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  septiembre de 2024

¡Liberación de la mujer mediante la revolución socialista!

Claudia Sheinbaum presidenta:
nueva cara, viejo truco
de la burguesía


Claudia Sheinbaum inicia su campaña en el Zócalo de la Ciudad de México, 1° de marzo.  (Foto: EneasMx)

El arrollador triunfo de Claudia Sheinbaum, candidata del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en las elecciones presidenciales del 2 de junio pasado, ha generado un enorme entusiasmo en vastos sectores del país. Obtuvo casi el 60 por ciento de los votos y derrotó por una proporción de más de dos a uno a Xóchitl Gálvez, su contrincante de la coalición formada por los partidos burgueses tradicionales en México –el clerical reaccionario Partido Acción Nacional (PAN), el otrora partido de estado Partido Revolucionario Institucional (PRI) y lo que quedaba del ex “izquierdista” Partido de la Revolución Democrática (PRD)– quien recibió sólo un 27 por ciento del total de los votos. La ex jefa del gobierno de la Ciudad de México ganó en todos los estados menos en el archiconservador Aguascalientes, y en muchos estados del sur su votación superó el 70 por ciento. Aquí y allá, el triunfo de Sheinbaum ha sido calificado como un hito histórico por ser ella la primera mujer que llega a la presidencia en los 200 años de existencia del país.

En un país de machismo rampante en el que la opresión de la mujer asume formas descarnadas, el que una mujer sea electa presidenta sí representa, y a su vez refleja, un cambio social importante. El triunfo de Sheinbaum refleja, en parte, el hartazgo de millones de mujeres en contra de esta violencia machista, cuya función consiste en perpetuar la subordinación de la mujer mediante su esclavización y reclusión en el hogar, mientras andar en la calle y los centros de trabajo le son territorios hostiles. Pero la apabullante victoria electoral de Claudia Sheinbaum refleja también el que es vista como la garantía de continuidad de las políticas del presidente Andrés Manuel López Obrador y su gobierno populista burgués, al que la candidata de Morena prometió una y otra vez añadir un “segundo piso”. En particular, muchos votantes de las capas “populares” expresaron que la favorecieron como protectora de los incrementos al salario mínimo y las medidas asistencialistas de los programas sociales de AMLO.

No obstante, en las elecciones del 2 de junio pasado, los tres candidatos a la presidencia representaban a los capitalistas. Sus diferencias son si acaso de orden táctico. Su propósito común es mantener el sistema de explotación de este país semicolonial, al servicio de los imperialistas. Por eso el Grupo Internacionalista se pronunció por “¡Ni un voto a los partidos patronales: Morena, PRI, PAN, PRD, MC, etc. Gane quien gane, los explotados y oprimidos pierden. ¡Forjar un partido obrero revolucionario!”

Cartel del Grupo Internacionalista para un foro-debate en el Zócalo capitalino sobre la contienda electoral.

El triunfo de Sheinbaum ha sido vitoreado por las mujeres, los trabajadores y los pobres. Ella es una científica de ascendencia judía, que no ha renegado de su activismo izquierdista en la universidad ni de sus padres comunistas. Pero la alta burguesía nacional y sus amos imperialistas también respiran con alivio. AMLO cumplió su promesa de mantener la “paz social” entre explotados y explotadores. Desde los años 50 del siglo pasado hubo reiteradas rebeliones de movimientos sindicales disidentes contra el férreo control estatal ejercido por los seudosindicatos corporativistas.1 Los estallidos de luchas de sectores de trabajadores y oprimidos en contra de las medidas hambreadoras de los gobiernos priistas de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, y de regreso el priísta Enrique Peña Nieto, inquietaron a los capitalistas. Aun así, los sindicatos “independientes” fueron subordinados políticamente a la burguesía a través primero del PRD burgués fundado por Cuauhtémoc Cárdenas, y luego a través de Morena. López Obrador en el poder ha logrado limitar al máximo estos brotes de lucha de clase mediante un proyecto de recorporativización de los sindicatos que habían roto parcialmente el grillete corporativista.

