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octubre de 2006   
 
Retórica de “lucha contra la derecha”
y apologías de escuadrones de la muerte “sindicales”


GEM: furgón de cola del frente popular

La primera plana de Workers Vanguard (18 de septiembre), publicación de la Spartacist League/U.S., lleva como encabezado “Mexico in Turmoil” (México en agitación). Según se informa, el artículo ha sido “traducido y abreviado de Espartaco”, el periódico del Grupo Espartaquista de México (GEM). Entre las dos versiones hay, sin embargo, una diferencia significativa: el título del mismo artículo en Espartaco (septiembre de 2006) es “Los ataques del PAN contra los obreros y oprimidos y la lucha por la revolución socialista”. Se trata del Partido Acción Nacional, partido derechista clerical del presidente Vicente Fox. Éste fue también el título de un volante con el que el GEM anunció un foro en agosto en la Ciudad de México y que incluía como cintillo “Protestas masivas exigen recuento tras dudosa victoria electoral del PAN”.

“Los ataques del PAN...” ¿No falta algo aquí? En efecto: no se mencionan los ataques que contra la clase obrera y los oprimidos han lanzado el PRI (partido que gobernó México con mano dura por más de siete décadas y que aún controla varios gobiernos estatales) y el PRD (partido populista-nacionalista que frecuentemente se hace pasar como aliado de los trabajadores). Al citar exclusivamente los “ataques del PAN” y no los de los demás partidos capitalistas, el encabezado de Espartaco no es más que un burdo intento de congraciarse con los numerosos seguidores del PRD que han participado en manifestaciones masivas y que mantuvieron un plantón a lo largo de varias semanas en el centro del Distrito Federal en protesta contra un fraude electoral perpetrado contra su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, en beneficio del candidato panista Felipe Calderón.

Durante los últimos seis meses, la clase obrera mexicana ha sido el blanco de una serie de ataques asesinos a manos de las fuerzas de la “ley y el orden”. 20 de abril: huelguistas que ocupan la siderúrgica SICARTSA en Lázaro Cárdenas, Michoacán, son atacados por un millar de policías municipales, estatales y federales, así como por fusileros de marina; dos obreros fueron ejecutados. 4 de mayo: en Texcoco/Atenco, cerca de la Ciudad de México, 3,000 policías municipales, estatales y federales son enviados para desalojar a unos floricultores (¡!); dos jóvenes son asesinados. 14 de junio: maestros en huelga, que mantienen un plantón en la capital de Oaxaca, son atacados por una tropa de choque de 3,500 policías antimotines; a partir de entonces, cinco partidarios de la huelga han sido asesinados. La clase obrera mexicana se encuentra bajo ataque, es cierto; sin embargo, resumir estas masacres bajo la etiqueta común de que se trata de “ataques del PAN” es una abyecta distorsión y, a final de cuentas, una mentira.

A nivel político, lo que resulta más llamativo en esta serie de ataques es el hecho de que cada uno de ellos ha sido realizado por policías bajo las órdenes de los tres principales partidos capitalistas. El PAN, el PRI y el PRD compiten entre sí para mostrar cuál puede ser más duro en términos de “combate a la inseguridad”. El gobernador perredista de Michoacán envió a la policía bajo su mando a reprimir a los trabajadores siderúrgicos; el alcalde perredista de Texcoco envió a la policía municipal contra los floricultores y pidió la intervención de las policías estatal y federal. Es más, los diputados perredistas en la legislatura oaxaqueña aprobaron de antemano el ataque de la “fuerza pública” contra los maestros en huelga ordenado por el gobernador priísta Ulises Ruiz Ortiz. Sin embargo, al leer la prensa del GEM y la LCI uno prácticamente no se enteraría de esto. (De hecho, su último artículo ¡no menciona en lo absoluto el papel que jugó el PRD en la represión de los campesinos y pobladores de Atenco y sólo hay una referencia fugaz a su actuación en Michoacán!)

“Los ataques del PAN”... Como señaló una portavoz de la Liga por la IV Internacional en un foro del Grupo Internacionalista realizado el 19 de agosto, al que asistieron prácticamente todos los miembros del GEM, este encabezado es “un regalo”, pues exhibe la falsedad de las pretensiones trotskistas del GEM y deja su verdadera política al desnudo. Se trata de una clásica jugarreta oportunista mediante la que los que falsamente se ostentan como revolucionarios se pronuncian en contra de las fuerzas más abiertamente reaccionarias, para justificar su velado apoyo a favor de un partido capitalista supuestamente “progresista”. De manera similar, la izquierda oportunista en Estados Unidos se refiere a la invasión de Afganistán e Irak como la “guerra de Bush”, exculpando de esta manera al Partido Demócrata, que también apoya esta guerra imperialista. La divisa de esta estratagema es la de “luchar contra la derecha”, y es uno de los sellos característicos de los reformistas, ya sean de corte estalinista o socialdemócrata, que se quieren congraciar con las masas que siguen a un partido burgués que goza de fuerte apoyo popular, sin apoyarlo abiertamente.

En Estados Unidos, ante las elecciones legislativas intermedias, los mao-estalinistas del Revolutionary Communist Party (RCP) – por medio de su grupo de fachada, The World Can’t Wait (El mundo no puede esperar) – están organizando manifestaciones bajo la rúbrica de “Echar al gobierno de Bush”. Estas movilizaciones tienen como propósito explícito atraer a su órbita a “demócratas desilusionados”. Otra variación del mismo tema es una conferencia de la socialdemócrata International Socialist Organization (ISO) que lleva por nombre “Build the Left, Fight the Right” (Construye la izquierda, combate a la derecha). A pesar de las referencias “socialistas”, e incluso “comunistas”, en los nombres de sus organizadores, todos estos eventos se inscriben en las coordenadas izquierda-derecha de la política burguesa. Al enfocar sus ataques en la derecha republicana, estos reformistas apelan implícitamente (y con toda intención) a la “izquierda” demócrata. Lo mismo vale para la retórica de “Los ataques del PAN” en México.

¿“Los ataques del PAN”? En Lázaro Cárdenas, Michoacán, fuerzas policíacas bajo las órdenes de los gobiernos federal (panista), municipal (priísta) y estatal (perredista) participaron conjuntamente en el ataque contra los huelguistas que ocupaban la siderúrgica SICARTSA. Dos huelguistas fueron ejecutados. (Foto: Arnulfo Mora/Quadratin)

En Estados Unidos, el Partido Comunista hizo famoso este ardid en las elecciones presidenciales de 1936. En dicha ocasión, el PC presentó a su propio candidato, Earl Browder, para cubrir las apariencias; no obstante, instó de manera a penas velada a sus simpatizantes a que votaran a favor del candidato demócrata Franklin D. Roosvelt para supuestamente “combatir al bloque reaccionario [de la derecha republicana] y derrotar sus planes”. Sosteniendo que “se desarrollará un Frente Popular... en la forma de movimientos progresistas dentro y alrededor del Partido Demócrata”, el PC denunció los ataques de la derecha contra los trabajadores, pero guardó silencio con respecto a los ataques de Roosvelt.

Un frente popular es una coalición de colaboración de clases que encadena a las organizaciones de masas de la clase obrera a sectores del enemigo de clase por medio de una alianza con partidos y políticos burgueses. En los casos de la Guerra Civil Española de 1936-1939, el gobierno de la Unidad Popular chilena en 1970-1973 y otros muchos, los reformistas, tanto estalinistas como socialdemócratas, erigieron frentes populares como muros de contención para detener la lucha de los obreros hasta que llegara el turno de un Franco o un Pinochet para masacrarlos. A lo largo de prácticamente dos décadas, conforme se desmoronaba el régimen de partido único del PRI-gobierno, la clase dominante mexicana (y sus patrones imperialistas norteamericanos) han necesitado de un frente popular que impida una revolución. Hoy esa necesidad es más apremiante que nunca.

La LCI ha virado a la derecha desde hace algún tiempo, absteniéndose primero de participar en la lucha de clases para abandonar más tarde elementos programáticos fundamentales del leninismo y el trotskismo. Su disfuncional sección mexicana, bajo las órdenes de su centro, permaneció prácticamente al margen de la huelga de la UNAM de 1999-2000 y ha sido virtualmente invisible a lo largo de los más de cuatro meses de efervescencia sindical en Oaxaca. Pero al calor de las convulsivas batallas de clase que han sacudido a México en el último año, sus tortuosas fórmulas los han orillado, en el mejor de los casos, a imitar la clásica política frentepopulista. Para tratar de hacer encajar por la fuerza la situación actual de México en el marco de la política norteamericana, el GEM sostiene falsamente que los charros que dirigen los “sindicatos” corporativistas, nombrados a dedazo por el estado capitalista, no son más que un montón de burócratas sindicales vendidos al estilo de los Teamsters de Jimmy Hoffa. Esto los lleva a limpiarles la cara a los escuadrones de la muerte “sindicales” que literalmente están asesinando a los huelguistas.

