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marzo de 2003
¡Defender
a Irak!
¡Movilizar
el poder de la clase obrera para
¡Huelgas
contra la guerra! ¡No al estado polcíaco!
La siguiente declaración fue emitida por el Internationalist Group/Grupo Internacionalista, sección estadounidense de la Liga por la IV Internacional el 20 de marzo. La noche de ayer, el presidente norteamericano George Bush Jr. ordenó el inicio de la largamente anunciada invasión a Irak. La enorme fuerza expedicionaria reunida por Estados Unidos e Inglaterra en el Golfo Pérsico-Arábico ha comenzado la marcha para invadir Irak y someterlo a una ocupación imperialista. Las bombas de los invasores caen como lluvia sobre la población de Bagdad. En el colmo del cinismo, EE.UU. se prepara para instalar una dictadura militar en nombre de la “democracia” Y quieren financiar su operación con los miles de millones de dólares producto del petróleo saqueado a los iraquíes. En esta guerra de rapiña y conquista imperialista la clase obrera y los oprimidos en todo el mundo tienen un bando que defender. El Internationalist Group/US y la Liga por la IV Internacional hacen un llamado por la movilización del poder obrero para defender a Irak, país semicolonial, y para derrotar a los carniceros imperialistas que están devastando a este país bajo sitio en Medio Oriente. Los sociópatas asesinos de masas de la Casa Blanca y el Pentágono han diseñado un Armagedón entre los ríos Tigris y Éufrates. El jefe del Estado Mayor Conjunto anunció que en las primeras 48 horas serán lanzadas 3,000 “bombas guiadas por instrumentos de precisión” sobre Bagdad. La estrategia usada ahora por EE.UU. de “conmoción y pavor” es una copia al carbón de la doctrina nazi de “Schrecklichkeit”, que tenía como propósito aterrorizar a la población para obligarla a rendirse. Lo que Bush pretende es llevar a cabo, ni más ni menos, una Blitzkrieg (guerra relámpago) al más puro estilo de Hitler. La guerra contra Irak es también una guerra contra los trabajadores, las minorías y los inmigrantes “en casa”. Los obreros con conciencia de clase deben luchar por plenos derechos para todos los inmigrantes, así como por la organización de trabajadores e inmigrantes para la defensa contra ataques chovinistas como los que ocurrieron tras el indiscriminado ataque del 11 de septiembre contra el World Trade Center. La guerra de Wall Street y Washington ya ha comenzado a usarse como pretexto para imponer medidas de estado policíaco en Estados Unidos y el resto de las potencias imperialistas. Fuerzas militares estacionadas en las ciudades, detenciones indefinidas sin acusación formal, juicios sumarios, un incremento enorme en el espionaje policíaco de activistas políticos, arrestos y deportaciones de miles de inmigrantes – todo esto se está llevando a cabo bajo la Ley Patriota U.S.A. Ahora, el gobierno de Estados Unidos prepara una Ley Patriota II para despojar de la ciudadanía a quienes se opongan a su sangrienta agresión. A la guerra de los patrones capitalistas imperialistas hay que responder con la guerra de clases, librada por los explotados y oprimidos. Millones de personas en todo el mundo han marchado en oposición a la guerra en manifestaciones mayores que las más grandes que se hicieron contra la guerra de Vietnam. Sin embargo, los desfiles pacifistas, sin importar cuán grandes puedan ser, no detendrán la guerra imperialista. La desobediencia civil, a su vez, no es más que una vana apelación a la “conciencia” de los asesinos capitalistas. Su carnicería sólo podrá ser detenida mediante la movilización de un poder mayor que el de los imperialistas, es decir, el del proletariado internacional, que tiene la fuerza y la posición social para parar en seco la maquinaria de guerra. Lo mismo que en la guerra contra Afganistán y la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Yugoslavia, estas guerras imperialistas han sido libradas en conjunto por los partidos gemelos del capitalismo norteamericano: el Demócrata y el Republicano. Aunque los organizadores de las manifestaciones oficiales por la “paz” apelan rutinariamente a políticos burgueses como los demócratas Jesse Jackson y Barbara Lee, y marchan a la oficina de la senadora Hillary Clinton, rogar a los políticos capitalistas “liberales”, que tienen las manos manchadas de sangre, sólo puede desviar a los que quieren luchar contra la guerra imperialista. Desde el principio, el Internationalist Group y la LIVI han llamado a la clase obrera a rehusarse a transportar material bélico y a realizar huelgas contra la guerra. En meses recientes, trabajadores ferroviarios en Inglaterra e Italia se movilizaron para detener el transporte de cargamentos militares. Estas acciones inspiraron a obreros combativos a escala internacional. En este momento es urgentemente necesario ir más allá y emprender huelgas combativas contra la guerra y los gobiernos que la están librando. Hoy, cientos de miles de trabajadores italianos dejaron el trabajo para participar en movilizaciones contra la guerra en las principales ciudades. Se ha informado que obreros ingleses han emprendido acciones combativas contra la guerra. Se ha convocado para mañana una “huelga general” en toda Europa para protestar contra la guerra. Ya sea que ésta dure minutos, o incluso algunas horas, se trata de una acción meramente simbólica. Lo que se necesita es una movilización obrera a ultranza para derrotar a los amos imperialistas y su guerra. El hecho es que el apoyo a favor de la guerra es muy pequeño. La población de Inglaterra, Italia y España se opone fuertemente a la guerra en la que sus propios gobiernos están participando. Incluso en Estados Unidos, los sondeos de opinión muestran que la mayor parte de la población de Nueva York (y casi tres cuartas partes de la población negra de la ciudad) se opone a la guerra, tal como ocurre aún en mayor proporción en la Costa Oeste. Numerosos