalista, como el que están intentando imprimirle al movimiento sectores burgueses, en particular los que se encuentran alrededor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) del ex priísta y ex perredista Andrés Manuel López Obrador, lo mismo que la propia dirección de la CNTE.
La huelga del magisterio independiente mexicano se encuentra en una fase crítica luego del ataque brutal del estado burgués. El asesino gobierno federal de Enrique Peña Nieto, a petición el gobierno estatal de Gabino Cué, ha atacado por aire y tierra las decenas de barricadas instaladas en las carreteras del estado. Maestros, padres de familia y colonos combatieron con palos y piedras el feroz ataque de los federales durante toda la noche del 17 de junio en el puerto petrolero de Salina Cruz en el Istmo y luego en la Mixteca y Valles Centrales. Para la burguesía, aplastar la lucha del magisterio es una cuestión primordial para poder avanzar en la privatización de la educación pública y en la aniquilación del sindicalismo independiente en el país. Para el movimiento obrero, detener el baño de sangre es una cuestión de elemental supervivencia. Urgen movilizaciones de repudio en todo el país en rumbo a una verdadera huelga nacional.
La lucha magisterial ha cobrado en los últimos años un carácter de vida o muerte. Lejos quedaron las manifestaciones rituales del magisterio en el juego del estira y afloja entre el gobierno y la dirigencia sindical en donde el esquema de “movilización-negociación-movilización” daba la apariencia de proporcionar episódicos resultados. Desde el levantamiento de 2006 en adelante, las luchas magisteriales han enfrentado la rapacidad de una burguesía unida, ávida de convertir la enseñanza en una fuente de lucro, determinada a eliminar el derecho de los trabajadores a que sus hijos reciban una educación de calidad, pública y gratuita. Hoy el gobierno federal priísta de Peña Nieto quiere repetir con la CNTE lo que hizo el presidente panista Felipe Calderón al SME para imponer la llamada “reforma laboral”, y luego la energética, en medio de su nefasta “guerra contra las drogas”, que ha privado la vida de más de 200 mil personas.
La lucha no es meramente nacional. Las “reformas estructurales” que buscan implementar los gobiernos mexicanos han sido dictadas por el imperialismo mundial y diseñadas por sus institutos financieros. La “reforma educativa” que consiste en culpar al magisterio de todos los males de este capitalismo decadente está siendo implementada desde Chile y Brasil hasta las entrañas de los Estado Unidos. La burguesía busca amortiguar la caída en sus tasas de ganancia, haciendo todo el peso de la crisis económica mundial recaiga sobre los hombros de los trabajadores y los pobres del campo y la ciudad. Sin embargo, en su afán de aplastar al magisterio independiente del control estatal ejercido a través del corporativista SNTE, el gobierno peñanetista ha cometido un error garrafal: al declarar que todo maestro que falte tres días en un mes pierde su puesto, ha creado una fuerza de decenas de miles de aguerridos luchadores que literalmente no tienen nada que perder y que, por lo tanto, están dispuestos a ir por todo.
El nivel de violencia estatal hoy es comparable al que se impuso el 25 de noviembre de 2006, pero con una diferencia significativa. En vez de ahogar el levantamiento en un río de sangre, ahora han provocado su intensificación. Incluso sectores burgueses – directivos del sector restaurantero y hotelero, el gerente de la Guelaguetza, barzonistas, jerarcas eclesiásticos – se han asustado por la amplitud de la resistencia, notablemente por la participación masiva de los padres de familia. Dicen que esto es “peor que en 2006” y sugieren tímidamente entablar “pláticas” con los docentes para restablecer la calma. Pero por mucho que los dirigentes de la CNTE reclaman el “diálogo”, como en el 2013, éste es una trampa: los asesinos en el poder están sordos ante sus reclamos. No cederán en la mesa de negociación lo que no se les haya impuesto con la fuerza del movimiento obrero. Lo que se necesita es forjar una dirección con el programa revolucionario y la determinación requerida para movilizar esta fuerza en una lucha frontal.
Ante la represión urge profundizar, extender y radicalizar la huelga
En la noche del 12 de junio, después del arresto de los más altos dirigentes de la Sección XXII de la CNTE, la policía desalojó un plantón de protesta frente al IEEPO (el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca). Los maestros resistieron en una batalla que duró varias horas hasta la madrugada. En su retirada bajo fuego policíaco al Zócalo de la capital oaxaqueño los huelguistas montaron y encendieron barricadas para defenderse de los represores.
