Para
ganar, ¡darle duro a la
patronal! Don’t Let Writers Stand Alone – All Media Workers Should Join the WGA on Strike! (December 2007). click on photo for article
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febrero de 2008 ¡Defender la Federación de Maestros de Puerto
Rico!
Un caso de colonialismo sindical:
AFL-CIO y Change to Win vs. la FMPR
En
estos momentos en que la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) se
prepara para ir a huelga en contra
del gobernador fuertemente antisindical Aníbal
Acevedo Vilá, del Partido Popular
Democrático (PPD), en abierto
desafío a una ley draconiana que prohíbe la huelga (la
Ley 45), tanto la
AFL-CIO como la federación Change to Win (CTW), se han alineado vergonzosamente
con los patronos.
Esto no puede sorprender a los que saben algo de la sórdida
historia de la burocracia
sindical norteamericana en esta colonia caribeña
de EE.UU. y como cómplice de las maquinaciones
imperialistas en toda
América Latina (y el resto del mundo). Sin embargo, lo que estos
falsos
dirigentes sindicales están preparando es una traición
fundamental a
los trabajadores puertorriqueños. Se está preparando una prueba que
el movimiento obrero entero no puede eludir. ¿De
qué lado estás? El 1° de
enero, Dennis Rivera, vicepresidente del Sindicato Internacional
de Empleados de Servicios (SEIU) –el principal componente de la CTW– y Aida Díaz, jefa de la
“Asociación de Maestros de Puerto Rico” (AMPR), anunciaron que
han iniciado “un
proceso de afiliación con el propósito de obtener un
triunfo en las elecciones
del Departamento de Educación” (AP, 1º de enero). A primera
vista, esto podría
parecer una redada sindical al
viejo estilo en contra
de la FMPR. Pero es algo bastante peor: el
SEIU, la CTW y la AMPR están trabajando mano a mano con el
secretario de educación
Rafael Aragunde, quien por más de dos años se ha rehusado
a negociar con los
dirigentes de la Federación de Maestros, y en
enero consiguió que la
Comisión de Relaciones Laborales del Servicio Público descertificara a la FMPR. Como reportó el
periódico neoyorquino El Diario-La
Prensa (3 de febrero): “Todo eso en el
marco de las vísperas de una esperada huelga de maestros que
amenaza con
paralizar el sistema público y ante la cual Change to Win
(Unidos para el
Cambio) se perfila como aliado estratégico del gobierno
autonomista para sacar
del medio a la Federación.” La AMPR ni siquiera
es una organización de
trabajadores, sino un organismo “profesional” que incluye a
supervisores e,
incluso, a la portavoz de
Aragunde, quien profiere sus
amenazas de romper la huelga.
Dado que no está registrada como grupo sindical, la
Asociación ha formado un
fantasmal “sindicato de maestros”
cuya primera actividad será ofrecer sus
servicios como rompehuelgas.
Sus miembros
“intentarán trabajar en los salones de clase” en caso de que
haya una huelga,
según dijo un portavoz, mientras alega que
procurarán “evitar confrontaciones” (Primera Hora,
4 de febrero). Todo sindicalista
experimentado sabe
qué significa esto: se están preparando para provocar
violencia en la línea de piquete. Sin
embargo, cuando el
secretario de educación Aragunde pide a maestros
retirados que den clases durante la huelga y el gobernador se prepara
para usar
la Fuerza de Choque de la policía puertorriqueña –e
incluso a la Guardia
Nacional– contra la FMPR en su intento de mantener las escuelas
abiertas,
portavoces de los maestros retirados prometieron que no actuarán
como
rompehuelgas. Caras del ignominio: los burócratas
vendidos José Rodríguez Báez de la FT, Fernando
Juarbe (UAW), y Roberto Pagán (SPT-SEIU 1996) mientras
vituperaban contra la anunciada huelga de la FMPR, el 18 de enero.
