septiembre de 2021
Al servicio de Trump … y Biden, AMLO aprieta el cerco antiinmigrante
Desde finales de agosto, la Guardia Nacional ha fortalecido sus operativos para disolver las caravanas de
migrantes provenientes de Centroamérica y el Caribe que pretenden llegar al norte del país. La GN y la
Migra de AMLO fungen como guardafronteras del imperialismo norteamericano.
¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!
¡Forjar un partido obrero revolucionario leninista-trotskista!
En su conferencia matutina del 24 de septiembre, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador hizo una declaración tajante: “No quiero que México sea un campamento de migrantes” (La Jornada, 25 de septiembre). Tres días después, el Instituto Nacional de Migración anunció el inicio de una operación aérea para deportar desde diversas ciudades mexicanas a cientos de migrantes haitianos a partir del 5 de octubre. Varados en pequeños grupos a lo largo y ancho del país, los inmigrantes haitianos enfrentan la amenaza constante de ser capturados por la Guardia Nacional o la migra mexicana para ser enviados de vuelta a su devastado país, donde literalmente no tienen ninguna perspectiva. No pocos han expresado que preferirían morir antes de ser enviados de vuelta a su país.
La declaración de López Obrador es la respuesta del gobernante populista burgués al reciente incremento de migrantes centroamericanos y caribeños (especialmente haitianos) que han cruzado la frontera sur del país con la intención de llegar a Estados Unidos. A finales de agosto y principios de septiembre fue posible ver escenas del actuar cotidiano del INM y de la Guardia Nacional. El 29 de agosto se viralizaron las imágenes de agentes del INM golpeando a un migrante en la cabeza en el contexto de una movilización de cientos de elementos de la Guardia Nacional para impedir que una caravana saliera de Tapachula hacia el norte. En marzo de 2020, nosotros del Grupo Internacionalista denunciamos la actuación de AMLO de “guardafronteras de Trump”. Ahora él cumple el mismo papel para el demócrata Biden.
Un aspecto de las caravanas recientes que llamó la atención fue la fuerte presencia de inmigrantes haitianos. Estos migrantes provenían en su inmensa mayoría de Chile y Brasil, países en los que se habían establecido tras el devastador terremoto que sacudió al empobrecido país caribeño en 2010. Ese terremoto dejó en ruinas a la capital, Puerto Príncipe, además de un saldo de más de 300 mil muertos y de millones de desplazados. Luego, con la pandemia del coronavirus muchos haitianos emigrados en América del Sur perdieron sus trabajos y decidieron probar suerte desplazándose hacia el norte.
El 31 de agosto, las escenas se repitieron. A la salida del municipio de Escuintla, en la carretera costera, un piquete de la Guardia Nacional retuvo a unos 300 migrantes provenientes de Guatemala, El Salvador y Haití. En esa ocasión, la migra detuvo a 80 migrantes, sobre todo a quienes viajaban con niños pequeños. En los días subsiguientes proliferaron las imágenes de migrantes haitianos retenidos en la carretera. Algunos se internaban corriendo en el monte. Perseguidos, los padres que corrían con sus hijos en brazos eran rápidamente atrapados. Luego, en instalaciones migratorias mexicanas se podía ver a decenas y decenas de inmigrantes tras las rejas de improvisadas cárceles migratorias. Las escenas de dolor y desesperanza aparecieron por decenas en los noticieros nocturnos de televisión y en los diarios.
