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noviembre de 2012 ¡Defender las
normales rurales!
Algunos de los 168 estudiantes huelguistas de la escuela normal rural de Tiripetío arrestados en la madrugada del 15 de octubre durante el asalto al plantel por parte de la policía federal y estatal. (Foto: EFE) Lograr la
educación socialista requiere una
revolución socialista
¡Anulen los cargos contra los valientes estudiantes normalistas! Después
de mes y medio en paro, un asalto sangriento por
miles de policías y arrestos masivos, la
resistencia de los estudiantes de las escuelas
normales de Michoacán obligó al
nuevo gobierno estatal y a la Secretaría de
Educación Pública (SEP) federal a
formar mesas de “diálogo” sobre la
“reforma” curricular en las escuelas para la
formación de maestros. Sin embargo, ante la
insistencia de las autoridades de enjuiciar a 49
de los arrestados, la Organización de
Normales Oficiales del Estado de Michoacán
(ONOEM) ha mantenido un plantón frente al
Palacio de Gobierno en Morelia y advierte que
puede verse obligada a reanudar la
movilización masiva. El
gobernador priísta Fausto Vallejo pretende
“dar una lección” a los normalistas por
haberse atrevido a resistir los planes de
contrarreforma empresarial a la educación
pública. Al mismo tiempo los grandes medios
burgueses claman sangre. Quejándose de los
limitados “acuerdos” con los estudiantes,
locutores de radio y televisión,
columnistas de la prensa y voceros de las
cámaras de comercio recriminan al gobierno
michoacano por haber “doblado las manos” ante
“delincuentes que se escudan en la protesta” (Milenio).
Desde luego, nada dicen de las tropelías de
los policías al “retomar” militarmente las
normales de Tiripetío, Cherán y
Arteaga, donde dejaron una cauda de
destrucción, además de robar a los
estudiantes y a las escuelas más de 300
computadoras portátiles, teléfonos
celulares, proyectores y hasta dinero en efectivo. ¿Cuál
es el supuesto “delito” de los normalistas? Haber
parado clases desde el 10 de septiembre para
protestar por la imposición de una
“reforma” que busca la destrucción de su
proyecto de educación, haber “robado”
camiones para defenderse y haber obligado a la SEP
a escuchar sus reclamos. Las autoridades y los
medios pretenden que los normalistas se
rehúsan a aprender inglés, cuando en
realidad protestan contra el rechazo gubernamental
de responder a las necesidades de los maestros
rurales en el país. En particular, los
estudiantes reivindican la inclusión en los
programas de enseñanza de los idiomas
indígenas que se hablan en las comunidades
en que algún día fungirán
como maestros. 50 mil manifestantes en
marcha convocada por la Coor-dinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación en
Morelia, el 17 de octubre, para repudiar el
ataque a las escuelas normales y exigir la
liberación de los estudian-tes presos. La “Reforma Curricular de la
Educación Normal” cuya
implementación ha comenzado este año
es resultado directo de la infame “Alianza por la
Calidad de la Educación” del gobierno
federal de Felipe Calderón y el
corporativista Sindicato Nacional de Trabajadores
de la Educación (SNTE) encabezado por Elba
Esther Gordillo. Se trata, en realidad, de una
alianza contra la educación
pública, iniciativa respaldada por la
burguesía mexicana e instigada por
organismos imperialistas. Su principal
propósito consiste en debilitar, y
eventualmente eliminar, los combativos sectores
disidentes del magisterio agrupados en la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE). A la vez, quiere
eviscerar la educación rural y de otros
sectores empobrecidos, deficiente por cierto, pero
que hay que fortalecer, no desaparecer. La
ACE persigue el objetivo explícito de
realizar despidos masivos de profesores con el
