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abril de 2005 Duro ajuste de cuentas
entre la burguesía
¡Romper con AMLO, el PRD y su frente popular! ¡Forjar un partido obrero revolucionario! El frente popular lopezobradorista en la calle, el 24 de abril. Más de un millón
de personas marcharon en la capital mexicana el 24 de abril para
repudiar la acción de la Cámara de Diputados en quitarle
el fuero institucional al jefe de gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel
López Obrador, lo que permitiera al ministerio público
iniciar un juicio en su contra. Apenas diez días después,
el gobierno del presidente Vicente Fox Quesada anuló la
acción penal contra el más popular precandidato opositor.
Mientras la izquierda oportunista se alista en la campaña
frentepopulista de López Obrador, los trotskistas del Grupo
Internacionalista nadan contra la corriente, al luchar por un partido
obrero revolucionario en contra de todos los partidos burgueses.
MÉXICO, 25 de abril—Con
inusitada anticipación, ha comenzado la carrera electoral por la
presidencia de
la república. Aunque falta más de un año para las
elecciones de julio de 2006,
y a pesar de que ninguno de los tres principales partidos burgueses ha
definido
oficialmente al que será su candidato, se perfila ya un duro
enfrentamiento
cupular entre distintos sectores de la burguesía mexicana. El
aspecto más
dramático de esta encendida “disputa familiar” tiene como foco
el proceso
politiquero que el gobierno del presidente Vicente Fox Quesada del
Partido
Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional
(PRI) han iniciado
para despojar del fuero ejecutivo a Andrés Manuel López
Obrador (“AMLO”), jefe
del gobierno del Distrito Federal, con el propósito evidente de
impedirle que
contienda como candidato presidencial del Partido de la
Revolución Democrática
(PRD). En
la batalla sobre el desafuero, el Grupo Internacionalista alerta que la
amenaza
de una futura prohibición antidemocrática está
siendo utilizada, con apreciable
éxito por lo demás, para recabar simpatías y apoyo
político para López Obrador
y al PRD, partido nacionalista burgués, frente a las torpes
medidas del PRI y
del PAN para mantenerse en las poltronas del poder.
Al mismo tiempo que defendemos el elemental derecho
democrático
de que cualquier partido político se presente en las elecciones
con los
candidatos que decida (incluso si se trata de los grandes partidos
capitalistas), señalamos que los obreros, campesinos y
demás sectores
explotados y oprimidos no deben dejarse confundir por las maniobras
electoreras, ni depositar ninguna confianza en ningún bando
burgués. En la
ruleta política de la “democracia” burguesa, es el capital el
que determina el
resultado del juego. Con el comienzo del período preelectoral,
reiteramos que
urge romper con el frente popular alrededor del PRD, que
encadena
a los trabajadores a un sector de la clase dominante; reiteramos
también que
para todos los que quieren barrer con el actual régimen de
miseria y represión
la clave es forjar un partido obrero revolucionario en
contra de
todos los partidos patronales. El
gobierno de Fox ha intentado en vano imponer una serie de “reformas
estructurales” para cumplir con las exigencias de las instituciones
financieras
imperialistas y sus socios menores de la burguesía mexicana.
Éstas incluyen la
venta al capital privado (tanto nacional como imperialista) del sector
energético, el desmantelamiento de lo que queda sistema de
jubilaciones y
pensiones con el que el régimen corporativista del PRI-gobierno1
intentó
domesticar a la clase obrera, así como la completa
eliminación de las
conquistas laborales que estorban, aunque sea sólo un poco, la
insaciable sed
de ganancia de los capitalistas. Insatisfecha por la incapacidad del
ranchero
guanajuatense, la burguesía mexicana busca alternativas
distintas para llevar a
cabo sus planes hambreadores. El PRI, a pesar de sus interminables
luchas
intestinas, se declara listo para volver a la presidencia. De la misma
manera,
el PRD quiere mostrar a sus amos capitalistas- imperialistas su
responsabilidad
y capacidad de controlar el descontento social y mantenerlo
dentro de
cauces inofensivos de las instituciones políticas de la
burguesía. La
actual maniobra del gobierno foxista y el PRI contra López
Obrador tiene el
propósito eventual de impedir que su nombre aparezca en las
boletas electorales
del año próximo. Lo que quieren es que, una vez que
esté sujeto a proceso
penal, según Artículo 111 de la Constitución de
los Estados Unidos Mexicanos,
“AMLO” carezca del derecho a participar en las elecciones. Pero
pasarán meses
hasta que esto se concrete. En este momento, ni siquiera es candidato
del PRD
(hay otros, incluyendo el sempiterno candidato perredista
Cuauhtémoc Cárdenas,
que disputan la candidatura), y ningún partido ha presentado, ni
mucho menos
inscrito, a su abanderado. Por ahora, a 14 meses de las
elecciones, se
trata de un prefraude que se prepara contra un precandidato en el
período
preelectoral y que sirve de pretexto para inflar al frente popular. En
caso de que Fox y el PRI se atrevan a realizar su locura – imponer una
prohibición contra el político que es de lejos el
más popular de los
precandidatos en las encuestas de opinión pública –
entonces defenderíamos el
derecho de López Obrador a presentarse como candidato
presidencial, en el marco
del empeño en desenmascarar su
candidatura y las de los demás partidos capitalistas. El
norte para los comunistas es siempre de luchar por la independencia
política
revolucionaria del proletariado y todos los oprimidos respecto a los
políticos,
partidos, gobiernos y el estado de sus patrones y opresores
capitalistas. Esto
nos opone por el vértice a múltiples grupos oportunistas
que se han sumado a la
causa de López Obrador y al frente popular del cual el PRD es el
punto focal,
bajo el pretexto de defender sus derechos democráticos. De
hecho, la actual lucha contra el desafuero de AMLO ha constituido el
lanzamiento de su precampaña electoral. Así lo dicen no
solamente sus
detractores (“Autodestape” grita la portada de La Crisis [25 de
abril]),
sino también sus defensores. Eso podía desprenderse
inequívocamente del gran esfuerzo
de marketing político, muy profesional, encarnado en
los
ubicuos carteles con fotos de López Obrador que proclamaban, “No
está sólo”.
Con 250 mil personas colmando el Zócalo el 29 de agosto pasado,
unos 500 mil el
7 de abril, y más de un millón en la misma Plaza de la
Constitución ayer, López
Obrador ha probado su “poder de convocatoria” a los operadores
políticos y
poderes fácticos de la política burguesa mexicana: “Con
la marcha López Obrador
dio un salto en las preferencias electorales: diputados”, tituló
La Jornada
(25 de abril). En nombre de la defensa de los derechos
democráticos, se está
intentando construir “el movimiento político-ciudadano
más importante en la
historia de la República” – o sea, un frente popular
clásico – afirmaron las
fracciones de PRD, PT (Partido del Trabajo) y PVEM (Partido Verde) en
la Cámara
de Diputados. Algunos
de los participantes en la marcha
al Zócalo de la Ciudad de México del 24 de abril hacen
patente que se trató de dar apoyo político a López
Obrador y su partido, el PRD, del sol azteca, por su símbolo (en
amarillo). (Foto: Samkit Shah/AP) En
cuanto a los derechos democráticos, los marxistas advertimos que
el fuero de
los que detentan cargos ejecutivos en un estado capitalista, que impide
acciones legales en su contra mientras estén en funciones, es un
arma fundamentalmente
antidemocrática. El fuero parlamentario, que
prohíbe el arresto de
legisladores, es una protección heredada de los tiempos feudales
que impedía
que un rey (o presidente) pudiera simplemente dictar la prisión
de todo
opositor y arrojarlo en las mazmorras del régimen. En cambio, en
nombre de
asegurar la “gobernabilidad”, el fuero ejecutivo protege a los
comandantes supremos de los cuerpos represivos mediante los que se
imponen los
dictados de la burguesía. Fue a causa del fuero presidencial
(Artículo 110
constitucional) que Luis Echeverría quedó exento de toda
acción penal por haber
ordenado, como secretario de Gobernación, la Masacre de
Tlatelolco del 2 de
octubre de 1968, en la que la policía y el ejército
mataron a cientos de
manifestantes estudiantiles, y luego por haber desatado, esta vez como
presidente de la República, la Masacre de Jueves de Corpus del
10 de junio de
1971, hasta que terminó su sexenio en 1976. Junto
con el fuero ejecutivo, hay toda una serie de medidas y doctrinas
jurídicas
parecidas (inmunidad soberana, que protege a los gobiernos; lesa
majestad, que prohíbe insultar al jefe del estado; inmunidad
ejecutiva,
que permite a los jefes de gobierno mantener el sigilo sobre sus actas)
a las
que los marxistas nos oponemos terminantemente. El propósito de
estos fueros
radica en dotar a los gobernantes capitalistas de la mayor impunidad
posible
para así valerse de las medidas que consideren necesarias para
suprimir el
descontento social. No obstante eso, aunque eliminar la inmunidad de
López
Obrador no fue un acto de por sí antidemocrático, su
destitución como
gobernante electo del DF sí sería un abuso que
habría que condenar. Esto
corresponde a principios jurídicos de la ley mexicana que, en el
fondo, no
presumen la inocencia de un acusado sino hasta que se presenta un fallo
de
culpabilidad. Pero si detrás de la acción del Congreso de
la Unión del 7 de
abril para desaforar a AMLO son evidentes mezquinos motivos
políticos, los
gritos de “la patria en peligro” por parte de sus partidarios tienen
también un
fin electorero no muy oculto que digamos. Evidentemente
no hay ninguna comparación entre lo que imputan a Andrés
Manuel López Obrador y
los verdaderos crímenes sangrientos cometidos a gran escala por
el régimen
priísta durante las siete décadas de su “dictadura
perfecta” (expresión del
derechista escritor peruano Mario Vargas Llosa). La acusación en
contra de
Andrés Manuel López Obrador es un embuste obvio y hasta
ridículo: es acusado de
haber pasado por alto durante un par de semanas un dictamen de un juez
bloqueando la construcción de una vía de acceso a un
nuevo hospital. No hay
nada que sugiera siquiera que él hubiera ordenado o firmado nada
al respecto,
siendo entonces que lo consideran responsable por la acción de
alguno de sus
subalternos en el Gobierno del DF. Pero que esta acusación sea
absurda, no
quiere decir que no haya cosas por los que sería
fundamentalmente justo quitar
el fuero al jefe de gobierno del DF, entre ellas:
Tampoco
hay que olvidar la arremetida por policías antimotines contra
huelguistas
estudiantiles de la UNAM ordenada por Cuauhtémoc
Cárdenas, el 4 de agosto de
1999, y la sangrienta carga de los granaderos de la SSP, golpeando
salvajemente
con sus toletes y escudos a estudiantes cuando manifestaban el 11 de
diciembre
del mismo año frente a la embajada norteamericana a favor de la
libertad de
Mumia Abu-Jamal, acción ordenada por el jefe policíaco de
Rosario Robles, ambos
del PRD, cuando ellos eran los jefes de gobierno del DF.
“Desaforadamente” nos
gustaría verlos todos en la banca de acusados por ese “abuso de
poder” y esos
actos de violencia; sin embargo, semejantes causas legales no
prosperarían en
el sistema jurídico burgués, y con el fuero ejecutivo
mexicano serían imposibles. Más
allá de las particularidades legales, la enorme afluencia a los
mítines
lopezobradoristas se debe en gran parte al sentimiento de
desilusión que se ha
propagado ante el hecho de que la esperada derrota del PRI en las
elecciones
del año 2000 no se tradujo en beneficio alguno para la
población. Muy al
contrario, abrió la vía para la implementación por
Fox de las mismas políticas
privatizadoras que caracterizaron a los últimos sexenios
priístas (De la
Madrid, Salinas de Gortari, Zedillo). Pero de ahí no hay que
sacar la
conclusión de que otro político burgués que
promete el “cambio democrático”
haría mejor. López Obrador en Los Pinos [la residencia
presidencial mexicana] hará lo mismo. El
fracaso del régimen foxista y el turno del PRD
La
experiencia del gobierno de Fox ha mostrado que los intereses
capitalistas,
tanto de la débil burguesía mexicana como de sus socios
mayores en Washington y
Wall Street, que hicieron necesario un régimen de mano dura y
que no pudo
tolerar más que un pobre simulacro de “democracia” en
México – apenas separado
de Estados Unidos por la más larga frontera terrestre entre el
empobrecido
“tercer mundo” semicolonial y el “primer mundo” imperialista – no
desaparecieron con la caída del PRI. En el marco del capitalismo
en su época de
decadencia imperialista, la clase obrera sólo puede esperar la
intensificación
de los ataques patronales, el incremento de la miseria y la
multiplicación de
los mecanismos de subyugación. Por eso, la respuesta al
desencanto producido
por el gobierno foxista tiene que ser una intensificación de la
lucha
revolucionaria. Cuando
Fox asumió funciones a finales del año 2000, el
autodenominado “gobierno del
cambio” anunció que había llegado, para quedarse, el
ansiado reino de la
democracia. Promesas grandilocuentes sobre crecimiento económico
y reformas
políticas endulzaban los oídos de incautos y
crédulos. Proclamando el inicio de
una “transición sin turbulencias”, su principal objetivo
consistía en poner en
funcionamiento nuevos mecanismos de control social que resultaran
más baratos y
eficaces que aquellos de los que se sirvió el régimen del
PRI-gobierno. Tras
décadas de servicio al orden burgués, los mecanismos de
sujeción corporativista2
característicos del régimen priísta se
sentían anquilosados y cada vez menos
capaces de contener el creciente descontento obrero engendrado por la
crisis de
la deuda de principios los años 80. El pesado aparato estatal
parecía caduco y
excesivamente costoso. Bajo Fox, de la receta priísta de
represión con “prestaciones
sociales” se redujo a la sola represión. Como escribimos hace
cuatro años,
cuando el gobierno foxista daba sus primeros pasos: “Del
régimen semibonapartista decaído se pasó al
‘gobierno de las marcas’ con la
presencia en el gabinete (debidamente seleccionado por empresas de headhunters)
de representantes del Grupo Carso, el Grupo Vitro, Cemex, Bimbo,
Modelo,
Maseca, además de Proctor & Gamble y la Union Carbide ...
Cuando habla de
un gobierno ‘plural e incluyente’ el ex magnate cocacolero quiere
señalar la
inclusión de un alto ejecutivo de la Pepsi-Cola.” –”Fox
deja caer la máscara”, Suplemento de El Internacionalista,
8 de marzo de
2001 El
propósito del gobierno constituido por los representantes
directos de toda una
serie de trusts capitalistas, junto con representantes de los
más
rancios grupos de la reacción católica y hasta
fascistoide en el país, fue
imponer el desmantelamiento de los restos del “estado social” heredado
del PRI.
El nuevo régimen se preparó para utilizar los mecanismos
clásicos del terror
blanco patronal pero finalmente se sintió demasiado débil
como para hacerlo.
Dependió en última instancia del mismo aparato estatal
que el priato. Ante
ello, el PRI busca hacer un comeback, ofreciendo un “gobierno
con
decisión” que sí imponga, no importa cuanta
represión sea necesaria, las
políticas requeridas por la burguesía. Los
gángsteres priístas aparecen como
los tipos rudos que “saben cómo hacer el trabajo sucio”. Y,
claro, también está la opción burguesa de recambio
del frente popular erigido
en torno al PRD desde 1988. A mediados de los años 80, la crisis
de la deuda
tuvo como consecuencia una drástica caída de los niveles
de vida de los
trabajadores, junto con la depauperación de grandes sectores la
pequeña
burguesía urbana y rural. Tras una ola de huelgas obreras
(mineros de Cananea,
siderúrgicos de Sicartsa, Volkswagen, Ford), protestas
estudiantiles y
magisteriales (el movimiento de la UNAM contra las cuotas de 1986-1987,
la
huelga de la CNTE de 1989), y efervescencia en el campo que
culminó en el
alzamiento indígena zapatista en 1994,
la burguesía mexicana necesitaba urgentemente un
apagafuegos que
extinguiera luchas sociales potencialmente explosivas. Desde
su aparición, el PRD no ha sido otra cosa que una nueva
versión del PRI.
Formado, de hecho, por viejos militantes de ese partido y por toda una
serie de
grupos pertenecientes a la “izquierda socialista” (o sea, reformistas
consumados), el PRD se intentó poner sistemáticamente a
la cabeza de todo
movimiento social que amenazara con salir de los cauces burgueses. Este
modus
operandi tenía el propósito de canalizar las luchas
para dirimirlas
“pacíficamente” en el parlamento burgués. Tras más
una década de llevar las
luchas de los explotados y oprimidos a la derrota, el frente popular se
volvió
cada vez más impopular entre los que eran su base. La huelga de
la UNAM en
1999-2000 fue un importante punto de inflexión, pues por primera
vez, decenas
de miles de estudiantes en huelga en el que había sido un
bastión incuestionado
del PRD, se rehusaron a vender la huelga, en contra de lo que
intentaban hacer
los perredistas universitarios en su afán de no afectar la
candidatura
presidencial del “ingeniero” Cárdenas en julio de 2000. Hoy,
tras los ataques de Fox contra López Obrador, una parte
importante de la
población se ha indignado por el uso tramposo de las propias
reglas de la
burguesía. La “manifestación silenciosa” del 24 de abril
en el Zócalo reunió,
según cifras del GDF, a 1.200.000 personas – siendo así
la movilización política
más grande de la historia de México. A pesar de que
algunos medios burgueses
intentan pintar a López Obrador como un “radical” irresponsable,
la verdad es
que se trata de un político nacionalista burgués
clásico que ha reactivado al
frente popular cardenista. El decálogo de su “movimiento de
resistencia
pacífica” contra el desafuero enfatiza que no debe haber
“bloqueos ni
ocupaciones de instalaciones públicas o privadas”. Con la
clásica jerga hueca
del populismo, se trata de implementar una política de
presión con el visto
bueno de la burguesía nacional y sus amos imperialistas. Y eso
es justamente lo
que ha pasado. Con
la excepción de algunas ligas patronales como la Coparmex, la
burguesía
mexicana se ha mostrado temerosa de que las disputas cupulares puedan
lanzar
chispas potencialmente peligrosas que desencadenen una
conflagración social
incontrolable. Los analistas burgueses se preguntan por qué Fox
ha generado un
“enfrentamiento social” donde no lo había, y si López
Obrador logrará contener
a sus simpatizantes. Después de cada movilización a favor
de AMLO, los medios
se regocijan respirando tranquilamente, diciendo que el “saldo es
blanco”.
Incluso medios burgueses han azuzado el temor en los mercados
bursátiles para
ganar apoyo por parte de la burguesía a favor de AMLO.
Así, por ejemplo, Milenio (6 de abril) proclamaba a
ocho columnas: “Cae la bolsa por el
desafuero”,
para informar dos días después que el discurso de
López Obrador en el Zócalo
había dado “confianza a los mercados financieros”. Lejos
de que la embestida contra AMLO sea resultado de un complot entre Fox y
los
imperialistas norteamericanos (como afirman falsamente los
seudomarxistas de
Militante), en su visita a principios de marzo la mismísima
secretaria de
estado de EE.UU., la halcona Condoleezza Rice, afirmó
que el gobierno de EE.UU. aceptaría
con beneplácito un gobierno
de izquierda en México. Según reportó Reforma
(10 de marzo), “Rice
descartó que a Estados Unidos le generen preocupación los
triunfos electorales
y los gobiernos encabezados por políticos de izquierda”,
poniendo el ejemplo
del gobierno de Lula en Brasil como uno con el que el presidente Bush
tiene una
“excelente relación”. Con
sus multitudinarias movilizaciones pacíficas del 7 y del 24 de
abril Andrés
Manuel López Obrador está mostrando, en la
práctica, cómo puede contener
movilizaciones sociales. Cuenta, además, con el apoyo de los
sindicatos
“independientes” cuyas dirigencias burocráticas se están
sumando con una nada
disimulado entusiasmo al frente popular recientemente revivificado. La
dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas acaba de
anunciar que
incluirá “el tema de López Obrador en las demandas del
1° de mayo”, al mismo
tiempo que unos 40 sindicatos anunciaron la realización de
mítines en todo el
país entre el 3 y el 11 de mayo “para expresar su rechazo al
desafuero de
Andrés Manuel López Obrador, en defensa de la vida
democrática y en contra de
las privatizaciones que pretende imponer el gobierno” (La Jornada,
24 de
abril). ¡Romper
con el frente popular! ¡Forjar un partido obrero revolucionario!
Los
burócratas sindicales “independientes” se cuidan de decir que no
necesariamente
dan “apoyo político” a López Obrador, sino que se
movilizan exclusivamente en
defensa de “la democracia”. El mismo día [de su conferencia de
prensa], una serie de “organizaciones
sindicales, campesinas, civiles, estudiantiles y feministas, así
como artistas
e intelectuales” convocaron a “conformar un frente contra la imposición”.
Los organizadores “precisaron que la intención no es impulsar la
candidatura
presidencial de López Obrador”, sino actuar en “defensa de la
democracia y las
libertades”, y proponer “soluciones para los principales problemas del
país”.
Se trata de un frente popular clásico, que al igual todo frente
de colaboración
de clases se basa en un programa con un mínimo común
denominador: la supuesta
defensa de la democracia, la justicia, la libertad y otras mentiras
burguesas.
Como escribió León Trotsky en vísperas de la
Segunda Guerra Mundial
imperialista, “en los países coloniales y semicoloniales – no
sólo en China y
la India sino también en Latinoamérica – el fraude de los
‘frentes populares’
sigue paralizando a las masas trabajadoras, convirtiéndolas en
carne de cañón de
la burguesía ‘progresista” (“Manifiesto de la IV Internacional
sobre la
guerra imperialista y la revolución proletaria mundial”, mayo de
1940). Ejemplo
de aquellos que equiparan la “lucha contra el desafuero” con la “lucha
por la
democracia” es el más reciente número de El
Socialista (No. 302, 2a quincena de abril de 2005),
periódico de los
seguidores del difunto seudotrotskista argentino Nahuel Moreno. En la
portada,
que consiste en una gran foto de López Obrador, se lee en
grandes letras “NO
permitamos el atropello antidemocrático de Fox, el PRI y el PAN.
Por el derecho
de votar por AMLO o por cualquier candidato”. En el artículo de
la
contraportada, el POS se pronuncia por una lucha contra el desafuero
que
consista en una huelga general: “Para
defender eficazmente los derechos democráticos y además
derrotar los planes
neoliberales, hay que preparar una huelga general en el país. No
sólo está
planteado echar abajo el desafuero. También es indispensable que
la lucha se
encamine contra el propio gobierno de Fox y la alianza PRI-PAN, que lo
sostiene
y que pretende llevar adelante las impopulares contrarreformas
estructurales.” Este
argumento, que representa la esencia de lo dicho por muchos otros
reformistas,
tiene el objeto de colocar una muy tímida hoja de parra a lo que
es, en los
hechos, un apoyo político a López Obrador y al frente
popular erigido en
torno al PRD burgués. Para justificar su descarada defensa
de una
institución tan antidemocrática como el fuero, estos
grupos de izquierda se ven
obligados a presentar su postura como si se tratara esencialmente de
una
defensa del derecho democrático a presentarse como candidato en
las elecciones.
