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abril de 2007 Despenalización
parcial del aborto en el DF, limitada reforma burguesa
¡Por el aborto libre y gratuito!
![]() Mujeres se manifiestan a favor de la despenalización del aborto sólo en el primer trimestre de la gravidez. Más allá del “derecho a decidir”, la liberación de la mujer exige una revolución socialista. (Foto: Eduardo Verdugo/AP) ¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista! CIUDAD DE MÉXICO, 24 de
abril – Esta tarde el
pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF)
aprobó, por una
amplia mayoría, una reforma a la legislación vigente
sobre el aborto. El cambio
más significativo consiste en una nueva formulación del
Artículo 144 del Código
Penal que a partir de ahora define al aborto como “la
interrupción del embarazo
después de la décimo segunda semana de la
gestación” (Milenio, 20 de
abril). O sea, durante los primeros tres meses de gestación,
terminar un
embarazo no estará penalizado, al no considerarse
jurídicamente como un aborto.
En virtud de otra reforma legislativa, la operación será
practicada
gratuitamente a las mujeres que la soliciten en instalaciones de salud
(hospitales y clínicas) del gobierno del D.F. La medida tiene un
carácter
limitado: el aborto en el segundo y tercer trimestres sigue siendo un
delito
–sólo reduce las penas de prisión para la mujer que
ejerce su derecho de
terminar un embarazo no deseado. Además, las jóvenes de
menos de 18 años se
verán obligadas a obtener el permiso de sus padres, una
restricción nefasta que
incluso podría causar muertes. No obstante, la reforma ha
provocado una
desenfrenada histeria retrógrada por parte del clero y sus
representantes
políticos. Grupos feministas, en cambio, cantaron victoria.
Alrededor de
América Latina, la despenalización parcial del aborto en
la capital mexicana
está siendo vista como una grieta en el muro de la
reacción católica que podría
abrir la vía para derribar la prohibición del aborto en
Brasil y otros países
del continente. Contra los oscurantistas
religiosos y los políticos reaccionarios, lo mismo que contra
los tímidos
reformadores burgueses, todos opresores de la mujer, los comunistas
internacionalistas luchamos por el irrestricto derecho al aborto,
libre y
gratuito, a decisión exclusiva de la mujer, con
atención médica de alta
calidad y en cualquier momento de su gravidez. Exigimos también
la amplia
distribución sin costo de anticonceptivos así como el
acceso a medicamentos
seguros para la interrupción de una gravidez incipiente. A la
vez, subrayamos
que la plena liberación de la mujer de su opresión
secular sólo puede lograrse
con el derrocamiento del capitalismo, eliminando la pobreza que torna
imposible
a millones de madres alimentar adecuadamente a sus hijos. Esto
haría posible su
emancipación de la esclavitud familiar con su plena
participación en el trabajo
fuera del hogar en condiciones de igualdad y con la
socialización de las tareas
domésticas. ¡Por la liberación de la mujer
mediante la revolución
socialista! Ante esta reforma limitada, el
Partido Acción Nacional del presidente Felipe Calderón,
la Iglesia Católica en
México y toda una serie de organizaciones ultrarreaccionarias y
hasta
fascistoides, como Provida, han lanzado una cruzada bajo el lema de
“proteger a
los inocentes”. A esta cruzada se ha sumado el papa Benedicto XVI, que
envió a
México al cardenal colombiano Alfonso López Trujillo como
delegado especial
antiaborto del Vaticano, y que dirigió una carta a la
Conferencia del
Episcopado Mexicano. El cardenal Norberto Rivera, primado de los
obispos mexicanos,
ha amenazado en sus prédicas con fuego infernal para los que
quieren legalizar
el aborto. Ahora la jerarquía eclesiástica está
amenazando con excomulgar a
todo el que vote a favor de su despenalización. La
defensa de los
“valores familiares” encabezada por la reacción clerical se
muestra nítidamente
en su verdadera naturaleza: es una embestida contra los derechos
más
elementales de la mujer y por el fortalecimiento de los aberrantes
estereotipos
machistas que sirven para “justificar” su opresión en el seno de
la familia,
institución angular de la sociedad burguesa para inculcar
valores conservadores
que sirven para el sustento de ésta.
