junio de 2019
¡Movilizar
el poder obrero e inmigrante para parar en seco
la maquinaria demócrata y republicana de deportación!
Trump amenaza con expulsar
a millones de inmigrantes
Cientos de refugiados que buscan asilo son encerrados por la policía migratoria de los Estados Unidos bajo un puente en El Paso, Texas.
24 de JUNIO – Una oleada de pánico cundió en Estados Unidos la semana pasada, cuando familias inmigrantes enfrentaron la perspectiva de ser arrestadas en sus casas o en las calles, separando los padres de sus hijos nacidos en EE.UU. y enviándolos a centros de detención para su inmediata deportación. El presidente Donald Trump quería sembrar el terror cuando tuiteó el 17 de junio: “La próxima semana, ICE [la policía migratoria] comenzará el proceso de remoción de millones de extranjeros ilegales que se encuentran ilícitamente en Estados Unidos. Serán removidos tan rápidamente como llegaron”.
Como de costumbre, el pronunciamiento de Trump fue un artilugio político que tenía el propósito de azuzar el frenesí antiinmigrante y racista en el lanzamiento de su campaña para su reelección como presidente, que comenzó con un mitin celebrado un día después en Orlando, Florida. Oficiales de ICE dijeron que esto les tomaba por sorpresa. Aún así, el anuncio que Trump lanzó con bombo y platillo de que habría “millones” de deportaciones desencadenó espanto entre los 15 millones de inmigrantes indocumentados (incluyendo a sus familias) que viven en EE.UU. Muchos tenían miedo de ir al trabajo, o incluso de hacer compras, en tanto que activistas en defensa de los derechos de los inmigrantes se preparaban para resistir las masivas redadas policíacas.
El miedo se intensificó cuando ICE informó que se enfocaría de inmediato “únicamente” en 12,870 individuos que se considera que están “prófugos” por no haberse presentado en comparecencias ante los tribunales. Asimismo, afirmaban que los policías de la migra de hecho planeaban arrestar a las personas en sus hogares, y que todo estaba listo para comenzar en la madrugada del domingo, 23 de junio, en los casos de 2,000 familias en diez ciudades norteamericanas. El sábado, sin embargo, Trump pospuso la operación por dos semanas, de modo que pueda presidir un desfile militar patriotero en Washington el 4 de julio. Pero si los demócratas no acceden a reducir drásticamente los derechos de los inmigrantes y de los refugiados, “¡las deportaciones van a comenzar!”, tuiteó.
El encargado de Trump de esta operación es el jefe de ICE, Mark Morgan –el anterior jefe de la policía migratoria, Ronald Vitiello, fue despedido en abril por haber expresado dudas acerca de la “óptica” de una campaña para hacer redadas en hogares inmigrantes, con los padres sacados a rastras mientras sus hijos lloran frente a vecinos enojados. Su jefa, la secretaria de “seguridad de la patria”, Kristjen Nielson, también renunció en abril cuando Trump prometió “ser más duro” con los inmigrantes. Pero incluso ahora, jefes de la migra están recelosos de iniciar un estallido de enojo e irritación que podría rivalizar con la reacción explosiva del verano pasado a la separación de familias por parte de la policía y a la reclusión de inmigrantes adolescentes en jaulas.
Con sus planes de aterrorizar a los inmigrantes, a Trump el tiro podría salirle por la culata. Pero para que eso ocurra, debemos actuar. El Grupo Internacionalista hace un llamado a todos los defensores de los derechos democráticos y de los inmigrantes a movilizarse para parar en seco las redadas, inundando las calles para bloquear las vanes sin distintivos y a los escuadrones de captura. Hemos llamado a la acción obrera para poner alto las deportaciones. Esto incluye paros laborales sindicales y movilizaciones callejeras junto con millones de trabajadores inmigrantes cuyo trabajo es clave en sectores enteros de la economía. Pero esto implica romper lo mismo con el Partido Republicano como con el Demócrata, los dos principales partidos del capital que han puesto en marcha la monstruosa maquinaria de las deportaciones.