Pero aquí surge el pequeño problema de que López
Obrador ni siquiera es
candidato de su partido. La realidad es que AMLO no está
excluido de las
boletas electorales, y lo que hace en este momento es montar su campaña
electoral sobre la base de la lucha contra el desafuero, con la
participación de una serie de organizaciones de la izquierda
oportunista que no
son capaces resistir la enorme presión de un millón
doscientas mil personas en
la calle. Todos
los grupos oportunistas son perfectamente conscientes de la jugada del
PRD en
torno al desafuero. Ellos sólo quieren estar dentro de la
partida. Una
organización que inicialmente tuvo algunos reparos al respecto
es la Liga de
Trabajadores por el Socialismo (LTS), vinculada con otra corriente
morenista
encabezada por el PTS argentino. En una declaración de finales
de marzo pasado,
la LTS escribía:
“Sin
avalar las medidas claramente autoritarias del gobierno, que demuestran
cómo
esta democracia burguesa degradada es incapaz de respetar sus propias
leyes y
mecanismos de control y engaño institucionales, los socialistas
de la LTS no
podemos dejar de señalar que la figura constitucional del fuero
es en sí misma
reaccionaria (y por ello no puede ser apoyada, defendida o avalada), ya
que
sobre esa base la clase dominante – desde la edad media – ha dado
impunidad a
sus acciones contra los dominados.” Sobre
esta base, la LTS se negaba explícitamente a pronunciarse contra
el desafuero.
Pero eso ha cambiado. En la más reciente edición de su
periódico, escriben: “Los
socialistas de la LTS hemos planteado que el fuero es un mecanismo
institucional reaccionario, institución que en México se
ha utilizado durante
el priato, y más recientemente bajo el actual régimen de
la alternancia, para
dar impunidad a genocidas y represores como Echeverría, y a
políticos del PRI y
el PAN. Pero dado que el desafuero implica hoy un salto en el recorte
de los
derechos democráticos más elementales, lo rechazamos como
una maniobra para
excluir políticamente a un candidato que cuenta con el apoyo de
millones de
personas, y demandamos el derecho irrestricto de AMLO a participar en
las
elecciones.” –Estrategia
Obrera No. 43, 16 de abril de 2005 Entonces,
ya puede dar un respiro de alivio y asumir la posición habitual
de los
morenistas de nadar con la corriente de todo movimiento
pequeñoburgués o
burgués. Para ellos, esto no es nada nuevo. Lo que siempre han
anhelado es un
frente popular más combativo. Después del fraude
electoral de 1988, los dos
bandos de la recién escindida corriente morenista llamaron a
convocar una
huelga general para imponer a Cuauhtémoc Cárdenas como
presidente. Una de las
dos alas morenistas urgió al candidato mismo de convocar la
huelga. Pero
Cárdenas, con el pudor del buen burgués que es y la larga
experiencia de
político priísta que tenía, resistió la
tentación, y de hecho desmovilizó a
las masas cardenistas, al igual que AMLO promete hacer hoy. Otro
grupo que en forma abusiva pretende representar el trotskismo, pero que
en
realidad sólo lo desfigura, es Militante, que ha estado muy
activo en las
manifestaciones contra el desafuero de López Obrador. “¡Si
hay desafuero, habrá
revolución!” proclamó estentóreamente su
periódico (Militante, 2 de
abril). ¡Del llamado morenista por una huelga general hemos
llegado al llamado
por la revolución ... a favor de una candidatura burguesa, con
la excusa de
“resistir” el fraude electoral más de un año antes de la
elección! Militante
tiene el descaro de llamarse la “corriente marxista” del PRD, un
partido
capitalista, contrariando así el principio más
fundamental de la política
marxista: la independencia de clase del proletariado con respecto a
todos los
partidos burgueses. Si los morenistas se especializan en ir a la zaga
de todo
movimiento de masas, desde el peronismo hasta la
contrarrevolución rusa
liderada por Yeltsin, la corriente Militante con su política de
“entrismo
profundo” prefiere disfrazarse por completo y asumir la postura de
perredistas
“consecuentes”. Esto
no les ha salvado, sin embargo, de las acciones antiobreras del
gobierno
perredista del DF. Entre los trabajadores despedidos en la Locatel
había
partidarios de Militante, entre ellos Beatriz Godínez, quien fue
tomada presa
durante 15 horas por la policía de “su” gobierno capitalista. En
el más
reciente número de su periódico escriben lastimosamente: “A
pesar de estar en contra de los ataques a AMLO por parte de la
burguesía y el
imperialismo, somos despedidos por el GDF; a pesar de haberlo apoyado
en la
manifestación que colmó el Zócalo capitalino el
jueves 7 de abril, somos
reprimidos por el GDF. Por eso decimos que es necesario transformar al
PRD en
un instrumento de lucha y [que] el GDF debe girar 180 grados su
política
laboral de forma inmediata. O se está con los trabajadores o se
está contra los
trabajadores.” —Militante
No. 137, abril de 2005. Su
propia experiencia enseña que el gobierno de AMLO “está
contra los
trabajadores”, pero no vamos a dejar de respirar hasta que aprenden
este abecé
del marxismo. Por cierto, en el mismo artículo se refieren a los
60.000 (¡!)
