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mayo de 2013 Para aplastar la contrarreforma educativa capitalista ¡Por una huelga nacional de la
educación!
Aguerridos profesores de la CETEG marchan en Chilpancingo, Guerrero, el 18 de abril. Los maestros guerrerenses no deben quedarse solos. (Foto: Notimex) ¡Forjar un partido obrero revolucionario! Desde
el 25 de febrero, maestros de la Coordinadora Estatal de
Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) están
en huelga contra la contrarreforma educativa
decretada desde Los Pinos e implementada por el
cogobierno PRI-PAN-PRD a través del Pacto por México.
Esta “reforma” fraudulenta es en realidad un ataque
capitalista contra la educación pública y el
sindicalismo magisterial. De hecho, los combativos
docentes guerrerenses están haciendo lo que todo el
magisterio mexicano debe hacer: luchar sin cuartel para
defender sus derechos y el bien de sus alumnos.
¡Guerrero muestra el camino! ¡Basta
de los mentirosos discursos sobre un supuesto “diálogo”!
Este gobierno patronal, igual que sus antecesores,
“dialoga” a macanazos y balazos. Aunque haya hecho de
Elba Esther Gordillo, la ahora ex presidenta del
corporativista Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE), su “charra expiatoria”, en realidad
busca destruir al sindicalismo magisterial independiente
que desde hace un cuarto de siglo la burguesía mexicana
siente como una espina clavada en su costado. Por eso
mismo los maestros guerrerenses no deben quedarse solos.
Es necesaria una huelga nacional de la educación para
derrotar la represión y defender la educación pública
gratuita. Los
medios burgueses no paran de despotricar contra los
huelguistas de Guerrero. Repiten el dictamen del
represor en jefe, el titular de la Segob Osorio Chong,
de que sus protestas “han ido demasiado lejos”. Exigen
que el estado les dé su “merecido”. Ante sus
movilizaciones, claman sangre. Con un dejo de racismo
que no pretenden ocultar, los califican de “vándalos”,
de bárbaros que han bajado de la Montaña a arrasar con
todo (esto en referencia a la región empobrecida,
predominantemente indígena –nahua, tlapaneca y mixteca–
de donde proceden muchos de los docentes en lucha). Los
maestros rebeldes se enfrentan a una clase dominante
unida. El principal obstáculo para ganar esta lucha es político:
es preciso romper con todos los partidos y políticos
capitalistas. Los mentores guerrerenses ya han
comprendido que tienen que librar la batalla no sólo
contra el PRI y el PAN, sino también contra el PRD del
gobernador Ángel Aguirre. Asimismo tienen que romper con
la falsa “oposición” burguesa de Andrés Manuel López
Obrador y su Movimiento de Regeneración Nacional
(Morena), que busca canalizar las luchas de “los de
abajo” al callejón sin salida de la política
parlamentaria. Ya lo hizo con los electricistas, y ahora
quiere hacerlo con los maestros. De
Chilpancingo a Tijuana, de la Montaña al Caribe:
Falanges de la Policía
Federal esperando la llegada de los maestros en la
Carretera al Sol, en las Tras la
instalación de un campamento en Chilpancingo, la CETEG
ha despertado la ira de la burguesía. Después de unas
semanas, su lucha llegó a las primeras planas de los
diarios cuando al inicio de las vacaciones de Semana
Santa comenzó a bloquear la Autopista del Sol. Una cosa
es hacer una huelga en zonas remotas de la Costa Chica;
otra muy distinta es trabar el acceso a Punta Diamante y
las playas de Acapulco. El gobernador perredista se
comprometió a presentar una iniciativa para reformar la
ley local que “retomara” las preocupaciones de los
maestros. ¡Vana ilusión! El Congreso estatal rechazó la
reforma y los docentes volvieron a la carga. Desde
principios de abril, contingentes federales arribaron a
Chilpancingo para realizar prácticas de “entrenamiento”
en medidas de “contención social”. Se formaban como
legionarios romanos, marchando con sus escudos en
apretadas falanges. El 5 de abril llegó el día. Con un
contingente de más de mil efectivos, la policía empujó a
los maestros a un lado de la carretera, justo en el
lugar en que el 12 de diciembre de 2011 la Policía
Federal, apoyada por la policía estatal, asesinó a dos
estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa. Los
noticieros nocturnos en la televisión alabaron la
“limpia y precisa” operación represiva. No
obstante, los maestros guerrerenses han continuado con
sus movilizaciones, bloqueando al menos una vez a la
semana la autopista. El 18 de abril marcharon al
Congreso local para exigir una vez más la aprobación de
una iniciativa de ley propuesta por la CETEG para
mantener el carácter público y gratuito de la educación,
establecer un instituto estatal de evaluación educativa
y garantizar los derechos laborales de los docentes.