Las iniciativas de ley que
convergieron en esta reforma fueron inicialmente presentadas por
diputados del
Partido Revolucionario Institucional y de Alternativa
Socialdemócrata y
Campesina. La bancada del Partido de la Revolución
Democrática, la fuerza
preponderante en la ALDF, generó la redacción final, en
tanto que los
trasnochados mochos del PAN gritaron su consternación. Sin
embargo, es
significativo que durante los seis años de la gestión del
abanderado del PRD,
partido populista-nacionalista burgués, Andrés Manuel
López Obrador, como jefe
del GDF no se realizó ningún avance para establecer el
derecho al aborto. Además
de que no quería poner en riesgo sus ambiciones presidenciales,
resulta que
AMLO era gran amigo del ultra reaccionario cardenal Rivera. En último
término, la opresión
de la mujer es producto directo de la división de la sociedad en
clases. Por
ello, en tanto que el derecho a abortar constituye un elemental derecho
democrático de la mujer, para hacerlo realidad no basta con una
lucha meramente
democrática constreñida a los marcos institucionales de
la “democracia”
capitalista. De hecho, todos los partidos burgueses se oponen a la
plena
legalización del aborto. Diputados comunistas hubieran votado
críticamente a
favor de la mínima reforma que se aprobó en la Asamblea
Legislativa y que
parcialmente despenaliza el aborto, proponiendo a la vez la
eliminación de todo
el artículo contra el aborto. Sin embargo, la cuestión
trasciende con mucho la
acción legislativa. En realidad, la lucha por los derechos de la
mujer exige
una revolución social, que hoy sólo puede ser socialista. La lucha por la
emancipación
de la mujer se enfrenta a las fuerzas combinadas de la represión
estatal, la
reacción clerical y sus turbas sedientas de sangre, la violencia
machista en el
seno de la familia y en prácticamente todas las esferas de la
vida, el fardo de
la ignorancia, el oscurantismo y los prejuicios religiosos, así
como del
ruinoso estado en que se encuentra el sistema de salud, que ofrece
servicios de
muy deficiente calidad a los trabajadores, y prácticamente
ningún servicio a
los desempleados. Es por ello que la lucha por el aborto libre,
gratuito y
seguro es un componente fundamental de la lucha por la
revolución socialista
internacional. El capitalismo significa hambre y muerte
En México hasta ahora,
el
aborto ha estado legalmente prohibido con pocas excepciones. En el
D.F., éstas
se limitaron a los casos en que el embarazo hubiera resultado de una
violación,
en que estuviera en peligro la vida de la mujer o cuando el feto
tuviera graves
deformaciones. En estas condiciones, un aborto clandestino conlleva
serios
riesgos: la mujer enfrenta una seria amenaza a su vida por hemorragia e
infección masiva. Además,
ella y
quienes realizan la operación, son considerados como criminales
por parte del
estado. Periódicamente la policía realiza redadas en las
clínicas clandestinas,
apresando a mujeres, médicos y enfermeras. A pesar de lo anterior, la
práctica del aborto es muy extendida. Esto muestra la verdadera
desesperación
de las mujeres que enfrentan la terrible disyuntiva de correr el riesgo
de un
aborto o procrear niños no deseados a los que no pueden
mantener. En México,
donde las propias cifras del gobierno admiten que la mitad de
la
población vive sumida en la pobreza y el 20 por ciento en la pobreza
extrema,
la posibilidad de alimentar a un nuevpo hijo dista de ser una
cuestión
abstracta. Apenas iniciado el nuevo gobierno de Calderón, el tortillazo
de enero aumentó en un 40 por ciento en el precio de la
tortilla, mientras el
Congreso eliminaba los subsidios de la leche Liconsa. Así,
cuando el gobierno
literalmente retira los alimentos básicos de las mesas de los
pobres de la
ciudad y del campo, el problema de tener o no un hijo no se limita al
“derecho
a decidir”. Por ello, resulta particularmente obscena la
retahíla sobre “salvar
bebés”, en un país en el que se criminaliza el aborto,
pero todavía mueren 30
de cada mil niños (cuando en Cuba el índice es de menos
de 6), en gran parte
debido a infecciones gastrointestinales y a enfermedades que
podrían
erradicarse con el uso de vacunas. Las cifras más serias
calculan
que se realizan más de un millón de abortos al
año. La abrumadora
mayoría de las mujeres que deciden tener un aborto deben
practicárselo ellas
mismas, o acudir subrepticiamente a sitios en los que personal poco
calificado
lo lleva a cabo, y donde además es frecuente que sean tratadas
como basura.
