noviembre de 2023
La economía argentina en caída libre, viene la austeridad brutal
Elecciones
argentinas:
el candidato motosierra vs.
el peronista favorito de Washington
Javier Milei, el candidato ultraderechista, ostenta un motosierra. subrayando su llamado a hacer brutales recortes y despidos masivos de trabajadores del sector público, en un mítin de campaña en La Plata, 12 de septiembre de 2023.
El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-U) a la cola del peronismo
En la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de
Argentina, el “libertario” Javier Milei consiguió un triunfo
abrumador con casi 56% de los votos válidos, contra un poco
más del 44% por el candidato oficialista, Sergio Massa. La
victoria del candidato de extrema derecha fue en gran parte
debido a la debacle económico bajo el gobierno peronista que
empobreció a gran parte de la población, inclusive sectores
de los trabajadores que han sido la base histórica del
movimiento populista en torno al legado del general
nacionalista Juan Domingo Perón. La izquierda oportunista
también tiene una responsabilidad particular, por no haber
protagonizado una oposición frontal de lucha clasista contra
el gobierno capitalista, permitiendo así a la ultraderecha
capitanear la bronca y el hartazgo generado por su política.
BUENOS AIRES – El 19 de noviembre los argentinos van a votar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales para determinar quién heredará la peor economía de la región. El tipo de interés del Banco Central del 133 por ciento coloca a Argentina en el primer puesto mundial, mientras que en octubre la inflación interanual alcanzó una tasa de casi 143 por ciento. Cuando el actual régimen peronista1 de Alberto Fernández entró en funciones, a finales de 2019, el dólar costaba 63 pesos. Hoy ronda los 1.000, que coincide con el valor del billete más grande de circulación común. Las carteras ya no alcanzan, sino que se requiere un maletín para cargar los billetes para cualquier compra significativa en efectivo. ¿Será pronto la hora de las carretillas? Se espera que el producto interno bruto de 2023 caiga al menos un 2,5 por ciento, mientras que las proyecciones más optimistas sólo prometen una recuperación parcial del PIB durante el próximo año.
La crisis económica se ha abatido sobre los sectores más vulnerables de la clase obrera, mientras la dramática caída del poder adquisitivo y de los salarios reales no ha dejado a salvo más que a las élites. En septiembre, el salario mínimo mensual era de 118.000 pesos, unos 130 dólares norteamericanos; en toda América Latina sólo el de Venezuela es inferior. Los jubilados se conforman con una pensión miserable que se acerca a los 80 dólares. El salario mensual promedio de los trabajadores registrados (excluyendo el vasto mercado negro laboral del trabajo no registrado) se sitúa en unos 450 dólares; en 2017 promediaba unos 1.800 dólares. El resultado es una atmósfera electoral marcada por la desesperación de grandes sectores de la población, y un hartazgo con el sistema político que podría provocar un desenlace sorprendente.
Los dos aspirantes a la presidencia son Javier Milei, un economista ultraconservador y libremercadista, contrario a toda injerencia del estado en la economía y partidario de la dolarización, por el Partido Libertario y la coalición La Libertad Avanza (LLA), por un lado, y por el otro, Sergio Massa, peronista ocasionalmente “disidente”, candidato de la “estabilidad”, integrante del gobernante Frente de Todos desde 2019, ministro de economía desde 2022 y abanderado de la coalición Unión por la Patria (UP). Milei ha sido un fenómeno mediático desde antes de su irrupción en el escenario político en 2021, ostentando una motosierra como símbolo de su campaña contra la “casta política”. Es partidario del expresidente de EE.UU. Donald Trump y del expresidente brasileño Jair Bolsonaro. Massa, por su parte, se ha reunido con el presidente Joe Biden en la Casa Blanca.
La desoladora situación económica, la peor desde la crisis de 20012 y el “rodrigazo” de 1975,3 es producto de una economía sostenida artificialmente por un amplio gasto público destinado a asegurar votos para estas elecciones.4 Las estimaciones de la cantidad gastada por el gobierno en planes de ayuda a corto plazo destinados a comprar votos se aproximan al 2 por ciento del PIB de Argentina. La factura de esta operación, realizada en su mayor parte a través de canjes de divisas y otras maniobras financieras, no tardará en vencerse, junto con una importante deuda con el FMI que hasta ahora sólo se ha postergado. Quien triunfe el 19 de noviembre se encontrará capitaneando el Titanic azul celeste.
Para la clase media, Argentina hoy se debate entre un salto al vacío con el errático candidato “de la ira”, o el candidato de “más de lo mismo”, del marasmo económico del que el país no ha logrado escapar durante décadas. Para la clase obrera, gane quien gane, los programas de ambos candidatos burgueses en el balotaje resultarán en una crisis económica aún más brutal que la actual escalada de precios que raya en la hiperinflación. No hay alternativa para los trabajadores en la contienda electoral burguesa. Hay que votar en blanco y prepararse desde ya para una lucha clasista en contra de la austeridad que viene.
El sistema electoral
El último debate de la campaña electoral para la presidencia de Argentina, entre Javier Milei (izq.) y Sergio Massa (der.), el 12 de noviembre de 2023.
