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octubre de 2006 Retórica
de “lucha contra la derecha”
y apologías de escuadrones de la muerte “sindicales” La
primera plana de Workers Vanguard (18 de septiembre),
publicación de la Spartacist League/U.S., lleva como encabezado
“Mexico in
Turmoil” (México en agitación). Según se informa,
el artículo ha sido
“traducido y abreviado de Espartaco”,
el periódico del Grupo Espartaquista de México (GEM).
Entre las dos versiones
hay, sin embargo, una diferencia significativa: el título del
mismo artículo en
Espartaco (septiembre de 2006) es
“Los ataques del PAN contra los obreros y oprimidos y la lucha por la
revolución socialista”. Se trata del Partido Acción
Nacional, partido
derechista clerical del presidente Vicente Fox. Éste fue
también el título de
un volante con el que el GEM anunció un foro en agosto en la
Ciudad de México y
que incluía como cintillo “Protestas masivas exigen recuento
tras dudosa
victoria electoral del PAN”. “Los ataques del PAN...”
¿No
falta algo aquí? En efecto: no se mencionan los ataques que
contra la clase
obrera y los oprimidos han lanzado el PRI (partido que gobernó
México con mano
dura por más de siete décadas y que aún controla
varios gobiernos estatales) y
el PRD (partido populista-nacionalista que frecuentemente se hace pasar
como
aliado de los trabajadores). Al citar exclusivamente los “ataques del
PAN” y no
los de los demás partidos capitalistas, el encabezado de Espartaco no es más que un burdo intento de
congraciarse con los
numerosos seguidores del PRD que han participado en manifestaciones
masivas y
que mantuvieron un plantón a lo largo de varias semanas en el
centro del
Distrito Federal en protesta contra un fraude electoral perpetrado
contra su
candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, en
beneficio del candidato
panista Felipe Calderón. Durante los últimos seis
meses, la clase obrera mexicana ha sido el blanco de una serie de
ataques
asesinos a manos de las fuerzas de la “ley y el orden”. 20
de abril: huelguistas que ocupan la siderúrgica SICARTSA en
Lázaro Cárdenas, Michoacán, son atacados por un
millar de policías municipales,
estatales y federales, así como por fusileros de marina; dos
obreros fueron
ejecutados. 4 de mayo: en
Texcoco/Atenco, cerca de la Ciudad de México, 3,000
policías municipales,
estatales y federales son enviados para desalojar a unos floricultores
(¡!);
dos jóvenes son asesinados. 14 de junio:
maestros en huelga, que mantienen un plantón en la capital de
Oaxaca, son
atacados por una tropa de choque de 3,500 policías antimotines;
a partir de
entonces, cinco partidarios de la huelga han sido asesinados. La clase
obrera
mexicana se encuentra bajo ataque, es cierto; sin embargo, resumir
estas
masacres bajo la etiqueta común de que se trata de “ataques del
PAN” es una
abyecta distorsión y, a final de cuentas, una mentira. A nivel político, lo que
resulta más llamativo en esta serie de ataques es el hecho de
que cada uno de
ellos ha sido realizado por policías bajo las órdenes de los tres principales partidos capitalistas. El PAN, el
PRI y el PRD
compiten entre sí para mostrar cuál puede ser más
duro en términos de “combate
a la inseguridad”. El gobernador perredista de Michoacán
envió a la policía
bajo su mando a reprimir a los trabajadores siderúrgicos; el
alcalde perredista
de Texcoco envió a la policía municipal contra los
floricultores y pidió la
intervención de las policías estatal y federal. Es
más, los diputados
perredistas en la legislatura oaxaqueña aprobaron de antemano el
ataque de la
“fuerza pública” contra los maestros en huelga ordenado por el
gobernador
priísta Ulises Ruiz Ortiz. Sin embargo, al leer la prensa del
GEM y la LCI uno
prácticamente no se enteraría de esto. (De hecho, su
último artículo ¡no
menciona en lo absoluto el papel que jugó el PRD en la
represión de los
campesinos y pobladores de Atenco y sólo hay una referencia
fugaz a su
actuación en Michoacán!) “Los ataques del PAN”... Como
señaló una portavoz de la Liga por la IV Internacional en
un foro del Grupo
Internacionalista realizado el 19 de agosto, al que asistieron
prácticamente
todos los miembros del GEM, este encabezado es “un regalo”, pues exhibe
la
falsedad de las pretensiones trotskistas del GEM y deja su verdadera
política
al desnudo. Se trata de una clásica jugarreta oportunista
mediante la que los
que falsamente se ostentan como revolucionarios se pronuncian en contra
de las
fuerzas más abiertamente reaccionarias, para justificar su
velado apoyo a favor
de un partido capitalista supuestamente “progresista”. De manera
similar, la
izquierda oportunista en Estados Unidos se refiere a la invasión
de Afganistán
e Irak como la “guerra de Bush”, exculpando de esta manera al Partido
Demócrata, que también apoya esta guerra imperialista.
La divisa de esta estratagema es la de “luchar contra la derecha”, y es
uno de
los sellos característicos de los reformistas, ya sean de corte
estalinista o
socialdemócrata, que se quieren congraciar con las masas que
siguen a un
partido burgués que goza de fuerte apoyo popular, sin apoyarlo
abiertamente. En Estados Unidos, ante las
elecciones legislativas intermedias, los mao-estalinistas del
Revolutionary
Communist Party (RCP) – por medio de su grupo de fachada, The World
Can’t Wait
(El mundo no puede esperar) – están organizando manifestaciones
bajo la rúbrica
de “Echar al gobierno de Bush”. Estas movilizaciones tienen como
propósito
explícito atraer a su órbita a “demócratas
desilusionados”. Otra variación del
mismo tema es una conferencia de la socialdemócrata
International Socialist
Organization (ISO) que lleva por nombre “Build the Left, Fight the
Right”
(Construye la izquierda, combate a la derecha). A pesar de las
referencias
“socialistas”, e incluso “comunistas”, en los nombres de sus
organizadores,
todos estos eventos se inscriben en las coordenadas izquierda-derecha
de la
política burguesa. Al enfocar sus ataques en la derecha
republicana, estos
reformistas apelan implícitamente (y con toda intención)
a la “izquierda”
demócrata. Lo mismo vale para la retórica de “Los ataques
del PAN” en México. ¿“Los ataques
del PAN”? En Lázaro Cárdenas, Michoacán, fuerzas
policíacas bajo las órdenes de los gobiernos federal
(panista), municipal (priísta) y estatal (perredista)
participaron conjuntamente en el ataque contra los huelguistas que
ocupaban la siderúrgica SICARTSA. Dos huelguistas fueron
ejecutados. (Foto: Arnulfo
Mora/Quadratin)
En Estados Unidos, el Partido
Comunista hizo famoso este ardid en las elecciones presidenciales de
1936. En
dicha ocasión, el PC presentó a su propio candidato, Earl
Browder, para cubrir
las apariencias; no obstante, instó de manera a penas velada a
sus
simpatizantes a que votaran a favor del candidato demócrata
Franklin D.
Roosvelt para supuestamente “combatir al bloque reaccionario [de la
derecha
republicana] y derrotar sus planes”. Sosteniendo que “se
desarrollará un Frente
Popular... en la forma de movimientos progresistas dentro y alrededor
del
Partido Demócrata”, el PC denunció los ataques de la
derecha contra los
trabajadores, pero guardó silencio con respecto a los ataques de
Roosvelt. Un frente popular es una
coalición de colaboración de clases que encadena a las
organizaciones de masas
de la clase obrera a sectores del enemigo de clase por medio de una
alianza con
partidos y políticos burgueses. En los casos de la Guerra Civil
Española de
1936-1939, el gobierno de la Unidad Popular chilena en 1970-1973 y
otros muchos,
los reformistas, tanto estalinistas como socialdemócratas,
erigieron frentes
populares como muros de contención para detener la lucha de los
obreros hasta
que llegara el turno de un Franco o un Pinochet para masacrarlos. A lo
largo de
prácticamente dos décadas, conforme se desmoronaba el
régimen de partido único
del PRI-gobierno, la clase dominante mexicana (y sus patrones
imperialistas
norteamericanos) han necesitado de un frente popular que impida una
revolución.