pretexto de que no cumplen con un conjunto de
ridículos “estándares” sin valor
pedagógico. Con ese fin, imponen
“evaluaciones del desempeño docente”
mediante exámenes estandarizados. En el
artículo “ACE = Alianza Contra la
Educación pública: ¡Apoyar a
los maestros de Morelos en huelga!” (suplemento de
El Internacionalista, octubre de 2008)
escribimos: “La
primera intención del plan
Gordillo-Calderón consiste en que todas las
plazas disponibles estén sujetas a
concurso. Esto significa que los maestros
tendrían que competir entre sí para
quedarse con uno de los cada vez menos puestos de
trabajo. ¿Sobre la base de qué
criterios se evaluaría a un profesor como
apto o no apto? ¿Qué
estándares de ‘calidad’ educativa
estarían en juego? Ciertamente, lo decisivo
en las evaluaciones a que serán sometidos
los maestros para su supuesta
‘profesionalización’, no serán
cuestiones pedagógicas, sino
políticas. Como ya ha quedado claro, los
maestros premiados serán los que cumplan a
pie juntillas con los dictados de las autoridades
escolares y los del SNTE corporativista. Los
demás serán despedidos y, si acaso,
podrán ‘concursar’ por una plaza que no
ganarán.” Cuando en mayo-junio de este
año el gobierno calderonista intentó
implementar sus pruebas excluyentes (ENLACE para
los estudiantes, Evaluación Universal para
los docentes), maestros de la CNTE en Chicapas,
Oaxaca, Guerrero y Michoacán dieron una
respuesta contundente. Impidieron su
realización con paros, ocupando
secretarías estatales de educación y
hasta resguardando el depósito en Morelia
donde estaban almacenados los exámenes (ver
“Maestros, estudiantes: Boicot activo para impedir
exámenes de rendimiento”, Revolución
Permanente n° 1, octubre de 2012). Felipe Calderón y la lideresa vitalícia del corporativista SNTE Elba Esther Gordillo. La
iniciativa de Calderón y Elba Esther se
pliega fielmente a las exigencias de los
organismos financieros internacionales como el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
Para unos y otros, la educación debe ser
tratada como una mercancía, no como un
derecho democrático. Con su
“orientación al mercado” desde los niveles
más básicos, las “reformas
educativas” bajo este signo pretenden reducir
drásticamente el presupuesto gubernamental
dedicado a la educación básica y
disminuir dramáticamente la
matrícula en la educación superior
pública. Buscan entrenamiento
en lugar de una educación que contribuya a
la emancipación de los sectores más
necesitados. Lo que menos quieren es que los
estudiantes se eduquen para pensar
críticamente y puedan expresarse para
defender sus intereses. Lógicamente,
los planes educativos de Calderón y
Gordillo implican un trastorno en –y hasta la
desaparición de– las escuelas que se
dedican a la formación profesional de
maestros. Las normales públicas en general,
y las rurales en particular, han sido uno de los
blancos más evidentes de la campaña
antieducativa del gobierno panista en connivencia
con los charros magisteriales. Por una parte, las
normales rurales formaban parte de un esfuerzo de
difundir conocimientos a los sectores campesinos.
Así se combinó la instrucción
en las aulas con el aprendizaje de técnicas
agrícolas modernas. Sin embargo, ya que los
gobiernos mexicanos y sus asesores imperialistas
quieren destruir la agricultura campesina, por
ineficiente, y sustituirla con enormes granjas
industriales capitalistas, no sirve a los sectores
patronales formar docentes capacitados para esos
fines. Aún más importante es
el hecho de que los últimos gobiernos del
PRI, lo mismo que los panistas de Fox y
Calderón, han emprendido una serie
sostenida de ataques contra las normales,
tachándolas de “semilleros de disidentes” y
poniendo en cuestión su existencia misma.