También participaban en esta apuñalada por la espalda
representantes del SPU, UFCW, SEIU 1199 y CWA. (Foto:
Coordinadora Sindical) Por su parte, la AFL-CIO, a
través de su filial, la Federación
de Trabajadores de Puerto Rico (FT),
se unió a las filiales
puertorriqueñas del SEIU, el Sindicato Puertorriqueño de
Trabajadores (SPT) y
la Unión General de Trabajadores (UGT) para denunciar el llamado
a huelga de la
Federación de Maestros. Mientras dice defender en abstracto el
derecho a
huelga, en una conferencia de prensa celebrada poco después de
la
descertificación del sindicato magisterial, José
Rodríguez Báez, dirigente de
la FT dijo que “estamos en contra de su llamado a huelga”.
Rodríguez Báez
sostuvo que la Ley 45 ha permitido que 100,000 empleados estatales
disfruten de
los beneficios de un contrato colectivo (Vocero
de Puerto Rico, 19 de enero). Pero cuando el gobernador Acevedo
Vilá decretó un paro patronal para 95,000
trabajadores públicos durante dos
semanas en mayo de 2006, quedaron paralizados
por la misma Ley 45. Aunque tienen muchas siglas, cada una de las “federaciones”
sindicales afiliadas a las centrales norteamericanas tiene menos
miembros que
la FMPR, el mayor sindicato de Puerto
Rico. Y ahora están a punto
de apuñalar a los
maestros por la espalda en lo que es una batalla de clase crucial. Partidarios del
Internationalist Group en los sindicatos magisteriales del área
de Nueva
York – la United Federation of Teachers
(UFT), que representa a los empleados de las escuelas públicas,
así como el
Professional Staff Congress (PSC), que representa al
profesorado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York
(CUNY) – han apelado a ellos para emprender acciones concretas en
defensa de la
Federación de Maestros de Puerto Rico. Instamos a los
sindicalistas con conciencia
de clase en todo Estados Unidos a sumarse
a la lucha por acciones obreras concretas de
solidaridad con la FMPR en contra de las vergonzosas acciones antihuelgas de los burócratas de la
AFL-CIO y de la CTW en colaboración con el gobierno rompe
sindicatos. Si la colaboración de
clases de estos
traidores se concreta en la forma de acciones
rompehuelgas concretas en el curso de una
huelga, no sólo
deben los rompehuelgas recibir el trato tradicional que
se merecen por cruzar líneas de piquete –
las líneas de batalla
de la lucha de clases – sino que los proveedores
de rompehuelgas en
la burocracia sindical deben ser denunciados enérgicamente en
dondequiera que
se presenten. AFT/AFL-CIO/CTW:
Una historia de traiciones a los trabajadores puertorriqueños Las acciones traidoras de la
burocracia de “Change to Win” constituyen una prueba más de que
no son ni un poquito
más combativos que los dirigentes
vendidos de la AFL-CIO. Desde la época en que
apuñalaron la
huelga de los controladores del tráfico aéreo de PATCO en
1981, los burócratas
han sido responsables de la caída en picada
del número de trabajadores sindicalizados que
hoy apenas alcanza el
12 por ciento del total de la fuerza laboral. En
torno a la
escisión de 2005, el presidente del SEIU Andy Stern, dijo que
estaban
construyendo “una organización sindical nueva
y más fuerte”. Pero aunque usara
tácticas publicitarias espectaculares en la campaña de “justicia para los
conserjes”,
la esencia de los “esfuerzos de Stern para modernizar el funcionamiento
de los
sindicatos”, como lo señaló la revista empresarial
Fortune (10 de octubre de 2006),
consiste en “cooperar” con los patronos.