Claudia Sheinbaum se presenta también como pacificadora de las luchas de los sectores plebeyos. Sin embargo, hay una contradicción entre las esperanzas que produce su triunfo electoral entre explotados y oprimidos, y las realidades de un país capitalista semicolonial. En primer lugar, los programas asistencialistas dependen de que los recursos públicos no se agoten con una caída futura en los precios del petróleo y otras materias primas, como pasó con los gobiernos populistas latinoamericanos de la “marea rosada” de la primera década de los años 2000. Y más profundamente, la opresión de la mujer está enraizada en el sistema capitalista. Para millones de mujeres en el país, oprimidas por la secular esclavitud doméstica, se agrega una opresión adicional por la explotación en la fábrica, además de que muchas son victimizadas por el sempiterno racismo antindígena y antinegro –además de la espantosa xenofobia que hoy la burguesía azuza contra los migrantes.

El triunfo de una candidata de un partido patronal no disminuirá en nada el fardo de la doble y hasta triple opresión de las mujeres que trabajan en las maquiladoras esparcidas por todo el país, por ejemplo. Su mano de obra barata y disciplinada seguirá siendo garantizada mediante los seudosindicatos corporativistas, toda vez que la “ventaja competitiva” del capitalismo mexicano seguirá siendo la sobreexplotación de la clase obrera. El que una trabajadora en una fábrica de cinturones en Reynosa reciba como pago la décima parte de lo que gana su homóloga al otro lado del Río Bravo es precisamente el atractivo que tienen los dueños de las grandes empresas “multinacionales” para mudar la producción a países de bajos salarios. El nuevo auge de la industrialización se debe en gran parte a la “desvinculación” de la economía norteamericana de China por razones geopolíticas, pero también porque los salarios industriales chinos han aumentado de $1,127 dólares anuales en 2000 a $16,153 en 2023),2 al punto que a la empresa taiwanesa Foxconn le resulta más barato producir iPhones en Ciudad Juárez que Zhengzhou.


Para las trabajadoras de las maquiladoras, aún triplicando el salario mínimo, su salario siguiría representando una misería. (Foto: Carlos Tischler/SOPA Images)

Es más: durante los seis años del gobierno de AMLO, el salario mínimo aumentó en un 280 por ciento y para 2024 será de 9,475 pesos mexicanos mensuales, lo que equivale a unos 491 dólares, o 5,892 dólares anuales. Compárese las cifras salariales de México con las del estado obrero burocráticamente deformado de China. En la Ciudad de México, la renta de un departamento para cuatro personas en una zona de clase media baja en el oriente de la ciudad sería de unos 5 mil pesos, más unos 600 a 900 pesos por mes en transporte por persona. Esto significa que, con todo y el aumento del salario mínimo, el pago de la vivienda y los servicios deja muy poco dinero para la alimentación, la educación, la salud y el entretenimiento. A nivel nacional, de los 40 millones de personas que reciben ingresos por empleo, 28.7 millones (71 por ciento del total) reciben entre uno y dos salarios mínimos. En las zonas maquiladoras del norte, donde la renta de un departamento no sería menos de 3 mil pesos, y el costo del transporte sustancialmente mayor, casi todas las trabajadoras reciben sólo un salario mínimo. Haga las cuentas: esto sigue siendo pobreza.

El feminismo burgués eufórico

La victoria electoral de Sheinbaum concitó un enorme frenesí en buena parte del movimiento feminista en México, lo mismo que en diversos países de América Latina, y hasta en Estados Unidos. Académicas, periodistas, políticas y colectivas feministas de diversa índole (incluidas varias que se consideran de izquierda y hasta socialistas), se mostraron exultantes el día de la elección cuando los medios empezaron a publicar los resultados de las encuestas de salida. Después del anuncio por parte del Instituto Nacional Electoral de que había resultado triunfadora, Sheinbaum proclamó en el Zócalo: “No llego sola. Llegamos todas”.