Desde la reforma electoral de 2009, en Argentina se pasa por tres etapas para determinar el ganador final en las votaciones presidenciales. La preliminar, conocida como las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), tuvo lugar el 13 de agosto y funciona como una primaria para todos los partidos. Limita el acceso a los debates oficiales y a los fondos electorales que, de acuerdo con la Ley de Financiamiento de los Partidos Públicos de 2010, provienen del gobierno. Las elecciones generales se realizaron el 22 de octubre y, dado que ningún candidato obtuvo una victoria abrumadora (más del 45 por ciento), se realizará un balotaje el próximo domingo 19 de noviembre.
En las primarias, Milei alcanzó un triunfo notable, con un 31 por ciento de los votantes que le eligieron, haciendo crecer las expectativas de que podría arrasar en las generales sin pasar a una segunda vuelta. Massa quedó tercero con sólo el 21 por ciento de los votos directos a su favor. La coalición de la derecha tradicional, Cambiemos, que colocó a Mauricio Macri en la presidencia en 2015, ahora ampliada y rebautizada Juntos por el Cambio (JxC), tuvo una primaria dividida entre el actual jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, reputado de moderado, y la candidata de línea dura, la ex ministra de seguridad social Patricia Bullrich. Bullrich triunfó, pero Cambiemos se vio eclipsado por Milei.
Las elecciones generales del 22 de octubre, se convirtieron en una inusual carrera a tres bandas entre el peronismo, oficialista, detrás de Massa; Bullrich por el macrismo y la derecha clásica; y el “libertario” Milei, quien se definió como “anarco-capitalista” (AnCap). Massa logró superar el desastroso resultado de las primarias haciendo uso de todo el poder del ejecutivo argentino y apoyándose en los aparatos locales del partido peronista. Le ayudó la vergonzosa actuación de Bullrich en el debate y la insistencia del propio Milei en defender sus propuestas liberales más absurdas y fantasiosas (un mercado libre de órganos) y su amenaza de abolir el derecho al aborto, alcanzado luego de una larga lucha a finales de 2019.5
Massa se impuso con un 36 por ciento, frente al 30 por ciento de Milei, y ahora es considerado el favorito para ganar el balotaje. Sin embargo, si todos los votantes por las siglas antiperonistas se unieran, como ha sido frecuente el caso en el pasado, podrían alcanzar una mayoría. Tomando en cuenta dicha posibilidad matemática, y el apoyo a Milei por parte de Bullrich, Macri y otros de la derecha dura, los datos de las últimas encuestas (muy poco fiables en Argentina) indican una votación reñida y no es de descartar que Milei, que ahora suaviza su mensaje, consiga imponerse finalmente.
Massa, amigo para siempre de la Casa Blanca
Sergio Massa (derecha) y el entonces presidente argentino Mauricio Macri (izquierda) junto con el ahora presidente de Estados Unidos Joe Biden, en la cumbre de los poderosos del mundo en Davos, Suiza, enero de 2016. Massa, el “renovador” ahora es el candidato de la Unión para la Patria peronista, y amigo para siempre de quien sea el inquilino de la Casa Blanca (también tuvo buenas relaciones con Donald Trump)
Con unos resultados económicos tan desastrosos a sus espaldas, la reelección del actual presidente Alberto Fernández estaba fuera de toda discusión. El ala del peronismo más vinculada a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la Cámpora, presentó inicialmente candidatos más afines al kirchnerismo. Sin embargo, el único valor verdaderamente universal en el peronismo es la capacidad de ganar. Los intereses capitalistas dejaron claro que cualquier posibilidad de éxito pasaba por aceptar el liderazgo de la derecha del partido. Así se escogió a Massa, quien abandonó al PJ en 2013 para fundar el Frente Renovador, compitiendo en las elecciones de 2015 e inicialmente colaborando con Macri. Luego retornó a la cuna peronista como presidente de la Cámara de Diputados y más tarde como ministro de economía, habilitado como “superministro” con un único objetivo: ganar las elecciones.
Massa representa un compromiso pragmático, tanto para el peronismo como para los voceros del gran capital argentino. La ex presidenta sigue preocupada por posibles investigaciones judiciales por cargos de corrupción. El cambalache propuesto a la burguesía local e internacional es bastante sencillo: el peronismo asume un programa económico conservador y garantiza la estabilidad social para su aplicación; en cambio, toda investigación inconveniente queda bloqueada y las redes clientelares del partido gobernante permanecen intactas. Frente a la alternativa –una posible movilización de esas redes y del movimiento de desempleados más amplio contra un fanático inestable e inexperto (Milei)– Massa ha sido lo suficientemente atractivo como para ganarse a órganos de la burguesía internacional como el Financial Times. Un artículo del 23 de octubre describen a Massa como “un pragmático que ya está ganándose el apoyo de los centristas de la coalición de Bullrich, y es el mejor situado para construir un consenso político en torno a la reforma”.
Se trata de una evaluación precisa, a la que debería agregarse la relación marcadamente acogedora del peronista por parte de la embajada de los Estados Unidos. Sergio Massa logró la hazaña de ser invitado tanto a la nominación de Hillary Clinton por la Convención Demócrata en 2016 como a la ascensión del presidente Trump en 2017. Massa fue uno de los pocos peronistas que tomaron en serio el reclamo de Juan Guaidó de ser el presidente legítimo de Venezuela. Recientemente se desmarcó de la débil crítica argentina al genocida bombardeo israelí de Gaza, reposteando en su lugar un mensaje que enfatiza “el derecho absoluto a la defensa del estado de Israel”. Joe Biden difícilmente podría encontrar un mejor cómplice que Sergio Massa.