Hoy esa necesidad es más apremiante que nunca. La LCI ha virado a la derecha
desde hace algún tiempo, absteniéndose primero de
participar en la lucha de
clases para abandonar más tarde elementos programáticos
fundamentales del
leninismo y el trotskismo. Su disfuncional sección mexicana,
bajo las órdenes
de su centro, permaneció prácticamente al margen de la
huelga de la UNAM de
1999-2000 y ha sido virtualmente invisible a lo largo de los más
de cuatro
meses de efervescencia sindical en Oaxaca. Pero al calor de las
convulsivas
batallas de clase que han sacudido a México en el último
año, sus tortuosas
fórmulas los han orillado, en el mejor de los casos, a imitar la
clásica
política frentepopulista. Para tratar de hacer encajar por la
fuerza la
situación actual de México en el marco de la
política norteamericana, el GEM
sostiene falsamente que los charros que dirigen los “sindicatos”
corporativistas, nombrados a dedazo por el estado capitalista, no son
más que
un montón de burócratas sindicales vendidos al estilo de
los Teamsters de Jimmy
Hoffa. Esto los lleva a limpiarles la cara a los escuadrones de la
muerte
“sindicales” que literalmente están asesinando a los huelguistas. El
“fantasmagórico” frente popular A finales de los años 70
y
principios de los 80 se operó en México una “apertura”
política mediante la
cual el régimen priísta intentó disfrazar su
dominio de partido único al
ofrecer ciertas oportunidades a candidatos de oposición
simbólicos. Desde
entonces, el fraude electoral a gran escala ha sido el mecanismo
fundamental
mediante el que fuerzas derechistas han mantenido un control
férreo del poder
gubernamental. Es muy probable que a Cuauhtémoc Cárdenas
le hayan robado el
triunfo en las elecciones de 1988, cuando sospechosamente se
“cayó” el sistema
informático de conteo de votos. En esa época, varios
grupos que se ostentaban
como trotskistas y que no habían llamado abiertamente a votar a
favor de
Cárdenas, se subieron al tren electoral cardenista al llamar a
“defender el
voto”. El PRT, de los seguidores del fallecido Ernest Mandel, por
ejemplo, se
pronunció por “apoyar al pueblo en la defensa legal activa de su
voto”. Tras las recientes elecciones
presidenciales del 2 de julio, hasta dos millones de personas salieron
a la
calle en respuesta al llamado del candidato del PRD, Andrés
Manuel López Obrador,
para protestar en contra del fraude electoral. Durante seis semanas,
los
simpatizantes de AMLO mantuvieron un megaplantón en el
Zócalo y a lo largo de
varios kilómetros del elegante Paseo de la Reforma. Varios
grupos
seudotrotskistas como Militante (que dice ser el ala supuestamente
“marxista”
del PRD burgués) y lo que queda del PRT (cuyo principal
dirigentellamó a votar
por AMLO) se sumaron al plantón. Otros grupos, como la Liga de
Unidad
Socialista (LUS) y la Liga
de
Trabajadores por el Socialismo (LTS) que no llamaron formalmente a
votar a
favor de AMLO, se subieron rápidamente al expreso “antifraude”. En su estela siguió el
GEM. Al
igual que la LUS y la LTS, no llamó a votar por el PRD. Sin
embargo, a la vez
que afirma débilmente que “no nos opondríamos a un
recuento voto por voto”,
mantiene una pudorosa hoja de parra para fingir independencia diciendo
que “no
nos sumamos a la actual campaña del PRD, cuyo objetivo es llevar
al poder a
López Obrador”. Al mismo tiempo, no obstante, para ganarse el
favor de los
seguidores de AMLO, Espartaco inclina la cerviz ante el PRD con
su
encabezado de “Los ataques del PAN...” Para justificar su
capitulación,
argumenta: “Las masas explotadas y oprimidas de México han
mostrado que quieren
luchar, pero en la actualidad ven al PRD burgués y AMLO como sus
representantes”. Más adelante, lanzan una extensa
polémica en contra del Grupo
Internacionalista, diciendo: “El GI es incapaz de lidiar con el hecho
de que
los obreros ven al PRD burgués como su dirección”. ¿Cómo exactamente?
Espartaco
continúa: “Según ellos [el Grupo Internacionalista], el
principal obstáculo en
México a la revolución obrera [sic] es un
fantasmagórico ‘frente popular’ en
torno al PRD”. Es posible que el pequeño Grupo Espartaquista no
“reconozca” al
frente popular en México; sin embargo, precisamente por su
deliberada negativa
a aceptar la realidad, el GEM se ha visto arrastrado en la cauda de la
alianza
política que encadena a vastos sectores de la clase obrera a
López Obrador, un
político populista burgués, y su partido. En cambio, el
Grupo Internacionalista
lucha para que los obreros y oprimidos rompan con el frente popular en
torno a
AMLO. En las elecciones de 1988 se
conformó un frente popular en torno a la candidatura de
Cuauhtémoc Cárdenas
para contener la pujante resistencia obrera contra los planes
hambreadores y la
política privatizadora que implementaban los gobiernos
priístas siguiendo los
dictados de Wall Street y la Casa Blanca. A lo largo de los
años, este frente
ha atado a diversos sindicatos “independientes” al PRD, que fue fundado
por
Cárdenas y sus simpatizantes provenientes del PRI, junto con una
panoplia de
organizaciones izquierdistas encabezadas por los remanentes del ahora
extinto
Partido Comunista de México. Este frente popular no se
limitó al apoyo
electoral, sino que también adoptó la forma de diversas
coaliciones en contra
de las privatizaciones, a favor del diálogo nacional, en contra
del
neoliberalismo, a favor de la transición democrática,
etc. En cada una de sus
encarnaciones, el frente popular ha incluido a los mismos sindicatos
“independientes” y al Partido de la Revolución
Democrática ahora encabezado por
AMLO. ¿Que no hay un frente popular en
México? En
el megaplantón del PRD en la Ciudad de México hubo una
fuerte presencia de los
sindicatos “independientes” a lo largo de las seis semanas que
duró. Manta del
Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS). Lejos de ser
“fantasmagórico”,
el frente popular en torno al PRD ha podido verse con claridad
meridiana en las
calles de la Ciudad de México en los últimos meses. En el
mega plantón a lo
largo de Reforma, había un campamento sindical tras otro:
estaban el SNTSS
(Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social), el STUNAM
(Sindicato de
Trabajadores de la UNAM), la CNTE (Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la
Educación), el SUTIN (Sindicato de los Trabajadores de la
Industria Nuclear),
el sindicato de embotelladores, el de trabajadores del Distrito
Federal, la
Alianza Nacional de Petroleros Democráticos, los Sindicalistas
por la
Democracia, etc. En muchos casos, los logotipos sindicales
aparecían junto al
de la Coalición por el Bien de Todos, el vehículo
electoral de AMLO (ver
fotografías). Por si esto no bastara, en el
marco de la enorme Convención Nacional Democrática
convocada por López Obrador
para realizarse el 16 de septiembre en el Zócalo, se
lanzó el Frente Amplio
Progresista (FAP), que incluye al PRD y al PT (Partido del Trabajo, un
partido
burgués menor establecido por el PRI para ganar votos obreros
que ahora está
alineado con AMLO), con el apoyo del SME (electricistas), el STRM
(telefonistas) y diversos sindicatos afiliados a federaciones
sindicales como
la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), el FSM (Frente Sindical
Mexicano) y el
FNUAS (Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical).
El frente
popular en torno al PRD no sólo está más que vivo,
sino que es uno de los
principales obstáculos para la victoria de la huelga de los
maestros
oaxaqueños, toda vez que los dirigentes del sindicato
magisterial (la sección
XXII del SNTE/CNTE) y de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca
(APPO) le han
dado apoyo político “táctico” al PRD. Más
mantas sindicales en el megaplantón del
PRD. Como puede verse, los logotipos sindicales aparecen junto al de la
Coalición por el Bien de Todos que encabeza el PRD. Durante casi una década
después de 1988, desde su formación misma, el GEM
llamó a los obreros a romper
con el frente popular en torno a Cárdenas y el PRD. Hoy ya no lo
hace. ¿A qué
se debe el cambio? Espartaco sostiene: “El GI invoca la
existencia de un
frente popular en torno al PRD para embellecer la conciencia actual de
la clase
obrera, negando el obstáculo ideológico fundamental del
nacionalismo burgués y
las ilusiones en la reforma democrática del estado capitalista”.
Según este
retorcido razonamiento de la LCI, el llamar a los obreros a que rompan
con un
frente popular implica “embellecer” su conciencia porque éstos
están tan
obsesionados con el nacionalismo burgués y las ilusiones
democráticas que no
tiene la menor importancia que sus organizaciones de masas estén
encadenadas a
una coalición de colaboración de clases. Y no nos olvidemos del
catolicismo. Según Workers Vanguard y Espartaco,
“sin duda la
mayoría de quienes apoyan al PRD se identifican también,
en mayor o menor
grado, con algunos de los valores católicos reaccionarios
impulsados
prominentemente por el PAN”. ¿Sobre qué base es que estos
supuestos expertos en
sociología de la religión han determinado tal
generalización? Ciertamente no es
preciso considerar la larga tradición de anticlericalismo
burgués en México, ni
que simpatizantes del PRD han chocado en repetidas ocasiones con el
cardenal
Norberto Rivera en las puertas de la Catedral Metropolitana en el
Zócalo.
