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junio de 2006 Tras
las masacres de Pasta de Conchos, Lázaro Cárdenas y San
Salvador Atenco, sangriento desalojo de los maestros oaxaqueños
300 mil personas marchan en Oaxaca, el 16 de junio, en repudio al gobernador represor Ulises Ruiz y en apoyo a la huelga magisterial. (Foto: Marco Ugarte/AP) ¡Ni un
voto a los partidos burgueses PRI, PAN y PRD!
¡Romper con AMLO, el PRD y su frente popular! ¡Forjar un partido obrero revolucionario!
Publicamos a continuación el volante
del Grupo Internacionalista, sección mexicana de la Liga por la
IV Internacional, repartida en Oaxaca donde el 16 de junio más
de cien mil personas marcharon para denunciar el desalojo violento de
los mentores huelguistas por parte del gobierno estatal. 16 de JUNIO – A dos semanas de
que se realicen las
elecciones presidenciales, en una descarada provocación, el
gobierno de Oaxaca
encabezado por el priísta Ulises Ruiz ordenó el violento
desalojo policíaco de
los maestros en huelga de la Sección XXII que ocupan el centro
de la capital
oaxaqueña. En el más puro estilo de las dictaduras
militares, miles de policías
ministeriales, preventivos y de operaciones especiales del municipio y
el
estado se lanzaron contra los mentores mientras dormían en las
calles de las 53
cuadras que tienen ocupadas desde hace más de tres semanas.
Lanzando granadas
de gas lacrimógeno por doquier, invadieron el edificio sindical,
destrozaron
las tiendas de campaña de los maestros y quemaron los restos de
su campamento.
Sin embargo, el tiro le salió por la culata y el desalojo
fracasó rotundamente.
Después de tres horas de batalla campal, los 40 mil huelguistas
lograron romper
el cerco policíaco y echaron a los represores. En medio de la gran
confusión
que reinaba en la ciudad, se informó de varios muertos: once
según un reporte
inicial de la Cruz Roja mexicana, cifra que luego se redujo a cuatro
según
voceros magisteriales y el diario Noticias
de Oaxaca. Todavía no hay claridad en el asunto. Lo cierto es
que los
hospitales del IMSS y del ISSSTE registraron 92 lesionados, varios en
condición
grave; además, hay muchos profesores que todavía no han
sido localizados. En
resumen: en las calles de Oaxaca corrió la sangre de los
trabajadores. Se trata
de una verdadera masacre –la tercera en menos de dos meses– y se da
tras el
asesinato de obreros de la siderúrgica SICARSTSA en
Lázaro Cárdenas, Michoacán
del 20 de abril y el mortífero ataque a los pobladores de San
Salvador Atenco
del 4 de mayo. En la contienda electoral, cada uno de los tres
principales
partidos burgueses busca presentarse como el más duro a la hora
de reprimir la
“inseguridad”. PAN, PRI y PRD han lanzado a los policías
asesinos contra los
trabajadores. Así es como la clase dominante mexicana prepara
una farsa electoral
empapada en sangre obrera. Tras su fracasado operativo
paramilitar, y ante la furia que desató entre la clase a escala
nacional e
internacional, el gobernador Ruiz se vio obligado a ceder.
Liberó a diez
maestros y suspendió (pero no canceló) las órdenes
de aprehensión dictadas en
contra de 25 dirigentes magisteriales. El gobierno federal de
Vicente Fox ya
metió las manos, y Gobernación (bajo el derechista Carlos
Abascal) envió a un
subsecretario para que sirva como mediador. Con esto quieren dar a
entender que
súbitamente podrían encontrar fuentes federales para
costear la
“rezonificación” de los maestros y aumentar mínimamente
los sueldos de miseria
que perciben. Pero las cosas no se resolverán en una “mesa de
diálogo”. Esta
batalla no ha terminado y toda “tregua” puede ser fatal. Aunque
retirados de la
primera cuadra de la capital oaxaqueña, los huelguistas no han
abandonado el
mega plantón y ahora piden la cabeza del gobernador represor. El
sindicato ha
llamado a no votar por ninguno de los candidatos presidenciales y
propone el
boicot de los comicios del 2 de julio –que de hecho podrían
impedir, al menos
dentro del estado. Lo que urge en este momento es
superar el marco estatal y lanzar una huelga
nacional contra el gobierno asesino,
luchando por el triunfo de la huelga
magisterial de Oaxaca y las huelgas mineras; por la total independencia sindical de la burguesía,
rompiendo el grillete del seudo-sindicalismo corporativista y
rechazando el
ataque gubernamental a los trabajadores minero-metalúrgicos; por
la liberación y la cancelación de los
cargos
en contra de todos los obreros, campesinos y maestros detenidos,
víctimas de la
arremetida represora de la clase dominante. Pero sobre todo, se
necesita una
respuesta política a la ofensiva de clase burguesa, insistiendo
en no dar
ningún voto al PAN, PRI, PRD ni ningún otro partido
patronal, en la necesidad
de romper el frente popular de los sindicatos “independientes” en torno
a la
candidatura perredista de Andrés Manuel López Obrador, y
en forjar el núcleo de
un partido
obrero revolucionario que luche por un gobierno obrero y
campesino que
inicie la revolución socialista internacional. Maestros, mineros y
campesinos
Llama la atención que en
cada
una de las recientes masacres, los trabajadores que fueron blanco de la
embestida resistieron tenazmente a la represión, poniendo en
fuga a las fuerzas
represivas. En Lázaro Cárdenas, Michoacán,
retomaron la siderúrgica SICARTSA en
dura batalla en contra de los policías y fusileros de la Marina
de guerra.