Milei, el General AnCap
Javier Milei, como el General AnCap (anarco-capitalista), en diciembre de 2019.
La gran prensa (burguesa) tiende a mofarse de Javier Milei, que siempre es acompañado por su hermana Karina, la vidente aficionada de tarot que él denomina “El Jefe” y el “Moisés” de su candidatura; que se comunica, según dice, con su fallecido perro Conan, que hizo clonar. Al principio, Milei fue promocionado en la televisión con el propósito de mudar el discurso político hacía la derecha. Sus apariciones dramáticas van desde manejar motosierras, exigiendo recortes presupuestarios y despidos masivos, hasta presentarse en una convención de cosplay de anime como el “General AnCap”. La versión “superhéroe” de Milei esgrimió que su misión era “cagar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta que nos quieren cagar la vida”.
Las andanadas de Milei contra la “casta” política y su principal propuesta económica de dolarización han resonado entre amplios sectores de la pequeña burguesía empobrecida, pero también entre sectores de la clase obrera. La vertiginosa inflación argentina ha hecho casi imposible ahorrar lo suficiente como para comprarse un coche, o siquiera una moto, por no hablar de sueños más ambiciosos como comprar una casa propia. La clase obrera ha visto sus condiciones de vida evisceradas no tanto por ataques frontales de los patrones capitalistas como por la política inflacionaria del gobierno populista. No es de extrañar entonces que algunos identifiquen a ese gobierno como responsable de su indigencia y se hayan dejado seducir por las bravuconadas “anarcocapitalistas” de Milei.
Sin embargo, el atractivo de Milei sólo está relacionado en parte con su programa económico o su ideología. En general, cuanto más se explaya –ya sea sobre su negación del calentamiento global, su negacionismo en torno al número de víctimas de la dictadura, su abrazo al mercado libre de órganos y la adopción de bebés–, menos apoyo gana. Aunque sus partidarios más adictos puedan creer en alguna versión de su ideología ultraliberal, la gran mayoría de sus votantes ven su candidatura más bien como una oportunidad para lanzar un petardo contra la podrida estructura política de la Argentina.
El fenómeno político del “libertario” Milei fue alimentado por sectores burgueses ultras para contrarrestar políticas populistas del peronismo, que consideran demasiado costosas. Pero de aplicarse, su programa económico llevaría a la liquidación grandes sectores de la burguesía argentina. Un mercado libre eliminaría la mayor parte de la industria argentina, que depende de los subsidios directos o indirectos que se extraen de una u otra forma de los sectores productivos del agronegocio. Un minúsculo puñado de magnates del agronegocio se vería entonces enfrentado a millones de trabajadores desempleados y a millones de pequeños burgueses arruinados en un país con un aparato represivo relativamente débil. No hace falta ser un genio para ver cómo podría acabar este escenario.
La cruzada ideológica de Milei le ha llevado incluso a pedir que se rompan las relaciones comerciales con China y Brasil, los mayores mercados de Argentina a los que incluso el CEO más agresivamente antiperonista está ansioso por mantener complacidos. Ni siquiera la brutal dictadura militar de Rafael Videla dejó que la ideología estorbara los ingresos de la agroindustria procedentes del envío de granos a la Unión Soviética.
Así, es fácil comprender que no sólo el aparato peronista sino sectores significativos de la burguesía –representados por la mayoría de los principales canales de medios de comunicación– se volcaron, si no directamente contra Milei, al menos a favor de cortarle las alas. Lo promocionan menos y lo provocan recordando sus declaraciones pasadas en las que insultaba al papa Francisco y, peor aún, a Maradona (este último, de lejos el más santo para muchos argentinos). Tras su descalabro en el escrutinio de las elecciones generales en octubre, Milei ya no se encuentra en una posición de fuerza. Ha tenido que abrazar a todo el espectro político antiperonista, con el resultado que el rugido del “León” (como lo llaman sus partidarios) es menos fuerte y vuelve a hacer trucos para el circo manejado por los ancianos estadistas del poder.
¿Fascismo argentino?
Pese a la histeria de sectores peronistas y de la izquierda, Milei no es un fascista; sus predilecciones son más bien de corte bonapartista. Le habría sin duda encantado formar parte de un equipo asesor para dictadores militares al estilo de los Chicago Boys para Pinochet en Chile o Videla en Argentina. Su candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, una de los muchos aventureros que se aprovechan de su popularidad, es firmante de la Carta de Madrid orquestada por el partido neofranquista español Vox y tiene vínculos con ex militares condenados. Milei ha recibido el apoyo de Bolsonaro en Brasil, cuyo hijo Eduardo, ligado a las milicias responsables del asesinato de Marielle Franco en 2018, hizo campaña por Milei.