El Grupo Internacionalista ha intervenido activamente en la huelga magisterial desde el inicio, participando activamente en marchas y bloqueos. Desde el inicio de la huelga hemos vendido tan sólo en Oaxaca, más de mil ejemplares de Revolución Permanente. Hemos organizado círculos de estudio marxistas frente a la sede de la Sección XXII y en el plantón movedizo en la Ciudad de México. Hemos proyectado películas políticas en los mismos lugares. Hablamos por Radio Plantón en nuestro programa “Frecuencia Obrera Internacionalista”. Hemos repartido miles de volantes en que llamamos a no votar por ningún partido burgués, incluyendo el Morena de AMLO. Desde el principio hemos llamado por la extensión de la huelga a todo el sector educativo del país y por movilizar a sectores clave del proletariado industrial en una poderosa huelga nacional. Sólo así podremos hacerle frente al estado que ataca no sólo al magisterio sino a todo el movimiento obrero.
Es con esta perspectiva que nuestros camaradas han organizado brigadas con los maestros en huelga para ir a agitar entre estudiantes, trabajadores y académicos de la Universidad Nacional. Fue así como logramos que la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM parara labores el día 17 de mayo, con la asistencia de maestros de la CNTE, principalmente del estado de Oaxaca, que hablaron con los estudiantes en paro sobre la extensión de la huelga a todo el sector educativo que hoy está bajo ataque. También en las asambleas sindicales del STUNAM, militantes del Grupo Internacionalista y maestros de la CNTE llamaron a que los trabajadores de la Universidad Nacional se fueran a huelga. Ahí se pudo observar los juegos de la burocracia frentepopulista de Agustín Rodríguez, quien públicamente habla de su solidaridad con la huelga del magisterio, pero al interior del gremio argumenta sobre la imposibilidad de irse a una huelga conjunta con los maestros.
Es evidente que el ánimo de lucha y combatividad de maestras y maestros no sólo no ha disminuido, sino que se ha acrecentado ante cada intento del gobierno por detener la movilización. Sin embargo, la estrategia política de la dirección de la CNTE ha sido la de presionar para conseguir un “diálogo” con la burguesía, acudiendo a Gobernación y a Los Pinos para rogar que alguna autoridad les conceda una entrevista. Asimismo, esta dirección busca una alianza con los diputados de los partidos burgueses y desviar la lucha hacia el camino estéril del juego electoral burgués, llamando a votar por Morena. Confiar en la verborrea vacía de supuesto apoyo al magisterio de AMLO, cuya tarea al servicio de los grandes empresarios y sus amos imperialistas consiste canalizar las luchas para presionar hacia los marcos institucionales burgueses, es una garantía para la derrota. Como lo decíamos en nuestro suplemento que llamaba a no votar por Morena ni por cualquier otro partido de la burguesía:
“Se anticipa que la represión –dosificada hasta ahora para no desatar la ira de la población que se encuentra todavía al borde del estallido social– se intensificará luego de las elecciones del 5 de junio. Entonces los gobernantes que buscan imponer una ‘reforma’ educativa en beneficio del capital van a ir por todo. “
–“La huelga magisterial en la encrucijada”, suplemento de El Internacionalista, 2 de junio de 2016
Y así fue.
Lo que hace falta en lugar de la política frentepopulista de colaboración de clases es la intransigente lucha de clases. Hay que luchar con plena independencia política con respecto de todos los partidos y políticos burgueses: PRI, PAN, PRD, MC, PT, Morena, AMLO, etc. Se debe hacer añicos las ilusiones en la pobre máscara de democracia burguesa con que se presenta el régimen semibonapartista actual del capitalismo mexicano. Por su parte, la clase dominante ha dejado bien claro que todo aquel que luche en contra de los designios del capital enfrentará la respuesta sádica del estado. La larga lista de masacres, de 1968 y 1971 a la fatídica noche de Iguala de 2014, en la que fueron desaparecidos los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, y ahora la de Nochixtlán, da constancia de que el estado capitalista mexicano se alimenta con un constante tributo de sangre humana. Hace falta una revolución socialista internacional para liberarse de la mano muerta de esta burguesía agonizante. Ninguna reforma política, ninguna asamblea constituyente dentro del marco burgués, podrán detener la embestida del capitalismo que a nivel mundial está aniquilando las viejas conquistas y concesiones democráticas.