Cada año en México, según las estadísticas
de la ONU unas 106,000 mujeres son
hospitalizadas tras practicarse abortos inseguros. En el Distrito
Federal, los
abortos mal practicados representan la tercera causa de muerte materna.
Según
datos de la Secretaría de Salubridad y Asistencia, cada
año mueren en el país
100 mujeres por abortos inseguros (y las cifras reales deben estar muy
por
encima de lo que reconocen las agencias gubernamentales). Y todo esto
cuando,
de practicarse adecuadamente, el aborto es una de las intervenciones
quirúrgicas más sencillas y seguras.
Estas cifras reflejan,
nuevamente, la opresión propia de una sociedad dividida en
clases. ¿Quiénes son
las mujeres que mueren en las planchas de los abortos clandestinos
insalubres?
¿Las acomodadas, que tienen el dinero suficiente para costearse
un buen
hospital en el extranjero? Obviamente no. Las que sufren las
consecuencias de
la criminalización del aborto son las mujeres pobres, cualquiera
lo sabe. La lucha por despenalizar el
aborto en el Distrito Federal tiene una larga historia. Ya en 1983 se
presentó
una iniciativa para legalizar el aborto dentro de los primeros tres
meses, pero
fue derrotada. En 1979, la efímera fracción parlamentaria
del Partido
Revolucionario de los Trabajadores (que falsamente se ostentaba como
trotskista), junto con varias feministas del Partido Comunista,
presentó una
iniciativa a favor de la “maternidad voluntaria” que pedía la
completa
legalización del aborto. Al igual que ahora, las fuerzas
reaccionarias
organizaron manifestaciones en las calles, e incluso organizaron
ataques
físicos contra los que defendían la reforma. En el caso actual, las
limitaciones de esta enmienda de ley no se restringen a que se sigue
considerando al aborto como un delito. Aun cuando fuera legal su
práctica, nada
garantizaría que una mujer pudiera realizarlo de manera libre y
efectiva. Ya es
legal en todo el país, por ejemplo, que una mujer aborte si su
embarazo ha resultado
de una violación. (Es significativo que hasta a esto se oponen
los
reaccionarios clericales.) Sin embargo, incluso cuando una mujer
violada y
embarazada ha conseguido una orden legal autorizando un aborto, las
autoridades
hospitalarias y del DIF, agencia gubernamental para el “desarrollo
integral de
la familia”, con frecuencia se niegan a llevarlo a cabo.
Considérese el muy
conocido
caso de Paulina para probarlo. Paulina Ramírez Jacinto fue
violada a los 13
años y sin embargo se le negó la realización de un
aborto en Mexicali. El
obispo y hasta el gobernador de Baja California Norte intervinieron
personalmente para disuadirla, y cuando esto no dio resultado, para
impedir que
ella pudiera terminar el embarazo. Un informe de Humans Rights Watch
(marzo de
2006) titulado “Víctimas por partida doble: Obstrucciones al
aborto legal por
violación en México” presenta los casos de mujeres que
atravesaron periplos
semejantes en Guanajuato, Yucatán y el Distrito Federal a lo
largo de 2005. Una
trabajadora social que en Mérida ayudó a una niña
de doce años embarazada como
producto de una violación cuenta lo siguiente: “Las autoridades dicen: ‘no es
posible’. Les llevé el artículo [del
Código Penal estatal] donde dice que [el aborto después
de una violación] está
dentro de los causales. … En el DIF [donde yo trabajaba] querían
que la niña
tuviera al hijo a como dé lugar. … [Las autoridades]
decían que ya muchos meses
[así que el aborto era imposible] y les dije: ‘Porque iban
pasando los meses
mientras [ustedes] me dicen que no’.” Incluso en Estados Unidos,
donde el aborto es legal, el acceso real al aborto se encuentra
fuertemente restringido. Apenas la semana pasada, la Suprema Corte
ilegalizó un
procedimiento de aborto en el tercer trimestre, que podría abrir
la puerta para
una ofensiva reaccionaria para desmantelar el derecho al aborto trecho
a
trecho. Un caso reciente que demuestra los obstáculos
que enfrentan las
mujeres que quieren terminar un embarazo es el de la adolescente
inmigrante
Amber Abreu, quien ahora enfrenta cargos penales en el estado de
Massachusetts
(¡bajo una arcaica ley de la década de los 1840!) por un
intento de abortar.