El tuit aterrorizante de Trump apareció días después de su anuncio de un “acuerdo” con México el 7 de junio, que expande la política establecida en enero en virtud de la cual más de 10 mil migrantes que huyen de la guerra y el terror en Centroamérica serán enviados por EE.UU. a esperar en las ciudades fronterizas mexicanas mientras se procesa sus solicitudes de asilo, lo que puede tomar meses, o incluso años. El “acuerdo”, a su vez, fue obtenido inmediatamente después de la amenaza de imponer aranceles del 5 por ciento a las mercancías importadas desde México, amenaza que fue rápidamente retirada después de que importantes manufactureros se quejaron de que estaban moviendo sus instalaciones productivas a México como resultado de la guerra comercial de Trump contra China.
Al mismo tiempo, decenas de miles de migrantes –en su mayoría centroamericanos que huyen de la violencia y la devastación económica causadas por el imperialismo norteamericano– están recluidos en miserables campos de concentración en EE.UU., incluidos miles de niños a los que se mantiene en brutales condiciones en prisiones privadas. Hay escándalo en torno a un centro privado de detención para 2,200 adolescentes (de entre 13 y 17 años) en la base aérea de Homestead en Florida, se prohíbe a los niños abrazarse, e incluso tocarse unos a otros, sólo se les permite estar una hora al día en el exterior y están sometidos a vigilancia constante, incluso cuando van al baño. Cuando civiles llegaron con cajas de pañales y otros productos higiénicos, las autoridades se rehusaron a recibirlos.
Los republicanos y algunos demócratas se rehúsan a llamar a estas instalaciones de detención por su nombre propio, campos de concentración, a los que la Alemania Nazi tornó tristemente célebres. No obstante, eso es exactamente lo que son, y no es la primera vez en la historia del país. Hubo gran indignación cuando el gobierno anunció planes para recluir inmigrantes en Fort Sill, en Oklahoma. Japoneses norteamericanos contaron como durante la Segunda Guerra Mundial ellos fueron recluidos ahí en un campo de concentración norteamericano por órdenes del presidente demócrata Franklin D. Roosevelt. Otro presidente demócrata, Barack Obama, también utilizó Fort Sill en 2014 como un centro de detención de inmigrantes centroamericanos, cuando encerraba a más de 7,700 jóvenes centroamericanos durante cuatro meses en bases militares ahí y en California y Texas.
A pesar de la suspensión de la “política de separación de familias” que causó indignación y protestas masivas el año pasado, el gobierno aún pone obstáculos y retrasa la devolución de esos niños a los familiares que esperan recibirlos. Pero el abuso de niños por parte del sistema migratorio tampoco es nada nuevo. La American Civil Liberties Union desenmascaró recientemente el trato brutal recibido por niños inmigrantes detenidos bajo el gobierno de Obama, de 2009 a 2014, que incluía golpizas, posiciones estresantes, negación de la atención médica, amenazas de muerte y abuso sexual.
Para más de 50 mil adultos y familias detenidos, las condiciones son aún más sórdidas y amontonadas. A los inmigrantes detenidos se les da poca comida y no se les provee de ningún tratamiento médico mientras las enfermedades de extienden. En El Paso, los detenidos están parados encima de los baños para liberar espacio para otros en las atestadas celdas. Funcionarios del gobierno de Trump han alegado en tribunales que los inmigrantes detenidos no tienen derecho a contar con jabón, cepillos de dientes ni cobijas, toda vez que ninguno de estos materiales aparece en la ley de 1997 que exige que los detenidos sean mantenidos en “condiciones seguras y saludables”.
En México, Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, poco después de tomar posesión, estableció una nueva fuerza policíaca, la Guardia Nacional. Según ordenó Trump en el “acuerdo” del 7 de junio, unos 6 mil efectivos de la Guardia Nacional serán desplegados en la frontera sur de México para dificultar a los centroamericanos la llegada a Estados Unidos. AMLO está cumpliendo al pie de la letra con las exigencias del mandatario norteamericano, diciendo que México “se mantendrá en una política de no confrontación” con Trump. Pero Trump, el bully imperialista sigue asestando golpes contra México, tal como hizo en su campaña electoral de 2016.