La dictadura militar argentina de 1976 a 1983 cometió los peores crímenes y terminó siendo el más desacreditado de los regímenes militares de la región (la guerra perdida por las islas Malvinas/Falklands llevó al derrocamiento de la Junta). Argentina fue el único país que encarceló a amplios sectores del régimen militar, y desde entonces ha mantenido un ejército comparativamente débil (al que dedica la mitad del presupuesto que destina Chile al suyo, aun teniendo el doble de población). Años más tarde, la desenfrenada represión policial contribuyó a convertir la crisis económica de 2001 en la crisis política que hizo huir del país en helicóptero al derechista presidente Fernando de la Rúa de la UCR. El régimen político instaurado posteriormente por el peronista Néstor Kirchner, y luego de su muerte en 2007 por su esposa Cristina, supervisó cierta estabilización mediante la cooptación y el clientelismo, logrando la “gobernabilidad” mediante el reparto de beneficios sociales y subsidios. Esto fue aceptable para la burguesía en el periodo de crecimiento económico del boom de las materias primas de 2000-2014. Hoy la situación es bien diferente.
Durante la presidencia de los Kirchner se agudizaron las tensiones entre el gobierno y los productores rurales. Con la victoria de Macri en 2015 hubo un intento fallido de la derecha de financiar, mediante la asunción de una importante deuda externa, una salida suave de este régimen. Sin embargo, el peronismo en la oposición estaba dispuesto a enfrentarse en las calles a las reformas de Macri y la esperada lluvia de inversiones extranjeras no apareció (los inversores supusieron correctamente que el gobierno de Macri sería sólo un cuarto intermedio). El peronismo, con su base de poder y sus redes clientelares en gran medida intactas, pudo saltar una vez más al poder en 2019. Sin embargo, la enfermedad económica fundamental que plaga Argentina continuó y empeoró dramáticamente con pandemia del COVID-19. El resultado fue la debacle del estancamiento económico inflacionario (stagflation) del gobierno actual.
En este contexto, la ambición de la derecha y de sectores sustanciales de la clase capitalista argentina no es de establecer un régimen bonapartista o militar de derechas, sino poner fin a las costosas políticas populistas del régimen peronista y de fortalecer la capacidad represiva del estado burgués. Esto se expresó con nitidez en los debates, en los llamados a la ley y el orden de la candidata de la derecha tradicional, Bullrich, pero también podría ser puesto en práctica por un gobierno del peronista Massa. Éste se ha comprometido a formar un “gobierno de unidad nacional”, abarcando figuras del JxC de Bullrich e incluso del LLA de Milei. También ha prometido “poner orden” en las finanzas del estado, restablecer el equilibrio fiscal y acumular reservas de divisas. Como garantía de su compromiso, en los debates Massa proclamó su intención de crear un “FBI argentino”, o sea una poderosa policía política para mantener a raya a posibles “perturbadores”.
Lo que está en juego en estas elecciones no es la socialdemocracia frente a la economía “libertaria” y menos aún la democracia frente al fascismo. El verdadero nudo de la disputa es hasta qué punto los peronistas serán apartados o incorporados al proceso de “reforma”, y el precio que la burguesía está dispuesta a pagar por su colaboración.
El FIT-U ante la prueba de fuego
Gran movilización de los partidos del FIT-U y grupos piqueteros afines llena la Plaza de Mayo, el 11 de diciembre de 2021, en protesta contra el pacto en proceso de negociación con Fondo Monetario Internacional. Pero hay que movilizar la clase obrera también en contra del gobierno peronista, cuya política inflacionaria al servicio de los patrones argentinos está agobiando a los trabajadores, mientras se prepara un nuevo "ajuste" pactado con el FMI.
La actual contienda electoral representa una prueba de fuego para el Frente de Izquierda y de Trabajadores - Unidad (FIT-U). Desde su fundación hace 12 años, el FIT ha sido un cartel electorero que se compone de grupos seudotrotskistas centristas y reformistas en torno a un programa del mínimo común denominador.6 Su justificación para tal engendro oportunista es que representara la “independencia de clase” con respecto a las formaciones políticas burguesas. Ahora vemos su verdadero rostro.
El seudotrotskismo argentino nació con la publicación a manos de Nahuel Moreno del periódico Palabra Obrera “bajo la disciplina del General Perón”, después de que éste fuera derrocado en 1955 por el golpe militar tramado por el imperialismo norteamericano y la jerarquía católica. Moreno ya había abandonado, tres años antes, su anterior oposición al gobierno del general nacionalista burgués, y se consideraba como “una parte ‘de facto’ del frente antiyanqui del peronismo”.7 Luego Moreno y los suyos pasaron por diferentes fases en las que se ostentaban como guerrilleros guevaristas, guardias rojos chinas, combatientes sandinistas vestidos de verde olivo y hasta “revolucionarios” islamistas iraníes, para terminar como socialdemócratas argentinos bien portados. Ahora, en las elecciones de 2023, los diversos ex y neomorenistas han cerrado el círculo al aceptar –más o menos explícitamente, según la corriente particular– su papel de grupo de presión de la izquierda sobre el peronismo.
En 2015, frente a una segunda vuelta de las elecciones muy parecida a la actual, entre el peronista Daniel Scioli y el derechista Mauricio Macri, el FIT, a pesar de sus apetitos oportunistas, pidió con razón votar en blanco e hizo campaña activa para ello entre sus votantes y la clase obrera en general. Esto enfureció a la opinión pequeñoburguesa “progre”, que consideraba que el FIT actuaba como un saboteador que impidió la victoria del peronismo. En 2019 no hubo segunda vuelta, por lo que los partidos del FIT pudieron eludir la cuestión. Hoy ante la competencia entre Milei y Massa (que hace que Scioli parezca de izquierda), los partidos del FIT-U han capitulado y se niegan a hacer campaña entre la clase obrera a favor de votar en blanco.