Como escribieron nuestros camaradas del Internationalist Group en un
artículo
en su defensa: “El caso de Amber Abreu subraya
el hecho de que lo que está en juego no
es simplemente el derecho legal a ‘elegir’, sino la posibilidad real de
acceder
a los servicios necesarios para abortar. En muchos estados han sido
aprobadas
leyes que impiden que adolescentes embarazadas terminen con su embarazo
sin
haber avisado a sus padres. Las clínicas han estado bajo sitio
de ‘escuadrones
de dios’ derechistas que no sólo se proponen hostigar a las
mujeres que desean
abortar, sino también acabar con ese tipo de centros. En varios
estados del centro
de Estados Unidos, esto ha llegado hasta el punto en que sólo
siguen abiertas
una o dos clínicas en las que se puede abortar. Encima de todo,
los fanáticos
antiabortistas recurren al asesinato descarado, publicando en Internet
los
nombres y direcciones de doctores que practican abortos,
asesinándolos en sus
casas y poniendo bombas en las clínicas. El terrorista
derechista John Salvi
asesinó a dos trabajadores en la clínica Planned
Parenthood (paternidad
planeada) en Brookline [Massachussets], e hirió a otras cinco
personas en 1994.
El Internationalist Group lanza un llamado a favor de una combativa
defensa
proletaria de las clínicas donde se practican abortos.” Ahora en México los
reaccionarios van a recurrir a semejantes métodos terroristas,
como ya ha señalado
Jorge Serrano Limón de Provida. En realidad, la lucha apenas
comienza: más allá
de lo que diga la ley, habrá que oponerse a toda traba
jurídica o extralegal
que se intente imponer, así como defender al personal
médico y a las mujeres en
las clínicas y hospitales donde se realicen abortos. Seguramente
los médicos
reaccionarios dirán que son “objetores de conciencia” para
rehusarse a realizar
el aborto, tal como hicieron los médicos con Paulina en
Mexicali. ¡De ningún
modo! Será necesario movilizar a los trabajadores con conciencia
de clase, a
las mujeres y a todos los defensores de los derechos
democráticos para imponer
este derecho y garantizar el recurso irrestricto al aborto. En efecto,
la lucha
por el aborto libre y gratuito en el marco de un sistema de
atención médica de
la más alta calidad atañe fundamentalmente a la clase
obrera en su
conjunto. ¡Liberación de la mujer mediante la
revolución
socialista!
La prohibición legal
del aborto
en México ofrece una medida clara del grado de opresión
que sufren las mujeres
en este país. Que una mujer dé a luz o no, debe ser
producto de su propia
decisión, no una determinada por el Papa en turno,
políticos de la clase
dominante, jueces reaccionarios, o cualesquiera otras personas.
“Nosotras
parimos, nosotras decidimos”, dice una consigna que corean muchas
mujeres que
luchan por este derecho fundamental. En eso tienen toda la
razón. Pero la lucha
por el aborto libre y gratuito no es un asunto que sólo
concierna a las
mujeres, sino que afecta a todos los trabajadores. La opresión
de la mujer no
será abolida por una serie de medidas legislativas. Para hacer
realidad su
emancipación, es necesario acabar con los fundamentos materiales
de esta opresión:
la propiedad privada y la institución familiar que le asigna a
la mujer el
trabajo doméstico y la crianza de los niños. Se requiere
una socialización de
tales funciones familiares para liberarla de este fardo.