Cuando la LCI suma todos estos ingredientes (nacionalismo
burgués, ilusiones
democráticas, catolicismo), lo que le resulta es que los obreros
mexicanos
están tan jodidamente atrasados, que ni siquiera pueden tener un
frente
popular. Ésta es pura arrogancia imperialista disfrazada de
marxismo. “[L]a masa de obreros y
jóvenes radicalizados que toman parte en luchas defensivas no se
identifica ya
con los ideales del comunismo”, nos revela el vocero del GEM, incluso
cuando
las banderas rojas se multiplican en Oaxaca. Esto es justamente lo que
dijo la
prensa burguesa con respecto a la revuelta juvenil en Francia de la
primavera
pasada, mientras que para la LCI se ha vuelto un mantra que repite una
y otra vez
para justificar su política abstencionista. Estos desertores del
trotskismo
dicen que la tesis fundamental del Programa de Transición de
León Trotsky – que
la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la
dirección
proletaria – ha caducado, pues supuestamente “antedata la actual
regresión en
la conciencia proletaria” debida a la destrucción de la
Unión Soviética. Lo que
ahora está en cuestión no es tanto la dirección,
sino “las clases obreras en
todo el mundo”, según dice la LCI en su revisada
“Declaración de principios y
algunos elementos de programa” (1988). En Bolivia, donde
levantamientos de obreros y campesinos han derribado dos gobiernos en
dos años,
la LCI llega incluso a decir que el Grupo Internacionalista y la Liga
por la IV
Internacional “puede[n] conjurar un proletariado donde a duras penas
existe, si
acaso” (ver nuestro artículo “La Spartacist League desaparece al
proletariado
boliviano” para una refutación de esta idiotez antimarxista). En
la idealista
Isla de la Fantasía de la LCI, la conciencia de la clase obrera
boliviana
sufrió un retroceso tal, que ésta hasta dejó de
existir como clase. Estamos
esperando ansiosamente que el GEM nos informe que en Oaxaca tampoco hay
clase
obrera, donde el GEM se ha hecho notable por su ausencia a lo largo de
cuatro
meses de una convulsiva huelga obrera (excepto por una fugaz
aparición en el
marco de un encuentro nacional de estudiantes). El otro argumento principal
del GEM y la LCI para probar que no puede haber un frente popular en
México, es
que no hay un partido obrero de masas. El frente popular se “refiere a
la
subordinación política de los partidos de masas de la
clase obrera a los
capitalistas”, decreta la LCI. “En México nunca ha existido tal
partido de la
clase obrera, ni siquiera un partido obrero-burgués reformista
al estilo del
laborismo [sic] británico”. Así, puesto que los
trabajadores han sido incapaces
de generar un Partido Laborista, no pueden tener tampoco un frente
popular. El
problema aquí es que esta premisa es completamente falsa.
¿Dónde dijo Trotsky,
el autor del análisis marxista definitivo del frentepopulismo,
que los frentes
populares sólo pueden existir en presencia de partidos obreros
de masas? Veamos esto con mayor
detenimiento. En una discusión realizada en enero de 1939 sobre
América Latina,
Trotsky se refirió al Kuomintang (KMT) del dictador chino Chiang
Kai-shek, al
Partido de la Revolución Mexicana (PRM – precursor inmediato del
PRI) de Lázaro
Cárdenas y a la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA)
de Víctor Raúl
Haya de la Torre – todos partidos burgueses – como “el frente popular
en la
forma de partido”. De la misma manera, el Manifiesto de la IV
Internacional
sobre “La guerra imperialista y la revolución proletaria
mundial” (mayo de
1940) afirma: “Pero en los países
coloniales
y semicoloniales – no sólo en China y la India sino
también en Latinoamérica –
el fraude del ‘Frente Popular’ sigue paralizando aún a las masas
obreras,
convirtiéndolas en carne de cañón de la
burguesía ‘progresista’ y creando de ese
modo una base política autóctona para el imperialismo”. En ninguno de estos lugares – ni
en China, ni en la India, ni en ningún
lugar en América Latina – había en la época en que
Trotsky escribió estas
líneas un partido obrero de masas. Por si esto fuera poco, la
LCI ha hablado
durante décadas de frentes populares en El Salvador, Argelia,
Sudáfrica y en
otros países semicoloniales en los que no hay partidos obreros
de masas. Esta
redefinición que ha hecho la LCI de los últimos
días de la noción de ‘frente
popular’, que entre otras cosas niega su aplicabilidad a la mayor parte
del
llamado “Tercer Mundo”, se ingenió específicamente para
atacar al Grupo
Internacionalista (ver la “Declaración de la Fracción
Revolución Permanente”,
mayo de 1998). Debe quedar claro, sin
embargo, que ésta no es una discusión semántica,
una disputa que gire en torno
a definiciones. En el fondo, lo que está en juego es si los
revolucionarios
deben luchar o no por la independencia de la clase obrera con respecto
a sus
patrones. El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional
llaman a
los obreros mexicanos a romper con el frente popular burgués en
torno al PRD.
El Grupo Espartaquista y la LCI no lo hacen, justificándose con
la falsa
afirmación de que, al hacerlo, se “embellecería” la
conciencia de los
trabajadores mexicanos. Estos seudotrotskistas desdeñan al
poderoso
proletariado mexicano, al que consideran imposiblemente obnubilado por
el
nacionalismo y el catolicismo, y no luchan por intervenir en la lucha
de clases
para romper las cadenas organizativas e ideológicas que lo
sojuzgan. GEM: “socialistas cetemistas”... El otro tema central en el
ataque de Espartaco/Workers Vanguard contra el Grupo
Internacionalista y
la Liga por la IV Internacional es la vergonzosa defensa que hacen el
GEM y la
LCI de los seudo sindicatos corporativistas en México. Estos
instrumentos de
control estatal sobre el movimiento obrero son una herencia del
régimen
semibonapartista del Partido Revolucionario Institucional que
gobernó México
desde 1929 hasta 2000. A partir del gobierno de Plutarco Elías
Calles, el PRI y
sus antecesores erigieron un régimen corporativista, copiando
las formas
organizativas de la Italia de Mussolini. (La Ley Federal del Trabajo de
1931
fue literalmente elaborada tomando como modelo su contraparte fascista
italiana.) Sin embargo, en los países semicoloniales con
burguesías débiles, el
contenido político de estas formas puede variar: en algunos
casos, los
gobiernos capitalistas de estos países tienen un carácter
que León Trotsky
denominó “bonapartismo sui generis” (de tipo
único o distintivo). Esto
quiere decir que los capitalistas se valen para gobernar o del
encadenamiento
de la clase obrera mediante una dictadura policíaca, o bien de
maniobras entre
los imperialistas y el proletariado relativamente poderoso, incluso
ofreciendo
concesiones a los trabajadores (como en el caso de las
nacionalizaciones de la
industria petrolera y los ferrocarriles en México). Cuando el PRI-gobierno se
encontraba en la cúspide de su poder, casi la totalidad de la
población del
país estaba enrolada en alguna de las múltiples
organizaciones de masas que
formaban parte orgánica de dicho partido de estado. Los
campesinos debían
alistarse en la Confederación Nacional Campesina; los
jóvenes eran parte de la
Confederación Juvenil Mexicana o, como estudiantes, de alguna
federación
específica: los estudiantes del Politécnico, por ejemplo,
pertenecían a la
tristemente célebre Federación Nacional de Estudiantes
Técnicos; los
empresarios estaban enrolados en la Confederación Nacional de
Organizaciones
Populares; las mujeres formaban parte de la Confederación de
Mujeres
Revolucionarias; hubo una Asociación de Arquitectos
Revolucionarios y una Liga
de Economistas Revolucionarios. Cuando surgieron los combativos
sindicatos
obreros a mediados de los años 30, el presidente populista y
nacionalista
Lázaro Cárdenas, se apresuró a coptarlos mediante
la formación de la
Confederación de Trabajadores de México (CTM), que se
convirtió en el “sector
obrero” del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el
antecesor inmediato del
PRI. Al describir una tendencia mundial hacia el control estatal de los
sindicatos, Trotsky escribió en su ensayo inconcluso “Los
sindicatos en la era
de la decadencia imperialista” (agosto de 1940) lo siguiente: “En México los sindicatos
se
han transformado por ley en instituciones semiestatales y asumieron,
como es
lógico, un carácter semitotalitario. Según los
legisladores, la estatización de
los sindicatos se hizo en bien de los intereses de los obreros, para
asegurarles cierta influencia en la vida económica y
gubernamental. Pero
mientras el imperialismo extranjero domine el estado nacional y pueda,
con la
ayuda de fuerzas reaccionarias internas, derrocar la inestable
democracia y
reemplazarla con una dictadura fascista desembozada, la
legislación sindical
puede convertirse fácilmente en una herramienta de la dictadura
imperialista.” En el curso de la Segunda
Guerra Mundial y tras los charrazos de la posguerra realizados a
instancias del
gobierno norteamericano, los sindicatos de la CTM pasaron de ser
instituciones
semiestatales (como habían sido bajo Cárdenas) y se
integraron completamente al
estado capitalista. Para el principio de los años 50, la
cantidad se había
transformado en cualidad. Los dirigentes sindicales fueron, a partir de
entonces, designados directamente para sus puestos por el PRI-gobierno;
hubo
miles de combativos militantes sindicales (no sólo los
provenientes del Partido
Comunista) que fueron echados de sus trabajos, e incluso algunos
pasaron años
en la cárcel. Desde entonces, la CTM, una supuesta
confederación “sindical”, se
dedicó a romper huelgas de manera sistemática y a
mantener escuadrones de
pistoleros para asesinar a opositores sindicales a escala masiva. A lo
largo
del siguiente medio siglo, prácticamente todas las luchas
obreras de
importancia en México (como las de los maestros en 1956-58, los
ferrocarrileros
en 1958-59, los electricistas en 1975-76, los trabajadores de la
industria
textil a mediados de los años 80, los mineros y
siderúrgicos en 1989, los
trabajadores de las maquiladoras a partir de 1983) han tenido que
enfrentarse
con los “sindicatos” charros que dicen representar a los trabajadores
pero que,
de hecho, fungen como policías laborales al servicio de la
burguesía. La característica
fundamental
de los “sindicatos” corporativistas es que forman parte de la
maquinaria de un
régimen burgués corporativista que regimienta todos los
sectores de la
sociedad, algunas veces comprando apoyo popular mediante dádivas
menores a los
sindicatos, y no simplemente reprimiendo a los trabajadores como bajo
la
dictadura de Pinochet en Chile. Semejantes aparatos corporativistas no
son
exclusivos de México, sino que se los puede encontrar en varios
países
capitalistas semicoloniales e intermedios que tienen regímenes
bonapartistas o
semibonapartistas. En Argelia y otros países africanos en los
que se estableció
un régimen de partido único tras los procesos de
independencia, hay grupos
sindicales semejantes entre las organizaciones de masas del partido de
estado.