El FIT-U contiene cuatro componentes principales. El Partido de Trabajadores Socialistas (PTS), de la Fracción Trotskista internacional), cuya candidata presidencial Myriam Bregman fue el rostro de la campaña electoral, ocupa la primera posición. También están el Partido Obrero (PO), la segunda fuerza más grande; el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), afiliado a la LIS (Liga Internacional Socialista); e Izquierda Socialista (IS), de la corriente UIT (Unidad Internacional de los Trabajadores).
Izquierda Socialista ha apostado por la posición más explícita, “llamando al voto crítico a Massa”.8 El IS pretende que esto no implica “ningún apoyo político”, lo que es un absurdo, toda vez que votar por un candidato o unas siglas es la quintaesencia del apoyo político. Cita como precedente el llamamiento del FIT en 2018 a votar por Fernando Haddad, del frente popular burgués en torno al Partido dos Trabalhadores (PT) brasileño, contra Bolsonaro. Su descarado oportunismo se ha visto recompensado con un artículo elogioso en Página12, el principal periódico de los kirchneristas “progresistas” quienes, por supuesto, están encantados con la capitulación. Si los partidos restantes del FIT-U pretendieran siquiera una apariencia formal de independencia de clase, tendrían que expulsar la IS del FIT-U. Naturalmente no lo hacen.
La misma operación la hace el MST, al convocar “a los trabajadores y jóvenes a NO votar a Milei y su reaccionario proyecto antiderechos y negacionista al cual hay que ponerle un freno”.9 Enseguida el MST hace explícito su rechazo a llamar por el voto en blanco. Dice que “entendemos la voluntad democrática de quienes votaron a Massa para que no gane Milei, por lo tanto, no llamaremos al voto en blanco ni haremos campaña en ese sentido”. El MST, también, pretende que con su posición tan cobarde como incoherente, no dan apoyo político a Massa. Absurdo. Con este guiño están dando su aprobación tácita a votar por el peronista, sólo que no quieren asumir la responsabilidad. Para esto necesitarán mucho desinfectante de manos.
En cuanto at PTS, el primer comentario provino de su candidata Bregman, que con su caudal de 722.000 votos (2,7 por ciento del total) en las elecciones generales retó a la izquierda a definirse frente al balotaje. Su aporte fue afirmar que Sergio Massa y Javier Milei “no son lo mismo” (La Nación, 23 de octubre). En su comunicado oficial,10 que llegó una semana más tarde, luego de decir que “seguramente millones volverán a utilizar su voto para evitar un eventual triunfo del ultra reaccionario Milei”, y que “comprendemos esta actitud”, el PTS expresa su pena de que “Desde ya que llamamos a no votar a Milei, sin embargo desde la izquierda no podemos darle ningún tipo de apoyo político ni electoral a Massa”. Una frase repleta de arrepentimiento y culpa por no haber podido ofrecer apoyo a Massa. ¡Qué lástima!
Compárese con la declaración del candidato presidencial del PTS, Nicolás Del Caño, al día siguiente de las elecciones de 2015: “nosotros, consecuentemente a lo que dijimos en nuestra campaña, vamos a llamar a votar en blanco y no acompañar a ninguno de los dos candidatos”.11 ¿Por qué no se convoca una campaña por el voto en blanco como en 2015? ¿Qué ha cambiado? No se encontrará respuesta alguna en las declaraciones del PTS. Dedican espacio en su prensa a temas tan vitales para el proletariado como el aniversario del disco de la cantante Shakira, “Bruta, ciega, sordomuda: a 25 años de ‘¿Dónde están los ladrones?’” (Izquierda Diario, 29 de septiembre). Pero para explicar los bruscos giros a la derecha de su propia política, para que sus propios no queden “ciegos y sordomudos” ante la negativa del PTS y del FIT de hacer campaña contra el candidato predilecto del gran capital y del imperialismo para la presidencia de Argentina, nada.
El cuarto componente del FIT-U, el Partido Obrero (PO), representa otra vertiente del seudotrotskismo argentino, centrista, que se remonta a los años 1960, asociada con el dirigente fundador Jorge Altamira, quien fue durante décadas contrincante de Moreno. A varias semanas de las elecciones PO anunció la conclusión de su conferencia electoral, declarando que no votará por Milei ni por Massa, y … nada.12 Aunque algunos en la prensa burguesa han interpretado esto como un llamado velado a votar en blanco, en realidad PO no ha emitido consigna alguna para el balotaje. ¿Por qué? Porque son “conscientes de que una parte del electorado de izquierda se orienta a votar a Massa”, y aunque afirma que PO no votará por el candidato peronista, no quiere enfrentarse a esa masa de trabajadores (y posiblemente ser culpado por un eventual triunfo de Milei en las urnas) al hacer campaña por el voto en blanco o nulo.