En los últimos
decenios, la
reducción constante de los salarios de los trabajadores debido a
una ofensiva
patronal ha resultado en la reinserción de un sector cada vez
más grande de las
mujeres en la producción social por su necesidad de
supervivencia económica y
el afán de los capitalistas de reducir los costos de
producción. No es ninguna
casualidad que la enorme mayoría de las empresas maquiladoras en
México
contraten casi exclusivamente a mujeres muy jóvenes, a las que
mantienen
oprimidas y aterrorizadas de múltiples maneras (los asesinatos
de Ciudad
Juárez, por ejemplo, se enmarcan en este contexto). La
integración de las
mujeres a la producción social en el marco del capitalismo (que
a la vez es
una condición indispensable para su emancipación social),
implica que a la
opresión machista en el seno de la familia se suma la
explotación que sufren
las mujeres como trabajadoras. Después de laborar fuera de la
casa por salarios
de hambre, la mujer debe llegar a la casa a realizar las tareas del
hogar.
No sólo se oprime a la
mujer
trabajadora al impedirle terminar un embarazo no deseado, sino que
también se
la oprime al expulsarla del trabajo por tener los hijos que sí
quiere tener.
Como escribimos en nuestro artículo “Obreras mexicanas de las
maquiladoras
luchan por sus derechos” (El Internacionalista No. 1, mayo de
1998), “es
un procedimiento común en las maquiladoras a lo largo de la
frontera, aplicar
pruebas de embarazo a las aspirantes, así como a las
trabajadoras ya
contratadas, para evitar las disposiciones del código laboral
mexicano que
estipulan tres meses de licencia de maternidad pagada así como
la protección de
las mujeres embarazadas frente a tareas peligrosas”. Así los
marxistas que
luchamos por el derecho de terminar un embarazo no deseado
también defendemos
el derecho a la maternidad deseada. Es
importante señalar que, a pesar de que la burguesía
emplea a
mujeres únicamente para explotarlas mejor, en los momentos
de insurgencia
obrera, cuando las masas oprimidas se rebelan, la burguesía en
su conjunto se
pone en contra de las conquistas de las mujeres, pues sus propios
privilegios
están en juego. En el régimen nazi, por ejemplo,
fruto de la necesidad de
la burguesía alemana de destruir a las poderosas organizaciones
obreras
alemanas, alcanzó su punto culminante la campaña para
sacar a las mujeres de
las fábricas y regresarlas al hogar. El lema de los nazis para
las mujeres era
“Kinder, Kirche, Küche” (niños, iglesia, cocina). Hoy
día podría ser repetido
sin empacho alguno por un Carlos Abascal, integrante de la siniestra
organización fascistoide El Yunque. Un repugnante dicho machista
mexicano – “A
la mujer, como a la carabina, siempre cargada y detrás de la
puerta”– hace
eco del de los nazis. Que la mujer deba estar “cargada”, esto es,
embarazada,
da cuenta precisa de cuál es el papel que esta sociedad asigna a
la mujer: la
de mera reproductora anclada en la cárcel de la familia nuclear. A pesar de lo moderado de la
reforma ahora votada por la ALDF, la arremetida de la reacción
clerical no se
ha hecho esperar. El obispo Felipe Arizmendi ha lanzado amenazas de
excomunión
para los “asesinos exterminadores”; el cardenal Rivera lanzó un
llamado a
frenar la “embestida del mal”. El ahora
secretario general adjunto del PAN, Abascal (secretario de
Gobernación y del
Trabajo bajo el gobierno foxista afirma con total desempacho que las
mujeres
deben dejar de trabajar fuera de la casa y regresar a ser el
“corazón del
hogar”). El mismo proyectó en el noticiero Primero Noticias
de Televisa,
una serie de grotescas imágenes de bebés descuartizados,
diciendo falazmente
que esto es lo que provocará a gran escala la aprobación
de la iniciativa de
ley.