Sacar las lecciones de 2006
La lucha de 2006 en Oaxaca marcó una de las más cruentas batallas de clase en medio de un país convulsionado por huelgas mineras, metalúrgicas y luchas campesinas de gran envergadura. Estamos viviendo el resurgimiento de la insurgencia magisterial iniciada hace 37 años contra el falso sindicalismo del corporativista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Hoy en día el SNTE es la punta de lanza del ataque gubernamental en contra de la CNTE. En la estela de la Policía Federal, promete “sanear” la Sección XXII e imponer su Sección 59 de esquiroles y sicarios. No obstante, todavía persisten ilusiones en sectores de la CNTE en una imposible “democratización” de este aparato estatal dedicado a impedir un auténtico sindicalismo obrero independiente. El esquirolaje del SNTE en el actual conflicto debería hacer patente la necesidad de hacer jirones la camisa de fuerza del corporativismo laboral.
También hay que sacar las lecciones de la experiencia de 2006, que ha entrado en el panteón de heroicas luchas derrotadas de la historia mexicana que, como el zapatismo, tanto pesan sobre la conciencia de los que luchan contra este sistema mortífero que parece que estarían condenados a repetirlas, siempre con el mismo resultado. Cuando el 14 de junio de 2006 la policía estatal intentó desalojar el plantón de la Sección XXII de la CNTE en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca, los residentes de la capital oaxaqueña salieron a apoyar al magisterio y derrotaron a la policía. A medida que el conflicto se fue intensificando, se comenzó a hablar sobre una “Comuna Oaxaca” e incluso a soñar sobre una sociedad comunista en este solo estado. Sin embargo, con toda la combatividad popular, que logró expulsar a la policía y el aparato estatal de la ciudad de Oaxaca durante más de cinco meses, el Frente de Sindicatos del Estado de Oaxaca y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) que dirigían la lucha seguían una política frentepopulista.
Con su estrecha visión reformista, fueron incapaces de extender la huelga magisterial no sólo más allá de los límites de Oaxaca, sino incluso a otros sectores al interior del estado. Al dirigir todo el ímpetu de lucha demostrado en cientos de barricadas hacia el parlamentarismo burgués, las direcciones del magisterio y la APPO llamaron a dar un voto de castigo al PRI y PAN encauzando la lucha al apoyo al entonces candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador. Así, en vez de luchar por romper con la burguesía, allanaron el camino para la derrota. Luego de las elecciones, como siempre fraudulentas, y desarmado políticamente el movimiento por carecer de una política de lucha de clases, vino la negra noche del 25 de noviembre, cuando la Policía Federal Preventiva barrió el centro histórico de Oaxaca y detuvo a cientos de activistas, poniendo un punto final a la atrevida lucha magisterial a un costo de 26 compañeros asesinados.
Ahora, la situación se presenta con mayor agudeza. Tras la implementación de la reforma educativa, que no logró derribar la movilización de la CNTE en 2013, la burguesía pensó que al quitarle a la Sección XXII el control de algunas instancias del IEEPO, podría menguar la capacidad del magisterio. Otro error. Sin la premisa de obtener puntos por movilización a la que se asiste, y desafiando las amenazas de ser despedidos sin cesantía, miles de trabajadores de la educación, de nueva cuenta, hacen plantones, bloqueos y barricadas. El ejemplo del magisterio puede ser también el catalizador de un descontento social producto del despido del 30 por ciento o más de los empleados públicos, del proceso de privatización de facto de la salud, del despido masivo de los trabajadores de Pemex y del dólar a 20 pesos que reduce vertiginosamente el poder adquisitivo de los trabajadores.