El “fantasmagórico” frente popular

A finales de los años 70 y principios de los 80 se operó en México una “apertura” política mediante la cual el régimen priísta intentó disfrazar su dominio de partido único al ofrecer ciertas oportunidades a candidatos de oposición simbólicos. Desde entonces, el fraude electoral a gran escala ha sido el mecanismo fundamental mediante el que fuerzas derechistas han mantenido un control férreo del poder gubernamental. Es muy probable que a Cuauhtémoc Cárdenas le hayan robado el triunfo en las elecciones de 1988, cuando sospechosamente se “cayó” el sistema informático de conteo de votos. En esa época, varios grupos que se ostentaban como trotskistas y que no habían llamado abiertamente a votar a favor de Cárdenas, se subieron al tren electoral cardenista al llamar a “defender el voto”. El PRT, de los seguidores del fallecido Ernest Mandel, por ejemplo, se pronunció por “apoyar al pueblo en la defensa legal activa de su voto”.

Tras las recientes elecciones presidenciales del 2 de julio, hasta dos millones de personas salieron a la calle en respuesta al llamado del candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, para protestar en contra del fraude electoral. Durante seis semanas, los simpatizantes de AMLO mantuvieron un megaplantón en el Zócalo y a lo largo de varios kilómetros del elegante Paseo de la Reforma. Varios grupos seudotrotskistas como Militante (que dice ser el ala supuestamente “marxista” del PRD burgués) y lo que queda del PRT (cuyo principal dirigentellamó a votar por AMLO) se sumaron al plantón. Otros grupos, como la Liga de Unidad Socialista (LUS) y la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) que no llamaron formalmente a votar a favor de AMLO, se subieron rápidamente al expreso “antifraude”.

En su estela siguió el GEM. Al igual que la LUS y la LTS, no llamó a votar por el PRD. Sin embargo, a la vez que afirma débilmente que “no nos opondríamos a un recuento voto por voto”, mantiene una pudorosa hoja de parra para fingir independencia diciendo que “no nos sumamos a la actual campaña del PRD, cuyo objetivo es llevar al poder a López Obrador”. Al mismo tiempo, no obstante, para ganarse el favor de los seguidores de AMLO, Espartaco inclina la cerviz ante el PRD con su encabezado de “Los ataques del PAN...” Para justificar su capitulación, argumenta: “Las masas explotadas y oprimidas de México han mostrado que quieren luchar, pero en la actualidad ven al PRD burgués y AMLO como sus representantes”. Más adelante, lanzan una extensa polémica en contra del Grupo Internacionalista, diciendo: “El GI es incapaz de lidiar con el hecho de que los obreros ven al PRD burgués como su dirección”.

¿Cómo exactamente? Espartaco continúa: “Según ellos [el Grupo Internacionalista], el principal obstáculo en México a la revolución obrera [sic] es un fantasmagórico ‘frente popular’ en torno al PRD”. Es posible que el pequeño Grupo Espartaquista no “reconozca” al frente popular en México; sin embargo, precisamente por su deliberada negativa a aceptar la realidad, el GEM se ha visto arrastrado en la cauda de la alianza política que encadena a vastos sectores de la clase obrera a López Obrador, un político populista burgués, y su partido. En cambio, el Grupo Internacionalista lucha para que los obreros y oprimidos rompan con el frente popular en torno a AMLO.

En las elecciones de 1988 se conformó un frente popular en torno a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas para contener la pujante resistencia obrera contra los planes hambreadores y la política privatizadora que implementaban los gobiernos priístas siguiendo los dictados de Wall Street y la Casa Blanca. A lo largo de los años, este frente ha atado a diversos sindicatos “independientes” al PRD, que fue fundado por Cárdenas y sus simpatizantes provenientes del PRI, junto con una panoplia de organizaciones izquierdistas encabezadas por los remanentes del ahora extinto Partido Comunista de México. Este frente popular no se limitó al apoyo electoral, sino que también adoptó la forma de diversas coaliciones en contra de las privatizaciones, a favor del diálogo nacional, en contra del neoliberalismo, a favor de la transición democrática, etc. En cada una de sus encarnaciones, el frente popular ha incluido a los mismos sindicatos “independientes” y al Partido de la Revolución Democrática ahora encabezado por AMLO.

¿Que no hay un frente popular en México? En el megaplantón del PRD en la Ciudad de México hubo una fuerte presencia de los sindicatos “independientes” a lo largo de las seis semanas que duró. Manta del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS).
(Foto:
El Internacionalista)

Lejos de ser “fantasmagórico”, el frente popular en torno al PRD ha podido verse con claridad meridiana en las calles de la Ciudad de México en los últimos meses. En el mega plantón a lo largo de Reforma, había un campamento sindical tras otro: estaban el SNTSS (Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social), el STUNAM (Sindicato de Trabajadores de la UNAM), la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), el SUTIN (Sindicato de los Trabajadores de la Industria Nuclear), el sindicato de embotelladores, el de trabajadores del Distrito Federal, la Alianza Nacional de Petroleros Democráticos, los Sindicalistas por la Democracia, etc. En muchos casos, los logotipos sindicales aparecían junto al de la Coalición por el Bien de Todos, el vehículo electoral de AMLO (ver fotografías).

Por si esto no bastara, en el marco de la enorme Convención Nacional Democrática convocada por López Obrador para realizarse el 16 de septiembre en el Zócalo, se lanzó el Frente Amplio Progresista (FAP), que incluye al PRD y al PT (Partido del Trabajo, un partido burgués menor establecido por el PRI para ganar votos obreros que ahora está alineado con AMLO), con el apoyo del SME (electricistas), el STRM (telefonistas) y diversos sindicatos afiliados a federaciones sindicales como la UNT (Unión Nacional de Trabajadores), el FSM (Frente Sindical Mexicano) y el FNUAS (Frente Nacional por la Unidad y la Autonomía Sindical). El frente popular en torno al PRD no sólo está más que vivo, sino que es uno de los principales obstáculos para la victoria de la huelga de los maestros oaxaqueños, toda vez que los dirigentes del sindicato magisterial (la sección XXII del SNTE/CNTE) y de la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca (APPO) le han dado apoyo político “táctico” al PRD.

Más mantas sindicales en el megaplantón del PRD. Como puede verse, los logotipos sindicales aparecen junto al de la Coalición por el Bien de Todos que encabeza el PRD.
(Foto: El Internacionalista)

Durante casi una década después de 1988, desde su formación misma, el GEM llamó a los obreros a romper con el frente popular en torno a Cárdenas y el PRD. Hoy ya no lo hace. ¿A qué se debe el cambio? Espartaco sostiene: “El GI invoca la existencia de un frente popular en torno al PRD para embellecer la conciencia actual de la clase obrera, negando el obstáculo ideológico fundamental del nacionalismo burgués y las ilusiones en la reforma democrática del estado capitalista”. Según este retorcido razonamiento de la LCI, el llamar a los obreros a que rompan con un frente popular implica “embellecer” su conciencia porque éstos están tan obsesionados con el nacionalismo burgués y las ilusiones democráticas que no tiene la menor importancia que sus organizaciones de masas estén encadenadas a una coalición de colaboración de clases.

Y no nos olvidemos del catolicismo. Según Workers Vanguard y Espartaco, “sin duda la mayoría de quienes apoyan al PRD se identifican también, en mayor o menor grado, con algunos de los valores católicos reaccionarios impulsados prominentemente por el PAN”. ¿Sobre qué base es que estos supuestos expertos en sociología de la religión han determinado tal generalización? Ciertamente no es preciso considerar la larga tradición de anticlericalismo burgués en México, ni que simpatizantes del PRD han chocado en repetidas ocasiones con el cardenal Norberto Rivera en las puertas de la Catedral Metropolitana en el Zócalo. Cuando la LCI suma todos estos ingredientes (nacionalismo burgués, ilusiones democráticas, catolicismo), lo que le resulta es que los obreros mexicanos están tan jodidamente atrasados, que ni siquiera pueden tener un frente popular. Ésta es pura arrogancia imperialista disfrazada de marxismo.