Para la inmensa mayoría de las figuras y colectivas feministas, el triunfo radica en que sea una mujer quien ha llegado a la presidencia, sin importar si su política es de “izquierda” o derecha. Esto lo dejaron perfectamente en claro desde antes de las elecciones bajo la divisa de “gane quien gane”, en referencia a Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, se “hará historia” con la primera presidenta en América del Norte. En marzo, la periodista Yuriria Sierra publicó el libro Presidenta: más de cien mujeres te escriben, sobre esta misma base, con escritoras de todo el abanico político burgués: desde exministras del gobierno de AMLO como Olga Sánchez Cordero y Tatiana Clouthier hasta la académica liberal Denise Dresser y la escritora abiertamente racista y “señora bien” Guadalupe Loaeza, acérrimas partidarias de Gálvez.

La confluencia de tan diversas figuras del feminismo y la política burguesa en un libro como el de Sierra expresa la naturaleza política del feminismo: al considerar que la principal contradicción en nuestra sociedad es la que opone a hombres y mujeres, el feminismo es de por sí un programa burgués que pretende eliminar los obstáculos que impiden a las mujeres asumir los roles privilegiados que en la sociedad ocupan los varones. Con mucha frecuencia se refieren a los avances de las mujeres como “romper el techo de cristal”, una barrera “invisible” que impide que las mujeres asuman cargos de dirección en la economía, la política, la vida académica, etc. Queda claro que una obrera que ingresa a trabajar en las fábricas percibiendo el salario mínimo no ha roto ningún “techo de cristal,” cuando sigue sometida a la esclavitud doméstica e incluso si para hacerlo tuvo que sortear toda una serie de obstáculos reaccionarios, comenzando con la prohibición familiar de salir del hogar.

El entusiasmo feminista se perfiló desde el inicio de las campañas. El hecho de que las dos principales candidatas presidenciales fueran mujeres fue señalado en todas partes como motivo de congratulación. Comentaristas de televisión, columnistas de la prensa burguesa y feministas resaltaron que, independientemente de quién triunfara en las elecciones, México tendría una presidenta por primera vez en su historia. Así la académica Marcela Lagarde expresó su “alegría feminista” por un muy probable triunfo de Claudia Sheinbaum, “Me da mucho gusto que pueda ganar, y que sea Claudia, porque es una mujer de izquierda, democrática” (La Jornada, 6 de marzo). La periodista feminista Sara Lovera, en cambio, en un reporte sobre la manifestación de la “Marea Rosa” (una reaccionaria movilización de apoyo a Gálvez)3 del 19 de mayo en la Ciudad de México recalcó con entusiasmo que “Xóchitl Gálvez Ruíz, candidata a la presidencia de la República reconoció la lucha feminista contra el patriarcado” (semmexico.mx, 19 de mayo).

La cantautora Vivir Quintana, famosa por haber compuesto la canción “Vivir sin miedo” que se convirtió en una suerte de himno feminista al principio del sexenio de AMLO, expresó que más allá de las diferencias entre Gálvez y Sheinbaum, habrá “Una mujer compañera en la presidencia que dirija incansablemente sus esfuerzos para erradicar la violencia de género, que garantice el acceso equitativo a oportunidades y gobierne para mejorar la calidad de vida, en todas las etapas de la vida, de cada mujer en este país, desde las grandes ciudades hasta las comunidades más apartadas” (Milenio, 25 de mayo). Esa misma noche presentó al público una nueva canción, “Compañera presidenta”. En una entrevista con Billboard (29 de mayo) comentó: “Mi sobrina de 16 años ahora puede soñar con ser una mujer presidenta”. Pero aunque sueñe algo que hasta ahora parecía imposible, seguirá llevando a cuestas los mismos pesados fardos y lastres que impone la opresión de la mujer.