Muchos migrantes haitianos lograron llegar a poblaciones del norte del país. En el curso de la primera mitad de septiembre alcanzaron la ciudad fronteriza de Ciudad Acuña, Coahuila. Al otro lado de la frontera, en Del Rio, Texas, fueron acorralados hasta 15 mil debajo del Puente Internacional. En condiciones sanitarias deplorables, a merced de las inclemencias del clima, con temperaturas que rondaban los 40 grados, sólo podían moverse hacia Acuña para comprar víveres. El 19 de septiembre, cuando un grupo volvía tras cruzar el río, elementos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos los recibieron montados sobre caballos y utilizando las riendas de éstos como fuetes y látigos para obligarlos a volver al lado mexicano de la frontera. En los días subsiguientes, los migrantes que lograron cruzar el río Bravo se dispersaron en México. Algunos miles se encuentran hoy en Monterrey y la Ciudad de México, donde se ocultan en hacinados refugios por el muy fundado temor de ser deportados. Enfermos (algunos con síntomas de COVID), con extremidades rotas, se niegan a acudir a un hospital.
Es notable que en medio de las brutales acciones del gobierno mexicano en estricto cumplimiento del compromiso antiinmigrante adoptado con los racistas gobernantes imperialistas norteamericanos no haya habido multitudinarias manifestaciones de protesta en México. Ni las organizaciones de izquierda ni los sindicatos “independientes” han convocado ni el más tímido asomo de movilizaciones de solidaridad con los trabajadores internacionales que atraviesan el país. Esto es producto directo de la subordinación de la izquierda oportunista y de las falsas direcciones sindicales al gobierno populista burgués de AMLO y su Movimiento de Regeneración Nacional.
Incluso cuando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación bloqueó el paso de la camioneta del López Obrador el 27 de agosto en Tuxtla Gutiérrez, las reivindicaciones de la disidencia magisterial se restringieron a demandas económicas relativas a su caja de ahorros y de las usuales rogativas para tener la decimonovena mesa de negociación con el gobierno federal (aún después de haber constatado que las 18 previas no han servido para absolutamente nada [¡!]). Sin embargo, no profirieron la más mínima palabra de solidaridad con los asediados inmigrantes que estaban siendo golpeados por la GN a pocos kilómetros de distancia.
Pero es justamente la CNTE la que podría iniciar la defensa de los migrantes del Caribe, Centroamérica y otros lugares. Punta de lanza de la resistencia en contra de décadas de ataques a la educación pública, los maestros disidentes han mostrado un heroísmo y una entrega a la lucha encomiables. La política de presión sobre el gobierno auspiciada por su dirección, y no de abierta lucha de clases contra la burguesía, ha impedido desplegar su potencial de lucha.
Dado que el magisterio se extiende por todo el país, la lucha de su sector combativo por romper el grillete corporativista puede ser un ejemplo vivo para los trabajadores de otros gremios. Puede también hacer las veces de enlace entre los trabajadores de diversas industrias, así como entre los trabajadores de las ciudades y los del campo. Electricistas, telefonistas y petroleros deberían movilizar su enorme poder social para parar en seco las deportaciones. Esta perspectiva es urgentemente necesaria, e implica librar una lucha política sobre la base de un programa de lucha de clases y, de hecho, por la revolución socialista internacional.
A instancias de los camaradas del comité local del Grupo Internacionalista en Oaxaca, la sección XXII del magisterio oaxaqueño aprobó una moción en octubre de 2018 manifestando su disposición a defender a los migrantes que pasaban por el estado. Hoy hace falta aprobar mociones como ésta en todo el país y, sobre todo, pasar de las palabras a los hechos. Atañe a los explotados y oprimidos, así como a todos los defensores de los derechos democráticos, movilizarse para impedir las deportaciones que se preparan.
El elemental deber de los trabajadores de defender a sus hermanos y hermanas de clase provenientes de otros países, es incompatible con el apoyo político al gobierno burgués de AMLO y Morena. De hecho, exige una lucha por la más completa independencia política de la clase obrera con respecto al estado capitalista y el resto de los partidos y políticos burgueses. Detener las deportaciones exige luchar también por ¡plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes!