Cuando se resquebraja el control que ejerce el partido de estado, sus
aparatos
sindicales entran en crisis y surgen sindicatos independientes. Contingente del corporativista sindicato petrolero en la concentración del Primero de Mayo de 2003. Logotipos del Congreso del Trabajo (izquierda), el PRI (centro) y del sindicato petrolero. (Foto: Reforma) En la Argentina de Juan
Domingo Perón, desde mediados de los años 40 hasta
principios de los 50, en
otro ejemplo de régimen bonapartista sui generis (como el que
Trotsky reconoció
en el México de Cárdenas), los sindicatos obreros
dirigidos por comunistas,
socialistas y anarquistas fueron destruidos por el estado (o en algunos
casos éste
asumió su control), y fueron reemplazados por organizaciones
laborales
controladas por el ministerio gubernamental del trabajo. De igual
manera, en
Brasil bajo las dictaduras, primero de Getulio Vargas en los
años 30 y 40, y
después en la militar de 1964-1985, hubo “sindicatos”
corporativistas
controlados por el gobierno, que dieron lugar a enormes luchas por la
formación
de sindicatos independientes. Nuestros camaradas de la Liga
Quarta-Internacionalista do Brasil participaron en las huelgas de los
años 80,
así como en los primeros años del Partido dos
Trabalhadores (PT) que surgió de
ellas, oponiéndose a partir de 1989 al frente popular encabezado
por el PT y
que en 2002 llevó a la presidencia al otrora dirigente laboral
corporativista
Luiz Inácio Lula da Silva con el propósito de desmantelar
conquistas obreras. La LCI y su grupo mexicano se
rehúsan a reconocer esto debido, en buena medida, a que
pretenden hacer encajar
la realidad mexicana en el marco del sindicalismo norteamericano,
derivado de
una economía imperialista que ocasionalmente concede algunas
migajas a una
aristocracia laboral. Jamás ha habido en Estados Unidos
sindicatos
corporativistas como los de México, Argentina, Brasil y Argelia,
ni podrían
existir en ningún país imperialista, excepto bajo una
dictadura fascista o
bonapartista. Por otra parte, sería casi imposible construir en
un empobrecido
país capitalista semicolonial algo como el Partido Laborista
británico; no
obstante, se encuentran frentes populares y frentepopulismo en gran
parte de
los países del “Tercer Mundo” que tienen proletariado. El problema del corporativismo
subyace a las recientes huelgas de los trabajadores mineros y
metalúrgicos en
México. A finales de febrero pasado, tras un desastre en la mina
de Pasta de
Conchos en el estado de Coahuila en el que 65 mineros fueron sepultados
vivos,
el dirigente del “sindicato” charro, Napoleón Gómez
Urrutia, presionado por los
familiares de los sobrevivientes, acusó de “homicidio
industrial” a la empresa
operadora de la mina, el Grupo México. Gómez Urrutia es
un economista que
heredó la dirección del Sindicato Nacional de
Trabajadores Minero Metalúrgicos
de la República Mexicana (SNTMMRM) de su padre, Napoleón
Gómez Sada, y que fue
nombrado como jefazo del sindicato por la Secretaría del Trabajo
en 2001. Sin
embargo, el gobierno de Fox, estrechamente vinculado a los patrones
mineros, no
podía tolerar ninguna crítica de su jefe “sindical”
títere, de modo que echó a Napito
para sustituirlo con otro fantoche más obediente, Elías
Morales. Esto
desencadenó una huelga nacional en la que participaron varios
cientos de miles
de mineros y metalúrgicos. El SNTMMRM no es un defensor
de los obreros. Junto con los patrones y el gobierno, es corresponsable
de la
muerte de los mineros de Pasta de Conchos, pues firmó
rutinariamente los
informes de los inspectores de seguridad en estas minas tristemente
célebres
por su inseguridad. Parientes de los mineros muertos dijeron a
reporteros que
el sindicato y la compañía “son lo mismo”. Gómez
Urrutia, instalado como
secretario del sindicato por el gobierno, es un instrumento de los
patrones al
igual que Morales, su sustituto también instalado por el
gobierno como
secretario del sindicato. No obstante, todos los obreros con conciencia
de
clase se habrían opuesto a este intento por parte del estado
capitalista de
designar y remover dirigentes de algo que denominan sindicato. El Grupo
Internacionalista defendió las huelgas de los mineros e hizo un
llamado urgente
a los trabajadores de otros sectores clave de lanzar una huelga
nacional contra
toda interferencia gubernamental y por la independencia de clase con
respecto a
los patrones. Al mismo tiempo, el GI se pronunció por la
formación de comités
obreros independientes para romper la camisa de fuerza corporativista y
forjar
sindicatos clasistas (ver “Asesinato capitalista en Pasta de Conchos”, El
Internacionalista/Edición México, No. 2). El jefe del SNTMMRM
ordenó que
se pusiera fin a las huelgas después de un par de días,
dejando que algunos de
los locales más combativos (SICARTSA en Michoacán,
Cananea, Agua Prieta y
Nacozari en Sonora, Sombrerete en Zacatecas) continuaran por su cuenta.
En la
época del Gómez padre, las huelgas en estos mismos
locales fueron repetidamente
saboteadas por el “sindicato” nacional. Ahora el GEM declara:
“¡el GI ni
siquiera defendió al sindicato minero ante el ataque estatal!
Acorde con su
adaptación perredista, este grupo sostiene que los sindicatos
afiliados al PRI
– como el sindicato minero – no son organizaciones obreras sino ‘el
enemigo
de clase’ (El Internacionalista/Edición México
No. 1, mayo de
2001)”. El artículo de Espartaco llega a afirmar que
esto “también
atañería al SNTE y su sección 22 en Oaxaca”. De
manera conveniente, no menciona
el hecho de que los maestros de Oaxaca han estado en una lucha
permanente desde
hace años contra el SNTE nacional; que éste se ha opuesto
enfáticamente a la
huelga de los maestros oaxaqueños; que financia a un grupo (el
CCL) que está
esquiroleando y que ahora apoya el envío de la policía
federal y el ejército
para reprimir a los huelguistas. Es interesante que el CCL sea dirigido
por
prominentes dirigentes del PRD oaxaqueño, cuyos dirigentes
también se han
pronunciado por el envió de fuerzas federales para aplastar la
huelga. ....se vuelven apologistas de los
escuadrones de la muerte La quiebra del sistema
corporativista del PRI es lo que está detrás de la
explosiva lucha de los
maestros oaxaqueños. La presidenta del “sindicato” nacional, el
SNTE, Elba
Esther Gordillo, fue nombrada para su puesto por el Secretario de
Gobernación
durante una reunión en Bucareli a altas horas de la noche,
después de que su
predecesor (Carlos Jonguitud, también un esbirro priísta)
hubiera sido
“renunciado” unas horas antes tras reunirse con el presidente Carlos
Salinas de
Gortari. Gordillo y Jonguitud son responsables entre los dos del
asesinato de
más de 150 maestros disidentes del SNTE. Después de ser
secretaria del CEN del
PRI, con el eclipse del poder priísta, Gordillo
transfirió su lealtad
institucional al régimen de Fox, formando un nuevo “partido”, el
PANAL (Partido
Nueva Alianza), para apoyar la candidatura de Calderón. La
sección XXII, por otra
parte, es un componente fundamental de la CNTE (Coordinadora Nacional
de
Trabajadores de la Educación), agrupación sindical que
resultó de una rebelión
de maestros de Oaxaca y Chiapas de hace un cuarto de siglo. En muchos
sentidos,
la CNTE y la sección XXII funcionan como un sindicato distinto,
convocando
huelgas estatales y movilizaciones nacionales de hasta medio
millón de maestros.