En México, y a diferencia de muchos otros países, desde comienzos del gobierno de AMLO, el grueso de las feministas organizadas se ha aliado con la derecha, hecho que se vislumbra en las marchas del 8 de marzo. (Por cierto, López Obrador no está a favor del derecho al aborto.4 El grupo feminista vinculado al PAN, Brujas del Mar, que apoyó a Xóchitl Gálvez en los comicios, expresó sus reservas sobre el resultado: “A las mujeres nos va a tocar recoger con las manos los vidrios de ese techo de cristal que se rompió anoche”. En cambio, la feminista tradicional de la segunda ola Marta Lamas opinó: “creo que lo que Claudia logró transmitir fue un nivel de congruencia, de disciplina y de eficacia, que también suelen ser, de manera equivocada, consideradas virtudes masculinas.” Colectivas feministas que se reclaman de izquierda mostraron también su entusiasmo. Así, Rosas Rojas, organización feminista vinculada al seudomarxista Grupo de Acción Revolucionaria (GAR) escribió en su cuenta de X, antes Twitter (3 de junio):

“México tiene por primera vez una mujer presidenta, la más votada de la historia. Sin duda [es] un triunfo para los derechos políticos de todas las mujeres, que nos congratula que venga acompañado de un alto respaldo social. La victoria de Claudia no se explica sin la historia de lucha de las mujeres movilizadas y a la masividad que logramos en los últimos años en las calles.”

¿Qué representa el triunfo de Sheinbaum para las mujeres de México?


Trabajadoras en la línea de ensambaje en Ciudad Juárez, México en el 2018. Se necesitará una revolución socialista para eliminar la pobreza en México. (Foto: Ivan Pierre Aguirre para The New York Times)

Tras su toma de posesión la presidenta Claudia Sheinbaum será la comandanta en jefa de las fuerzas armadas, la columna vertebral del estado capitalista. Tendrá a su cargo, mantener la paz que requieren los negocios capitalistas, incluso cuando esto implica recurrir a la represión. Que cuenta con el beneplácito de la burguesía mexicana y sus patrones imperialistas ha quedado de manifiesto. A pocos días de su elección, se reunió con una delegación imperial enviada por el presidente estadounidense Joe Biden, encabezada por Elizabeth Sherwood Randall, asesora de la Casa Blanca en materia de “seguridad”, para prometer la continuidad de la “política de amistad” entre ambos gobiernos que garantiza un “auténtico enfoque hemisférico en materia de cooperación migratoria” (es decir, el de bloquear manu militari la migración al norte mediante el despliegue de miles de efectivos de la Guardia Nacional en las fronteras). También se reunió con Kathryn McLay, directora ejecutiva de la empresa ferozmente antisindical Walmart Internacional, quien le “refrendó el compromiso de la empresa con el país” (Milenio, 11 de junio).

Diversos grupos feministas están usando el triunfo de Sheinbaum para sembrar ilusiones en la posibilidad de reformar el capitalismo para que sirva a las mujeres. Su programa es el de la colaboración de clases, el del apoyo de la explotadas y oprimidas a mujeres de la clase que las explota y oprime. Pero la lucha por la liberación de la mujer no es una cuestión meramente democrática. La opresión que sufren las mujeres por ser mujeres es resultado de la propiedad privada en que se asienta el sistema capitalista de explotación. Dado que la opresión de la mujer tiene su raíz en la institución de la familia, para la plena emancipación de la mujer hay que sentar las bases materiales para superar esta reaccionaria institución mediante la socialización de las tareas que cumple. Luchamos así por guarderías gratuitas disponibles las 24 horas, que apuntan en la dirección de las instituciones de una sociedad socialista, así como como por aborto gratuito a quien lo solicite en el marco de un sistema de salud socializado de la más alta calidad.