Es necesario también organizar la atención médica de los inmigrantes enfermos. Brigadas de trabajadores y trabajadoras de la salud podrían desplegarse para atender a los migrantes en los refugios y para llevar a los que así lo requieran a clínicas y hospitales a los que los trabajadores impidan activamente el ingreso de la migra. Asimismo, es indispensable organizar escuelas para atender a los cientos de niños migrantes esparcidos por todo el país. La CNTE y sus aliados tienen el poder y la capacidad para implementar esto de inmediato.
Revolución permanente e independencia de clase
En 2019, pocos meses después de su toma de posesión, el gobierno de AMLO accedió formalmente a hacer hacer el trabajo sucio de Donald Trump, al comprometerse a mantener a los migrantes que llegaran al país lo más lejos de la frontera con Estados Unidos que se pudiera. Con el despliegue masivo de la Guardia Nacional para cumplir tareas de contención migratoria, el gobierno populista burgués de AMLO cumplió con la orden de sus amos imperialistas. Muchos en el país tenían la ilusión de que AMLO en la presidencia plantaría cara a los imperialistas. No fue así. De hecho, Donald Trump no se cansó de agradecer la actuación de su “amigo” mexicano. Y no es para menos: el prometido “muro” migratorio ha funcionado a lo largo de los caminos que corren desde Chiapas hasta los estados norteños.
La exigencia imperialista se mantiene ahora bajo el gobierno de Joe Biden, que ha deportado a más de 605 mil migrantes en los primeros siete meses de su gobierno, lo que constituye un ritmo considerablemente mayor que el que alcanzó Trump. El nuevo embajador norteamericano en México, Ken Salazar, se reunió con altos funcionarios del Instituto Nacional de Migración en Chiapas el 18 de septiembre “para intercambiar comentarios sobre el flujo migratorio irregular que se registra en el sureste mexicano y los procesos de atención a favor de las personas en contexto de movilidad” (La Jornada). En ese acto “reconoció la labor de México para atender el flujo migratorio”. El embajador del imperio dio una palmadita en la espalda a sus lacayos y aplaudió el brutal trato contra los migrantes, los desposeídos, los más pobres entre los pobres.
La situación de los migrantes en México resalta el carácter semicolonial del país. Es una muestra también de que las más elementales cuestiones democráticas no podrán ser resueltas en el marco del dominio capitalista. Lejos de la farsa de una “cuarta transformación” burguesa, lo que hace falta en México es desplegar el poder de la clase obrera en aras de su liberación y de la liberación de todos los oprimidos. Ésta es la perspectiva teórico-programática de la revolución permanente de León Trotsky, quien junto con Lenin dirigió la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia, estableciendo el primer estado obrero de la historia.
La experiencia del Octubre Rojo sigue siendo el faro para librar las luchas hoy en día. Por mantenerse dentro de los límites del capitalismo, la Revolución Mexicana de 1910 no logró realizar siquiera las tareas democráticas que se propusieron sus dirigentes. Hoy, la tierra no es de quien la trabaja, los derechos democráticos son tinta sobre el papel y la independencia nacional con respecto al imperialismo es palabra hueca. Sólo un gobierno obrero y campesino podrá dar una genuina solución a estas cuestiones, y para lograrlo tendrá que pasar a tareas socialistas, además de extender la revolución al sur y al norte.
La experiencia mundial en los últimos dieciocho meses de pandemia mundial del coronavirus ha mostrado más allá de toda duda la incapacidad del capitalismo en decadencia de satisfacer hasta las más elementales necesidades de la población. La alternativa que se plantea es la de socialismo o barbarie, como ya había señalado la revolucionaria germano-polaca Rosa Luxemburg al inicio de la enorme carnicería que fue la Primera Guerra Mundial. Hoy, como entonces, la única salida está en la construcción de un partido mundial de la revolución socialista cuyas secciones nacionales, como el partido bolchevique de Lenin, hagan las veces de tribuno del pueblo, de defensor de todos los oprimidos. Es esta la perspectiva por la que lucha el Grupo Internacionalista. ¡Únete a nuestra lucha! ■