Estados Unidos es un estado policíaco para los inmigrantes. Los inmigrantes deben comportarse con la precaución que requiere un régimen autoritario, pues están sujetos a ser arbitrariamente detenidos en sus casas, sus lugares de trabajo, afuera de los tribunales o en las calles, frecuentemente a manos de policías del ICE vestidos de civil en vehículos policíacos sin distintivos. Mientras Trump azuza la xenofobia (miedo y odio en contra de los extranjeros), los derechos de toda la población se encuentran amenazados por este ejercicio desenfrenado de poder policíaco. Los derechos constitucionales al debido proceso, en contra de arrestos y búsquedas sin motivo, en contra de castigos crueles e inusuales, etc., supuestamente deben aplicarse a todos. Como con la falsa “guerra contra el terrorismo”, la guerra contra los inmigrantes amenaza los derechos de todos.
Aunque el miedo se extiende por doquier, también se le ha desafiado. Cientos de miles protestaron en contra de la separación de familias el año pasado. Estamos lidiando, sin embargo, con un régimen que no tiene empacho alguno en violar derechos: las protestas por sí solas no lo van a detener. Lo que es crucial es movilizar el poder de una fuerza que pueda detener la maquinaria deportadora: la clase obrera. Necesitamos movilizar el poder del movimiento obrero a escala nacional en acciones de masas para inmovilizar el sistema de “remoción de inmigrantes” y, en último término, para paralizar el capitalismo. Redadas y arrestos deben ser enfrentados mediante protestas de masas, incluidas las acciones de trabajadores, inmigrantes y estudiantes para bloquear a los policías deportadores.
EE.UU. se ha convertido en la nación campeona de las deportaciones. Esto, sin embargo, ya antes de que tomara el poder el “cazamigrantes en jefe” Trump. El demócrata Barack Obama se ganó el título de “deportador en jefe” al expulsar una cantidad récord de inmigrantes, más de 8 millones, muchos más de los que Trump ha logrado expulsar. La “bien aceitada maquinaria deportadora” que Obama le entregó a su sucesor va ahora a cambiar de velocidad. Y su fallida “reforma” migratoria de 2013 contenía muchas de las medidas que intensifican la represión contra los inmigrantes que Trump ha implementado.
La “crisis” migratoria es resultado directo de las depredaciones del capitalismo imperialista. La explosión de detenciones de los inmigrantes comenzó en los años 1980, con una oleada de refugiados que huían de las guerras sucias patrocinadas por EE.UU. en Centroamérica. Se intensificó después de que Bill Clinton impusiera el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en 1994 que destruyó buena parte de la agricultura mexicana, empujando a millones de campesinos a emigrar. La ley de Clinton para la Reforma de la Inmigración Ilegal y la Responsabilidad Inmigrante de 1996 más que triplicó el número de detenidos, que pasaron de unos 5 mil, a más de 16 mil al día.
Pero fue Barack Obama quien realmente creó la gigantesca maquinaria de detención que tenemos hoy en día. Expandió el sistema a unos 200 centros por todo el país, además de establecer más de un millar de instalaciones como cárceles de condado en las que los inmigrantes son detenidos. Las prisiones para niños fueron construidas por Obama y expandidas en respuesta al flujo de menores no acompañados que huían de la violencia en Honduras y Guatemala en 2014. El de la detención es ahora un enorme negocio en EE.UU., siendo que la mayor parte de las prisiones empleadas tienen administración privada, y son altamente redituables.
Mientras que liberales, izquierdistas, muchos inmigrantes y jóvenes enfocan su ira en contra de Trump, el hecho descarnado es que los demócratas han hecho más que él para militarizar la frontera y perseguir a los inmigrantes. El Grupo Internacionalista llama a favor de movilizaciones de masas de obreros e inmigrantes para parar las deportaciones. Exigimos que las cárceles y campos de concentración del ICE sean cerrados. Decimos: ¡Dejen entrar a los refugiados! ¡Plenos derechos de ciudadanía para todos los inmigrantes! Sobre todo, para dirigir esta lucha peleamos para romper con demócratas, republicanos y con todos los partidos capitalistas, para construir un partido obrero internacionalista que derribe el racista dominio del capital mediante la revolución socialista. ■