A las peregrinaciones que
estas fuerzas reaccionarias han organizado en Guadalajara y
Querétaro y el
Distrito Federal hay que añadir ahora la declaración del
presidente Felipe
Calderón y su esposa “a favor de la vida”, una
declaración conjunta de las
iglesias cristianas y católica en contra del aborto, y las
múltiples actividades
y amenazas de las organizaciones clerical-reaccionarias como Provida y
los
Caballeros de Colón. En un país en donde soldados con
frecuencia violan y
embarazan mujeres indígenas; en donde militares violaron y
asesinaron a una
anciana nahua, Ernestina Asunción de Zongolica, Veracruz, y en
el que luego
hasta el presidente de la república y el ombudsman responsable
de los
“derechos humanos” disculpan a los violadores; en donde decenas de
mujeres
mexicanas mueren cada año por las secuelas de abortos
clandestinos, es
asqueroso oír a los propios gobernantes asesinos culpar
de “asesinos” a
los que luchan por el derecho al aborto en condiciones médicas
seguras. La arremetida reaccionaria “en
defensa de la familia” y de la ideología burguesa del machismo
también
está acompañada de ataques contra los derechos de los
homosexuales y pone en
entredicho el principio democrático de la separación de
la iglesia del estado.
A principios del año, el clero católico despotricó
contra la aprobación por la
ALDF de una “ley de sociedades de
convivencia”, que otorga a las parejas homosexuales algunos derechos
elementales como la posibilidad de heredar y de gozar de los servicios
médicos
otorgados a cualquiera de los miembros de la pareja. Esta nueva ley,
sin
embargo, no reconoce para los gays y las lesbianas el derecho de
adoptar niños,
entre otras cosas. Los marxistas insistimos: ¡Plenos derechos
democráticos
para gays y lesbianas! Estado e iglesia: ¡Fuera de las
recámaras! La familia nuclear capitalista
es un elemento fundamental de la reproducción de la sociedad.
Como tal, es
esencial para producir una nueva generación, tanto de explotados
como de
explotadores y, en consecuencia, para transmitir los valores
correspondientes
de la sociedad burguesa. Que las mujeres puedan elegir entre
embarazarse y no,
hace temblar a los reaccionarios precisamente porque eso pone en
cuestión los
fundamentos ideológicos de su dominio y, en consecuencia, pone
en riesgo a la
mismísima propiedad privada. Es por eso que hasta ex
izquierdistas nacionalistas que han hecho sus paces con la
burguesía suelen
convertirse en feroces opositores al derecho al aborto. El caso
más notorio en
tiempos recientes es el del dirigente sandinista Daniel Ortega, que se
hizo
elegir por segunda vez presidente de Nicaragua, ahora afirmando una
nueva fe
cristiana y apoyando una ley que criminaliza el aborto en toda
circunstancia.
Es notable que los tres países de América Latina en donde
está totalmente
prohibida la interrupción del embarazo, aún en casos de
violación y peligro
para la vida de la mujer – o sea Nicaragua, El Salvador y Chile – son
precisamente los países donde han triunfado
contrarrevolucionarios auspiciados
por el imperialismo yanqui. La liberación de la
mujer
requiere la abolición de la propiedad privada de los medios de
producción
mediante una revolución socialista que, a su vez,
establecerá las condiciones
materiales para una genuina emancipación. Luchamos por que el
proletariado se
movilice no sólo por la plena legalización del aborto,
sino también por el
establecimiento de guarderías disponibles las 24 horas bajo
control sindical.
En México, un gobierno obrero y campesino haría un
esfuerzo sistemático por
liberar a la mujer de la esclavitud, colectivizando las labores que
éste
implica: establecería no sólo guarderías y
escuelas sino también comedores y
lavanderías colectivas. Sobre el fundamento de una
economía
colectivizada se puede sentar las bases para superar la miseria que ha
sido el
destino fatal de las masas de trabajadores e indígenas de
América Latina desde
tiempos inmemoriales. El ligar la lucha por
los derechos democráticos más elementales con la
necesidad de la revolución
socialista es parte integral de nuestra perspectiva y programa
trotskistas de
la revolución permanente, que a su vez implica la
extensión
internacional de la revolución socialista a los centros
imperialistas para
aplastar la contrarrevolución y movilizar sus enormes recursos
económicos en
beneficio de todos los explotados. Los comunistas del Grupo
Internacionalista y
de la Liga por la IV Internacional nos dedicamos a hacer realidad esta
perspectiva. Te invitamos a que te unas a nosotros en esta lucha.
¡Aborto
libre, gratuito y seguro! ¡Liberación de la mujer mediante
la revolución
socialista! n
Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |