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diciembre de 2007 Huelga minera en su quinto mes
en Cananea, Sombrerete y Taxco
¡Por una huelga nacional contra los
planes hambreadores de Calderón!
¡Abajo con el PRI, PAN y PRD – partidos de la burguesía! ¡Forjemos un partido obrero revolucionario! 15 de DICIEMBRE – La huelga de los mineros del
cobre de Cananea en Sonora, de la planta de zinc San Martín en
Sombrerete,
Zacatecas, y de la mina de plata Unidad Taxco, en Guerrero, está
ya en medio de
su quinto mes. Iniciada el 30 de julio para exigir el respeto del
Contrato
Colectivo de Trabajo y el cumplimiento de los más elementales
estándares de
seguridad de las explotaciones mineras, la huelga ha enfrentado el
acoso
concertado de la patronal (Industrial Minera México, del
consorcio de Germán Larrea,
el tristemente célebre Grupo México) y del gobierno
burgués de Felipe Calderón
(con la Secretaría del Trabajo descaradamente a las
órdenes del Grupo México).
La Junta Federal de Conciliación y Arbitraje (JFCyA) la
declaró inexistente una
semana después de haber comenzado, para luego tener que
permitirla a regañadientes
cuando un juez federal le concedió un amparo al gremio minero. En
septiembre, el mismo tribunal laboral le dio reconocimiento legal a un
nuevo
“sindicato” blanco, el “Sindicato Único de Trabajadores Mineros”
de Francisco
Hernández Gámez, y ordenó un recuento para decidir
la titularidad de los
contratos en las diversas plantas del Grupo México. A principios
de diciembre,
Germán Larrea amenazó con cerrar las minas si los
trabajadores no vuelven al
trabajo. No es la primera vez que recurre a esa jugada: en las huelgas
de enero
2003 y octubre 2004 de los mineros cananenses, también
azuzó la misma amenaza.
Pero este “chantaje del barón de cobre” es pura pantomima, sobre
todo si se
toma en cuenta que las minas de Cananea representan por sí solas
un estimado 64
por ciento de las utilidades potenciales del Grupo México, y
cuentan con reservas
que le auguran entre 30 y 82 años más de productividad (La
Jornada, 4 de
diciembre). O sea, todo “cierre” será no más que una
maniobra legal. La verdad es que los mineros
tienen a Larrea por el cogote. Ahora lo que hace falta es apretar, al lanzar
una huelga minera nacional contra todas las filiales del Grupo
México, e
incluso extenderla, si resulta necesario, a los demás
componentes del
consorcio, como Ferromex, y a otras empresas, como el complejo
siderúrgico de
Lázaro Cárdenas, Michoacán. Pero para eso, habrá
que enfrentar toda la maquinaria
del control corporativista que ejerce el estado capitalista sobre las
relaciones laborales en México. He aquí el nudo del
problema. En su
andanada contra la huelga minera, los patrones y el gobierno han
insistido en
que los puntos relativos a la seguridad han sido resueltos. Mentira. Es
bien
sabido qué es lo que entiende el Grupo México por
“estándares de seguridad
industrial”: muerte para los obreros. Es este consorcio el responsable
del asesinato de 65 mineros en Pasta de
Conchos, Coahuila en febrero de 2006. Una de las demandas de los
huelguistas
cananenses considerada “inaceptable” por la empresa es que se rescaten
los
restos de los mineros de Pasta de Conchos. Se ha documentado
ampliamente de qué
manera la empresa mandaba a los trabajadores al matadero, con la
complicidad de
los gobiernos estatal y federal. Pero también comparte la
responsabilidad por
este “homicidio industrial” la burocracia del corporativista Sindicato
de
Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la
República Mexicana
(SNTMMSRM). Trabajadores cuelgan una manta con saludos
solidarios del Sindicato Independiente de Trabajadores de la
Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM) para los mineros en
huelga de Cananea, diciembre de 2007. Al igual que hace un siglo, la
minería representa la rama industrial más peligrosa, si
bien hoy existen los medios
técnicos para hacerla sustancialmente más segura. Y no
sólo se trata de las
minas controladas por el Grupo México: la minería
capitalista en este país se
basa en el asesinato sistemático de los trabajadores. Poner fin
a este macabro
ciclo de la muerte no incumbe sólo a la combativa Sección
65 del SNTMMSRM en
Cananea, que ha entrado en huelga casi anualmente durante el
último decenio, no
obstante haber sufrido sendas derrotas. Los heroicos mineros no
deben estar
solos. La huelga de los mineros de Cananea, Sombrerete y Taxco
debe ser la
chispa que desate una contraofensiva proletaria en toda la
república para derrotar la arremetida de la patronal.
Hace falta una huelga
nacional contra las
medidas hambreadoras y represivas del gobierno de Felipe Calderón.
Esto, a
su
vez, exige una lucha por la total independencia de clase de los
trabajadores
con respecto a la burguesía, sus partidos, sus caudillos y su
estado. No sólo
es preciso pelear contra el gobierno federal del PAN, sino
también aplastar la
camisa de fuerza corporativista que somete a los trabajadores al estado
capitalista a través del otrora partido de estado, el PRI, y
romper con el frente
popular en torno al PRD de Andrés Manuel López Obrador.
Es en esta perspectiva
revolucionaria que la actual lucha de los mineros puede, como la huelga
de hace
un siglo en Cananea, augurar el inicio de una nueva lucha
revolucionaria. La
revolución que precisamos tiene que ser obrera
y socialista, y requiere sobre
todo una lucha por forjar una dirección revolucionaria. Seguridad industrial y
muerte obrera Poco después de iniciar
la
huelga actual, un minero de Taxco comentó que para los patrones
es más barata
la muerte de un trabajador, que comprar maquinaria y equipo de
seguridad
necesario: “Si uno de nosotros llega a morir mientras realiza su
trabajo, los
gastos los cubre el seguro, en cambio, si una máquina se
daña, la empresa se
hace cargo de eso” (La Jornada Guerrero,
10 de agosto). En Taxco están puestas las banderas rojinegras en
tres minas de
extracción de plata, El Solar, San Antonio La Concha y Mina
Remedios. Los
mineros taxqueños dicen que las condiciones que imperan
ahí son semejantes a
las que prevalecían en Pasta de Conchos antes de la
fatídica madrugada del 19
de febrero del año pasado. Las instalaciones eléctricas
son deficientes, con
cables enredados en torno a la tubería de agua, cajas
eléctricas sin tapa,
máquinas sin frenos de protección y desprendimiento de
piedras. Obligados a
trabajar con maquinaria obsoleta y en pésimo estado, los mineros
han sufrido
una escalada de accidentes en los últimos años. La situación no es
distinta en
la planta de zinc de San Martín, en Sombrerete, Zacatecas. En un
reporte
publicado en junio, se informó de la muerte de tres mineros.
Además del pésimo
estado de las instalaciones eléctricas, la acumulación de
polvo de sílice y la
falta de maquinaria para limpiar el aire representa una amenaza
constante
contra la salud de los mineros. Lo mismo en la mina de Cananea donde es
ineludible la acumulación de polvo mineral por doquier. La
extracción del cobre
de esta mina a cielo abierto implica la trituración de la piedra
sacada de la
montaña hasta la formación de partículas muy
finas. Este polvo acumulado
produce toda una gama de enfermedades respiratorias, incluyendo la
silicosis,
el flagelo del minero, y puede provocar cáncer de pulmón. Hoy en día, existe la
tecnología para que las minas puedan funcionar con altos
estándares de
seguridad. Lo que se requiere es invertir dinero en el parque de
maquinaria y
el mantenimiento de las instalaciones. Además, los mineros
podrían contar con
equipo individual de seguridad, con respiradores artificiales y
barreras
plásticas para aislar los gases venenosos, etc. Muchas minas
estadounidenses y
europeas cuentan con potentes extractores con los filtros necesarios
para
erradicar el mortal polvo de sílice. Sin embargo, la
implementación de estas
medidas tan elementales corre en el sentido contrario de la sed de
ganancias
que alienta la producción bajo el sistema capitalista. Para las
empresas mineras,
tanto las paraestatales como las privadas, es más rentable
mantener condiciones
de producción insalubres que garantizan la muerte de los obreros
que en ellas
laboran. Esta situación no es
inevitable: los obreros deben imponer la realización de las
medidas necesarias
para preservar sus vidas. Hay que formar comités
sindicales de seguridad facultados para parar la producción
cuando estén en
riesgo su salud o su vida. Es imprescindible que tales comités
sean únicamente
de los obreros, porque la decisión de proteger la vida de los
mineros no debe
depender de consideraciones financieras. Las ubicuas instancias
tripartitas
(sindicato-empresa-gobierno) sólo existen para impedir la
acción obrera. Y
tienen que estar dotados con los medios físicos (interruptor o
cortacircuitos)
y de implantación (un delegado en cada galería o lugar de
trabajo) para hacer
efectiva su decisión en el acto. De hecho, en Cananea, un
periodista sindical
norteamericano reportó: “‘Nosotros sabemos que es
seguro y que no lo es’, comentó uno de los mineros, ‘pero nunca
quieren que tomemos
el tiempo para solucionar los problemas – sólo cuenta producir.
Si intentáramos
parar la cadena por problemas de seguridad, perderíamos nuestros
puestos’. Hay
líneas de seguridad al lado de la correa transportadora para
parar la veloz
cinta en caso de un accidente, pero muchas de estas líneas ya no
están o han
sido cortadas para impedir que se activen.” –David Bacon, “The Killing
Dust” (El polvo mortal), Truthout, 11 de octubre El periodista señala que,
desde la huelga derrotada de 1999, los extractores de polvo en varias
alas de
la planta no han vuelto a ser encendidos; los tanques de agua,
indispensables
para filtrar el aire, tienen enormes huecos causados por la
oxidación: “En los últimos ocho
años, el
polvo que supuestamente debía ser extraído por los
colectores ha terminado, en
cambio, en los pulmones de los mineros…. Pero hay otros peligros:
muchas máquinas
no tienen cubiertas de seguridad, lo que hace que resulte fácil
que los mineros
pierdan dedos, o que les suceda algo peor. Los paneles
eléctricos no tienen
tapas. En el piso hay hoyos en torno a los cuales no hay barandales ni
protección alguna. Hay pasillos varios pisos por encima del
suelo que están repletos
de polvo y en muchos casos de grasa, y que están surcados por
cables y
alambres. Hace no mucho, un trabajador se resbaló y cayó
cinco pisos y murió encima
de una bomba de agua.” Un informe de una comisión
internacional organizada por la Maquiladora Health & Safety Support
Network documenta cómo los colectores de polvo fueron
desconectados (arriba), produciendo enormes acumulaciones del
mortífero polvo de sílice (abajo), así como
peligrosos agujeros en el piso.
(Foto: MHSS)
Es un panorama verdaderamente
dantesco. Una comisión de ocho médicos y
especialistas en salud industrial que inspeccionó la planta de
Cananea a
principios de octubre, elaboró un detallado informe en el que se
precisan las
muy diversas violaciones a los estándares de seguridad
más elementales. En su
informe, relatan condiciones para erizar el cuero cabelludo de
cualquiera: “Las condiciones observadas
dentro de la mina y la planta procesadora, y las prácticas de
trabajo reportadas
por los trabajadores durante las entrevistas, pintan una clara
situación en la
que el lugar de trabajo está “llevándose
deliberadamente hacia el colapso”.
Una seria falta de mantenimiento preventivo, fallas en la
reparación de equipo
y corrección de peligros visibles, y una obvia falta de
prácticas de limpieza
han creado un lugar de trabajo en el que los trabajadores se ven
expuestos a
altos niveles de polvo tóxico y gases ácidos, operan
equipo sin suficiente
mantenimiento, y trabajan simplemente en un ambiente peligroso. “El desmantelamiento de
colectores de polvo en el área del Concentrador de la planta
procesadora por el
Grupo México, aproximadamente hace dos años, significa
que los trabajadores en
estas ares están sujetos a una alta concentración de
polvo que contiene
un 23% de cuarzo de silicio, un 51% del polvo de la muestra estaba
dentro del
tamaño de partículas susceptibles de ser respiradas,
protegidos únicamente con
mascarillas respiratorias inadecuadas.” [negritas en el original] –“Encuesta de salud y
seguridad en el lugar de trabajo y evaluación médica de
mineros en la mina de
cobre del Grupo México, Cananea, Sonora, México”, fechado
el 12 de noviembre,
disponible en Internet en El
reporte abunda en la descripción de las
terribles condiciones que imperan en la mina y las plantas
circundantes. Los
obreros enfrentan constantemente el riesgo no sólo de inhalar un
polvo mortal,
sino también de inhalar gases químicos, sufrir
electrocuciones, caer de grandes
alturas, etc. ¡Romper el
grillete charro!
¡Forjar un partido obrero revolucionario! Es obvio
que la huelga minera no necesita más justificación que lo
anterior. Sin
embargo, ha enfrentado andanadas desde diversos frentes. El poderoso
Grupo
México, un consorcio beneficiado por las privatizaciones
realizadas por Salinas
de Gortari y Zedillo, y luego protegido de los gobiernos panistas de
Fox y
Calderón, ha usado los tribunales laborales a su favor,
además de recurrir a la
provocación gangsteril abierta (que en junio dejó a un
minero muerto en
Cananea) y a la formación de un sindicato blanco. Pero lo
esencial es que las
actuales condiciones de inseguridad que prevalecen en las explotaciones
mineras
del país son, al menos cuantitativamente, resultado de la
privatización de la
industria minera realizada a finales de los años 80 con
la connivencia del SNTMMSRM, un sindicato charro, integrado por
medio de su afiliación al PRI al aparato estatal burgués.
La Clínica Obrera, cerrada por los
patrones del Grupo México tras la derrota de la huelga minera de
1999. El entonces dirigente del
SNTMMSRM, Napoleón Gómez Sada, padre del actual jefe,
Napoleón Gómez Urrutia,
fungió siempre como un hombre del régimen, digno heredero
del artífice de la
corporativización del sindicalismo minero, Jesús Carrasco
(apodado Charrasco),
en los años 40 del último siglo. Así por ejemplo,
una de las principales demandas
actuales de los mineros de Cananea es la reapertura de la
Clínica Obrera,
cerrada por la patronal tras la derrota de la huelga de 1999, cuando el
“sindicato” minero a nivel nacional no sólo no apoyó a
los huelguistas cananenses,
sino que se puso abiertamente del lado del gobierno y la patronal (ver
nuestro
artículo anexo, “Cananea: Un siglo de lucha de clases
internacionalista”). Los “sindicatos” corporativistas
integrados plenamente
en el estado capitalista han encadenado a los trabajadores a sus
explotadores.
La función principal de estos gremios ha sido, en primer lugar,
la de suprimir
la expresión del descontento de los trabajadores e impedir el
surgimiento de
verdaderos sindicatos obreros. De manera cotidiana, los charros y sus
matones
han roto huelgas, golpeado y hasta asesinado a cientos de trabajadores
disidentes. Como hemos puesto de relieve en nuestro artículo
“Asesinato
capitalista en Pasta de Conchos” (El
Internacionalista [Edición México], N° 2, agosto
de 2006), el SNTMMSRM bajo
Gómez Sada jugó un papel clave para apuñalar las
luchas obreras contra la privatización
y los despidos masivos, o para en su caso, mantener aisladas las luchas
que no
pudo impedir. Hoy, su hijo ha caído de la gracia de los
gobiernos panistas, a
pesar de haber iniciado el gobierno de Fox como uno de los dirigentes
sindicales
favoritos del fascistoide Carlos Abascal, el primer secretario del
trabajo
foxista. Lo que pasa es que el sistema
corporativista que caracterizó al régimen del
PRI-gobierno que dominó el país durante
siete décadas está en plena decadencia, pero
todavía no desaparece. Cuando las
minas fueron estatizadas y el Partido Revolucionario Institucional
controlaba
el aparato gubernamental en todos los niveles, había una
circulación de cuadros
tal que el dirigente “sindical” de hoy podría ser mañana
un funcionario o hasta
un parlamentario priísta, y al otro año un directivo de
la empresa. A partir de
la privatización de las paraestatales de los años 80 en
adelante, y acelerándose
con la derrota del PRI en las elecciones presidenciales del año
2000, aparecieron
grietas en lo que antes era un edificio monolítico de control
estatal
capitalista. Sin embargo, el corporativismo comenzó a existir
por razones de
peso que no han desaparecido: la débil burguesía mexicana
se enfrenta, por un
lado, a un proletariado con una fuerza potencial enorme y por otro
está sujeta
a las fuertes presiones del imperialismo yanqui. Entonces, los aparatos
“sindicales” corporativistas han persistido, aunque debilitados, en su
empeño
de ser policías laborales de la burguesía. Los elementos
del gobierno panista
más adictos a la cúpula empresarial han querido
deshacerse de estos legados del
priato que ellos ahora consideran innecesarios, mientras otros sectores
capitalistas ven la necesidad de mantener un colchón de
seguridad “sindical”.
Así que mientras el Secretario de Trabajo arremetió
contra Gómez Urrutia en
2006, éste todavía fue considerado por el Secretario de
Gobernación como
presidente del sindicato. Y en abril de 2007, acatando el fallo de un
tribunal
federal que encontró irregularidades y falsificaciones en su
destitución como
presidente del SNTMMSRM, la STPS restituyó a Gómez
Urrutia y le retiró la toma
de nota a su contrincante Elías Morales Hernández. No
obstante eso, una serie
de casos judiciales sigue en contra del dirigente minero, que ha sido
obligado
a exiliarse en Canadá. Insistimos en que se anulen todos los
cargos en contra
los dirigentes gremiales por ser un ataque del estado capitalista
contra los
mineros. Nosotros del Grupo
Internacionalista nos hemos opuesto a toda intervención del
gobierno
capitalista en los asuntos del movimiento obrero. Apoyamos la huelga
del gremio
minero en marzo de 2006, cancelada después del plazo legal de 72
horas al
acatar la decisión judicial declarándola inexistente, y
llamamos por su
extensión a toda la clase obrera en una huelga nacional contra
la represión.
Nos pronunciamos por la liberación de todos los presos obreros y
por anular los
cargos en su contra a la vez que seguimos luchando por la independencia
de los
sindicatos del control estatal. Así escribimos: “Lo que urge en este momento
es superar el marco estatal y lanzar una huelga nacional contra
el
gobierno asesino, luchando por el triunfo de la huelga
magisterial
de Oaxaca y las huelgas mineras; por la total independencia sindical
de
la burguesía, rompiendo el grillete del seudo-sindicalismo
corporativista y
rechazando el ataque gubernamental a los trabajadores
minero-metalúrgicos; por la
liberación y la cancelación de los cargos en contra
de todos los obreros,
campesinos y maestros detenidos, víctimas de la arremetida
represora de la
clase dominante.” –El
Internacionalista/Edición México n° 2, agosto de
2006 El hecho
de oponernos a la represión burguesa no
cambia un ápice el carácter burgués de los
aparatos corporativistas, ni posterga
la lucha para sustituirlos por verdaderos sindicatos obreros. Hacer una
tregua
con la burocracia charra condenaría al fracaso a la lucha contra
la persecución
antiobrera, porque a fin de cuentas estos engranajes de la maquinaria
estatal
capitalista aceptarán la decisión de sus amos burgueses. Es
precisamente en la lucha contra la represión antisindical que se
puede forjar
los comités obreros que rompan con el charrismo y aboguen por la
completa
independencia de la burguesía. En esta lucha, sectores
históricamente
combativos que los “sindicatos” charros no lograron regimentar del
todo, pueden
jugar un papel clave, a condición que rompan con el grillete
corporativista.
Hemos documentado como las secciones 65 (Cananea), 271 (Lázaro
Cárdenas), 288
(Monclova), 201 (Sombrerete) y 17 (Taxco) del SNTMMSRM se han visto
obligadas
reiteradamente a luchar contra el propio “sindicato” que ha respaldado
a la
empresa en contra de sus propios afiliados. Es lo mismo con la
Sección 22 de
los maestros oaxaqueños y otras secciones integrantes de la
Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (la CNTE) con respecto
al Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (el SNTE), cuyos pistoleros han
asesinado más
de 150 de sus miembros. Desde la llamada insurgencia democrática
en los gremios
electricistas de los años 70, ha sido la negativa a romper con
la cáscara del
gremio “sindical” corporativista lo que ha condenado sus luchas a la
derrota. Debemos
insistir en que los trabajadores mismos deben limpiar su propia casa.
Si
el estado capitalista persigue a un Napoleón Gómez
Urrutia por corrupción u
otra acusación, fundada o no, es porque la clase dominante
quiere explotar aun
más duramente a los trabajadores. Hoy, en la época de
“globalización” luego de
la destrucción de la Unión Soviética, con todo y
su dirección burocrática estalinista,
hasta los aparatos charros que proveyeron algunas migajas para
los
obreros y programas como el Seguro Social, representan una fuga de
utilidades
para los patrones ávidos de extraer el máximo de
plusvalía de “sus” esclavos
asalariados. Marcha en solidaridad con los mineros,
Ciudad de México, 6 de marzo de 2006. Hoy es urgente una huelga
nacional para apoyar a los mineros en huelga. Para ganar esta lucha –que
representa ni más ni
menos que una lucha de los mineros por su vida misma– hace falta librar
una
dura batalla de clase. No será en los
tribunales laborales ni en las juntas de conciliación y
arbitraje donde los
mineros hallarán la victoria. Necesitan movilizar su poder
social. Ahora lo
están haciendo y han detenido la producción en tres
importantes minas, logrando
disminuir en un 60 por ciento la producción nacional de cobre.
Su lucha no
puede quedarse aislada: debe formar parte de una contundente respuesta proletaria a la arremetida capitalista
que ha elevado el precio de la tortilla en un 80 por ciento en el
último año
junto con drásticos incrementos en los precios de casi todos los
productos
básicos culminando con el gasolinazo programado para enero. Esto va de la mano de
la eliminación de los aranceles sobre la importación de
granos, lo que provocaría
la ruina de lo que resta de la agricultura mexicana. Para imponer este
programa
antiobrero y anticampesino, la rapaz burguesía nacional
está
militarizando al país para sofocar estallidos sociales. En este panorama, ha sido
notable la ausencia de solidaridad con los mineros de parte de los
dirigentes
neocharros de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y de los
“independientes”
del Frente Sindical Mexicano (FSM), encabezado por el poderoso
Sindicato
Mexicano de Electricista (SME). Instamos a los sindicatos
“independientes” en
particular a auspiciar una movilización obrera nacional a favor
de los
huelguistas de Cananea, Sombrerete y Taxco y a prestar la necesaria
ayuda
económica para mantener su movimiento. La patronal busca por
diversos medios
controlar el descontento de los trabajadores. Ya sea mediante la
regimentación
corporativista de la clase obrera mediante los “sindicatos” charros, ya
sea
mediante la subordinación de las luchas obreras a la agenda de
un frente
popular encabezado por un partido burgués como el Partido de la
Revolución
Democrática de Andrés Manuel López Obrador, ya sea
mediante la formación de
“sindicatos” blancos que venden contratos de protección al
estilo panista, la
burguesía busca mantener a raya toda erupción de
descontento obrero. La clave para ganar esta lucha
es que los trabajadores rompan con las reglas del juego dictadas por
los
patrones y que rompan políticamente con la
burguesía. A pesar de la
retórica populista del PRD, fue el procurador del gobierno
perredista del Distrito
Federal el que ordenó el arresto del auxiliar de Gómez
Urrutia, Gregorio Pérez
Romo en 2006. PAN, PRI y PRD, los principales partidos patronales, unen
sus
esfuerzos para mejor aplastar las luchas de los trabajadores (como en
Lázaro
Cárdenas, Michoacán, Atenco y Oaxaca el año
pasado, y como lo hacen hoy en día
en contra de los normalistas de Ayotzinapa en Guerrero). Por eso, la
clase
obrera necesita su propio vehículo político, su propio
partido, para librar una
verdadera lucha revolucionaria, lo cual es la clave para el triunfo de
las
luchas actuales. Retomando la bandera de los bolcheviques de Lenin y
Trotsky,
el Grupo Internacionalista, sección de la Liga por la IV
Internacional, lucha
por forjar el indispensable partido de la vanguardia obrera. ■ Piquete en Nueva York repudia represión contra mineros mexicanos (12 de enero de 2008) Cananea: un siglo de lucha de clases internacionalista (diciembre de 2007) Cananea, el PLM y el racismo antichino (febrero de 2008) |
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