Pero incluso reivindicaciones meramente democráticas como éstas no podrán ser una realidad plena sin una revolución socialista, toda vez que su implementación afecta instituciones esenciales de la sociedad capitalista, comenzando con la familia. También es el caso de la violencia que acecha a las mujeres. Si bien la tasa de asesinatos (muertes por violencia) de hombres es diez veces mayor que la de las mujeres,5 y el auge reciente de homicidios contra mujeres tiene su raíz en la guerra contra el narcotráfico, la violencia contra mujeres es omnipresente. Bajo el grito de “nos están matando”, muchas feministas piden, implícita o explícitamente, un despliegue mucho mayor de las fuerzas militares y policíacas en las ciudades, haciendo esto peligrar a todos y todas. Parecería un poco absurdo, pero necesario, recalcar que la policía capitalista no es amiga ni aliada de las mujeres. Pero la cotidiana violencia contra las mujeres en el hogar es una modalidad machista para “mantener a la mujer en su lugar.” Es decir, refleja la opresión de la mujer en el seno de la familia, y hará falta una revolución para eliminarla.

Esa violencia doméstica y el acoso callejero sí son producto del machismo que incumbe a todos combatir, pero también reflejan en muchos casos la desesperación de familias pobres, que se ha intensificado en décadas recientes debido a la destrucción de la economía rural y la migración forzada de millones de personas a las zonas empobrecidas en torno a las grandes urbes, donde les falta toda seguridad económica. Para realmente hacer avanzar la lucha por la liberación de la mujer de la doble o triple opresión que sufre, es necesario ir a su raíz. Esta raíz es la propiedad privada burguesa que tiene en la institución de la familia su célula fundamental, tanto para transmitir la propiedad a una nueva generación de capitalistas, como para reproducir las nuevas generaciones de explotadas y explotados que generan la riqueza que la burguesía les expropia. La liberación de la mujer es imposible sin acabar con el sistema capitalista de propiedad privada de los medios de producción.

¡Luchar por la revolución socialista internacional!

El apoyo que AMLO y Claudia Sheinbaum han recibido entre los trabajadores, hombres y mujeres, lo mismo que entre los pobres del campo y la ciudad, se basa, en último término, en promesas que ningún gobierno capitalista puede cumplir. El programa de recorporativización de los sindicatos “independientes” implementado por López Obrador es un intento de regresar a los años “dorados” del priato, que propició un supuesto “pacto social” corporativizado, basado en dos pilares: la integración de las organizaciones obreras y campesinas al aparato estatal burgués y el otorgamiento de algunos derechos democráticos elementales como el acceso a la salud y la educación. Creció en los años 1940-1980 la educación pública –con el enorme ensanchamiento de la Universidad Nacional y la creación del Instituto Politécnico y la Normal de Maestros– y de la salud, con los institutos de seguridad pública como el IMSS y el ISSSTE.

Esta fue la zanahoria que suavizaba el garrote del PRI-gobierno que reprimió fuertemente a todos los que no se plegaron al régimen bonapartista. Esta zanahoria era posible gracias a una economía burguesa altamente estatizada. Con las privatizaciones “neoliberales” desde finales de los años 1980, esta base no existe más. Por eso, el gobierno de AMLO ha desarrollado varios programas de asistencia social para los más necesitados. El gobierno reporta que “cinco millones de personas” habrían abandonado la pobreza durante el sexenio de AMLO, notando que del 41.9 por ciento de la población viviendo bajo la línea de pobreza en 2018, se habría pasado un 36.3 por ciento en 2022 (último año para el que tiene datos el Coneval, la institución gubernamental que mide la pobreza). Sin embargo, los que viven en “extrema pobreza”, o sea, la miseria, se han incrementado. No es posible un capitalismo “con rostro humano”, y mucho menos en un país semicolonial como México.

Las medidas populistas de AMLO que Sheinbaum promete mantener y “profundizar” no representan para nada el fin de la política de ataques contra la clase obrera conocida como “neoliberalismo”. De hecho, las medidas asistencialistas que consisten en transferencias directas de dinero a los pobres forman parte del recetario de los Chicago Boys, economistas norteamericanos aficionados del “libre mercado.” El propio Milton Friedman (decano de los Chicago Boys) recomendó al sanguinario gobierno golpista de Pinochet en 1975 que realizara tales transferencias de efectivo para evitar estallidos sociales entre los trabajadores precarizados de diversos sectores. En México, bajo el gobierno de AMLO se generalizó por ejemplo el otorgamiento de las becas Benito Juárez para los niños y adolescentes en educación básica. Pero aún si alivian un poco los efectos más brutales de la miseria, estas medidas se basan en el socavamiento y hasta la eliminación efectiva de derechos para la población, como en materia de educación y salud pública.