Estas movilizaciones se dirigen fundamentalmente contra el SNTE y la
Secretaría
de Educación Pública, donde la jefa Gordillo y
Cía. generalmente seleccionan
personal y fijan política. En la actual huelga de Oaxaca, se
puede ver toda una
serie de caricaturas realizadas por los profesores en las que se
arremete
contra el “sindicato” nacional. En una se representa al SNTE y los
gobiernos
federal y estatal con una serpiente cuya cabeza es Gordillo (EEGM), en
tanto
que la sección XXII y la CNTE están representadas por una
maestro que rema
contra la corriente mientras emprende a machetazos contra unos buitres
(como
los esquiroles del CCL) empollados por la dirección del SNTE. “Defender” al SNTE y a otros “sindicatos” charros, como hace el GEM, equivale a defender el esquirolaje y, peor aún, el asesinato de los huelguistas. Como explicó un militante del Grupo Internacionalista a la membresía del GEM que asistió a nuestro foro el 19 de agosto en el Museo León Trotsky, el principal “sindicato” corporativista presente en la ciudad de Oaxaca es la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos; la palabra “Revolucionaria” en el nombre de esta central “sindical” se refiere a su filiación priísta). La CROC se formó hace varias décadas para proveer una fachada más combativa ante el creciente descrédito de la CTM. Ahora, sin embargo, se encuentra a la deriva: se alió con el PRD cuando parecía que AMLO iba a ganar la presidencia; apoyó al PAN después de que Calderón fue declarado triunfador, y actúa como instrumento de los gobernadores priístas en varios estados. En Oaxaca la CROC es un componente fundamental del aún intacto régimen priísta, que ha gobernado al estado de manera ininterrumpida a lo largo de tres cuartas partes del siglo. A instancias del gobernador priísta Ulises Ruiz, la CROC estalló una “huelga” en diciembre de 2004 contra el diario Noticias, el único medio local que se opone a Ruiz y que apoya a los maestros. Aunque los “huelguistas” ni siquiera trabajaban en el periódico, el gobierno reconoció la huelga y desde entonces un campamento con matones de la CROC ha mantenido clausuradas las oficinas del diario. Los matones de la CROC han
representado una amenaza constante, y recientemente lanzaron
escuadrones de la
muerte contra los maestros en huelga. La noche del 21 al 22 de agosto,
después
de que la procuradora estatal de Oaxaca acusó a los maestros
huelguistas de ser
una “guerrilla urbana”, la policía lanzó un operativo
para la “limpieza de
vialidades”. Este operativo incluyó una caravana de varios
cientos de hombres
armados en 34 vehículos, que recorrieron la ciudad disparando
salvajemente
contra las barricadas y campamentos de los huelguistas. Dos maestros
resultaron
con graves quemaduras después de que los matones prendieron
fuego a su vehículo,
en tanto que fotógrafos recibieron varios disparos.
Además, el arquitecto
Lorenzo San Pablo Cervantes fue asesinado a tiros. La CROC jugó
un papel activo
e integral en esta “caravana de la muerte”. La Jornada (23 de
agosto),
reportó: “Se sumaron a la operación ‘de limpieza’ varios camiones de volteo llenos de golpeadores y pistoleros de la CROC, cuyo líder es David Aguilar; transitaban a muy alta velocidad, amenazadoramente.... La gente se dio a la tarea de cerrarles el paso con nuevas barricadas y los aisló.” Noticias (23 de agosto) también
señaló la presencia de la CROC: “A la agresión de las
agentes de las diferentes corporaciones, se sumaron porros a bordo de
volteos y camionetas, encabezados por miembros de la CROC. Arriba: pistoleros de la CROC, central “sindical” corporativista, participaron en la “caravana de la muerte” que recorrió las calles de Oaxaca a finales de agosto, disparando contra huelguistas en las barricadas y a uno de ellos. Abajo: los huelguistas montaron barricadas para detener a los escuadrones de la muerte de la policía y la CROC. (Fotos: Jorge Luis Plata/Reforma) Y no se trata solamente de la
CROC. Durante un paro patronal convocado
para el 28 de septiembre por la COPARMEX local, hubo planes para llevar
a cabo
provocaciones que pudieran servir como pretexto para una
intervención del
ejército y la policía. La Jornada (29 de
septiembre) obtuvo detallados
planes para el operativo, que incluían lo siguiente: “Cuatro grupos de
priístas
afiliados a la CROC y a la CTM, así como policías y
empleados municipales,
estarían listos para asaltar comercios y transeúntes,
secuestrar y quemar
vehículos, agredir a la población y a los medios de
comunicación, haciéndose
pasar por miembros de la APPO.” La única razón por
la que este operativo no se llevó a cabo es que el
paro patronal fracasó por completo, con apenas el 10 por ciento
de los
establecimientos cerrados. Así, cuando insistimos en
que
las mal llamadas federaciones “sindicales” corporativistas no son
centrales
obreras sino policías laborales al servicio de los patrones y el
gobierno
capitalista, no se trata de una cuestión abstracta. Literalmente
estas
organizaciones están al otro lado de las barricadas, disparando
contra los
huelguistas, rociándolos con gasolina para quemarlos vivos,
organizando el
esquirolaje e intentando por todos los medios posibles romper la
huelga. Esto
es lo que el GEM defiende y justifica cuando dice que “defiende
sindicatos”
como el SNTE y los afiliados de la CTM y la CROC. Durante la breve
visita del
GEM a Oaxaca en el marco del congreso estudiantil a principios de
septiembre,
les ofrecimos llevarlos al plantón de la CROC para que pudieran
vender su
periódico a los “sindicalistas” ahí reunidos. Nuestra
oferta fue rechazada. El GEM se pone a la cola del frente
popular El tercer componente de la
raída polémica del GEM y la LCI contra el Grupo
Internacionalista y la Liga por
la IV Internacional consiste en su acusación de que
supuestamente renunciamos
“a la perspectiva de la revolución permanente”. Ya habían
intentado acusarnos
de lo mismo, cuando en 1997 usaron como prueba el hecho de que
insistimos en
que México es un país capitalista y no uno “semifeudal” o
con “resabios
feudales” o “elementos la herencia feudal española” como el
“peonaje feudal”,
como sostenía el GEM. Señalamos que afirmar esto no
sólo es falso, sino que es
precisamente la línea que los estalinistas utilizaron para
justificar su
llamado a favor de una revolución democrático-burguesa en
América Latina. El
GEM y la LCI siguieron repitiendo esta mentira reformista a lo largo de
más de
un año, hasta que a su principal dirigente se le ocurrió
que hablar de resabios
precapitalistas en México era un “error”, y hasta antimarxista
(ver The
Internationalist No. 5). Ni modo. Ahora el GEM quiere resucitar
su fracasada acusación, pero esta vez con la
justificación de que supuestamente
nos negamos a luchar por los derechos democráticos: “El GI rechaza
la
lucha por la defensa de los derechos democráticos, renunciando
así a la
revolución permanente” (Espartaco No. 26, septiembre de
2006).
