agosto de 2015
¡Fuera tropas y policías federales de Oaxaca! ¡Ningún gendarme en las escuelas!
¡No a la militarización de Oaxaca ni de la educación!
En la marcha del 14 de agosto retumbaron los gritos de “¡Oaxaca no es cuartel, fuera ejército de él!” En realidad, el objetivo del ataque contra la Sección XXII tiene poco que ver con la educación y mucho con un intento de imponer por la fuerza el irrestricto dominio del régimen burgués en decadencia, que busca erradicar todas las conquistas laborales del pasado y aniquilar al movimiento obrero independiente. Hoy por hoy, ofrecen poca “zanahoria” –las raquíticas migajas que ocasionalmente repartía en el régimen corporativista del PRI-gobierno que dominó el país durante 70 años– y mucho garrote. El mismo gobernador Gabino Cué lo reveló en su comparecencia ante la Comisión Permanente del Congreso en vísperas del golpe al IEEPO del 20 de julio.
Ante las quejas de los senadores y diputados de que su gobierno no sanciona “los desmanes de la CNTE”, el mandatario oaxaqueño sostuvo que debido a “una membresía sindical de más de 80 mil trabajadores, cuya capacidad de movilización ha superado históricamente los mecanismos de contención y control de los gobiernos estatales”. Luego explicitó:
“con mucho gusto detenemos a un maestro, pero de inmediato toman el aeropuerto, cierran el estado y, si los policías deciden enfrentarlos, se arma un zafarrancho, los policías o salen corriendo o a pedradas, porque no tenemos la capacidad de fuerza que se requiere para enfrentarlos”.
–“Desde hace 23 años la CNTE dirige la educación en Oaxaca, sostiene Cué”, La Jornada, 17 de julio
Resumió: “Para aplicar la ley hay que tener un estado de fuerza y Oaxaca no lo tiene. Tenemos poco más de 3 mil 88 policías y la coordinadora cuenta con más de 82 mil agremiados”. Conclusión: el verdadero propósito de Cué y Peña Nieto no era mejorar la calidad educativa, sino instalar “un estado de fuerza” mediante la militarización que ahora acecha el estado.
Las “Jornadas de Dignificación de Escuelas en Oaxaca” no son más que una “acción cívica” tomada de los manuales de contrainsurgencia del Pentágono para intentar socavar el apoyo popular a la insurgencia magisterial. Naturalmente escogieron escuelas donde la población había sido azuzada por sectores reaccionarios contra la Sección XXII, como en El Tule y Etla, pero a veces los gendarmes erraron de blanco y pobladores los corrieron, como sucedió en Xoxocatlán. En la Escuela Secundaria Técnica N° 50 en Juchitán, la representante de los padres de familia pronunció un discurso en zapoteco aplaudiendo al magisterio y recalcando que “rechazamos la violencia y también a los gendarmes, nuestra escuela no es un cuartel”.
Entretanto la presencia ominosa de la policía paramilitar ha irritado a la población de la capital del estado: ha acordonado al Zócalo, infesta los hoteles y centros comerciales y hace un patrullaje intrusivo en todos los lugares públicos. En particular, los policías han instalado retenes en esquinas en ambos lados de la cuadra donde se ubican las oficinas de la Sección XXII, de modo que podrían sellar la calle en un par de minutos para ocupar la sede sindical. La amenaza implícita no le escapa a nadie. Crea una sensación de estado de sitio que recuerda los días posteriores de la incursión de la Policía Federal y el Ejército el 25 de noviembre de 2006. Podría darse un incidente entre residentes y militares prepotentes (y/o borrachos) en cualquier momento.
El fenómeno de militarización también se hace sentir en el ámbito educativo. No sólo los trabajadores del IEEPO están obligados a pasar por un filtro tras rejas metálicas, sino que también habrá una presencia policíaca permanente al interior de las instalaciones. Y como denuncia un volante que circula en la dependencia, el nuevo elenco directivo del Instituto está repleto de policías. Un subdirector que anteriormente fue subprocurador del estado en la administración del nefasto Ulises Ruiz; una encargada de mejorar la “convivencia escolar” que trabajó anteriormente en agencias policíacas en Guanajuato y Oaxaca; la nueva directora administrativa desempeñó cargos similares en la Procuraduría y Secretaría de Seguridad Pública de Oaxaca; y otros más.
A la cabeza del “nuevo IEEPO” está su director general, Moisés Robles Cruz, que también encabezó el “viejo IEEPO”. (De hecho, como señala Hernández Navarro en La Jornada del 4 de agosto, nueve de los 17 “nuevos” mandos también eran cuadros del Instituto antes de su reestructuración.) El nuevo/viejo titular es un abogado especializado en justicia penal. Ha desempeñado funciones en la procuraduría de Oaxaca, en Gobernación y en la SSP federal. Es decir, es otro policía. De los requisitos para un director general que exigen actividad docente o investigación pedagógica, no tiene nada.
Lo que sí tiene Robles Cruz es una predilección por José Vasconcelos. En un comentario publicado en El Universal (23 de agosto) el abogado-policía instalado para la Gleichschaltung (sujeción) del IEEPO a la política e ideología capitalista “neoliberal” considera a Vasconcelos un “visionario”. Pero, ¿cuál era su “visión”? Desde la segunda mitad de los años 30, el que fue el primer secretario de educación pública del país se convirtió en uno de los promotores ideológicos del nazismo en México. Fue fundador y editor de la revista nazi-fascista Timón y durante la Segunda Guerra Mundial colaborador de la embajada alemana en México. Hasta elogió efusivamente a Hitler y Mussolini, diciendo:
“Todos los pueblos del mundo tendrán que agradecer a Mussolini y Hitler haber cambiado la faz de la Historia. El habernos librado de esa conspiración tenebrosa que, a partir de la Revolución Francesa, fue otorgando el dominio del mundo a los imperios que adoptaron la reforma en la religión y la engañifa del liberalismo en la política.”
–citado en Juan Alberto Cedillo, Los nazis en México(Random House Mondadori, 2007).
Su racismo era proverbial, expresado en su noción de la “raza cósmica”. Hizo asquerosos comentarios racistas sobre los negros, pero también expresó, con vehemencia, su desdén hacia los indígenas. En su libro El desastre (1938), Vasconcelos escribió: “Todo nos liga a Europa y todo nos separa del aborigen, por eso, el recurso más eficaz es el adoptado por el pueblo argentino, que se ha dedicado a hacer de la Argentina una sucursal europea. Y con supresión calculada de todo lo indígena”. (En Argentina hubo un verdadero genocidio contra los indígenas.) Llamó a construir “una ciudad europea” combinada con “una labor de educación que enraíce la moralidad europea en el seno de las conciencias indígenas”, para evitar que sea destruida por “la indiada”.
En materia educativa, Vasconcelos fue un opositor acérrimo del movimiento de la Nueva Escuela inspirado por John Dewey, María Montessori y otros reformadores. Insistió en que la educación debería ser una “regla impuesta del exterior” y que “toda pedagogía es una coacción”. Un “visionario” idóneo para el Gauleiter (jefe nazista de distrito) oaxaqueño de la “reforma educativa” libremercadista del capitalismo en putrefacción. Un enemigo jurado de los maestros y estudiantes, para quienes la educación es por su propia naturaleza un esfuerzo colectivo y colaborativo.
Bienvenido a la nueva era de la educación bajo la bota militar-policíaca que busca inspiración en el portavoz del fascismo criollo. Nuestra tarea: poner fin al Götterdämmerung (crepúsculo de los dioses) del capital y su política de regimentación educativa.■