(Ahora parece que el gobierno foxista quiere repetir su hazaña
en Cananea,
donde los mineros estallaron una huelga cuando se les obligó a
trabajar en el
centenario de la gran huelga que fue la chispa de la Revolución
Mexicana.) En
Atenco, cientos de policías mexiquenses huyeron de la furia de
la población
enardecida por la detención de unos vendedores de flores. Y en
Oaxaca, Oaxaca,
los perros guardianes uniformados del capital recibieron una respuesta
contundente de parte de los que querían someter. Todo comenzó con un
operativo
silencioso en la madrugada. A las 4:50 horas el secretario general del
sindicato magisterial en la entidad, Enrique Rueda Pacheco, dio el
aviso de
alerta por medio de Radio Plantón, llamando a las bases a prepararse “para resistir organizadamente
la represión que está operando el gobierno estatal en una
actitud irracional”.
A las 5:15 horas, la policía se apoderó del Hotel del
Magisterio a unas cuantas
cuadras del centro de la ciudad, para luego avanzar hasta el
zócalo, la plaza
central de Oaxaca. Envueltos en densas nubes de gas lacrimógeno
lanzadas por la
tropa en tierra y desde un helicóptero que sobrevoló la
plaza durante horas,
los policías lograron “recuperar” momentáneamente la
Plaza de Armas y la
Alameda. A punta de tolete y pistola destruyeron, saquearon y quemaron
el
campamento de los maestros, desmantelaron el equipo con el que los
profesores
emitían Radio Plantón y golpearon salvajemente a los
maestros que encontraban a
su paso. Pero lo que pasó
después no
figuraba en el plan operativo. Mientras el gobernador con las manos
manchadas
de sangre quería esconder sus crímenes tras su propia
nube de gas hilarante
verbal, hablando de un fantasmagórico “estado de derecho”, Excélsior (15 de junio) reportó en su
primera plana: los maestros
“Hacen huir a los policías”. El diario Noticias de Oaxaca describió cómo los mentores
usaron autobuses para
romper las vallas policíacas: “Aproximadamente a las 7:45
horas, los 40 mil maestros
se reagruparon casi en su totalidad y empezaron acorralar a los
policías que
conforme pasaron los minutos fueron replegados en la Alameda de
León y en el
Zócalo, debido a la carencia de más proyectiles de armas
de fuego,
esencialmente granadas de gas lacrimógeno. Ocupantes de un
helicóptero de la
UPOE, sobrevolaron el Centro Histórico y dispararon granadas en
múltiples
ocasiones, pero aún así no pudieron derrotar a los
maestros... “A eso de las 8:50 horas, los
trabajadores de la
educación ya eran miles y procedieron a afrontar la
última batalla. Los
policías, tuvieron que replegarse obligadamente y abandonaron el
Zócalo por la
calle de Bustamante, después de ofrecer su última
defensa.” A lo largo del día, las
autoridades federales y estatales amagaron con un nuevo ataque por
parte de la
Policía Federal Preventiva. Se informó que aviones
Hércules repletos de los
paramilitares se dirigían a Oaxaca para “terminar el trabajo”.
Ulises Ruiz
quería “despejar” el Zócalo para “favorecer al turismo” y
cumplir las
exigencias de la Coparmex estatal de que se deshiciera de una vez por
todas de
esa “chusma” de maestros que luchan por mejoras salariales.
Afirmó haber
conseguido apoyo del gobierno federal, pero aparentemente hubo una
decisión
contraria en Los Pinos. El secretario de gobernación, Carlos
Abascal, anunció
más tarde que era “mejor” no intentar un nuevo desalojo. El
gobierno federal
hizo un cálculo electoral y decidió dejar colgado al
gobernador priísta. Historia del SNTE y la
CNTE: Frente a la represión
antisindical omnímoda, se precisa de una dirección
clasista para dirigir una
lucha a ultranza contra el gobierno capitalista. En primer lugar, hay
que
romper el grillete del “sindicalismo” corporativista (representado por
la CTM,
CROC, CROM, CT, SNTE y similares) que durante más de medio siglo
de priato
sirvió de policía laboral del régimen para someter
a los trabajadores
mexicanos, rompiendo sus huelgas y asesinando en masa a sus mejores
luchadores.