“Los empresarios y los trabajadores deben actuar de manera conjunta en
lo que
toca al seguro médico”,
anunció, para luego formar una “alianza” con los
rompe sindicatos de Wal-Mart, cuyos empleados carecen aún en su
inmensa mayoría
de seguro médico. En lo que toca al ex dirigente de la Sección 1199 y ahora vicepresidente del SEIU,
Dennis Rivera, su
marca registrada de oportunismo sindical queda resumida con su alianza
política
con el gobernador republicano del estado de Nueva York, George Pataki. La colaboración de la
AFL-CIO
con los patronos y su
gobierno es tristemente célebre en Puerto Rico. En la
época de la dura huelga
de los telefonistas de 1998 que se convirtió en una huelga
general de dos días
en Puerto Rico, el dirigente de la FT declaró que no
tenía sentido alguno ir a huelga
en contra de la
privatización de la compañía telefónica
(ver nuestro artículo “Huelga general
en Puerto Rico: ¡Forjar un partido obrero revolucionario!”, julio
de 1998). En
2003, el jefe de la FT, Rodríguez Báez, provocó
una ola de repudio por haber escrito una carta privada al
entonces gobernador
Sila Calderón para denunciar a “algunos ‘dirigentes sindicales’”
que habían
propuesto que un incremento salarial de 150 dólares mensuales se
extienda a
todos los empleados gubernamentales (Bandera
Roja, 18 de junio de 2003). Pero el caso clave
de colaboración traicionera de
los burócratas sindicales norteamericanos con el gobierno de
Puerto Rico en
contra de sus empleados, atañe a la FMPR misma. Desde poco
después de su
formación en 1966, la Federación de Maestros de Puerto
Rico estuvo afiliada a
la American Federation of Teachers (AFT), que durante décadas ha sido dirigida por la UFT neoyorquina.
En años recientes, hubo un creciente
descontento en la isla ante
las prepotentes acciones de los jefazos de la AFT, y por
los pobres beneficios obtenidos por los maestros a
cambio de los 2.8 millones de dólares pagados anualmente
por concepto de cuotas a la AFT en Washington.
Esto llegó a su punto culminante en 2003, cuando el plan de
seguro médico de la
FMPR quebró debido al hurto de
43 millones de dólares cuando estuvo bajo la
administración del hombre de la
AFT en San Juan,
Félix Rodríguez. En mayo de ese año,
Rodríguez fue derrotado y remplazado por
Rafael Feliciano y su grupo Compromiso,
Democracia, Militancia (CODEMI). CODEMI realizó su
campaña sobre la base de la
propuesta de desafiliarse de la AFT, y en septiembre de 2004 una
asamblea de la
FMPR aprobó con una votación de más del 60 por
ciento (793 a 393) separarse del
sindicato norteamericano. Los burócratas de la AFT
reaccionaron con un esfuerzo cada vez más intenso para tomar el
control de la
FMPR y destituir a su dirección elegida. Primero, dijeron que la
votación había
sido ilegal, aún cuando sus propios partidarios habían
estado en el comité que contó los
votos del escrutinio y ratificó
con su firma el resultado.
Más tarde, en su convención de julio de 2004, la AFT
presentó una serie de enmiendas
a su constitución en las cláusulas tocantes a la puesta
de sus locales bajo sindicatura por el sindicato
nacional.
Era claro que todo esto estaba dirigido en contra de la FMPR. Entonces
procedieron a reunir firmas de sus miembros para justificar el someter
a la
Federación a una administración nombrada por la AFT. Pero
aunque estaban obligados
a presentar 11,000 firmas (correspondientes al 30 por ciento de la
membresía),
apenas lograron juntar unas 650, muchas de las cuales eran de empleados
escolares que no eran miembros del sindicato. En junio de 2005, la AFT
realizó
audiencias en San Juan para “investigar” a la dirección de la
FMPR, ante las
cuales protestaron centenares de maestros. Finalmente, el 6 de julio,
exactamente a las 4 de la tarde, el consejo
ejecutivo de la AFT anunció que había nombrado un
administrador para la FMPR. Aunque decían que
habían
encontrado “irregularidades financieras” en la FMPR (“Administratorship
in
Puerto Rico”, American Teacher,
septiembre de 2005) no se mencionó
que el administrador nombrado, Félix Rodríguez,
había estado a cargo del fondo de seguro
médico cuando se
