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agosto de 2008 ¡Por la unidad de los trabajadores haitianos, dominicanos República Dominicana y Haití ¡Forjar partidos obreros revolucionarios leninistas-trotskistas!
Piquete frente al consulado dominicano en Nueva York fustiga la persecución de trabajadores haitianos en R.D., el 8 de agosto
de 2008. Foto: El Internacionalista Al iniciar su tercer mandato presidencial el 16 de agosto,
el mandatario dominicano Leonel Fernández rige un país en profunda crisis. Los
trabajadores se están hundiendo en la pobreza debido a la inflación galopante
de los precios de alimentos y transporte. Los médicos han programado una marcha
(apoyados por el Foro Social) para el mismo día de la toma de posesión para
exigir un aumento salarial de emergencia. Los apagones se han extendido hasta
por 18 horas diarias, como resultado de la incapacidad del país de pagar la
estratosférica factura petrolífera, y ahora han llegado a las zonas acomodadas
donde los propietarios no encuentran combustible para sus generadores
particulares. A mediados y finales de julio, la población salió a la calle en
forma espontánea en Santiago de los Caballeros y otras ciudades del norte del
país, en airadas protestas por la falta de energía eléctrica. Al otro lado de la frontera que divide la isla de
Quisqueya (La Española), Haití fue sacudido en abril-mayo por tumultuosas
protestas contra el hambre a causa del aumento catastrófico de los precios de
los alimentos básicos. El país que otrora exportara arroz, ahora depende casi
enteramente de su importación. En gran parte esto se debe al desmonte de los
aranceles exigido por los EE.UU. en nombre del “libre comercio”, lo que
destruyó la producción nacional. Ya que no se puede pagar los altos precios del
grano blanco subvencionado de Luisiana, ahora las hambrientas masas haitianas
están condenadas a comer “tortas de fango”. Aunque las protestas de la
primavera pasada fueron calificadas de “motines” por la prensa imperialista,
estuvieron explícitamente dirigidas en contra del gobierno del agrónomo René
Préval (lo que provocó la dimisión de su primer ministro Jacques-Edward
Alexis), y en contra de las fuerzas de ocupación de las Naciones Unidas, que
sirven de mercenarios para el imperialismo yanqui. Las tropas de la MINUSTAH
dispararon contra los manifestantes, produciendo al menos seis muertos. En medio de este dramático escenario, el director de
Migración de la R.D., Carlos Amarante Baret, arremetió en la prensa contra los
inmigrantes haitianos que viven en República Dominicana desde hace muchos
decenios, al declarar que su presencia es “inaguantable”. El alto funcionario
gubernamental sugirió que el tema debe ser la prioridad para el nuevo período
en funciones del gobierno de Fernández. Todos los indicios sugieren que un
operativo en gran escala ya está en preparación. Durante el mes de junio,
inspectores de la Dirección General de Migración peinaron varias localidades en
el norte del país, apresando a 54 haitianos. En las calles de la capital, Santo
Domingo, se desató la operación “Camiona”, en la que cientos de haitianos
fueron detenidos y subidos a autobuses sucios, “aunque estén documentados”,
según una nota del diario capitalino El Nacional (25 de junio). En enero
de este año, 853 haitianos fueron expulsados a Ouanaminthe y Belladere en
Haití. En los últimos días el ritmo de las expulsiones ha aumentado aún más y
se informa del arresto de 400 haitianos por el Cuerpo Especializado de
Seguridad Fronteriza (Cesfront). Hace dos semanas se celebró una reunión entre los
jefes militares y policíacos de la zona fronteriza de Haití y República
Dominicana en Dajabón. El fin de semana pasado se celebró en Santo Domingo un
encuentro de alto nivel entre funcionarios de ambos países para tratar la
temática dominico-haitiana. Y ahora Diario Libre (6 de agosto) informa
que se han iniciado “entrenamientos tácticos operacionales” entre el ejército
dominicano y unos 40 elementos del Comando Sur de las fuerzas armadas
norteamericanas. Los entrenamientos se concentrarán en “maniobras que se
realizan en la zona fronteriza”, entre ellas “operaciones de puestos de
control, chequeos y las cosas que se realizan en la frontera”. ¿Como, por
ejemplo, expulsiones masivas de haitianos? Es significativa la presencia de los “entrenadores”
norteamericanos, puesto que EE.UU. creó el ejército dominicano durante su
ocupación del país entre1916 a 1924, lo mismo que su contraparte haitiana
durante la ocupación norteamericana de la república negra entre 1915 y 1934.