efectivos de la Policía Bancal e Industrial en el DF como
“trabajadores en
uniforme”. Estos ilusos no reconocen el carácter de clase de su
partido, ni del
puño armado de la burguesía. Generaciones de trabajadores
han recibido de la
experiencia de la represión (“la universidad de las duras
patadas”), valiosas
lecciones sobre la naturaleza del estado capitalista. Pero pareciera
que estos
“marxistas” perredistas, que tanto aman a AMLO y que están locos
por Hugo
Chávez, serían realmente de lento aprendizaje, o que de
plano no quieren
aceptar esta lección de la lucha de clases. Si
para los morenistas (POS y PTS) y Militante las fórmulas del
seguidismo son
archisabidas, a estas alturas los centristas de izquierda del Grupo
Espartaquista de México (GEM) tampoco son novatos, y se
están adiestrando
rápidamente. Después de combatir durante casi una
década al frente popular
erigido en torno al PRD, justo cuando Cárdenas ganó las
elecciones para el
gobierno de la Ciudad de México en 1997, el GEM, en plena deriva
hacia el
abstencionismo y el abandono del programa revolucionario del
trotskismo,
declaró que en México no había – ni puede haber –
un frente popular. El Grupo
Internacionalista, cuyos fundadores salieron del GEM en medio de una
serie de
expulsiones en diferentes secciones de la corriente espartaquista (Liga
Comunista Internacional, LCI), insistió que justo en ese momento
era más
necesario que nunca luchar por que la clase obrera y los oprimidos
rompieran
con esa perniciosa alianza de colaboración de clases. En una
carta abierta al
GEM (mayo de 1997), afirmamos, “Para combatir al frente popular, hay
que
reconocer que existe.” No se trató tan sólo de una
“diferencia de análisis”, como algunos miembros de la LCI
trataron luego de
minimizar, sino de una cuestión programática fundamental.
Su revisionismo sobre
el frente popular abrió la vía para toda una serie de
nuevas y vergonzosas
revisiones políticas. Descubrieron que México aún
habría resabios feudales,
para luego descubrir que su “descubrimiento” era falso y antimarixsta.
No por
casualidad, la tesis del “semifeudalismo” es la justificación
predilecta de los
estalinistas para sus alianzas frentepopulistas con sectores
“democráticos”,
“progresistas” y hasta “antiimperialistas” de las burguesías
nacionales en los
países coloniales. A esto siguió la afirmación de
que los “sindicatos”
corporativistas en México, los mecanismos de sujeción
directa de la clase al
estado capitalista, que organizan equipos de rompehuelgas y son
responsables de
los asesinatos de cientos de luchadores obreros, serían parte
del movimiento
obrero. Como señalamos a la época, el GEM no
quería reconocer la existencia
del frente popular en México precisamente porque no
quería combatirlo. Ahora tenemos la prueba. La
LCI y el GEM han enganchado su vagón como furgón de cola
del tren del frente
popular. Workers Vanguard
(N° 846, 15 de abril), periódico de la Spartacist
League/U.S., principal
sección de la LCI, publica un artículo en primera plana
con el título, “México:
¡Abajo con el ataque de Fox contra el alcalde López
Obrador!” Luego agrega en
subtítulo: “¡Romper con el PRD! ¡Por la
independencia política de la clase
obrera!” Este susurro a la izquierda del escenario sólo sirve de
hoja de parra,
mostrando que su ingreso a la constelación del frente popular es
plenamente
consciente y avergonzado. Tomar partido por López Obrador en
contra de el
ataque Fox, no importa las salvedades que añaden aparte, es
darle apoyo
político. Pensamos en casos paralelos: “¡Abajo con el
ataque de los
republicanos contra el presidente Clinton!” durante el impeachment, por
ejemplo. O, “¡Abajo con el ataque de Bush contra Gore!” luego de
las elecciones
de 2000, cuando la presidencia de EE.UU. fue decidida por un derechista
Tribunal Supremo. No importaría cuántas veces se dijera
“¡Romper con el Partido
Demócrata!” esto habría implicado indiscutiblemente dar
apoyo político a un
sector de la burguesía. El
texto del artículo reproduce una traducción de un volante
del GEM, repartido en
la manifestación del 7 de abril. Repitiendo en términos
casi idénticos la
(nueva) postura de los morenistas, el GEM afirma: “Los
comunistas del Grupo Espartaquista de México nos oponemos al
desafuero de
Andrés Manuel López Obrador, sin darle ningún
apoyo político. El intento de Fox
y sus cómplices del PRI por impedir que un candidato
nacionalista burgués
contienda en las elecciones es un golpe contra los derechos
democráticos de la
población. Su blanco en última instancia son las masas
que en vano ponen sus
esperanzas en el PRD como alternativa a la rapacidad del PAN y el PRI.