Lo interesante de su declaración es que se toman la molestia de explicar sus traiciones a la independencia de clase a escala internacional, defendiendo sus votos por Gabriel Boric en Chile, por Pedro Castillo en Perú, Gustavo Petro en Colombia y por Evo Morales y el MAS13 en Bolivia, todos ellos políticos y partidos burgueses. Citan también el caso de su voto por Haddad en Brasil en 2018, con el pretexto de la movilización feminista “ele não” contra Bolsonaro. (En Argentina el movimiento feminista es controlado en gran medida por los peronistas.14) Tal vez si el fenómeno de las “swifties contra Milei”15 asume proporciones masivas, PO estaría tentado a llamar a votar por Massa. En cada instancia, subrayan que el factor determinante de su voto es la existencia, o no, de grandes movilizaciones a favor de, o ilusiones en, el candidato en cuestión. O sea, en lugar de nadar contra la corriente y decir la verdad a las masas, chapotean en la estela de los movimientos populares pequeñoburgueses y burgueses.
Lo que observamos en el FIT-U es una “escala móvil de oportunismo”. La IS llama abiertamente a votar por el candidato de la alta burguesía y del imperialismo Sergio Massa; el MST dice que no vota por Massa, pero que tampoco pregona un voto en blanco que podría impedir su victoria; el PTS no llama a votar por Massa, pero “comprende” a los que sí lo harán y por tanto no llama a no votar por él; y PO “entiende” que las masas votarán por Massa, y en consecuencia no emite una consigna de qué hacer en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Según las encuestas, se estima que el 77 por ciento de los que votaron por la candidata del FIT-U en las elecciones generales votarán por Massa en el balotaje. ¿Dónde están, entonces, las advertencias urgentes de que el votar por el candidato peronista prepararía la vía a un nuevo, y más brutal, “ajuste” dictado por el FMI, que seguramente ya está preparado? O las consignas otrora predilectas del morenismo, tipo “Obrero: no votes al explotador”. No las hay.
Es un hecho: ni uno de los componentes del Frente de Izquierda y de Trabajadores llama a, y mucho menos hace campaña activa por, el voto en blanco en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Este silencio ensordecedor subraya que la “Unidad” de este cártel electorero es la de los múltiples matices del oportunismo. Está animado por la misma política de “fight the right” (luchar contra la derecha) que llevó a la gran mayoría de la izquierda “socialista” de Estados Unidos de propiciar, directa o indirectamente, el voto por el Demócrata Biden contra el ultraderechista Republicano Trump. De hecho, PO apoyó, en plena temporada electoral, la consigna “Fuera Trump”.16 Incluso la terminología “izquierda” y “derecha” proviene de la política burguesa, no del marxismo, que se basa en los intereses de clase contrapuestos del proletariado y la clase dominante capitalista.
El FIT-U, en aras de cuidar el voto “progresista” que le ayuda a mantener su puñado de puestos parlamentarios, ofrece a la clase obrera en bandeja de plata al enemigo de clase. Nosotros de la Liga por la IV Internacional insistimos que los auténticos trotskistas no votan nunca por ningún candidato, partido o coalición burguesa. Luchamos invariable e indisolublemente por la independencia de clase y por una política comunista, revolucionaria e internacionalista.
En el balotaje argentino: votar en blanco, y preparar la ofensiva obrera contra la austeridad
Al nacimiento del Frente de Izquierda y de Trabajadores (FIT) Jorge Altamira (centro), en ese entonces dirigente del Partido Obrero; Christian Castillo (sentado a la derecha) del Partido de Trabajadores Socialistas; y Gabriel Solano (segundo de la izquierda), actual dirigente de PO, en agosto de 2011.
A la izquierda del FIT, la organización más significativa es Política Obrera bajo la dirección del ex dirigente del PO oficial, Jorge Altamira, quien después de la ruptura de 2019 retomó el nombre original de la corriente que fundó. Política Obrera llama correctamente al voto en blanco, se ha negado a votar por el FIT en elecciones recientes y ha criticado la deriva derechista del FIT-U. Sin embargo, no hay que olvidarse que fue el propio Altamira cuando dirigía el PO quien armó el bloque de propaganda electoral sin principios que es el FIT. Un libro de 2011 de Altamira (El ascenso de la izquierda) pinta una imagen glorificada del FIT. Jorge Altamira fue el primer candidato presidencial del FIT, fue elegido diputado estatal como parte del mismo y sólo rompió con éste cuando el aparato del partido que construyó se volvió en su contra.
El propio Altamira no tuvo reparos en llamar a votar por Haddad en 2018 y por Lula en 2022 con justificaciones idénticas a las esgrimidas por sectores del FIT-U en su abrazo a Massa:
“En este cuadro de situación, se plantea el voto por Lula; lo contrario es sostener una equidistancia entre la pseudo izquierda y la derecha liberal, de un lado, y la derecha fascista, del otro. En 2018, cuando Lula fue proscripto, llamamos a votar a Fernando Haddad contra Bolsonaro. El apoyo electoral a un candidato ajeno al socialismo y a los intereses históricos de la clase obrera no significa, de ningún modo, un apoyo político o a su política –es, por el contrario la forma de sostener la hostilidad irreconciliable del socialismo con una salida fascista. Anular el voto o hacerlo en blanco es encerrarse en la autoproclamación.”17
La insistencia del fundador del PO y del FIT en que “El voto a un candidato determinado no es un apoyo político, sino una alternativa impuesta por circunstancias concretas” es pura hipocresía, un truco de prestidigitación para tratar de esconder su propia responsabilidad. Votar por un candidato es precisamente darle apoyo político (a diferencia del apoyo militar a un bando en una guerra), y los izquierdistas que votan por un candidato, partido, coalición o lista electoral burguesa son responsables de la futura acción de los mismos una vez de llegar al poder (con la ayuda de dichos izquierdistas). La táctica leninista de apoyo crítico a un candidato de una formación política obrera sirve para trazar la línea de clase, no una excusa para cruzarla.