“[L]a masa de obreros y jóvenes radicalizados que toman parte en luchas defensivas no se identifica ya con los ideales del comunismo”, nos revela el vocero del GEM, incluso cuando las banderas rojas se multiplican en Oaxaca. Esto es justamente lo que dijo la prensa burguesa con respecto a la revuelta juvenil en Francia de la primavera pasada, mientras que para la LCI se ha vuelto un mantra que repite una y otra vez para justificar su política abstencionista. Estos desertores del trotskismo dicen que la tesis fundamental del Programa de Transición de León Trotsky – que la crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis de la dirección proletaria – ha caducado, pues supuestamente “antedata la actual regresión en la conciencia proletaria” debida a la destrucción de la Unión Soviética. Lo que ahora está en cuestión no es tanto la dirección, sino “las clases obreras en todo el mundo”, según dice la LCI en su revisada “Declaración de principios y algunos elementos de programa” (1988).

En Bolivia, donde levantamientos de obreros y campesinos han derribado dos gobiernos en dos años, la LCI llega incluso a decir que el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional “puede[n] conjurar un proletariado donde a duras penas existe, si acaso” (ver nuestro artículo “La Spartacist League desaparece al proletariado boliviano” para una refutación de esta idiotez antimarxista). En la idealista Isla de la Fantasía de la LCI, la conciencia de la clase obrera boliviana sufrió un retroceso tal, que ésta hasta dejó de existir como clase. Estamos esperando ansiosamente que el GEM nos informe que en Oaxaca tampoco hay clase obrera, donde el GEM se ha hecho notable por su ausencia a lo largo de cuatro meses de una convulsiva huelga obrera (excepto por una fugaz aparición en el marco de un encuentro nacional de estudiantes).

El otro argumento principal del GEM y la LCI para probar que no puede haber un frente popular en México, es que no hay un partido obrero de masas. El frente popular se “refiere a la subordinación política de los partidos de masas de la clase obrera a los capitalistas”, decreta la LCI. “En México nunca ha existido tal partido de la clase obrera, ni siquiera un partido obrero-burgués reformista al estilo del laborismo [sic] británico”. Así, puesto que los trabajadores han sido incapaces de generar un Partido Laborista, no pueden tener tampoco un frente popular. El problema aquí es que esta premisa es completamente falsa. ¿Dónde dijo Trotsky, el autor del análisis marxista definitivo del frentepopulismo, que los frentes populares sólo pueden existir en presencia de partidos obreros de masas?

Veamos esto con mayor detenimiento. En una discusión realizada en enero de 1939 sobre América Latina, Trotsky se refirió al Kuomintang (KMT) del dictador chino Chiang Kai-shek, al Partido de la Revolución Mexicana (PRM – precursor inmediato del PRI) de Lázaro Cárdenas y a la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) de Víctor Raúl Haya de la Torre – todos partidos burgueses – como “el frente popular en la forma de partido”. De la misma manera, el Manifiesto de la IV Internacional sobre “La guerra imperialista y la revolución proletaria mundial” (mayo de 1940) afirma:

“Pero en los países coloniales y semicoloniales – no sólo en China y la India sino también en Latinoamérica – el fraude del ‘Frente Popular’ sigue paralizando aún a las masas obreras, convirtiéndolas en carne de cañón de la burguesía ‘progresista’ y creando de ese modo una base política autóctona para el imperialismo”.

En ninguno de estos lugares – ni en China, ni en la India, ni en ningún lugar en América Latina – había en la época en que Trotsky escribió estas líneas un partido obrero de masas. Por si esto fuera poco, la LCI ha hablado durante décadas de frentes populares en El Salvador, Argelia, Sudáfrica y en otros países semicoloniales en los que no hay partidos obreros de masas. Esta redefinición que ha hecho la LCI de los últimos días de la noción de ‘frente popular’, que entre otras cosas niega su aplicabilidad a la mayor parte del llamado “Tercer Mundo”, se ingenió específicamente para atacar al Grupo Internacionalista (ver la “Declaración de la Fracción Revolución Permanente”, mayo de 1998).

Debe quedar claro, sin embargo, que ésta no es una discusión semántica, una disputa que gire en torno a definiciones. En el fondo, lo que está en juego es si los revolucionarios deben luchar o no por la independencia de la clase obrera con respecto a sus patrones. El Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional llaman a los obreros mexicanos a romper con el frente popular burgués en torno al PRD. El Grupo Espartaquista y la LCI no lo hacen, justificándose con la falsa afirmación de que, al hacerlo, se “embellecería” la conciencia de los trabajadores mexicanos. Estos seudotrotskistas desdeñan al poderoso proletariado mexicano, al que consideran imposiblemente obnubilado por el nacionalismo y el catolicismo, y no luchan por intervenir en la lucha de clases para romper las cadenas organizativas e ideológicas que lo sojuzgan.

GEM: “socialistas cetemistas”...

El otro tema central en el ataque de Espartaco/Workers Vanguard contra el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional es la vergonzosa defensa que hacen el GEM y la LCI de los seudo sindicatos corporativistas en México. Estos instrumentos de control estatal sobre el movimiento obrero son una herencia del régimen semibonapartista del Partido Revolucionario Institucional que gobernó México desde 1929 hasta 2000. A partir del gobierno de Plutarco Elías Calles, el PRI y sus antecesores erigieron un régimen corporativista, copiando las formas organizativas de la Italia de Mussolini. (La Ley Federal del Trabajo de 1931 fue literalmente elaborada tomando como modelo su contraparte fascista italiana.) Sin embargo, en los países semicoloniales con burguesías débiles, el contenido político de estas formas puede variar: en algunos casos, los gobiernos capitalistas de estos países tienen un carácter que León Trotsky denominó “bonapartismo sui generis” (de tipo único o distintivo). Esto quiere decir que los capitalistas se valen para gobernar o del encadenamiento de la clase obrera mediante una dictadura policíaca, o bien de maniobras entre los imperialistas y el proletariado relativamente poderoso, incluso ofreciendo concesiones a los trabajadores (como en el caso de las nacionalizaciones de la industria petrolera y los ferrocarriles en México).

Cuando el PRI-gobierno se encontraba en la cúspide de su poder, casi la totalidad de la población del país estaba enrolada en alguna de las múltiples organizaciones de masas que formaban parte orgánica de dicho partido de estado. Los campesinos debían alistarse en la Confederación Nacional Campesina; los jóvenes eran parte de la Confederación Juvenil Mexicana o, como estudiantes, de alguna federación específica: los estudiantes del Politécnico, por ejemplo, pertenecían a la tristemente célebre Federación Nacional de Estudiantes Técnicos; los empresarios estaban enrolados en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares; las mujeres formaban parte de la Confederación de Mujeres Revolucionarias; hubo una Asociación de Arquitectos Revolucionarios y una Liga de Economistas Revolucionarios. Cuando surgieron los combativos sindicatos obreros a mediados de los años 30, el presidente populista y nacionalista Lázaro Cárdenas, se apresuró a coptarlos mediante la formación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), que se convirtió en el “sector obrero” del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), el antecesor inmediato del PRI. Al describir una tendencia mundial hacia el control estatal de los sindicatos, Trotsky escribió en su ensayo inconcluso “Los sindicatos en la era de la decadencia imperialista” (agosto de 1940) lo siguiente:

“En México los sindicatos se han transformado por ley en instituciones semiestatales y asumieron, como es lógico, un carácter semitotalitario. Según los legisladores, la estatización de los sindicatos se hizo en bien de los intereses de los obreros, para asegurarles cierta influencia en la vida económica y gubernamental. Pero mientras el imperialismo extranjero domine el estado nacional y pueda, con la ayuda de fuerzas reaccionarias internas, derrocar la inestable democracia y reemplazarla con una dictadura fascista desembozada, la legislación sindical puede convertirse fácilmente en una herramienta de la dictadura imperialista.”