En 2016, a diferencia de hace diez años, el conflicto magisterial no se circunscribe a la capital oaxaqueña y la región de Valles Centrales, sino que se ha extendido a las regiones del Istmo de Tehuantepec y la Mixteca. En la primera se encuentran instalaciones estratégicas para la burguesía, como la refinería de Salina Cruz, que prácticamente abastece de combustible a todos los estados del litoral del Pacífico. El bloqueo de la refinería puso en jaque al gobierno, y también ha ganado la simpatía a la resistencia magisterial de parte de petroleros que han visto cómo “su” “sindicato” (el corporativista STPRM) no ha puesto la menor oposición a la “reforma” energética que amenaza con costarles sus trabajos. En el Istmo también, los trabajadores de la salud han dado un respaldo decidido a la lucha de los profesores. En la Mixteca, la huelga de los educadores ha contado con la participación de activistas de toda la región, como se vio en el homenaje de hoy en Tlaxiaco a dos de los caídos de la masacre de Nochixtlán.
En 2016, a diferencia del 2006, la embestida contra el magisterio encuentra un campo fértil para poder extender la huelga hacia otros sectores clave de los trabajadores. En el último año se han dado las explosivas luchas de los jornaleros de San Quintín1 y las de los trabajadores y trabajadoras de la maquila de Ciudad Juárez.2 Hoy los trabajadores de salud, que han mostrado su apoyo auxiliando a los heridos en las barricadas y estallando paros en solidaridad con el magisterio, luchan contra una falsa “universalización” del seguro, que implicaría recortar los derechos de los trabajadores a servicios médicos. Los acereros de la Sección 271 del semicorporativista Sindicato de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos en el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán han estado bajo acoso del gobierno, que luego de un paro en la siderúrgica en marzo de este año detuvo a cinco dirigentes por protestas realizadas en 2007.
En 2016, al igual que 2006 y 2013, el combativo magisterio organizado en la CNTE ha tomado el papel protagónico al enfrentar heroicamente al estado para defender la educación pública y cerca de 40 años de sindicalismo independiente en contra del corporativismo sindical. Pero para evitar repetir la historia de aquellas derrotas, es necesario sacar las lecciones y aplicarlas a la lucha actual. El movimiento de 2006 fue derrotado porque no salió del marco del estado de Oaxaca en una huelga nacional, ni logró extenderse hacia el proletariado industrial a pesar de que en aquel entonces había huelgas obreras en varias partes del país. En 2013, la CNTE dejó aislados a los maestros de Guerrero cuando estallaron su lucha contra la “reforma” educativa, sólo activándose a nivel nacional meses después. Además, terminó aceptando las falsas promesas de un “diálogo” con el gobierno federal y con los gobiernos estatales, que ahora los atacan brutalmente.
A la insurgencia magisterial le hace falta una dirección clasista y revolucionaria. El riesgo de que la historia se repita radica justamente en la ausencia de una dirección tal. Con todo, hay un cambio modesto pero importante: la presencia en Oaxaca de un local del Grupo Internacionalista, formado gracias a nuestra intervención en 2006 y años posteriores, y que ha mostrado en los hechos el camino a seguir. Sacando las lecciones de la lucha de 2006, escribimos hace diez años lo siguiente:
“Para ganar esta batalla, es necesaria una dirección proletaria que, sobre la base de un programa genuinamente clasista, rompa con todos los partidos burgueses y movilice a nivel nacional la enorme fuerza de la clase obrera contra el estado capitalista. …
“[E]l programa “democrático” ha conducido a un callejón sin salida, porque las luchas de los trabajadores no pueden resolverse con la democracia burguesa – imposible por lo demás en la época imperialista en países semicoloniales como México. Como señaló Trotsky con su perspectiva – teoría y programa a la vez – de la revolución permanente, hoy ningún ala de la clase capitalista es capaz de realizar las tareas de las grandes revoluciones burguesas de siglos pasados. La revolución agraria, necesaria para liberar a los campesinos y los indígenas pobres de su miseria secular; la liberación nacional del yugo del imperialismo; y la democracia para los explotados y oprimidos, los esclavos asalariados, sólo pueden conquistarse mediante la revolución obrera…. No miramos hacia atrás, a la herencia del nacionalismo campesino zapatista; fijamos como nuestra meta ser los bolcheviques proletarios del siglo XXI.”
–El Internacionalista N° 7, diciembre de 2006
Armados con este programa, el que defiende el Grupo Internacionalista, sección mexicana de la Liga por la IV Internacional, sí podemos abrir el camino a la victoria. ■