Las disputas entre altamiristas y morenistas en Argentina se remontan a décadas atrás. Tienen una relación de gemelos enemistados, en la que Altamira solía tomar posiciones centristas, ligeramente a la izquierda, mientras Moreno en sus últimos años se inclinaba más al reformismo, pero ambos habían incurrido, en un momento u otro, en oportunismos parecidos.18 En los años 70, los dos compitieron en un juego de sobrepuja, proponiéndose mutuamente un frente obrero/obrero y popular/antiimperialista/revolucionario, etc. Más recientemente el padrón se repite en las polémicas dentro o alrededor del FIT. Siendo muy doctos en materia de seudotrotskismo, con frecuencia se enfrascan en una guerra de citaciones de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Y cuando el PTS responde a una crítica acertada de su política actual por Altamira, basta citar los escritos de éste de hace una década cuando pregonaba la política que fustiga hoy.19
Lo que falta en estos intercambios, y lo que hace falta, es una política principista y trayectoria consecuente basadas en el programa revolucionario leninista y trotskista.
En el caso actual, el llamar al voto en blanco frente a una contienda entre dos fuerzas burguesas, a luchar por la independencia política de los trabajadores de sus enemigos de clase, es sólo un primer paso para resistir la ofensiva capitalista que se desencadenará el día después de las elecciones. Es urgente, desde ya, comenzar a forjar los instrumentos para la necesaria contraofensiva proletaria. Los morenistas de toda estirpe (tradicional, ex o neo) acostumbran pedir que las direcciones sindicales que elaboren un “plan de lucha” contra esto y lo otro. Los trotskistas luchamos dentro de los sindicatos contra las direcciones vendidas al patronal, sobre la base de un programa de transición que apunte a la revolución socialista. No obstante, no pretendemos que organismos férreamente controlados por burócratas peronistas, que hoy llaman a votar por Massa, encabezarán una lucha por una escala móvil de salarios y horas de trabajo, grupos de autodefensa obrera, etc. Ganar tal lucha exige echar a esa burocracia pro capitalista.
En junio-julio de 1975, trabajadores de las coordinadoras interfabriles en la Zona Norte y otras partes del Gran Buenos Aires (arriba) ocuparon fábricas y se movilizaron masivamente, rompiendo la garra de la burocracia sindical peronista y derrotando el plan de austeridad (el Rodrigazo) del gobierno de Isabel Perón. Frente a las elecciones actuales entre dos candidatos de la burguesía, ambos comprometidos con políticas para "sanear" la economía capitalista a costa de los trabajadores, urge iniciar los organismos para una contraofensiva proletaria.
Hay que romper con los partidos capitalistas y lanzar una campaña para resucitar los instrumentos históricos de resistencia de la clase obrera. Fue el surgimiento de las coordinadoras interfabriles, primero en la Zona Norte y luego en el resto de Buenos Aires, lo que logró movilizar a la clase obrera para romper con la burocracia peronista y enterrar la campaña de austeridad del Rodrigazo de 1975. Tales coordinadoras sólo podrían agrupar a una pequeña minoría de trabajadores al principio, pero permitirían a la vanguardia encauzar la lucha contra la arremetida capitalista que nos cae encima. También pueden ofrecer un marco para englobar a los movimientos de desempleados –por ejemplo, los piqueteros– ligándolos a la fuerza del proletariado industrial.
Ante la profunda crisis económica que enfrentan los trabajadores y oprimidos de Argentina, la izquierda socializante y democratizante del FIT-U sólo ofrece una respuesta electorera, incluso cuando la elección es entre dos candidatos capitalistas y notablemente antiobreros. La reforma electoral de Argentina y el financiamiento de candidaturas de grupos de izquierda han resultado ser un buen negocio para la burguesía, al mantener a los potenciales perturbadores enjaulados en los canales seguros del parlamento e infectados de un rampante cretinismo parlamentario.20 Deja incólume a la burocracia sindical que ha organizado la represión a activistas sindicales, como el asesinato en 2010 del militante del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra. Las corrientes reformistas y centristas siguen dando vueltas en el carrusel electoral, mientras la música de circo se desvanece y es reemplazada por las atronadoras trompetas y los retumbantes bombos de la Marcha Peronista.
Las elecciones argentinas se realizan en un contexto internacional marcado por la guerra de Estados Unidos e Israel contra el pueblo palestino, con bombas de fabricación estadounidense lanzadas desde cazabombarderos suministrados por el Pentágono. Y ¿qué hace la izquierda argentina? Pide al gobierno peronista que rompa relaciones con Israel y lanza un guiño de aprobación a quienes votan por el candidato peronista de la embajada norteamericana que apoya esta campaña de exterminio en nombre de la defensa del estado sionista. No olvidemos tampoco cuando en 2020 los legisladores del PTS y PO votaron a favor de una definición del antisemitismo que lo equiparaba a crítica de la política de Israel en medio de una nueva expansión anexionista en Cisjordania. Aunque el FIT más tarde repudió su voto, su explicación fue que formaba parte de un bloque de medidas adoptadas sin discusión.21 ¡Bienvenidos al circo parlamentario!