Están bien conscientes de que dirigentes
guerrilleros como Lucio Cabañas y Genaro
Vázquez eran maestros formados en las
normales rurales. Hoces y martillos pintados en
las paredes de las escuelas llenan de miedo a los
defensores del capital. No les conviene que
estudiantes de familias obreras y campesinas
tengan algo que decir, y menos aún un poder
decisivo, sobre el contenido de su
educación. Uno de los casos más
ilustrativos de estos ataques es el que
sufrió la Normal Rural de El Mexe, en el
estado de Hidalgo. Después de 82
años de funcionamiento, el gobierno federal
decidió cerrar sus puertas en julio de
2008. ¿Por qué? ¿Acaso la
educación rural no requiere de más
maestros? Para nada: el rezago en la
educación primaria rural en las comunidades
indígenas es altísimo. Por el
contrario, el cierre fue el castigo contra los
combativos estudiantes que en conjunción
con los pobladores de Tepatepec resistieron
eficazmente los ataques gubernamentales. En
febrero de 2000 repelieron un brutal ataque de la
Policía Federal Preventiva al detener a 68
esbirros policíacos. Más tarde, los
pobladores condujeron a los policías
amarrados a la plaza principal, donde los
sometieron a juicio popular (ver “El Mexe:
Rebelión en Hidalgo”, reproducida en la
página 6). Desde
entonces, han sido constantes los ataques contra
las normales. En la última década,
no sólo los normalistas de El Mexe han sido
blanco de ataques del gobierno: las normalistas de
Amilcingo, Morelos, han enfrentado en repetidas
ocasiones las arremetidas policíacas. La
misma suerte han corrido los normalistas de
Cañada Honda, Aguascalientes y
Tenería, Estado de México. En 2011,
las policías federal y estatal fusilaron a
dos estudiantes de la Normal de Ayotzinapa en la
autopista México-Acapulco, falleciendo
luego otro estudiante de sus heridas. Este
año, ya antes de los ataques contra los
normalistas michoacanos, la policía
arremetió brutalmente contra los
estudiantes de la Normal Rural J. Guadalupe
Aguilera en Durango. Las
constantes movilizaciones de los normalistas, y la
brutal represión con que responden los
gobiernos de todo signo, no sólo los del
PRI y el PAN, sino también los del PRD
(como en el caso de Ayotzinapa), reflejan la
profundidad y la extensión del ataque
contra la educación pública que
representa la ACE. A decir verdad, la
burguesía mexicana preferiría
eliminar, de una vez por todas, la
educación normalista en su conjunto. Y en
esto cuenta con el respaldo pleno del
corporativista SNTE. En el caso de los normalistas
michoacanos, ha sido clave el apoyo recibido de la
disidente sección XVIII del SNTE-CNTE, que
se movilizó masivamente para protestar
contra la represión policíaca contra
los estudiantes. Para parar de una vez los ataques
patronales contra la educación, urge
movilizar los sectores pesados del proletariado.
En Michoacán, es de vital importancia la
solidaridad activa de los trabajadores
siderúrgicos del puerto de Lázaro
Cárdenas, que también han estado
bajo asedio patronal y que en 2006 lograron
derrotar una arremetida gubernamental contra su
huelga, al costo de dos trabajadores muertos a
manos de la policía estatal encabezada por
el perredista Lázaro Cárdenas Batel. Sobre
todo, para derrotar
y no solo resistir los ataques contra la
educación, la clave es la independencia
política con respecto a los partidos y
políticos patronales. El principal
obstáculo para una movilización en
toda la línea es, precisamente, la
subordinación de los gremios que no
están regimentados por la camisa de fuerza
corporativista al PRD burgués y a su ex
caudillo Andrés Manuel López Obrador
mediante un frente popular. Esta alianza de
colaboración de clases ha servido como
dique para desviar la voluntad de lucha de
trabajadores, estudiantes y campesinos hacia los
ámbitos seguros de la política
parlamentaria de la burguesía. Nosotros del
Grupo Internacionalista hemos insistido en la
necesidad de romper con el frente popular y formar
un partido obrero revolucionario. De
manera concomitante, hace falta un programa de
lucha clasista. En las normales rurales al
igual que en todas las instituciones de
enseñanza pública superior hace
falta eliminar las administraciones escolares
impuestas por el gobierno federal y
establecer un gobierno tripartito formado por
sus estudiantes, profesores y trabajadores.