En el curso de la Segunda Guerra Mundial y tras los charrazos de la posguerra realizados a instancias del gobierno norteamericano, los sindicatos de la CTM pasaron de ser instituciones semiestatales (como habían sido bajo Cárdenas) y se integraron completamente al estado capitalista. Para el principio de los años 50, la cantidad se había transformado en cualidad. Los dirigentes sindicales fueron, a partir de entonces, designados directamente para sus puestos por el PRI-gobierno; hubo miles de combativos militantes sindicales (no sólo los provenientes del Partido Comunista) que fueron echados de sus trabajos, e incluso algunos pasaron años en la cárcel. Desde entonces, la CTM, una supuesta confederación “sindical”, se dedicó a romper huelgas de manera sistemática y a mantener escuadrones de pistoleros para asesinar a opositores sindicales a escala masiva. A lo largo del siguiente medio siglo, prácticamente todas las luchas obreras de importancia en México (como las de los maestros en 1956-58, los ferrocarrileros en 1958-59, los electricistas en 1975-76, los trabajadores de la industria textil a mediados de los años 80, los mineros y siderúrgicos en 1989, los trabajadores de las maquiladoras a partir de 1983) han tenido que enfrentarse con los “sindicatos” charros que dicen representar a los trabajadores pero que, de hecho, fungen como policías laborales al servicio de la burguesía.

La característica fundamental de los “sindicatos” corporativistas es que forman parte de la maquinaria de un régimen burgués corporativista que regimienta todos los sectores de la sociedad, algunas veces comprando apoyo popular mediante dádivas menores a los sindicatos, y no simplemente reprimiendo a los trabajadores como bajo la dictadura de Pinochet en Chile. Semejantes aparatos corporativistas no son exclusivos de México, sino que se los puede encontrar en varios países capitalistas semicoloniales e intermedios que tienen regímenes bonapartistas o semibonapartistas. En Argelia y otros países africanos en los que se estableció un régimen de partido único tras los procesos de independencia, hay grupos sindicales semejantes entre las organizaciones de masas del partido de estado. Cuando se resquebraja el control que ejerce el partido de estado, sus aparatos sindicales entran en crisis y surgen sindicatos independientes.

Contingente del corporativista sindicato petrolero en la concentración del Primero de Mayo de 2003. Logotipos del Congreso del Trabajo (izquierda), el PRI (centro) y del sindicato petrolero. (Foto: Reforma)

En la Argentina de Juan Domingo Perón, desde mediados de los años 40 hasta principios de los 50, en otro ejemplo de régimen bonapartista sui generis (como el que Trotsky reconoció en el México de Cárdenas), los sindicatos obreros dirigidos por comunistas, socialistas y anarquistas fueron destruidos por el estado (o en algunos casos éste asumió su control), y fueron reemplazados por organizaciones laborales controladas por el ministerio gubernamental del trabajo. De igual manera, en Brasil bajo las dictaduras, primero de Getulio Vargas en los años 30 y 40, y después en la militar de 1964-1985, hubo “sindicatos” corporativistas controlados por el gobierno, que dieron lugar a enormes luchas por la formación de sindicatos independientes. Nuestros camaradas de la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil participaron en las huelgas de los años 80, así como en los primeros años del Partido dos Trabalhadores (PT) que surgió de ellas, oponiéndose a partir de 1989 al frente popular encabezado por el PT y que en 2002 llevó a la presidencia al otrora dirigente laboral corporativista Luiz Inácio Lula da Silva con el propósito de desmantelar conquistas obreras.

La LCI y su grupo mexicano se rehúsan a reconocer esto debido, en buena medida, a que pretenden hacer encajar la realidad mexicana en el marco del sindicalismo norteamericano, derivado de una economía imperialista que ocasionalmente concede algunas migajas a una aristocracia laboral. Jamás ha habido en Estados Unidos sindicatos corporativistas como los de México, Argentina, Brasil y Argelia, ni podrían existir en ningún país imperialista, excepto bajo una dictadura fascista o bonapartista. Por otra parte, sería casi imposible construir en un empobrecido país capitalista semicolonial algo como el Partido Laborista británico; no obstante, se encuentran frentes populares y frentepopulismo en gran parte de los países del “Tercer Mundo” que tienen proletariado.

El problema del corporativismo subyace a las recientes huelgas de los trabajadores mineros y metalúrgicos en México. A finales de febrero pasado, tras un desastre en la mina de Pasta de Conchos en el estado de Coahuila en el que 65 mineros fueron sepultados vivos, el dirigente del “sindicato” charro, Napoleón Gómez Urrutia, presionado por los familiares de los sobrevivientes, acusó de “homicidio industrial” a la empresa operadora de la mina, el Grupo México. Gómez Urrutia es un economista que heredó la dirección del Sindicato Nacional de Trabajadores Minero Metalúrgicos de la República Mexicana (SNTMMRM) de su padre, Napoleón Gómez Sada, y que fue nombrado como jefazo del sindicato por la Secretaría del Trabajo en 2001. Sin embargo, el gobierno de Fox, estrechamente vinculado a los patrones mineros, no podía tolerar ninguna crítica de su jefe “sindical” títere, de modo que echó a Napito para sustituirlo con otro fantoche más obediente, Elías Morales. Esto desencadenó una huelga nacional en la que participaron varios cientos de miles de mineros y metalúrgicos.

El SNTMMRM no es un defensor de los obreros. Junto con los patrones y el gobierno, es corresponsable de la muerte de los mineros de Pasta de Conchos, pues firmó rutinariamente los informes de los inspectores de seguridad en estas minas tristemente célebres por su inseguridad. Parientes de los mineros muertos dijeron a reporteros que el sindicato y la compañía “son lo mismo”. Gómez Urrutia, instalado como secretario del sindicato por el gobierno, es un instrumento de los patrones al igual que Morales, su sustituto también instalado por el gobierno como secretario del sindicato. No obstante, todos los obreros con conciencia de clase se habrían opuesto a este intento por parte del estado capitalista de designar y remover dirigentes de algo que denominan sindicato. El Grupo Internacionalista defendió las huelgas de los mineros e hizo un llamado urgente a los trabajadores de otros sectores clave de lanzar una huelga nacional contra toda interferencia gubernamental y por la independencia de clase con respecto a los patrones. Al mismo tiempo, el GI se pronunció por la formación de comités obreros independientes para romper la camisa de fuerza corporativista y forjar sindicatos clasistas (ver “Asesinato capitalista en Pasta de Conchos”, El Internacionalista/Edición México, No. 2).

El jefe del SNTMMRM ordenó que se pusiera fin a las huelgas después de un par de días, dejando que algunos de los locales más combativos (SICARTSA en Michoacán, Cananea, Agua Prieta y Nacozari en Sonora, Sombrerete en Zacatecas) continuaran por su cuenta. En la época del Gómez padre, las huelgas en estos mismos locales fueron repetidamente saboteadas por el “sindicato” nacional. Ahora el GEM declara: “¡el GI ni siquiera defendió al sindicato minero ante el ataque estatal! Acorde con su adaptación perredista, este grupo sostiene que los sindicatos afiliados al PRI – como el sindicato minero – no son organizaciones obreras sino ‘el enemigo de clase’ (El Internacionalista/Edición México No. 1, mayo de 2001)”. El artículo de Espartaco llega a afirmar que esto “también atañería al SNTE y su sección 22 en Oaxaca”. De manera conveniente, no menciona el hecho de que los maestros de Oaxaca han estado en una lucha permanente desde hace años contra el SNTE nacional; que éste se ha opuesto enfáticamente a la huelga de los maestros oaxaqueños; que financia a un grupo (el CCL) que está esquiroleando y que ahora apoya el envío de la policía federal y el ejército para reprimir a los huelguistas. Es interesante que el CCL sea dirigido por prominentes dirigentes del PRD oaxaqueño, cuyos dirigentes también se han pronunciado por el envió de fuerzas federales para aplastar la huelga.

....se vuelven apologistas de los escuadrones de la muerte

La quiebra del sistema corporativista del PRI es lo que está detrás de la explosiva lucha de los maestros oaxaqueños. La presidenta del “sindicato” nacional, el SNTE, Elba Esther Gordillo, fue nombrada para su puesto por el Secretario de Gobernación durante una reunión en Bucareli a altas horas de la noche, después de que su predecesor (Carlos Jonguitud, también un esbirro priísta) hubiera sido “renunciado” unas horas antes tras reunirse con el presidente Carlos Salinas de Gortari. Gordillo y Jonguitud son responsables entre los dos del asesinato de más de 150 maestros disidentes del SNTE. Después de ser secretaria del CEN del PRI, con el eclipse del poder priísta, Gordillo transfirió su lealtad institucional al régimen de Fox, formando un nuevo “partido”, el PANAL (Partido Nueva Alianza), para apoyar la candidatura de Calderón.