Fue el ejército dominicano bajo el dictador Rafael Leonidas Trujillo, un ex
oficial del constabulario norteamericano, el que en 1937 llevó a cabo la masacre
de decenas de miles de haitianos y dominicanos de origen haitiano (se calcula
en 37.000 el número aproximado de víctimas). El sucesor de Trujillo (luego de
que éste fuera asesinado por la CIA en 1961, cuando ya no servía a los
intereses de sus amos imperialistas), Joaquín Balaguer, fue reinstalado en la
presidencia dominicana como resultado de la invasión estadounidense en 1965
para aplastar un levantamiento nacionalista que Washington consideró “comunista”.
Bajo Balaguer continuó la obsesión con la “dominicanidad” y su complemento, el
“antihatianismo”, elementos dominantes en la política dominicana burguesa desde
antes de su independencia. También cabe destacar que la presencia de cientos de miles
de trabajadores haitianos en territorio dominicano, donde realizan las faenas y
los trabajos más duros y peor pagados en los cañaverales, es resultado de un
sistema introducido por las fuerzas de ocupación norteamericanas en los años 20
y 30. Ayer como hoy, las zafras no podían realizarse sin un ejército de trabajadores
que laboren en condiciones prácticamente de esclavitud. Para mantener a esa
masa en condiciones de servidumbre, se elaboró un sistema de riguroso control
policial y periódicos estallidos de xenofobia sangrienta. El caso más reciente
es el de los pogromos de 2005 y 2006, cuando turbas de linchadores incendiaron
cientos de casuchas de trabajadores haitianos y dominicanos de origen haitiano,
asesinando al menos a 20 personas a machetazos o quemándolas vivas (ver “¡Alto
a la persecución de trabajadores haitianos en la República Dominicana!” El Internacionalista,
enero de 2006). Contra la sangrienta xenofobia, los
revolucionarios proletarios luchan por plenos derechos de ciudadanía para todos
los inmigrantes. Lo realmente “inaguantable” para los trabajadores es
esa barbarie atroz, y aunque los homocidas directos sean campesinos de
conciencia atrasada, los autores intelectuales de esos crímenes son los
racistas que se sientan en los poltrones gubernamentales y sus padrinos en
Washington. La represión en República Dominicana es made in U.S.A. Se está usando el racismo y chovinismo para distraer
la atención de las masas trabajadoras dominicanas de sus verdaderos problemas.
Ha habido un sinnúmero de protestas, paros y hasta huelgas generales en la R.D.
En el mismo momento en que los hambrientos protestaban en Haití, el 9 de abril
hubo un paro nacional en República Dominicana, convocado por el Foro Social
Alternativo. Como siempre, fue reprimido con saña por la policía y militares,
dejando un saldo de nueve heridos y 36 detenidos. Como siempre también, la
prensa burguesa busca minimizar su efecto. Sin embargo, la debilidad
fundamental de la acción de huelga de los trabajadores es política: lo que se
requiere es una contraofensiva obrera frente a la ofensiva burguesa.