Lejos de desmantelar el sistema de
formación de profesores, hace falta abrir
las admisiones a todos los que quieran estudiar,
con estipendios que les permitan vivir para hacer
realidad el carácter gratuito de la
educación, y dotar a estas instituciones
con equipo moderno para la enseñanza
politécnica de la más alta calidad.
La
lucha de los normalistas rurales ha sido dirigida
durante décadas por la Federación de
Estudiantes Campesinos Socialistas de
México (FECSM), fundada en 1935. La
referencia al socialismo en su nombre expresaba su
adhesión al proyecto de “educación
socialista” incorporado en una enmienda al
artículo 3° de la Constitución
de los Estados Unidos Mexicanos presentada a la
Cámara de Diputados por el Partido Nacional
Revolucionario (antecesor del PRI) en
vísperas de la toma de posesión del
presidente Lázaro Cárdenas. El
proyecto subrayaba que se trataba del “socialismo
de la Revolución mexicana”, caracterizado
por “una dirección estatal en nuestra
economía que tiende a la
socialización”. O sea, no
correspondía a la herencia de la
Revolución de Octubre rusa de 1917,
encabezada por Lenin y Trotsky, sino al
régimen burgués establecido por
quienes abortaron la Revolución Mexicana de
1910-1917. Al igual que su predecesor Plutarco
Elías Calles, el general Cárdenas
hizo múltiples referencias al socialismo
para señalar el papel rector del estado en
su programa nacionalista. Para Cárdenas, el
“socialismo” consistía en hacer concesiones
a la clase obrera y los oprimidos para
apaciguarlos mientras el estado realizaba grandes
inversiones para fortalecer a una burguesía
nativa muy débil, atada por mil lazos al
imperialismo. Mientras un nacionalista como
Lombardo Toledano pretendía que la
universidad debería orientarse a “la
sustitución del régimen capitalista
por un sistema que socialice los instrumentos y
los medios de producción económica”,
un profesor comunista, Enrique González
Aparicio, le respondió que, como
señaló Karl Marx, a todo
régimen burgués corresponde una
cultura burguesa. Mientras defendemos medidas
educativas que sirvan a la población
trabajadora, el hecho es que para lograr una
verdadera educación socialista hay que
luchar por un gobierno obrero y campesino que
inicie una revolución socialista. Lo que hace falta no es un imposible
regreso a una ilusoria “utopía” mexicana
cardenista, como anhelan un perredista como Adolfo
Gilly y muchos en la FECSM. La lucha por la
educación pública universal como
un derecho democrático elemental y no
una mercancía requiere el
derrocamiento del sistema capitalista.
Esto no se conseguirá apoyando partidos y
políticos burgueses nacionalistas como el
PRD y AMLO, que sólo quieren un capitalismo
mexicano. La necesaria revolución
educativa será
resultado de una revolución
obrera victoriosa a nivel internacional. Los
estudiantes normalistas han mostrado una y otra
vez su determinación y espíritu de
lucha. Su potencial como futuros maestros es
enorme, como vínculo entre la clase obrera
en las ciudades y el oprimido campesinado y los
pueblos indígenas. Hacemos
un llamado a los aguerridos normalistas y a
profesores clasistas a hacer su aporte a la lucha
por forjar los cuadros del núcleo de un
futuro partido obrero revolucionario por la que
lucha el Grupo Internacionalista, sección
mexicana de la Liga por la IV Internacional. La
formación de una auténtica
vanguardia comunista es indispensable para lograr
finalmente la gran meta inspiradora de una
educación pública, laica, gratuita y
de alta calidad para todos.■ Ver también: Sangriento
asalto policíaco contra normales
rurales en Michoacán (22 de
octubre de 2012) |