La sección XXII, por otra parte, es un componente fundamental de la CNTE (Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación), agrupación sindical que resultó de una rebelión de maestros de Oaxaca y Chiapas de hace un cuarto de siglo. En muchos sentidos, la CNTE y la sección XXII funcionan como un sindicato distinto, convocando huelgas estatales y movilizaciones nacionales de hasta medio millón de maestros. Estas movilizaciones se dirigen fundamentalmente contra el SNTE y la Secretaría de Educación Pública, donde la jefa Gordillo y Cía. generalmente seleccionan personal y fijan política. En la actual huelga de Oaxaca, se puede ver toda una serie de caricaturas realizadas por los profesores en las que se arremete contra el “sindicato” nacional. En una se representa al SNTE y los gobiernos federal y estatal con una serpiente cuya cabeza es Gordillo (EEGM), en tanto que la sección XXII y la CNTE están representadas por una maestro que rema contra la corriente mientras emprende a machetazos contra unos buitres (como los esquiroles del CCL) empollados por la dirección del SNTE.

“Defender” al SNTE y a otros “sindicatos” charros, como hace el GEM, equivale a defender el esquirolaje y, peor aún, el asesinato de los huelguistas. Como explicó un militante del Grupo Internacionalista a la membresía del GEM que asistió a nuestro foro el 19 de agosto en el Museo León Trotsky, el principal “sindicato” corporativista presente en la ciudad de Oaxaca es la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos; la palabra “Revolucionaria” en el nombre de esta central “sindical” se refiere a su filiación priísta). La CROC se formó hace varias décadas para proveer una fachada más combativa ante el creciente descrédito de la CTM. Ahora, sin embargo, se encuentra a la deriva: se alió con el PRD cuando parecía que AMLO iba a ganar la presidencia; apoyó al PAN después de que Calderón fue declarado triunfador, y actúa como instrumento de los gobernadores priístas en varios estados. En Oaxaca la CROC es un componente fundamental del aún intacto régimen priísta, que ha gobernado al estado de manera ininterrumpida a lo largo de tres cuartas partes del siglo. A instancias del gobernador priísta Ulises Ruiz, la CROC estalló una “huelga” en diciembre de 2004 contra el diario Noticias, el único medio local que se opone a Ruiz y que apoya a los maestros. Aunque los “huelguistas” ni siquiera trabajaban en el periódico, el gobierno reconoció la huelga y desde entonces un campamento con matones de la CROC ha mantenido clausuradas las oficinas del diario.

Los matones de la CROC han representado una amenaza constante, y recientemente lanzaron escuadrones de la muerte contra los maestros en huelga. La noche del 21 al 22 de agosto, después de que la procuradora estatal de Oaxaca acusó a los maestros huelguistas de ser una “guerrilla urbana”, la policía lanzó un operativo para la “limpieza de vialidades”. Este operativo incluyó una caravana de varios cientos de hombres armados en 34 vehículos, que recorrieron la ciudad disparando salvajemente contra las barricadas y campamentos de los huelguistas. Dos maestros resultaron con graves quemaduras después de que los matones prendieron fuego a su vehículo, en tanto que fotógrafos recibieron varios disparos. Además, el arquitecto Lorenzo San Pablo Cervantes fue asesinado a tiros. La CROC jugó un papel activo e integral en esta “caravana de la muerte”. La Jornada (23 de agosto), reportó:

Se sumaron a la operación ‘de limpieza’ varios camiones de volteo llenos de golpeadores y pistoleros de la CROC, cuyo líder es David Aguilar; transitaban a muy alta velocidad, amenazadoramente.... La gente se dio a la tarea de cerrarles el paso con nuevas barricadas y los aisló.

Noticias (23 de agosto) también señaló la presencia de la CROC:

“A la agresión de las agentes de las diferentes corporaciones, se sumaron porros a bordo de volteos y camionetas, encabezados por miembros de la CROC.

“Ante esto, pobladores de diferentes colonias y municipios conurbados salieron a las calles y acudieron a los contornos de La Ley 710 para sumarse a la defensa y situar barricadas con autobuses del servicio urbano, llantas, piedras, palos y otros objetos, a fin de evitar un nuevo ataque.

“Habitantes de otros asentamientos hicieron lo propio en calles y avenidas para tratar de cercar de los agresores. Alrededor de las 02:50 horas, una parte del convoy policial ... fue cercado por miembros del movimiento magisterial y popular, y dispararon en su contra sin que se reportaran lesionados.”

Arriba: pistoleros de la CROC, central “sindical” corporativista, participaron en la “caravana de la muerte” que recorrió las calles de Oaxaca a finales de agosto, disparando contra huelguistas en las barricadas y a uno de ellos. Abajo: los huelguistas montaron barricadas para detener a los escuadrones de la muerte de la policía y la CROC. (Fotos: Jorge Luis Plata/Reforma)

Y no se trata solamente de la CROC. Durante un paro patronal convocado para el 28 de septiembre por la COPARMEX local, hubo planes para llevar a cabo provocaciones que pudieran servir como pretexto para una intervención del ejército y la policía. La Jornada (29 de septiembre) obtuvo detallados planes para el operativo, que incluían lo siguiente:

“Cuatro grupos de priístas afiliados a la CROC y a la CTM, así como policías y empleados municipales, estarían listos para asaltar comercios y transeúntes, secuestrar y quemar vehículos, agredir a la población y a los medios de comunicación, haciéndose pasar por miembros de la APPO.”

La única razón por la que este operativo no se llevó a cabo es que el paro patronal fracasó por completo, con apenas el 10 por ciento de los establecimientos cerrados.

Así, cuando insistimos en que las mal llamadas federaciones “sindicales” corporativistas no son centrales obreras sino policías laborales al servicio de los patrones y el gobierno capitalista, no se trata de una cuestión abstracta. Literalmente estas organizaciones están al otro lado de las barricadas, disparando contra los huelguistas, rociándolos con gasolina para quemarlos vivos, organizando el esquirolaje e intentando por todos los medios posibles romper la huelga. Esto es lo que el GEM defiende y justifica cuando dice que “defiende sindicatos” como el SNTE y los afiliados de la CTM y la CROC. Durante la breve visita del GEM a Oaxaca en el marco del congreso estudiantil a principios de septiembre, les ofrecimos llevarlos al plantón de la CROC para que pudieran vender su periódico a los “sindicalistas” ahí reunidos. Nuestra oferta fue rechazada.

El GEM se pone a la cola del frente popular
con el pretexto de defender derechos democráticos

El tercer componente de la raída polémica del GEM y la LCI contra el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional consiste en su acusación de que supuestamente renunciamos “a la perspectiva de la revolución permanente”. Ya habían intentado acusarnos de lo mismo, cuando en 1997 usaron como prueba el hecho de que insistimos en que México es un país capitalista y no uno “semifeudal” o con “resabios feudales” o “elementos la herencia feudal española” como el “peonaje feudal”, como sostenía el GEM. Señalamos que afirmar esto no sólo es falso, sino que es precisamente la línea que los estalinistas utilizaron para justificar su llamado a favor de una revolución democrático-burguesa en América Latina. El GEM y la LCI siguieron repitiendo esta mentira reformista a lo largo de más de un año, hasta que a su principal dirigente se le ocurrió que hablar de resabios precapitalistas en México era un “error”, y hasta antimarxista (ver The Internationalist No. 5). Ni modo.

Ahora el GEM quiere resucitar su fracasada acusación, pero esta vez con la justificación de que supuestamente nos negamos a luchar por los derechos democráticos: “El GI rechaza la lucha por la defensa de los derechos democráticos, renunciando así a la revolución permanente” (Espartaco No. 26, septiembre de 2006). ¿Exactamente qué “luchas democráticas” y qué “aspiraciones democráticas” de las masas son las que el GEM y la LCI nos acusan de rechazar? ¿Las masivas manifestaciones y el plantón montado por el PRD para protestar contra el fraude electoral? Sin embargo, en su volante el GEM dice que “no apoyamos esta campaña del PRD”. En lo que respecta al Grupo Internacionalista y la LIVI, dijimos en nuestro artículo “Elecciones burguesas y sangre obrera” (El Internacionalista/Edición México No. 2, agosto de 2006):

“¿Hubo fraude en estas elecciones? ¿Pero es que podía no haberlo?... El fraude en México no es una anomalía, sino una parte integral del proceso electoral. Y esto no sólo ocurre en México.... Como marxistas, no damos el menor apoyo político a ninguno de los partidos capitalistas en competencia, sino que luchamos por doquier para organizar partidos obreros revolucionarios....