¿Exactamente qué “luchas democráticas” y
qué “aspiraciones democráticas” de las
masas son las que el GEM y la LCI nos acusan de rechazar? ¿Las
masivas
manifestaciones y el plantón montado por el PRD para protestar
contra el fraude
electoral? Sin embargo, en su volante el GEM dice que “no apoyamos esta
campaña
del PRD”. En lo que respecta al Grupo Internacionalista y la LIVI,
dijimos en
nuestro artículo “Elecciones burguesas y sangre obrera” (El
Internacionalista/Edición México No. 2, agosto de
2006): “¿Hubo fraude en estas
elecciones? ¿Pero es que podía no haberlo?... El
fraude en México no es una
anomalía, sino una parte integral del proceso electoral. Y
esto no sólo
ocurre en México.... Como marxistas, no damos el menor apoyo
político a ninguno
de los partidos capitalistas en competencia, sino que luchamos por
doquier para
organizar partidos obreros revolucionarios.... “Particularmente, en una
lección con resultados tan cerrados como ésta, donde hay
una cantidad de
elementos que mueven a sospecha, apoyamos la demanda de un recuento
voto por
voto en cada casilla –y no por el engañoso tribunal electoral,
sino a la luz
del día ante la población. Sin embargo, y aunque la mayor
parte de la izquierda
se ha subido con entusiasmo al expreso de López Obrador,
abandonando sus
críticas previas al candidato perredista y llamando en cambio a
‘defender el
voto’, el Grupo Internacionalista advierte que las actuales
manifestaciones
masivas convocadas por López Obrador son, de hecho, actos
políticos a
favor de su Coalición por el Bien de Todos.... “Pero si la lucha trasciende
el ámbito del circo electoral, si el estado capitalista proclama
a un ganador
por medio de un fraude masivo, imponiendo al candidato de un
régimen que sólo
puede mantenerse en el poder mediante la represión de mano dura,
si en lugar de
las gigantescas pejemarchas hay
protestas masivas en contra de acciones
que apunten en la dirección de una dictadura militar
policíaca, los
revolucionarios proletarios deben convocar una movilización
proletaria en contra de la amenaza bonapartista.” Ante los repetidos ataques
policíacos y
militares, seguimos llamando a romper con el frente popular de AMLO y a
construir un partido obrero revolucionario, así como a lanzar
una “huelga
nacional contra el gobierno asesino” y a formar comités de
defensa obrera
independientes de todos los partidos y políticos burgueses. La
acusación del
GEM y la LCI en el sentido de que el GI y la LIVI “rechaza[n] la lucha
por los
derechos democráticos” se cae por su propio peso. Después
de citar trozos de nuestro artículo, Espartaco anuncia: “El punto es que la
lucha en defensa de los derechos
democráticos de la población no se contrapone a la defensa de la clase obrera
contra una amenaza bonapartista; en
realidad, son una y la misma cosa”. Esta fórmula tiene
algunas ambigüedades de no poco peso.
Ciertamente, para los revolucionarios proletarios la lucha de clases
contra una
amenaza bonapartista incluye la lucha en defensa de los derechos
democráticos.
Sin embargo, los liberales burgueses y los oportunistas
pequeñoburgueses buscan
con frecuencia ganar apoyo a favor de frentes populares de
colaboración de
clases al presentar la lucha en términos de la defensa de
derechos
democráticos. Al luchar contra una amenaza golpista o un golpe
en curso, los
comunistas no se limitan a defender los derechos democráticos,
sino que por el
contrario buscan encaminar la lucha hacia la revolución obrera. De
hecho, hemos sido bien claros con respecto a cuándo y
cómo “los revolucionarios
proletarios intervendrían al lado de las masas trabajadoras que
luchan por
defender los derechos democráticos”. Y no es algo meramente
hipotético, pues
citamos nuestro llamado a los obreros haitianos para movilizarse en
febrero
pasado: “Ante
el enfrentamiento abierto en las calles en torno al intento por parte
de
reaccionarios derechistas de robar las elecciones, los marxistas
revolucionarios nos ponemos al lado de la gran masa de haitianos negros
pobres
y en contra de las fuerzas de ocupación de las Naciones Unidas y
la policía
haitiana que se encuentran al otro lado de las barricadas; al mismo
tiempo, no
damos ningún apoyo político a Préval ni a [su
mentor, el ex presidente Jean
Bertrand] Aristide.... Los trotskistas nos opusimos a votar por ‘Preval
prezidan’, lo mismo que por cualquiera otro de los candidatos
burgueses, y hoy
llamamos a formar comités de obreros y de pobres para expropiar
a la burguesía
y expulsar a las tropas mercenarias de la ONU que mantienen la
ocupación de
Haití.” —“Intentona
de robo electoral en Haití” (The
Internationalist
n° 23, abril-mayo de 2006) El
GEM y la LCI escriben que “Si López Obrador ganó la
elección, los comunistas
defendemos su derecho democrático a asumir el cargo”. ¿Es
que AMLO ganó las
elecciones, sí o no? ¿Defienden su “derecho
democrático a asumir el cargo”?
¿Cómo y cuándo defenderían dicho derecho?
¿Con masivas movilizaciones en las
calles de la capital como las que hemos presenciado recientemente? No
lo dicen.
El Grupo Internacionalista y la LIVI han dicho claramente que si la
lucha sale
del plano electoral y desemboca en batallas de clase en las calles, los
revolucionarios pelearían del lado de las masas que están
a favor de AMLO en
contra del intento de imponer un gobierno por medios militares, en
tanto que seguimos llamando por un “gobierno obrero y
campesino”, no por un gobierno de López Obrador. Para
los centristas del GEM, lo mismo que para todos los oportunistas, la
lucha
contra el bonapartismo tiene un carácter democrático
(burgués), en lugar de
integrarse a la lucha revolucionaria (proletaria). Espartaco cita un artículo de
Lenin escrito en 1916 contra Yu. Piatakov (P.
Kievski) sobre la necesidad de que el proletariado “se eduque en la
lucha por
la democracia”. Muy bien. Lo que no citan, sin embargo, es lo que Lenin
escribe
en el mismo artículo: “La solución marxista del problema
de la democracia
consiste en que el proletariado, que libra su lucha de clase, utilice todas
las instituciones y aspiraciones democráticas en contra de la
burguesía a fin
de preparar el triunfo del proletariado sobre la burguesía y
derrocarla”. Citan
una vez más a Lenin sobre el bloque militar de los bolcheviques
con el
demócrata pequeñoburgués Kerensky de agosto de
1917 en contra del general
zarista Kornilov. No se trataba en ese entonces de una disputa
parlamentaria ni
de una manifestación política, como las del México
actual, sino de una batalla
en las trincheras en contra de una intentona golpista. Curiosamente, no
citan
las siguientes palabras de Lenin: “Nosotros
no debemos apoyar al gobierno de Kerensky ni
siquiera ahora.
Sería una falta de principios. Se nos
preguntará: ¿no hay que luchar contra Kornilov?
¡Por cierto que sí! Pero no es
lo mismo; hay un límite... “Vamos
a combatir y estamos combatiendo a Kornilov, como
lo hacen las tropas de Kerensky, pero nosotros no
apoyamos a Kerensky.” En
un artículo sobre la Guerra Civil Española, Trotsky
también distinguió con
completa claridad entre cualquier tipo de apoyo político a los
“demócratas”
burgueses y la lucha militar contra los fascistas y el golpe militar
franquista
cuando la lucha pasó del ámbito parlamentario al plano de
la guerra civil: “Sin
embargo, y siempre, allí donde los obreros revolucionarios no
son, por el
momento, suficientemente fuertes para derrocar al régimen
burgués, defienden
contra el fascismo incluso a la democracia burguesa corrompida, pero
sobre todo
defienden sus propias posiciones en el seno de la democracia burguesa. “Los
obreros no defienden la democracia burguesa con los métodos de
la democracia
burguesa (Frente Popular, bloques electorales, coaliciones
gubernamentales,
etc.), sino utilizando sus propios métodos, es decir, los
métodos de la lucha
revolucionaria de clases. Así es como participando en la lucha
militar contra
el fascismo continúan defendiendo sus propias organizaciones,
sus derechos y
sus intereses contra el gobierno democrático burgués.” —León
Trotsky, “Respuesta a cuestiones concernientes a la situación
española”
(septiembre de 1937). Los
trotskistas no lucharon en España con el propósito de
restablecer en los
puestos a los que fueron elegidos a los políticos republicanos
burgueses como
Azaña y Companys. Por el contrario, lucharon en las trincheras
junto con los
soldados republicanos en contra de los franquistas – y contra la
represión
lanzada por los estalinistas y los burgueses republicanos – por el
objetivo de
la revolución obrera: el establecimiento de la dictadura del
proletariado. La
situación actual en México evoca en muchos aspectos la
batalla del año pasado
en contra del intento del gobierno foxista de despojar a AMLO del fuero
que le
confería su cargo ejecutivo como jefe de gobierno de la Ciudad
de México. En
esa época, el GEM se sumó a las masivas manifestaciones
pro perredistas con un
volante que llevaba como título “¡Abajo el desafuero de
López Obrador!” Ahí el
GEM describía el ataque contra AMLO como un “golpe contra los
derechos
democráticos de la población”, pretendiendo que la
eliminación de su inmunidad
contra cualquier acción legal en su contra debida a acciones
como jefe de gobierno
del DF equivaliera a una prohibición para contender en las
elecciones
presidenciales. Insistimos en que, por el contrario la inmunidad de los
gobernantes que ostentan cargos ejecutivos en gobiernos capitalistas no
es un
derecho democrático, que López Obrador aún no era
candidato del PRD y que su
desafuero no impediría ipso facto que AMLO compitiera en las
elecciones. Escribimos en ese momento: “[E]l
Grupo Internacionalista alerta que la amenaza de una futura
prohibición
antidemocrática está siendo utilizada, con apreciable
éxito por lo demás, para
recabar simpatías y apoyo político para López
Obrador y el PRD, partido
nacionalista burgués.... Al mismo tiempo que defendemos el
elemental derecho
democrático de que cualquier partido político se presente
en las elecciones con
los candidatos que decida (incluso si se trata de los grandes partidos
capitalistas), señalamos que los obreros, campesinos y
demás sectores
explotados y oprimidos no deben dejarse confundir por las maniobras
electoreras, ni depositar ninguna confianza en ningún bando
burgués.... Por
ahora, a 14 meses de las elecciones, se trata de un prefraude que se
prepara
contra un precandidato ene el período preelectoral y que sirve
de pretexto para
inflar al frente popular. En caso de que Fox y el PRI
se atrevan a realizar su locura – imponer una prohibición contra
el político
que es de lejos el más popular de los precandidatos en las
encuestas de opinión
pública – entonces defenderíamos el derecho de
López Obrador a presentarse como
candidato presidencial, en el marco del empeño en desenmascarar
su candidatura
y las de los demás partidos capitalistas.” Se ve, se siente...