En lugar de eso, los integrantes del Foro Social están integrados en un frente
popular con un sector minoritario de la burguesía que apoyó el candidato
presidencial “de izquierda”, Guillermo Moreno, postulado por el Movimiento
Independiente Unidad y Cambio (MIUCA). Apoyaron también la candidatura de Moreno varios grupos
de izquierda, entre ellos Fuerza de la Revolución, el Partido Boschista, el
Voluntariado Político Ciudadano, el Grupo Nueva Patria y el Movimiento Nueva
República, que conforman la coalición Convergencia para una Nueva Mayoría. El
programa de Convergencia destaca la lucha contra el “neoliberalismo”, objetivo
de toda una gama de partidos burgueses populistas y de frentes populares en
América Latina. Con ese lema subrayan que no se oponen al sistema capitalista,
sino a la política actual de los amos del imperialismo y sus socios
menores entre las clases dominantes de los países semicoloniales. Eso les proporciona
el programa para atar a los trabajadores a los sectores “desarrollistas” de la
burguesía criolla que añoran volver a las políticas previas de un capitalismo nacional.
Ven como sus héroes a líderes populistas como Hugo Chávez de Venezuela, Evo
Morales de Bolivia o Rafael Correa del Ecuador. Subrayamos que estos presidentes burgueses, aunque
actualmente hostigados por Estados Unidos, y no obstante sus gestos
nacionalistas, no pueden romper con el imperialismo. No pueden alterar
el curso del capitalismo imperialista en su fase decadente al adoptar tímidas
medidas como la “nacionalización” de algunas empresas “multinacionales”, como
Leonel Fernández hace actualmente con la Refinería Dominicana de Shell Oil,
para poder refinar más petróleo crudo en el marco de los precios rebajados de
Petrocaribe, acuerdo dirigido por el gobierno venezolano. Eso no les permite
escapar del dominio del mercado capitalista mundial, el que está dictando los
altos precios de alimentos y combustible que hacen un infierno de la vida
diaria de los trabajadores de América Latina, Asia, África y hasta de los
centros imperialistas. Ninguna medida arancelaria, ningún subsidio a los
alimentos básicos puede restaurar la producción de arroz o rebajar los precios
del transporte público de modo significativo. Mientras tanto, persiste la
miseria, que va acompañada necesariamente de la represión. El dirigente bolchevique León Trotsky insistió con su
teoría y programa de revolución permanente que en la época imperialista las
débiles burguesías semicoloniales no pueden lograr las grandes tareas de las
revoluciones burguesas clásicas, como la de Francia de 1789. No puede realizar una revolución agraria, ni
la liberación nacional ni garantizar derechos democráticos para los trabajadores.
No es un accidente que en toda América Latina haya un círculo vicioso de dictaduras
militares y regímenes oligárquicos seudodemocráticos. Las clases dominantes
temen el poder de la enorme masa de trabajadores y de los pobres de la ciudad y
del campo, y por eso se sustentan en el poderío de sus socios mayores imperialistas.
Para realmente acabar de una vez por todas con la miseria y la represión de las
masas trabajadoras, señaló Trotsky, hay que hacer como se hizo en la Rusia
zarista: llevar a cabo una revolución obrera apoyada por el campesinado pobre,
formando un gobierno obrero y campesino que derroque a la burguesía, tome
medidas de carácter socialista y extienda la revolución internacionalmente
hasta las entrañas del imperialismo. Desde antes de la invasión norteamericana a Santo Domingo
en 1965, el eje de la política del imperialismo yanqui en el Caribe ha sido su
obsesión por derribar la Revolución Cubana. Los trotskistas defendemos a Cuba,
un estado obrero burocráticamente deformado, en contra de la contrarrevolución
externa e interna. Luchamos por una revolución obrera dominico-haitiana, en el
marco de una federación socialista voluntaria del Caribe. Para preparar tal
revolución urge formar los núcleos de partidos obreros revolucionarios
leninistas, basándose en el programa trotskista de revolución permanente, tanto
en Haití como en República Dominicana y en los Estados Unidos mismos, como
parte de la lucha por reforjar la IV Internacional como partido mundial de la
revolución socialista. ■ |
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