Como muestra la experiencia del Octubre Rojo de 1917, es indispensable que los explotados y oprimidos cuenten con un vehículo de lucha política, un partido obrero revolucionario internacionalista. Se trató del Partido Bolchevique bajo Lenin y Trotsky que por primera vez legalizó el aborto a la vez que buscó introducir instituciones socializadas que sentarían las bases para una verdadera liberación de la mujer. El partido que urge construir deberá luchar denodadamente por hacer realidad el derecho al aborto libre y gratuito en el marco de un sistema de salud socializado de la más alta calidad. Tendrá también que combatir el machismo en todas sus formas, defendiendo los derechos de gays, lesbianas y personas trans. Y al mismo tiempo, para librar esta lucha, la piedra de toque consiste en la más cabal independencia de los explotados y oprimidos con respecto a los partidos y políticos capitalistas, así como su estado.

La elección de una presidenta, aunque refleja un cambio social importante, no cambia nada de la sistemática opresión de la mujer. Para liberar a la mujer, así como a todos los oprimidos, hay que romper con todos los partidos capitalistas, desde el PRI, el PAN, el PRD, el Verde, hasta Morena y sus satélites, y forjar un partido leninista-trotskista de la vanguardia del proletariado. La emancipación de la mujer sólo podrá lograrse mediante una revolución socialista, en la que la clase obrera, a la cabeza de todos los oprimidos, luche por un gobierno obrero y campesino que reorganice la sociedad sobre la base de la expropiación de los expropiadores, al mismo tiempo que lucha por la extensión internacional de la revolución socialista.

Este es el programa del Grupo Internacionalista, sección mexicana de la Liga por la IV Internacional. ¡Únete al GI y la LIVI!  ■


  1. 1. El corporativismo consiste en la integración orgánica de todo tipo de organizaciones, en particular de las que pretenden representar a los trabajadores, al aparato estatal burgués. Este fue el mecanismo de control social que sustentó el régimen del PRI-gobierno durante sus siete décadas de mando. Correspondía a un sistema de partido único con una economía capitalista altamente estatizada. En su apogeo, desde principios de los años 1950 hasta finales de los 70, hubo una circulación fluida de cuadros entre “sindicatos” corporativistas, empresas paraestatales y el elenco político del partido de estado. Pero con la creciente privatización de la economía bajo los preceptos del “neoliberalismo” a partir de finales de los 80, el cuantioso dinero que sirvió de lubricante para esta maquinaria escaseó, y el sistema cayó en crisis.
  2. 2. Véase “The East-West Wage Gap Not Nearly As Compelling As It Once Was,” Forbes (30 de enero de 2023). Aun tomando en cuenta la inflación, se trata de un crecimiento enorme.
  3. 3. El color de la movilización se escogió por ser el que utiliza el Instituto Nacional Electoral, hostil a López Obrador, a diferencia del morado de Morena.
  4. 4. El aborto fue descriminalizado por la decisión de la Suprema Corte de Justicia en septiembre de 2023, basándose en sus dictámenes de septiembre de 2021 declarando la inconstitucionalidad de la prohibición del aborto, dando la base para impugnaciones estado por estado de las leyes antiaborto. Véase “Después del fallo seguimos exigiendo ¡aborto libre y gratuito!” Revolución Permanente n° 11, octubre-diciembre de 2021.
  5. 5. Véase “Lucha revolucionaria por la emancipación de la mujer, no feminismo del estado de bienestar (capitalista)”, Revolución Permanente n° 8, noviembre-diciembre de 2017.