Al
oponernos al desafuero defendemos el derecho de nuestra clase a
organizarse y a
luchar contra el conjunto de la clase capitalista.” Reiteramos
que el fuero ejecutivo, tanto en el caso del jefe del GDF como el del
presidente de la República, otorgando la inmunidad ante toda
inculpación, es
una medida antidemocrática, y que hasta ahora no se ha negado el
derecho de
AMLO de presentar su candidatura. Pretender lo contrario es entrar de
plano en
la jugada electorera del PRD, que arremete contra el desafuero para
ampliar el
apoyo político al frente popular. Eso se muestra con
claridad meridiana
en el hecho de que buscan el apoyo de gente que afirma que no van a
votar por
López Obrador. La participación en los actos contra el
desafuero “no implica el
apoyo a la candidatura (a la Presidencia de la República) de
Andrés Manuel
López Obrador ni del PRD”, dice el SME, con la misma
justificación que el GEM.
Este último negó la existencia misma de un frente popular
cardenista, para
luego convertirse en sputnik (compañero
de viaje) del frente popular lopezobradorista. No
olvidemos que cuando el POUM (Partido Obrero de Unificación
Marxista) entró en
la órbita del Frente Popular español en los años
30, comenzó su capitulación
con la excusa de que sólo estaba luchando por la
liberación de los huelguistas
encarcelados a causa de la huelga minera de Asturias (1934), pero que
supuestamente no estaba de acuerdo con el programa del Frente Popular,
etc.
Cuando la LCI hoy dice defender los derechos democráticos al
apoyar la
inmunidad legal de López Obrador, cuando pretende que los
imperialistas
favorecen a Fox sobre AMLO, están repitiendo la propaganda
electoral del PRD y
participando en su campaña. Y cuando sostiene que ha habido un
salto
cualitativo hacia atrás en la conciencia de la clase obrera, en
realidad habla
de la marcada evolución a la derecha de su propia conciencia. Los trotskistas del Grupo Internacionalista, en cambio, subrayamos que un presidente perredista en México no constituiría ninguna piedra en el zapato del imperialismo ni de la clase dominante mexicana, y que los derechos democráticos sólo pueden conquistarse mediante la toma de poder por la clase obrera. Independientemente de si el próximo presidente sea Roberto Madrazo del PRI, Santiago Creel del PAN, López Obrador (o Cárdenas) del PRD o cualquier otro candidato burgués, sus previsibles políticas en materia económica, represiva y sometimiento servil a los dictados del imperio del norte serán prácticamente idénticas. La clase obrera debe prepararse para una contraofensiva clasista contra sus rapaces patrones. Hace falta urgentemente que explotados y oprimidos tomen su futuro en sus propias manos. Para ello es indispensable forjar un partido de vanguardia, obrero y revolucionario, que luche por la revolución socialista en México y por su extensión más allá de las fronteras, al resto de América Latina y hasta al corazón mismo del imperio del norte. n 1 Durante los 71 años ininterrumpidos de su dominio, el Partido Revolucionario Institucional y sus antecesores (PRM, PNR) consolidaron lo que era, en efecto, un estado capitalista de partido único, conocido como el PRI-gobierno, en el que las instituciones partidarias y gubernamentales se entrelazaron. 2 El PRI-gobierno mantuvo un régimen corporativista, en el que todos los sectores de la sociedad fueron organizados bajo directo control gubernamental. Los obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa, músicos, arquitectos, maestros, vendedores ambulantes, oficiales militares, etc. pertenecían en forma obligatoria a los organismos priístas correspondientes. Los “sindicatos” corporativistas mexicanos – en lugar de ser organizaciones obreras, con dirigentes vendidos pro capitlaistas, como es el caso en casi todo el mundo capitalista – eran en realidad mecanismos de control patronales y estatales. A cambio de este control rígido, la CTM, el CT y otras confederaciones corporativistas proveyeron algunos beneficios sociales, los cuales están siendo sistemáticamente eliminados bajo los gobiernos recientes, tanto priístas como panista. Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |
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