La ferocidad de la crisis económica que enfrenta Argentina exige una respuesta clasista organizada por una partido obrero revolucionario, luchando por un gobierno obrero y la revolución socialista internacional. Este partido sólo puede ser construido en la lucha por reforjar una IV Internacional auténticamente leninista y trotskista. La Liga por la IV Internacional invita a quienes estén interesados en redescubrir la genuina tradición y programa trotskistas a unirse con nosotros en esta tarea urgente. ■
- 1. Desde los tiempos de los gobiernos del general Juan Domingo Perón (de 1946 hasta su derrocamiento en 1955, y nuevamente de octubre de 1973 hasta su muerte el 1° de julio de 1974) el escenario político argentino ha sido dominado por “la grieta” entre el movimiento populista burgués del peronismo, durante largo tiempo bajo el rótulo del Partido Justicialista (PJ), con fuerte arraigo entre los trabajadores, y el antiperonismo de la tradicional derecha de la élite burguesa encabezada por la Unión Cívica Radical (UCR), y más recientemente por la coalición electoral Cambiemos, de la que la UCR es uno de los pilares.
- 2. “Argentina sacudida por cacerolazos, Brasil: movimiento obrero bajo ataque”, El Internacionalista n° 2, mayo de 2022.
- 3. En junio de 1975, el ministro de economía Celestino Rodrigo del gobierno de Isabel Perón decretó un programa de terapia shock económico, devaluando fuertemente el peso argentino y subiendo los precios de transporte y de nafta. En lugar de domar la inflación galopante, llevó a una década y media de tasas de inflación superiores al 100% anual.
- 4. Entre empleos, subsidios y programas sociales se calcula que más del 50% de la población trabajadora argentina depende del estado por su sustento. Ver “La grieta y la motosierra”, Tal Cual (Venezuela), 12 de noviembre.
- 5. “La lucha por el pleno derecho al aborto, de América Latina a EE.UU.”, Revolución Permanente n° 12, mayo-junio de 2023.
- 6. La Liga por la IV Internacional ha calificado al FIT-U como un bloque de propaganda sin principios con una práctica electoral profundamente reformista, y por lo tanto nos hemos opuesto a dar incluso un voto crítico a sus candidatos. Véase “El Frente de Izquierda en Argentina: cartel electorero reformista”, El Internacionalista, octubre de 2018).
- 7. Véase el folleto La verdad sobre Moreno, publicado por la tendencia espartaquista internacional en 1982 y reeditado por la Liga por la Cuarta Internacional en 2011.
- 8. “Llamamos a votar contra el ultraderechista Milei”, Izquierda Socialista, 7 de noviembre.
- 9. “Balotaje con final Abierto” y “Hacia el balotaje y después, Nuestra política y tareas”, Alternativa Socialista, 8 de noviembre.
- 10. “Posición del PTS frente a la situación política nacional y el balotaje”, Izquierda Diario, 30 de octubre.
- 11. “Para Del Caño “primó el voto útil” y el FIT llamará a votar en blanco en el balotaje”, Izquierda Diario, 26 de octubre de 2015.
- 12. “No apoyamos políticamente ni votamos a Milei ni a Massa”, Prensa Obrera, 4 de noviembre.
- 13. Movimiento al Socialismo, partido populista burgués con gran arraigo en el campesinado indígena.
- 14. Ver “La lucha por el pleno derecho al aborto, de América Latina a EE.UU.” ya citado.
- 15. El último megaconcierto de la cantante Taylor Swift, el 11 de noviembre, coincidió con el último debate Milei-Massa, y fue acompañado por un diluvio de volantes y carteles con el mensaje, “Swiftie no vota Milei”.
- 16. Ver “Un primer balance de la conferencia virtual de América Latina y EE. UU.”, Izquierda Diario, 7 de agosto de 2020.
- 17. Jorge Altamira, “El voto por Lula”, Política Obrera, 13 de octubre de 2022. En contraste tajante léase la posición de nuestros camaradas de la Liga Quarta-Internacionalista do Brasil, “En las urnas: voto nulo, ni Bolsonaro, ni Lula/Alckmin. En la calle: lucha clasista de los obreros y oprimidos, para aplastar el golpismo y el peligro fascistoide” (en portugués), Vanguarda Operária suplemento, septiembre-octubre de 2022.
- 18. Un ejemplo emblemático es la polémica de Nahuel Moreno contra Guillermo Lora y Altamira por su defensa del “frente revolucionario antiimperialista” con sectores del ejército boliviano (“Lora reniega del trotskismo”, Revista de América n° 8/9, mayo-agosto de 1972) al mismo tiempo que Altamira criticó fuertemente la política socialdemócrata de Moreno en Argentina.
- 19. Ver “En la trivia de Altamira, siempre se gana”, Izquierda Diario, 21 de julio de 2022.
- 20. Los revolucionarios nos rehusamos aceptar el financiamiento de instancias capitalistas, incluso el estado, que no es de ninguna manera “neutral” en la lucha de clases. “Quien paga al flautista elige la melodía”.
- 21. Ver “The Left Voice School of Falsification – Airbrushing Out Opportunism, New Militant, 7 de julio de 2020.