He aquí está la presión política a la que
el GEM ha sucumbido: cientos de miles
de
simpatizantes del PRD llenaron el Zócalo de la Ciudad de México en abril de 2005 para protestar contra el desafuero de AMLO. El GEM se sumó a estas manifestaciones con un volante que llevaba por encabezado “¡Abajo el desafuero de López Obrador!” El Grupo Internacionalista dijo que dichas manifestaciones representaban movilizaciones políticas en apoyo a López Obrador, no en defensa de derechos democráticos. AMLO fue despojado de su fuero, pero aún así contendió en las elecciones presidenciales. (Fotos: María Luisa Severiano y María Meléndez Parada/La Jornada) ¿“Rechazó” el GI “la lucha por la defensa de los derechos
democráticos”? Para nada. Dijimos que defendíamos el
derecho de cualquier
partido a presentar al candidato que quisiera, pero que no era eso lo
que en
ese momento estaba pasando. Señalamos que el fuero ejecutivo es
una garantía
antidemocrática de impunidad para los gobernantes capitalistas,
utilizada por
los autores de las masacres de 1968 y 1971, y que difiere sensiblemente
del
fuero legislativo, que protege a los legisladores de acciones
arbitrarios de
dichos gobernantes. El GEM responde diciendo: “Nosotros no tomamos
posición
sobre tales preceptos de la legislación burguesa en abstracto,
sino sobre la
base de los intereses de la clase obrera en cada caso concreto”.
En otras palabras, ellos no actúan sobre la base de principios,
sino de cálculo
político. Lo que ven como los “intereses de la clase obrera” es
que una gran
cantidad de trabajadores apoyaban a AMLO como su candidato. Así,
el GEM dio a
AMLO un apoyo disfrazado de defensa de sus derechos democráticos. En cualquier caso, el
veredicto de todo este episodio es clarísimo: López
Obrador perdió su fuero, y
sin embargo contendió como candidato a la presidencia en las
elecciones del 2
de julio. Caso cerrado. Retaguardia del frente popular o vanguardia del proletariado A lo largo de los últimos
años, como reacción a la destrucción
contrarrevolucionaria de la Unión
Soviética, la SL/US y los demás componentes de la LCI han
dado un acusado
viraje a la derecha, renunciando a toda una serie de posiciones
centrales del
programa trotskista. Un importante aspecto de estas revisiones es que
han
tenido lugar precisamente en el momento en que la cosa se pone caliente. Un precepto fundamental del
leninismo es que en una guerra imperialista los revolucionarios deben
estar por
la derrota de “su propia” burguesía imperialista. En Estados
Unidos, la SL
llamó durante años y de manera muy prominente durante la
Guerra del Golfo
Pérsico de 1990-1991 por “¡Derrotar al imperialismo
norteamericano!”. Sin
embargo, en medio de la histeria bélica “antiterrorista” azuzada
por el
gobierno tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra el World
Trade
Center y el Pentágono, la SL y la LCI abandonaron el llamado por
la derrota de
“su propia” burguesía imperialista. Es más, en medio de
este ambiente, lanzaron
una siniestra calumnia contra el Grupo Internacionalista,
acusándolo de
“antiamericanismo” – literalmente, de “jugar la falsa carta del
antiamericanismo” – y de claudicar ante el fundamentalismo
islámico debido a
que sostenemos el programa leninista del derrotismo revolucionario con
respecto
a las potencias imperialistas que libran guerras coloniales. De manera similar, desde la
guerra de Vietnam, la SL lanzó llamados regulares a favor del
boicot de
transporte (hot cargo) de material bélico durante guerras
imperialistas.
La SL siguió haciéndolo hasta septiembre de 2002, justo
cuando la maquinaria de
guerra del Pentágono estaba enviando grandes cantidades de
material bélico
hacia Medio Oriente a través de los puertos de la Costa Oeste de
Estados
Unidos. Sin embargo, en el instante mismo en que el gobierno
norteamericano
estampó una orden judicial basada en la ley Taft-Hartley contra
los
trabajadores portuarios afiliados al ILWU, alegando que un paro
podría afectar
sus operaciones bélicas, la SL abandonó abruptamente el
llamado a favor de
hacer hot cargo contra el material bélico.
Después de mucho ir y venir y
de acusar al Internationalist Group de lanzar “fraseología
archirrrevolucionaria”, la SL admitió que había
abandonado este llamado a favor
de acción obrera contra la guerra, como habían hecho
antes con el llamado a
favor de huelgas obreras contra la guerra, con el pretexto de que la
conciencia
de los obreros es muy atrasada. En México hemos
señalado que
el GEM había llamado desde su fundación en 1990 por
romper con el frente
popular en torno al PRD. Sin embargo, después de expulsar a
cuadros juveniles a
finales de 1996 que más tarde fundaron el Grupo
Internacionalista, el GEM
declaró súbitamente en mayo de 1997 que no había
ningún frente popular en
México. No fue una coincidencia que este descubrimiento
ocurriera en el momento
mismo en que el PRD estaba a punto de ganar las elecciones al gobierno
del
Distrito Federal. El GI publicó entonces una carta abierta al
GEM titulada
“Para combatir al frente popular hay que entender que sí
existe”. En medio de
la ola de apoyo popular a favor del PRD, el GEM no quiso luchar por que
las
organizaciones obreras rompieran con el frente popular. El año
pasado, en
respuesta el enorme apoyo a favor del precandidato presidencial
López Obrador
en el medio de la pequeña burguesía “fresa” hacia el cual
se orienta, el GEM
enganchó su vagón al tren del frente popular en nombre de
la “defensa de los
derechos democráticos” cuando ningún derecho
democrático estaba bajo ataque.
¿De qué lado están? El GEM llama a “defender” al SNTE, en tanto que los maestros oaxaqueños de la sección XXII del SNTE/CNTE están luchando contra el charro (corporativista) SNTE, que se opone a la huelga. Abajo: las bases votan a favor de mantener la huelga, 27 de septiembre. (Fotos: Guillermo Ogam/Notimex y Marco Ugarte/AP) Hoy en día, el tema del
sindicalismo corporativista es de vital importancia. El monolito del
PRI-gobierno se ha resquebrajado: quienes ahora ocupan el poder son
unos
derechistas clericales y los burócratas charros que formaban
parte del viejo
engranaje corporativista de control estatal sobre el movimiento obrero
dan un
bandazo tras otro. Algunos (como la “dirigente moral” del SNTE, Elba
Esther
Gordillo) han unido su suerte a la del PAN de Fox y Calderón;
otros (como el
jefe dinástico del SNTMMRM, Gómez Urrutia) han lanzado
tímidas críticas contra
los patrones; algunos más (como Vega Galina del SNTSS) se han
pasado del lado
el PRD. Al mismo tiempo, el nuevo jefe de la CTM es Joaquín
Gamboa Pascoe, que
no es un viejo jefe charro del montón, sino que encabezó
la banda de pistoleros
que a órdenes del eterno jefe cetemista Fidel Velázquez
intentó aplastar al
combativo sindicato de la refresquera Pascual, asesinando a varios
militantes
sindicales. El Congreso del Trabajo, organismo que reúne y
coordina a las
diversas centrales corporativistas tiene por jefe a Víctor
Flores, quien
encabezó la destrucción de su propio “sindicato” y
garantizó el despido de
decenas de miles de ferrocarrileros, volviéndose
increíblemente rico en el
proceso de privatización de los ferrocarriles nacionalizados. En medio de esta agitada
situación, los mineros y siderúrgicos se fueron a huelga
contra la intervención
gubernamental. El jefe del “sindicato” corporativista los envió
de vuelta al
trabajo en menos de tres días, dejando que los locales
más combativos
continuaran la huelga durante meses. La huelga de Cananea
terminó en derrota,
la de SICARTSA en victoria, pero no gracias al SNTMMRM, que no
levantó un dedo
para ayudar a los trabajadores de esta siderúrgica en
Michoacán. Los maestros
de Oaxaca emprendieron más tarde una combativa huelga que se
transformó en una
revuelta generalizada de los pobres, indígenas y trabajadores de
todo el
estado. Ahora es tiempo de librar una agresiva campaña para
derrumbar
definitivamente el edificio corporativista y construir genuinos
sindicatos
clasistas, como el Grupo Internacionalista ha planteado insistentemente. En estas circunstancias,
¿qué
hace el GEM? Al quejarse de que el GI ha “dedicado páginas y
páginas a dos
columnas a documentar las traiciones de las burocracias presentes y
pasadas del
sindicato minero” (ninguna de las cuales niega), el GEM “defiende” al
SNTMMRM
sin una sola crítica al jefe charro impuesto por el gobierno,
Gómez Urrutia.