“Particularmente, en una lección con resultados tan cerrados como ésta, donde hay una cantidad de elementos que mueven a sospecha, apoyamos la demanda de un recuento voto por voto en cada casilla –y no por el engañoso tribunal electoral, sino a la luz del día ante la población. Sin embargo, y aunque la mayor parte de la izquierda se ha subido con entusiasmo al expreso de López Obrador, abandonando sus críticas previas al candidato perredista y llamando en cambio a ‘defender el voto’, el Grupo Internacionalista advierte que las actuales manifestaciones masivas convocadas por López Obrador son, de hecho, actos políticos a favor de su Coalición por el Bien de Todos....

“Pero si la lucha trasciende el ámbito del circo electoral, si el estado capitalista proclama a un ganador por medio de un fraude masivo, imponiendo al candidato de un régimen que sólo puede mantenerse en el poder mediante la represión de mano dura, si en lugar de las gigantescas pejemarchas hay protestas masivas en contra de acciones que apunten en la dirección de una dictadura militar policíaca, los revolucionarios proletarios deben convocar una movilización proletaria en contra de la amenaza bonapartista.”

Ante los repetidos ataques policíacos y militares, seguimos llamando a romper con el frente popular de AMLO y a construir un partido obrero revolucionario, así como a lanzar una “huelga nacional contra el gobierno asesino” y a formar comités de defensa obrera independientes de todos los partidos y políticos burgueses. La acusación del GEM y la LCI en el sentido de que el GI y la LIVI “rechaza[n] la lucha por los derechos democráticos” se cae por su propio peso.

Después de citar trozos de nuestro artículo, Espartaco anuncia: “El punto es que la lucha en defensa de los derechos democráticos de la población no se contrapone a la defensa de la clase obrera contra una amenaza bonapartista; en realidad, son una y la misma cosa”. Esta fórmula tiene algunas ambigüedades de no poco peso. Ciertamente, para los revolucionarios proletarios la lucha de clases contra una amenaza bonapartista incluye la lucha en defensa de los derechos democráticos. Sin embargo, los liberales burgueses y los oportunistas pequeñoburgueses buscan con frecuencia ganar apoyo a favor de frentes populares de colaboración de clases al presentar la lucha en términos de la defensa de derechos democráticos. Al luchar contra una amenaza golpista o un golpe en curso, los comunistas no se limitan a defender los derechos democráticos, sino que por el contrario buscan encaminar la lucha hacia la revolución obrera.

De hecho, hemos sido bien claros con respecto a cuándo y cómo “los revolucionarios proletarios intervendrían al lado de las masas trabajadoras que luchan por defender los derechos democráticos”. Y no es algo meramente hipotético, pues citamos nuestro llamado a los obreros haitianos para movilizarse en febrero pasado:

“Ante el enfrentamiento abierto en las calles en torno al intento por parte de reaccionarios derechistas de robar las elecciones, los marxistas revolucionarios nos ponemos al lado de la gran masa de haitianos negros pobres y en contra de las fuerzas de ocupación de las Naciones Unidas y la policía haitiana que se encuentran al otro lado de las barricadas; al mismo tiempo, no damos ningún apoyo político a Préval ni a [su mentor, el ex presidente Jean Bertrand] Aristide.... Los trotskistas nos opusimos a votar por ‘Preval prezidan’, lo mismo que por cualquiera otro de los candidatos burgueses, y hoy llamamos a formar comités de obreros y de pobres para expropiar a la burguesía y expulsar a las tropas mercenarias de la ONU que mantienen la ocupación de Haití.”

—“Intentona de robo electoral en Haití” (The Internationalist n° 23, abril-mayo de 2006)

El GEM y la LCI escriben que “Si López Obrador ganó la elección, los comunistas defendemos su derecho democrático a asumir el cargo”. ¿Es que AMLO ganó las elecciones, sí o no? ¿Defienden su “derecho democrático a asumir el cargo”? ¿Cómo y cuándo defenderían dicho derecho? ¿Con masivas movilizaciones en las calles de la capital como las que hemos presenciado recientemente? No lo dicen. El Grupo Internacionalista y la LIVI han dicho claramente que si la lucha sale del plano electoral y desemboca en batallas de clase en las calles, los revolucionarios pelearían del lado de las masas que están a favor de AMLO en contra del intento de imponer un gobierno por medios militares, en tanto que seguimos llamando por un “gobierno obrero y campesino”, no por un gobierno de López Obrador.

Para los centristas del GEM, lo mismo que para todos los oportunistas, la lucha contra el bonapartismo tiene un carácter democrático (burgués), en lugar de integrarse a la lucha revolucionaria (proletaria). Espartaco cita un artículo de Lenin escrito en 1916 contra Yu. Piatakov (P. Kievski) sobre la necesidad de que el proletariado “se eduque en la lucha por la democracia”. Muy bien. Lo que no citan, sin embargo, es lo que Lenin escribe en el mismo artículo: “La solución marxista del problema de la democracia consiste en que el proletariado, que libra su lucha de clase, utilice todas las instituciones y aspiraciones democráticas en contra de la burguesía a fin de preparar el triunfo del proletariado sobre la burguesía y derrocarla”. Citan una vez más a Lenin sobre el bloque militar de los bolcheviques con el demócrata pequeñoburgués Kerensky de agosto de 1917 en contra del general zarista Kornilov. No se trataba en ese entonces de una disputa parlamentaria ni de una manifestación política, como las del México actual, sino de una batalla en las trincheras en contra de una intentona golpista. Curiosamente, no citan las siguientes palabras de Lenin:

“Nosotros no debemos apoyar al gobierno de Kerensky ni siquiera ahora. Sería una falta de principios. Se nos preguntará: ¿no hay que luchar contra Kornilov? ¡Por cierto que sí! Pero no es lo mismo; hay un límite...

“Vamos a combatir y estamos combatiendo a Kornilov, como lo hacen las tropas de Kerensky, pero nosotros no apoyamos a Kerensky.”

En un artículo sobre la Guerra Civil Española, Trotsky también distinguió con completa claridad entre cualquier tipo de apoyo político a los “demócratas” burgueses y la lucha militar contra los fascistas y el golpe militar franquista cuando la lucha pasó del ámbito parlamentario al plano de la guerra civil:

“Sin embargo, y siempre, allí donde los obreros revolucionarios no son, por el momento, suficientemente fuertes para derrocar al régimen burgués, defienden contra el fascismo incluso a la democracia burguesa corrompida, pero sobre todo defienden sus propias posiciones en el seno de la democracia burguesa.

“Los obreros no defienden la democracia burguesa con los métodos de la democracia burguesa (Frente Popular, bloques electorales, coaliciones gubernamentales, etc.), sino utilizando sus propios métodos, es decir, los métodos de la lucha revolucionaria de clases. Así es como participando en la lucha militar contra el fascismo continúan defendiendo sus propias organizaciones, sus derechos y sus intereses contra el gobierno democrático burgués.”

—León Trotsky, “Respuesta a cuestiones concernientes a la situación española” (septiembre de 1937).

Los trotskistas no lucharon en España con el propósito de restablecer en los puestos a los que fueron elegidos a los políticos republicanos burgueses como Azaña y Companys. Por el contrario, lucharon en las trincheras junto con los soldados republicanos en contra de los franquistas – y contra la represión lanzada por los estalinistas y los burgueses republicanos – por el objetivo de la revolución obrera: el establecimiento de la dictadura del proletariado.

La situación actual en México evoca en muchos aspectos la batalla del año pasado en contra del intento del gobierno foxista de despojar a AMLO del fuero que le confería su cargo ejecutivo como jefe de gobierno de la Ciudad de México. En esa época, el GEM se sumó a las masivas manifestaciones pro perredistas con un volante que llevaba como título “¡Abajo el desafuero de López Obrador!” Ahí el GEM describía el ataque contra AMLO como un “golpe contra los derechos democráticos de la población”, pretendiendo que la eliminación de su inmunidad contra cualquier acción legal en su contra debida a acciones como jefe de gobierno del DF equivaliera a una prohibición para contender en las elecciones presidenciales. Insistimos en que, por el contrario la inmunidad de los gobernantes que ostentan cargos ejecutivos en gobiernos capitalistas no es un derecho democrático, que López Obrador aún no era candidato del PRD y que su desafuero no impediría ipso facto que AMLO compitiera en las elecciones. Escribimos en ese momento:

“[E]l Grupo Internacionalista alerta que la amenaza de una futura prohibición antidemocrática está siendo utilizada, con apreciable éxito por lo demás, para recabar simpatías y apoyo político para López Obrador y el PRD, partido nacionalista burgués.... Al mismo tiempo que defendemos el elemental derecho democrático de que cualquier partido político se presente en las elecciones con los candidatos que decida (incluso si se trata de los grandes partidos capitalistas), señalamos que los obreros, campesinos y demás sectores explotados y oprimidos no deben dejarse confundir por las maniobras electoreras, ni depositar ninguna confianza en ningún bando burgués....