sindicatos locales, estatales y nacionales han aprobado resoluciones contra la guerra y el ataque concomitante a las libertades civiles. Incluso la AFL-CIO aprobó una tímida declaración “contra la guerra”. Pero las declaraciones en papel no significan nada para la pandilla de Bush. Acciones obreras combativas, como el cierre de los puertos, servirían para impulsar el ampliamente extendido descontento. Francia y Alemania, los otrora aliados imperialistas de EE.UU. (y ahora rivales), además de los gobernantes de la Rusia capitalista, posan en las Naciones Unidas como palomas de la paz, pero en realidad están poniendo todo su empeño en limar asperezas con Washington con la esperanza de participar en el saqueo de Irak tras la finalización de la guerra. Lo único que pretendían era retrasar la guerra para poder participar en cónclaves de guerra, algo que Bush de manera arrogante les impidió. De hecho, ellos junto con los burócratas del estado obrero deformado chino, votaron a favor de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad de la ONU, en cuyo nombre es que EE.UU. está librando esta obscena guerra. Los imperialistas europeos no son salvadores del pueblo iraquí, como tampoco lo son de los palestinos oprimidos que se encuentran bajo la bota de los ocupantes sionistas israelíes de la Franja de Gaza y Cisjordania. Las “Naciones Unidas”, entretanto, sirvieron de cubierta para el ataque imperialista contra Corea (en el que murieron 3 millones de coreanos), para el asesinato del líder independentista congolés Patricio Lumumba y para la imposición de protectorados imperialistas en la antigua Yugoslava. ¡Exigimos que todas las fuerzas militares imperialistas, sean de EE.UU., Inglaterra, la ONU o de cualquier otra procedencia, salgan inmediatamente de Medio Oriente ahora! La guerra contra Irak tiene como propósito fundamental asegurar el dominio norteamericano de un Nuevo Orden Mundial. Washington quiere tener control pleno del petróleo de Medio Oriente para mantener a raya a sus rivales desde Tokio hasta Berlín y París. Como hemos advertido desde el inicio, la guerra contra Irak está intensificando las rivalidades interimperialistas, marcando así la pauta para una Tercera Guerra Mundial entre potencias que disponen de armamento nuclear. En la lista de objetivos a atacar de Washington se encuentra Corea del Norte, y a ésta siguen Cuba, Vietnam y, sobre todo, China. Como trotskistas llamamos por la defensa de estos estados obreros burocráticamente deformados en contra de las amenazas y ataques imperialistas, mientras luchamos por la revolución política proletaria para echar a las burocracias que concilian con los imperialistas y fuerzas capitalistas internas y que, en consecuencia, abren la vía a la contrarrevolución. Saddam Hussein es un gobernante burgués nacionalista que no difiere gran cosa de otros dictadores de pacotilla que los imperialistas han solido apoyar en el pasado, como Pinochet en Chile o la junta de Videla en Argentina, que asesinaron a decenas de miles de izquierdistas con la aprobación de EE.UU. Al tomar el poder en 1970 con el apoyo de Washington, Hussein desató una ola de terror contra militantes comunistas valiéndose de listas que le había proporcionado la CIA. Las armas químicas de cuya posesión se le acusa le fueron suministradas por el gobierno de Estados Unidos para que las usara contra los iraníes. Las plantas en las que se produjeron dichas armas fueron construidas por compañías británicas y alemanas. Los muchos crímenes que Hussein ha cometido son los crímenes de los imperialistas que lo apoyaron. Se necesitará de una revolución de los obreros iraquíes, tanto sunitas como chiítas, movilizados independientemente de, y en contra de, los agresores imperialistas, para aplastar a los gobernantes estilo Hussein y sus antiguos amos. En Palestina, los militaristas israelíes han intensificado la brutal ocupación de Gaza y Cisjordania, asesinando a miles de personas. El régimen de Sharon ha esperado el comienzo de la guerra contra Irak para iniciar la “transferencia” masiva (limpieza étnica) de decenas de miles de palestinos a los que los sionistas quieren echar de su hogar ancestral, tal como hicieron en la guerra de 1948. Los trotskistas revolucionarios defendemos al oprimido pueblo palestino en su levantamiento contra la bota militar sionista y luchamos por una república obrera árabe-hebrea que forme parte de una federación socialista de Medio Oriente. Dicha federación haría posible también una república socialista unida del Kurdistán. Desde Medio Oriente hasta los centros imperialistas, la clave para luchar contra esta guerra imperialista de agresión es la construcción de partidos obreros revolucionarios como el de los bolcheviques de V.I. Lenin y León Trotsky. Durante la carnicería de la Primera Guerra Mundial, los bolcheviques lucharon para convertir la guerra imperialista en guerra civil, luchando por la derrota de “sus propios” gobernantes imperialistas. Este programa internacionalista les permitió llevar a cabo la primera revolución obrera victoriosa en la historia, la Revolución de Octubre de 1917. Fue la destrucción de la Unión Soviética burocráticamente degenerada durante 1989-92 lo que preparó el escenario para la Guerra del Golfo que lanzó Bush padre en 1990-91. Hoy, es necesario poner en alto la bandera bolchevique para reforjar una IV Internacional auténticamente trotskista que pueda poner fin a la guerra imperialista mediante una revolución socialista internacional. Los jóvenes radicales que quieran luchar contra la guerra imperialista y por el fin del sistema capitalista que la ha producido, deben sumarse a la lucha para movilizar el enorme poder de la clase obrera contra los sanguinarios criminales de guerra cuya campaña por el domino global amenaza a todos los pueblos del mundo. ¡Defender a Irak! ¡Derrotar al imperialismo!
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