Así, aunque ridiculiza el llamado del GI a favor de una huelga
nacional en
contra del gobierno asesino, la única acción por la que
el GEM ha de hecho
abogado, fue el falso “paro nacional” convocado para el 28 de junio por
los
jerarcas de la CTM y el CT sólo para cancelarlo, como ocurre
siempre, aduciendo
que el momento (justo antes de las elecciones del 2 de julio) no era
“oportuno”. Entonces, los seudotrotskistas
del GEM denuncian al GI por afirmar que el SNTE es un instrumento del
enemigo
de clase para controlar a los trabajadores precisamente en el momento
en que
este aparato está haciendo lo imposible para aplastar la huelga
de los maestros
oaxaqueños, mientras que los matones de la CTM y la CROC
asesinan huelguistas.
Estos “socialistas cetemistas” están ofreciendo en los hechos
apologías de los
escuadrones de la muerte. Cuando los hemos cuestionado
sobre esto, los cuadros del GEM y la LCI han respondido que (a) Stalin
mató a
muchísimos comunistas, pero que eso no significa que la
Unión Soviética dejara
de ser un estado obrero; y que (b) los “sindicalistas” de la CROC que
han
disparado contra los huelguistas en Oaxaca ¡tienen una
“conciencia
capitalista”! No es broma. Tienen, por supuesto, una “conciencia
capitalista”
porque forman parte del puño armado de la burguesía, lo
mismo que los policías
con los que patrullaban Oaxaca en la “caravana de la muerte”. Y sí, en efecto, Stalin
asesinó a varios millones de comunistas, pero la URSS
seguía siendo un estado
obrero burocráticamente degenerado porque estaba asentada sobre
la base
económica proletaria de la propiedad colectivizada. La CTM, el
CT, el SNTE, en
cambio, están asentados en el estado capitalista, que les provee
la mayor parte
de sus finanzas, mientras impone y depone a sus dirigentes como se le
antoja,
enviando a sus escuadrones de matones a romper huelgas a punta de
pistola. Al hacer una analogía
entre la
Unión Soviética y los sindicatos obreros, Trotsky
escribió acerca de los falsos
dirigentes de la American Federation of Labor (AFL) a finales de los
años 30,
contrastando a los dirigentes vendidos que entregan huelgas, con los
esquiroles
que rompen huelgas: “El carácter de clase del
estado está determinado por su relación con las formas de
propiedad de los
medios de producción. El carácter de una
organización obrera, como un
sindicato, está determinado por su relación con la
distribución de la renta
nacional. El hecho de que Green [jefe de la AFL] y Cía.
defiendan la propiedad
privada de los medios de producción los caracteriza como
burgueses. Si además
estos caballeros defendieran los ingresos de los burgueses de los
ataques de
los trabajadores, dirigieran una lucha contra las huelgas, contra el
alza de
salarios, contra la ayuda a los desempleados; entonces
tendríamos una
organización de esquiroles y no un sindicato. Sin embargo, Green
y Cía., con el
fin de no perder su base, deben, dentro de ciertos límites,
dirigir la lucha de
los trabajadores por un aumento – o por lo menos contra una
disminución – de su
parte en la renta nacional.” —León Trotsky, “¿Ni un estado obrero ni un estado
burgués?”
(noviembre de 1937) Esquirolaje de la CTM: en abril de 1994, trabajadoras de la planta SONY (Magnéticos de México) en Nuevo Laredo, Tamaulipas, se fueron a huelga por la democracia sindical. Después de que el charro en jefe del “sindicato” de la CTM envió a la policía para golpear a las huelguistas, la CTM misma intentó romper la huelga introduciendo esquiroles en camiones. Trescientos huelguistas lo impidieron (ver foto). En esa época, cuando aún peleaban por el auténtico trotskismo, el GEM y la LCI escribió: “Es fundamental acabar con el dominio de los ‘sindicatos’ corporativistas de la CTM, que están directamente integrados al partido capitalista gobernante y a los complejos mecanismos de control estatal del sistema de ‘conciliación y arbitraje’... [E]l Grupo Espartaquista de México defiende el programa de elegir comités obreros independientes de los partidos burgueses, incluido el PRD de Cárdenas, para romper la camisa de fuerza corporativista de la CTM (que actúa como policía laboral del PRI) sobre la clase obrera (Workers Vanguard, 24 de febrero de 1995). Hoy, el GEM y la LCI, se han pasado al lado del revisionismo y sostienen que la CTM y otras centrales corporativistas son auténticos organismos sindicales. (Foto: Fred Chase/Impact Visuals) Pero, de hecho, la CTM, la
CROC, el CT, el SNTE y el resto de los aparatos laborales literalmente
dirigen
luchas contra las huelgas y las alzas salariales, además de que
organizan
esquiroles, asesinan a militantes sindicales y explotan el trabajo de
los
obreros contratados mientras sus dirigentes no sólo se
enriquecen mediante
corruptelas, sino que se convierten en genuinos capitalistas. En pocas
palabras, según el criterio de Trotsky y en virtud de un
análisis materialista
marxista, estos aparatos son literalmente “organizaciones de
esquiroles”, no
sindicatos obreros. El GEM repite de manera
grotesca su acusación de que el Grupo Internacionalista
“apoyó los planes de
Fox” al rehusarse a hacer causa común con las movilizaciones a
favor del PRD
del año pasado, como hizo el GEM con el pretexto de defender
derechos
democráticos. Conocemos muy bien esta calumnia. Se trata
exactamente de las
mismas acusaciones que fueron lanzadas por los estalinistas en contra
de los
trotskistas durante la Guerra Civil Española por rehusarse a dar
apoyo político
al los partidos republicanos burgueses. El GEM finge de manera absurda
que nada
contra la corriente puesto que mantiene una independencia meramente
verbal con
respecto al PRD, cuando en realidad se pone a su cola. Escribe lo
siguiente: “El 30 de junio, un
pequeño
equipo de espartaquistas distribuía su prensa trotskista en el
Hemiciclo a
Juárez, entre dos millones de férreos partidarios de
López Obrador. Cuando éste
empezó a hablar (a través de las ‘megapantallas’), uno de
los manifestantes,
subido a un poste gritó: ‘¡Cállense está
hablando el jefe!’ Siguió un silencio
casi absoluto, interrumpido sólo por los vivas tras su discurso.
Esto debería
dar una idea de lo que significa en realidad ‘nadar contra la
corriente’....” Esto ciertamente da una idea de
la presión política a la que el GEM
capitula, y que es bien real. Pero al distribuir volantes y vender
periódicos
que llevan como encabezado “Los ataques del PAN”, estos centristas no
están
nadando contra la corriente, sino que se dejan llevar por la marea del
frente
popular de AMLO. Mientras que el GEM se pone
acríticamente a la cola de los burócratas “sindicales”
corporativistas y
“defiende” al candidato presidencial del PRD contra una futura amenaza
contra
sus derechos democráticos y la SL acepta a regañadientes
respaldar una
manifestación en Nueva York para defender a los maestros de
Oaxaca, las secciones
de la Liga por la IV Internacional (el Grupo
Internacionalista/México, la Liga
Quarta-Internacionalista do Brasil y el Internationalist Group/U.S) han
luchado
activamente para organizar la solidaridad proletaria con los
trabajadores
mexicanos que se encuentra bajo el ataque de la represión
estatal. Al enfatizar
la necesidad de la revolución socialista internacional, el
portavoz del IG en
la manifestación del 21 de septiembre en Nueva York
señaló que este año se
cumplen los cien años de la huelga de los mineros de Cananea que
fue el
resultado de un esfuerzo conjunto de obreros revolucionarios mexicanos
y
norteamericanos. Así como la lucha de Cananea de 1906
sirvió como precursora de
la Revolución Mexicana de 1910-17, la huelga de 2006 en Oaxaca
puede ser una
chispa para la revolución obrera en ambos lados de la frontera.
La clave, hoy
como ayer, es la dirección revolucionaria. n
Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |
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