Por ahora, a 14 meses de las elecciones, se trata de un prefraude que se prepara contra un precandidato ene el período preelectoral y que sirve de pretexto para inflar al frente popular. En caso de que Fox y el PRI se atrevan a realizar su locura – imponer una prohibición contra el político que es de lejos el más popular de los precandidatos en las encuestas de opinión pública – entonces defenderíamos el derecho de López Obrador a presentarse como candidato presidencial, en el marco del empeño en desenmascarar su candidatura y las de los demás partidos capitalistas.”

    
Se ve, se siente... He aquí está la presión política a la que el GEM ha sucumbido: cientos de miles de
simpatizantes del PRD llenaron el Zócalo de la Ciudad de México en abril de 2005 para protestar contra
el desafuero de AMLO. El GEM se sumó a estas manifestaciones con un volante que llevaba por
encabezado “¡Abajo el desafuero de López Obrador!” El Grupo Internacionalista dijo que dichas
manifestaciones representaban movilizaciones políticas en apoyo a López Obrador, no en defensa de
derechos democráticos. AMLO fue despojado de su fuero, pero aún así contendió en las elecciones
presidenciales.
(Fotos: María Luisa Severiano y María Meléndez Parada/La Jornada)

¿“Rechazó” el GI  “la lucha por la defensa de los derechos democráticos”? Para nada. Dijimos que defendíamos el derecho de cualquier partido a presentar al candidato que quisiera, pero que no era eso lo que en ese momento estaba pasando. Señalamos que el fuero ejecutivo es una garantía antidemocrática de impunidad para los gobernantes capitalistas, utilizada por los autores de las masacres de 1968 y 1971, y que difiere sensiblemente del fuero legislativo, que protege a los legisladores de acciones arbitrarios de dichos gobernantes. El GEM responde diciendo: “Nosotros no tomamos posición sobre tales preceptos de la legislación burguesa en abstracto, sino sobre la base de los intereses de la clase obrera en cada caso concreto”. En otras palabras, ellos no actúan sobre la base de principios, sino de cálculo político. Lo que ven como los “intereses de la clase obrera” es que una gran cantidad de trabajadores apoyaban a AMLO como su candidato. Así, el GEM dio a AMLO un apoyo disfrazado de defensa de sus derechos democráticos.

En cualquier caso, el veredicto de todo este episodio es clarísimo: López Obrador perdió su fuero, y sin embargo contendió como candidato a la presidencia en las elecciones del 2 de julio. Caso cerrado.

Retaguardia del frente popular o vanguardia del proletariado

A lo largo de los últimos años, como reacción a la destrucción contrarrevolucionaria de la Unión Soviética, la SL/US y los demás componentes de la LCI han dado un acusado viraje a la derecha, renunciando a toda una serie de posiciones centrales del programa trotskista. Un importante aspecto de estas revisiones es que han tenido lugar precisamente en el momento en que la cosa se pone caliente.

Un precepto fundamental del leninismo es que en una guerra imperialista los revolucionarios deben estar por la derrota de “su propia” burguesía imperialista. En Estados Unidos, la SL llamó durante años y de manera muy prominente durante la Guerra del Golfo Pérsico de 1990-1991 por “¡Derrotar al imperialismo norteamericano!”. Sin embargo, en medio de la histeria bélica “antiterrorista” azuzada por el gobierno tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center y el Pentágono, la SL y la LCI abandonaron el llamado por la derrota de “su propia” burguesía imperialista. Es más, en medio de este ambiente, lanzaron una siniestra calumnia contra el Grupo Internacionalista, acusándolo de “antiamericanismo” – literalmente, de “jugar la falsa carta del antiamericanismo” – y de claudicar ante el fundamentalismo islámico debido a que sostenemos el programa leninista del derrotismo revolucionario con respecto a las potencias imperialistas que libran guerras coloniales.

De manera similar, desde la guerra de Vietnam, la SL lanzó llamados regulares a favor del boicot de transporte (hot cargo) de material bélico durante guerras imperialistas. La SL siguió haciéndolo hasta septiembre de 2002, justo cuando la maquinaria de guerra del Pentágono estaba enviando grandes cantidades de material bélico hacia Medio Oriente a través de los puertos de la Costa Oeste de Estados Unidos. Sin embargo, en el instante mismo en que el gobierno norteamericano estampó una orden judicial basada en la ley Taft-Hartley contra los trabajadores portuarios afiliados al ILWU, alegando que un paro podría afectar sus operaciones bélicas, la SL abandonó abruptamente el llamado a favor de hacer hot cargo contra el material bélico. Después de mucho ir y venir y de acusar al Internationalist Group de lanzar “fraseología archirrrevolucionaria”, la SL admitió que había abandonado este llamado a favor de acción obrera contra la guerra, como habían hecho antes con el llamado a favor de huelgas obreras contra la guerra, con el pretexto de que la conciencia de los obreros es muy atrasada.

En México hemos señalado que el GEM había llamado desde su fundación en 1990 por romper con el frente popular en torno al PRD. Sin embargo, después de expulsar a cuadros juveniles a finales de 1996 que más tarde fundaron el Grupo Internacionalista, el GEM declaró súbitamente en mayo de 1997 que no había ningún frente popular en México. No fue una coincidencia que este descubrimiento ocurriera en el momento mismo en que el PRD estaba a punto de ganar las elecciones al gobierno del Distrito Federal. El GI publicó entonces una carta abierta al GEM titulada “Para combatir al frente popular hay que entender que sí existe”. En medio de la ola de apoyo popular a favor del PRD, el GEM no quiso luchar por que las organizaciones obreras rompieran con el frente popular. El año pasado, en respuesta el enorme apoyo a favor del precandidato presidencial López Obrador en el medio de la pequeña burguesía “fresa” hacia el cual se orienta, el GEM enganchó su vagón al tren del frente popular en nombre de la “defensa de los derechos democráticos” cuando ningún derecho democrático estaba bajo ataque.

¿De qué lado están? El GEM llama a “defender” al SNTE, en tanto que los maestros oaxaqueños de la sección XXII del SNTE/CNTE están luchando contra el charro (corporativista) SNTE, que se opone a la huelga. Abajo: las bases votan a favor de mantener la huelga, 27 de septiembre. (Fotos: Guillermo Ogam/Notimex y Marco Ugarte/AP)

Hoy en día, el tema del sindicalismo corporativista es de vital importancia. El monolito del PRI-gobierno se ha resquebrajado: quienes ahora ocupan el poder son unos derechistas clericales y los burócratas charros que formaban parte del viejo engranaje corporativista de control estatal sobre el movimiento obrero dan un bandazo tras otro. Algunos (como la “dirigente moral” del SNTE, Elba Esther Gordillo) han unido su suerte a la del PAN de Fox y Calderón; otros (como el jefe dinástico del SNTMMRM, Gómez Urrutia) han lanzado tímidas críticas contra los patrones; algunos más (como Vega Galina del SNTSS) se han pasado del lado el PRD. Al mismo tiempo, el nuevo jefe de la CTM es Joaquín Gamboa Pascoe, que no es un viejo jefe charro del montón, sino que encabezó la banda de pistoleros que a órdenes del eterno jefe cetemista Fidel Velázquez intentó aplastar al combativo sindicato de la refresquera Pascual, asesinando a varios militantes sindicales. El Congreso del Trabajo, organismo que reúne y coordina a las diversas centrales corporativistas tiene por jefe a Víctor Flores, quien encabezó la destrucción de su propio “sindicato” y garantizó el despido de decenas de miles de ferrocarrileros, volviéndose increíblemente rico en el proceso de privatización de los ferrocarriles nacionalizados.