Pero la legislatura se fugó al puerto del Pacífico, y el
día 24 en sesión extraordinaria en el Centro de
Convenciones de Acapulco aprobaron una ley para
implementar la “reforma” federal (ver recuadro en esta
página). Al
igual que los maestros oaxaqueños agrupados en la
Sección XXII del SNTE/CNTE con su Plan para la
Transformación de la Educación en Oaxaca (PETEO), los
maestros guerrerenses de la CETEG pretenden limitar los
alcances de la legislación antieducativa aprobada a
nivel federal mediante leyes estatales que reconozcan
sus derechos. Esta vía es, sin embargo, un callejón sin
salida, toda vez que supedita la lucha a lo que aprueben
en los parlamentos los representantes políticos del
capital. Como han mostrado los legisladores
guerrerenses, esta receta está condenada al fracaso. Mientras
tanto, en el Estado de México, Morelos, Zacatecas,
Durango, Tlaxcala y Coahuila, decenas de miles de
profesores han iniciado movilizaciones en contra de la
“reforma” educativa del Pacto por México. En Michoacán,
los normalistas rurales vuelven a movilizarse en defensa
de sus escuelas, que la burguesía quiere cerrar (véase
el suplemento de El Internacionalista de
noviembre de 2012, “¡Defender a las normales rurales!”).
En el DF, la rectoría de la UNAM pretende imponer una
“reforma” al sistema de bachillerato del Colegio de
Ciencias y Humanidades junto con un programa represivo
de control policíaco en los planteles, despertando con
ello la oposición estudiantil. Hay
movilizaciones por doquier, como en años pasados, pero
sólo en Guerrero se ha entablado una huelga indefinida.
Sin embargo, y no obstante su gran voluntad de lucha,
Guerrero solo no puede ganar en la guerra del capital
contra los sindicatos docentes y la educación pública.
Es indispensable preparar una huelga nacional de TODO
el sector educativo. Esto ayudaría a romper el grillete
corporativista que el gubernamental SNTE ejerce aún
sobre los cientos de miles de profesores que regimienta.
Y podría desencadenar una contraofensiva proletaria
contra las casi tres décadas al hilo de deterioro en
picada de los niveles de vida de los trabajadores. Para
ello, hace falta una dirección genuinamente clasista, un
partido obrero revolucionario, armado con la perspectiva
de la revolución permanente de León Trotsky. Una
“reforma educativa” ordenada por el imperialismo Una contrareforma dictada por el imperialismo. “Marco” para evaluar a los maestros, decretado por la OCDE. La
contrarreforma amenaza a todo el sistema educativo. En
primaria y secundaria, la implementación de pruebas
estandarizadas (carentes del menor valor científico o
pedagógico) se utilizará para realizar despidos masivos,
sobre todo de profesores disidentes. Las propias
escuelas, financiadas de acuerdo con los resultados que
obtengan en las pruebas, tendrán la “potestad” de buscar
fuentes de financiamiento alternas. Esto abre la vía
para una privatización de facto por
medio del cobro de cuotas, y el cierre de escuelas en
las zonas más empobrecidas que pierdan el financiamiento
estatal y no puedan allegarse recursos. Al
nivel del bachillerato y la universidad, la embestida
burguesa pretende disminuir radicalmente el número de
lugares disponibles mediante un significativo aumento en
las cuotas escolares y el desarrollo de un modelo de
préstamos bancarios para pagarlas (como el que hoy
combaten estudiantes y trabajadores en Chile), que
endeudará a los estudiantes durante años. Al hacer de la
educación una mercancía y no un derecho democrático, se
limitará aún más el acceso de los hijos de los
trabajadores y de las familias pobres a la educación
superior. Y la reducción en la matrícula daría el
pretexto para despedir masivamente a profesores y
trabajadores. El
Pacto por México, firmado por Peña Nieto con los
dirigentes de los dos principales partidos de
“oposición”, el neocristero PAN y el nacionalista