Hoy los burócratas corporativistas ofrecen sus servicios al
gobierno foxista,
aun cuando a veces han contrariado a su jefazo al verse atrapados entre
un
proletariado enfurecido y un régimen decadente en apuros.
Éste es el caso del
dirigente minero Napoleón Gómez Urrutia (“Napito”) luego
del “homicidio industrial”
de Pasta de Conchos del que el sindicato corporativista
minero-metalúrgico es
corresponsable junto con la patronal y el estado capitalista. La policía
destruyó el campamento de los maestros y quemó los
restos. (Foto: Indymedia
México) Los efectos de la
corporativización del movimiento obrero en México siguen
a la vista. El
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), bajo
su caudillo
Carlos Jonguitud, sirvió durante décadas como instrumento
político del PRI (del
cual formaba parte) para controlar las zonas rurales del país.
Cuando cundió la
insatisfacción con su dominio, fue sustituido por su actual
“líder moral”, Elba
Esther Gordillo, nombrada a dedazo en una reunión nocturna en
Gobernación por
el presidente priísta Carlos Salinas de Gortari. El SNTE sostuvo
su dominio
sobre el magisterio por medio de un terror interno, manteniendo equipos
de
pistoleros a sueldo para “limpiar” toda disidencia interna. Jonguitud y
Gordillo son responsables del asesinato de más de 150 miembros
del “sindicato.”
Cuando un organismo asesina en masa a sus afiliados, cuando se dedica a
romper
huelgas y no simplemente a venderlas (lo que siempre hacen los
burócratas
reformistas), cuando forma parte integral de un aparato represivo, ya
no es un
sindicato obrero, sino un aparato estatal de control laboral. Los maestros oaxaqueños
en
particular se rebelaron en contra de este aparato represivo, jugando un
papel
destacado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación,
corriente sindical que en gran parte del país actúa como
otro sindicato. Éste
es el caso del estado de Oaxaca, donde la CNTE controla la
Sección XXII del
SNTE. Aunque el PRI no ocupa más la presidencia del país,
los aparatos
corporativistas siguen prestando sus servicios al gobierno federal
panista.
Así, el secretario general del SNTE, Rafael Ochoa declaró
que “el SNTE se
deslinda” de la lucha de los maestros oaxaqueños y sugiere en la
misma tónica
del secretario de educación, que se pregunte “quién les
da dinero para mantener
el movimiento” (La Jornada, 6 de
junio). Aún después de la masacre del 14 de junio, Ochoa
insiste en que “los
maestros en conflicto pertenecen a la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de
la Educación (CNTE) y no a su sindicato” (Noticias de
Oaxaca, 15 de junio). Los dirigentes del SNTE quieren
acabar con la
militancia sindical de los maestros oaxaqueños y no
dudarían en llamar a la
policía para hacerlo, como han hecho contra la CNTE en el
Distrito Federal. Pero romper la garra del
corporativismo sobre los trabajadores mexicanos dista de ser
suficiente. Es
necesario también liberar al proletariado de las ataduras
políticas a la clase
dominante que se mantienen por intermedio de las direcciones pro
capitalistas
de los sindicatos “independientes”, subordinados al PRD, entre
ellos los
principales dirigentes nacionales de la CNTE. Son los burócratas
sindicales perredistas
en primera línea los que han obstaculizado una acción
conjunta del proletariado
nacional contra la represión (ofreciendo la burla de un paro
nacional de tres
horas) porque no quieren afectar las candidaturas del PRD y
especialmente la
de AMLO, quien llama al “diálogo” con los carniceros (es decir,
a la rendición
de los maestros, los mineros, los campesinos, etc.). Masacres y elecciones: El sexenio de Vicente Fox
está
terminando en medio de una lluvia de represión en masa dirigida
contra los
trabajadores del campo y la ciudad. Su triunfo en las elecciones de
2000 fue
visto como el ansiado fin de la “dictadura perfecta” priísta.
Pero la
sustitución del régimen del partido de estado del
PRI-gobierno por el codominio
PAN-PRI-PRD no ha producido sino más represión,
despejando muchas ilusiones
democráticas. No importa quién resulte triunfador el 2 de
julio, seguirá
corriendo la sangre obrera hasta que se barra de una vez por todas con
la atroz
estirpe capitalista en México. De hecho, la serie de masacres
policíacas está estrechamente vinculada con los comicios.