En medio de esta agitada situación, los mineros y siderúrgicos se fueron a huelga contra la intervención gubernamental. El jefe del “sindicato” corporativista los envió de vuelta al trabajo en menos de tres días, dejando que los locales más combativos continuaran la huelga durante meses. La huelga de Cananea terminó en derrota, la de SICARTSA en victoria, pero no gracias al SNTMMRM, que no levantó un dedo para ayudar a los trabajadores de esta siderúrgica en Michoacán. Los maestros de Oaxaca emprendieron más tarde una combativa huelga que se transformó en una revuelta generalizada de los pobres, indígenas y trabajadores de todo el estado. Ahora es tiempo de librar una agresiva campaña para derrumbar definitivamente el edificio corporativista y construir genuinos sindicatos clasistas, como el Grupo Internacionalista ha planteado insistentemente.

En estas circunstancias, ¿qué hace el GEM? Al quejarse de que el GI ha “dedicado páginas y páginas a dos columnas a documentar las traiciones de las burocracias presentes y pasadas del sindicato minero” (ninguna de las cuales niega), el GEM “defiende” al SNTMMRM sin una sola crítica al jefe charro impuesto por el gobierno, Gómez Urrutia. Así, aunque ridiculiza el llamado del GI a favor de una huelga nacional en contra del gobierno asesino, la única acción por la que el GEM ha de hecho abogado, fue el falso “paro nacional” convocado para el 28 de junio por los jerarcas de la CTM y el CT sólo para cancelarlo, como ocurre siempre, aduciendo que el momento (justo antes de las elecciones del 2 de julio) no era “oportuno”.

Entonces, los seudotrotskistas del GEM denuncian al GI por afirmar que el SNTE es un instrumento del enemigo de clase para controlar a los trabajadores precisamente en el momento en que este aparato está haciendo lo imposible para aplastar la huelga de los maestros oaxaqueños, mientras que los matones de la CTM y la CROC asesinan huelguistas. Estos “socialistas cetemistas” están ofreciendo en los hechos apologías de los escuadrones de la muerte.

Cuando los hemos cuestionado sobre esto, los cuadros del GEM y la LCI han respondido que (a) Stalin mató a muchísimos comunistas, pero que eso no significa que la Unión Soviética dejara de ser un estado obrero; y que (b) los “sindicalistas” de la CROC que han disparado contra los huelguistas en Oaxaca ¡tienen una “conciencia capitalista”! No es broma. Tienen, por supuesto, una “conciencia capitalista” porque forman parte del puño armado de la burguesía, lo mismo que los policías con los que patrullaban Oaxaca en la “caravana de la muerte”.

Y sí, en efecto, Stalin asesinó a varios millones de comunistas, pero la URSS seguía siendo un estado obrero burocráticamente degenerado porque estaba asentada sobre la base económica proletaria de la propiedad colectivizada. La CTM, el CT, el SNTE, en cambio, están asentados en el estado capitalista, que les provee la mayor parte de sus finanzas, mientras impone y depone a sus dirigentes como se le antoja, enviando a sus escuadrones de matones a romper huelgas a punta de pistola.

Al hacer una analogía entre la Unión Soviética y los sindicatos obreros, Trotsky escribió acerca de los falsos dirigentes de la American Federation of Labor (AFL) a finales de los años 30, contrastando a los dirigentes vendidos que entregan huelgas, con los esquiroles que rompen huelgas:

“El carácter de clase del estado está determinado por su relación con las formas de propiedad de los medios de producción. El carácter de una organización obrera, como un sindicato, está determinado por su relación con la distribución de la renta nacional. El hecho de que Green [jefe de la AFL] y Cía. defiendan la propiedad privada de los medios de producción los caracteriza como burgueses. Si además estos caballeros defendieran los ingresos de los burgueses de los ataques de los trabajadores, dirigieran una lucha contra las huelgas, contra el alza de salarios, contra la ayuda a los desempleados; entonces tendríamos una organización de esquiroles y no un sindicato. Sin embargo, Green y Cía., con el fin de no perder su base, deben, dentro de ciertos límites, dirigir la lucha de los trabajadores por un aumento – o por lo menos contra una disminución – de su parte en la renta nacional.”

—León Trotsky,  “¿Ni un estado obrero ni un estado burgués?” (noviembre de 1937)

Esquirolaje de la CTM: en abril de 1994, trabajadoras de la planta SONY (Magnéticos de México) en Nuevo Laredo, Tamaulipas, se fueron a huelga por la democracia sindical. Después de que el charro en jefe del “sindicato” de la CTM envió a la policía para golpear a las huelguistas, la CTM misma intentó romper la huelga introduciendo esquiroles en camiones. Trescientos huelguistas lo impidieron (ver foto). En esa época, cuando aún peleaban por el auténtico trotskismo, el GEM y la LCI escribió: “Es fundamental acabar con el dominio de los ‘sindicatos’ corporativistas de la CTM, que están directamente integrados al partido capitalista gobernante y a los complejos mecanismos de control estatal del sistema de ‘conciliación y arbitraje’... [E]l Grupo Espartaquista de México defiende el programa de elegir comités obreros independientes de los partidos burgueses, incluido el PRD de Cárdenas, para romper la camisa de fuerza corporativista de la CTM (que actúa como policía laboral del PRI) sobre la clase obrera (Workers Vanguard, 24 de febrero de 1995). Hoy, el GEM y la LCI, se han pasado al lado del revisionismo y sostienen que la CTM y otras centrales corporativistas son auténticos organismos sindicales. (Foto: Fred Chase/Impact Visuals)

Pero, de hecho, la CTM, la CROC, el CT, el SNTE y el resto de los aparatos laborales literalmente dirigen luchas contra las huelgas y las alzas salariales, además de que organizan esquiroles, asesinan a militantes sindicales y explotan el trabajo de los obreros contratados mientras sus dirigentes no sólo se enriquecen mediante corruptelas, sino que se convierten en genuinos capitalistas. En pocas palabras, según el criterio de Trotsky y en virtud de un análisis materialista marxista, estos aparatos son literalmente “organizaciones de esquiroles”, no sindicatos obreros.

El GEM repite de manera grotesca su acusación de que el Grupo Internacionalista “apoyó los planes de Fox” al rehusarse a hacer causa común con las movilizaciones a favor del PRD del año pasado, como hizo el GEM con el pretexto de defender derechos democráticos. Conocemos muy bien esta calumnia. Se trata exactamente de las mismas acusaciones que fueron lanzadas por los estalinistas en contra de los trotskistas durante la Guerra Civil Española por rehusarse a dar apoyo político al los partidos republicanos burgueses. El GEM finge de manera absurda que nada contra la corriente puesto que mantiene una independencia meramente verbal con respecto al PRD, cuando en realidad se pone a su cola. Escribe lo siguiente:

“El 30 de junio, un pequeño equipo de espartaquistas distribuía su prensa trotskista en el Hemiciclo a Juárez, entre dos millones de férreos partidarios de López Obrador. Cuando éste empezó a hablar (a través de las ‘megapantallas’), uno de los manifestantes, subido a un poste gritó: ‘¡Cállense está hablando el jefe!’ Siguió un silencio casi absoluto, interrumpido sólo por los vivas tras su discurso. Esto debería dar una idea de lo que significa en realidad ‘nadar contra la corriente’....”

Esto ciertamente da una idea de la presión política a la que el GEM capitula, y que es bien real. Pero al distribuir volantes y vender periódicos que llevan como encabezado “Los ataques del PAN”, estos centristas no están nadando contra la corriente, sino que se dejan llevar por la marea del frente popular de AMLO.

Mientras que el GEM se pone acríticamente a la cola de los burócratas “sindicales” corporativistas y “defiende” al candidato presidencial del PRD contra una futura amenaza contra sus derechos democráticos y la SL acepta a regañadientes respaldar una manifestación en Nueva York para defender a los maestros de Oaxaca, las secciones de la Liga por la IV Internacional (el Grupo Internacionalista/México, la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil y el Internationalist Group/U.S) han luchado activamente para organizar la solidaridad proletaria con los trabajadores mexicanos que se encuentra bajo el ataque de la represión estatal. Al enfatizar la necesidad de la revolución socialista internacional, el portavoz del IG en la manifestación del 21 de septiembre en Nueva York señaló que este año se cumplen los cien años de la huelga de los mineros de Cananea que fue el resultado de un esfuerzo conjunto de obreros revolucionarios mexicanos y norteamericanos. Así como la lucha de Cananea de 1906 sirvió como precursora de la Revolución Mexicana de 1910-17, la huelga de 2006 en Oaxaca puede ser una chispa para la revolución obrera en ambos lados de la frontera. La clave, hoy como ayer, es la dirección revolucionaria. n


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