burgués PRD, se inauguró con la contrarreforma
educativa. A su vez, la iniciativa aprobada por el
Congreso en enero fue dictada por la Organización para
el Desarrollo y la Cooperación Económica. En 2010, el gobierno de Felipe
Calderón firmó con la OCDE un acuerdo para “definir
claramente los estándares docentes” para así
“establecer un examen de selección nacional y otras
herramientas de evaluación” para la contratación y
despido de profesores.[1]
Era el anuncio de la “reforma” peñanetista. Sobra
decir que el “acuerdo” con la OCDE no resuelve los
problemas que aquejan a la educación en el país. No hay
ni una palabra sobre el hecho de que las escuelas
públicas libran una batalla diaria por seguir
funcionando con recursos exiguos. Que muchas escuelas en
zonas rurales, pero también en zonas urbanas marginales,
carecen de agua corriente, luz, ventilación adecuada, ya
no digamos bibliotecas, computadoras y otros materiales
didácticos elementales. Que muchos estudiantes no tienen
la ingesta adecuada de proteínas y otros nutrientes, en
un país en el que el propio gobierno reconoce la
existencia de 7.5 millones de personas en situación
de hambruna. ¿En qué
se basa entonces la “reforma”? En la tesis de que los
culpables de la desastrosa situación de la educación en
México son los maestros y sus sindicatos, especialmente
los que son independientes del control del estado
burgués. Así, según la OCDE, se debe “abrir todas las
plazas docentes a concurso” y “crear períodos de
inducción y prueba” con contratos temporales que
faciliten los despidos. Mediante “estímulos” a la
productividad (como si se tratara de la producción a
destajo en una maquiladora), se espera que los
profesores dejen de luchar colectivamente en defensa de
sus intereses para así minar la base misma de sus
sindicatos. El
corporativista SNTE, que lejos de ser un sindicato
obrero es un organismo gubernamental, firmó con el
Calderón la infame Alianza por la Calidad de la
Educación, para implementar el “acuerdo”/dictado de la
OCDE. Esta alianza permanece intacta, a pesar del
encarcelamiento de la presidenta vitalicia del gremio.
Esto entiende el titular de la OCDE, el zedillista José
Ángel Gurría, al alabar a Peña Nieto por poner fin a los
“usos y costumbres del sindicato magisterial”, al que
responsabiliza por el rezago del país en materia
educativa y por “eliminar la interferencia sindical en
la administración de los recursos dedicados a la
enseñanza” (Excélsior, 12 de enero). La
lucha por la defensa de la educación pública y los
derechos de los trabajadores de la educación en el país
es la más importante en este inicio del nuevo sexenio
priísta. Maestros y estudiantes quieren luchar. Admiran
a los maestros guerrerenses que resisten las arremetidas
de la Policía Federal. Algunos blanden banderas rojas y
hacen referencias a Marx y Lenin. Pero lo que no han
comprendido aún es que no hay solución “democrática”
(burguesa) a la embestida del capital contra la
educación pública, y que en cambio se precisa de una
lucha por la revolución socialista para
derrotarla. El
gobierno de Enrique Peña Nieto arremete directamente
contra el derecho constitucional a la educación pública,
laica y gratuita. Lo hace en calidad de subcontratista
de Washington y Wall Street. Así como los maestros
guerrerenses solos no pueden vencer al gobierno
PRI-PAN-PRD, no se va a derrotar a la OCDE y demás
organismos imperialistas con una lucha que se limite a
México. Hay que extender la lucha revolucionaria al
interior de la bestia imperialista, Estados Unidos,
donde maestros y estudiantes enfrentan los mismos
enemigos que sus compañeras y compañeros mexicanos. [1] Véase el resumen ejecutivo del Acuerdo
de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad
de la educación de las escuelas mexicanas en
http://www.oecd.org/edu/school/46216786.pdf.
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