El PRI, el PAN y el
PRD están inmersos en el circo electoral y se dan con todo. El
tema principal
de sus campañas es el de la “inseguridad”. Los candidatos
burgueses compiten
entre sí sobre la base de quién será el mejor
represor para mantener a salvo
los negocios del capital. Felipe Calderón del PAN promete “mano
firme”, Roberto
Madrazo del PRI dice que “sabe cómo hacerlo” y López
Obrador propone agregar al
garrote un poco de zanahoria. Hasta ahora los partidos trillizos de la
“alternancia” seudo democrática no han dudado un instante en
aliarse a la hora
de reprimir. En SICARTSA, una acción conjunta de la
policía local (PRI),
estatal (PRD) y federal PAN. En Atenco, se trató de un alcalde
perredista y
gobernador priísta con el respaldo del presidente panista.
Abatieron al joven
de 14 años Javier Cortés y al estudiante de la UNAM
Alexis Benhumea, que
falleció la semana pasada después de más de un mes
de agonizar en coma. Está
todavía por conocerse el saldo mortal de Oaxaca. Los maestros de la
sección
XXII saben bien que “PRI, PAN y PRD son lo mismo”, como dijo un maestro
la
semana pasada en una asamblea celebrada en el plantón. “Primero
matan a los
obreros de SICARTSA en Michoacán; luego a dos jóvenes en
Atenco”, abundó. “Esto
es obra de los mismos desgraciados. PRI, PAN y PRD, los tres, son
partidos de
los ricos. Nosotros llamamos a no votar por ninguno de ellos; lo que
hay que
hacer es boicotear las elecciones este 2 de julio.” Su
conclusión es correcta,
pero insuficiente. No basta una política negativa, pasiva.
Frente a la andanada
represiva del régimen capitalista, nos toca construir el
vehículo indispensable
para librar una lucha política contra la burguesía: un
partido obrero
revolucionario. Debe ser un partido leninista
de vanguardia: un partido de combate clasista, que señale la
vía y movilice a
los trabajadores para ganar luchas como la huelga magisterial
oaxaqueña; un
partido internacionalista, capaz de combatir la demagogia nacionalista
con la
que trafican los políticos burgueses (mientras se subordinan
groseramente a los
imperialistas) y que se refleja en las posturas vacías de la
Otra Campaña. Debe
ser un partido basado en el programa trotskista de la revolución
permanente,
que contra la antidemocracia del régimen burgués que
oprime a los campesinos,
indígenas y todos los trabajadores enarbole el programa de la
revolución
obrera, no sólo en México sino también al otro
lado de La Línea, en el gran
norte, el bastión imperialista donde millones de obreros
mexicanos forman un
puente humano y un creciente sector potencialmente combativo del
proletariado
norteamericano. De hecho, la lucha de los
maestros de Oaxaca y la masacre que han sufrido han tenido un fuerte
impacto en
Estados Unidos. Nuestros camaradas del Internationalist Group,
sección
estadounidense de la Liga por la IV Internacional (LIVI), iniciaron una
movilización para protestar contra la represión en Oaxaca
ante el consulado de
México en Nueva York. El mismo 14 de junio, se reunió un
piquete de emergencia,
organizado en menos de una hora. Ayer, 15 de junio, se hizo una nueva
protesta
a la que asistieron más de 50 personas, entre ellas muchos
miembros del
sindicato de profesores de la Universidad de la Ciudad de Nueva York
(CUNY).
Los manifestantes gritaron airadamente, “¡Atenco, Oaxaca, masacre
en México!” y
“¡Viva la huelga de los maestros mexicanos!” Oradores sindicales
expresaron su
solidaridad con sus compañeros y compañeras mexicanos.
Anoche, el local de San
Francisco del sindicato de estibadores de la costa oeste norteamericana
(ILWU)
aprobó unánimemente una moción de protesta contra
la represión en Oaxaca. El IG también combate por plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes bajo la consigna, “La lucha obrera no tiene frontera”. En México, el Grupo Internacionalista tiene como objetivo fundamental construir el núcleo de un partido obrero genuinamente revolucionario, como parte integral de una IV Internacional reforjada. No es un lejano futuro en el que esta perspectiva se presenta como necesaria: es frente a la represión gubernamental contra los trabajadores que hace falta construir este instrumento político indispensable para la revolución proletaria. Es hoy cuando se puede dar el empuje final para derrumbar el tambaleante edificio del corporativismo y asestar un duro golpe al régimen asesino. Instamos a los maestros y otros luchadores que quieren pasar de la resistencia al combate por la revolución a sumarse a las filas del Grupo Internacionalista. n Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe: internationalistgroup@msn.com |
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