dio el fraude en virtud del cual 43 millones de dólares
habían desaparecido
misteriosamente. Los jefes de la AFT tampoco mencionaron que dos
minutos antes
de su decisión de imponer a un administrador, a las 3 de la
tarde con 58
minutos, habían acudido al Tribunal Federal para conseguir un
“recurso jurídico” para destituir
al dirigente Rafael Feliciano (Luis Ángel Torres,
“La hora de los hornos”, Bandera Roja,
29 de julio de 2005). Así, tras esta pantomima en el
comité ejecutivo de la
AFT, en realidad recurrieron a los tribunales coloniales para intentar
imponer su golpe de estado en contra de la dirección elegida del
sindicato
magisterial. (Ya lo habían intentado antes en un tribunal
puertorriqueño, pero
sin éxito). Al día siguiente en Washington, miembros de
la FMPR protestaron
afuera de las oficinas de la AFT con pancartas de denuncia en contra de
los chupacuotas. Feliciano descalificó la
idea que tiene la AFT de la democracia sindical como “poco menos que
medieval”
y dijo que “su imposición de una administración tiene
tanta sustancia como el
viento” (Educational Intelligence Agency, 18 de julio de 2005). Más tarde, un juez
federal
desechó la demanda de la AFT sobre la base de que los maestros
puertorriqueños
no están sujetos a las
leyes federales en materia laboral de Estados Unidos (fundamentalmente
la Ley Taft-Hartley). La FMPR reaccionó
mediante un referendo entre sus miembros realizado el 18 de agosto,
sobre la
cuestión de la desafiliación de la AFT: 19,421 votaron a
favor de la
desafiliación (el 76 por ciento), en tanto que 5,882 votaron a
favor de
mantener la afiliación, con una votación total del 82 por
ciento de los
miembros del sindicato. No cupo duda de la posición que tomaron
los maestros
puertorriqueños en el ejercicio de sus derechos. El apelar a los tribunales
capitalistas para que intervengan en los asuntos del movimiento obrero
constituye una traición elemental a la democracia obrera. Los
obreros con
conciencia de clase se oponen a toda intervención judicial en
los asuntos del
sindicato. Tanto más en el caso de una colonia, como Puerto
Rico, donde los
tribunales, lo mismo que la policía y la Guardia Nacional, son
órganos directos
de la dominación imperialista. La acción de los jefes de
la AFT fue un vil caso
de colonialismo
sindical que todo sindicalista digno y los que se oponen
al dominio colonial deben denunciar. Los trotskistas
defendimos a Jimmy Hoffa en contra de la vendetta que lanzó el
gobierno en su
contra. Sabíamos, como lo sabía
también cualquier persona informada, que la
razón por
la que el demócrata
Robert Kennedy lanzó una persecución en contra de este
dirigente de los Teamsters con tanto
ímpetu no era
porque el gobierno de Estados Unidos estuviera a favor de la democracia
obrera,
sino porque temía la posibilidad de que hubiera una poderosa
huelga de los
camioneros a escala nacional. De hecho, las investigaciones contra los
Teamsters comenzaron poco después de que se firmara el primer
contrato nacional de carga (Master
Freight
Agreement). También denunciamos la traición
de los dizque izquierdistas de Teamsters for Democracy (TDU),
respaldados por los socialdemócratas de
International
Socialist y Solidarity, que apelaron al Departamento del Trabajo de Ronald Reagan para supuestamente
democratizar al sindicato de los camioneros. Después de que el
candidato de TDU
Ron Carey fuera elegido en unas elecciones manejadas por el gobierno en
1991,
perdió la oportunidad de reelegirse en 1997 por desvío de
fondos sindicales.
Los fondos de pensiones y seguro médico
de los Teamsters que el gobierno
entregó a una administración “profesional” de “expertos”
financieros, sufrió
pérdidas masivas durante el crack bursátil de 2000-2001,
en tanto que los
fondos regionales que el gobierno federal no alcanzó a incautar
gozan de salud
financiera (¡gracias a inversiones en Las Vegas!). En el caso de Puerto Rico, el
apelar a los tribunales federales significa pedir
la intervención de los amos coloniales
estadounidenses, que a
lo largo de más de un siglo, desde 1898, han usado Puerto Rico
como base
militar para el control del Caribe. Es apelar al gobierno que ha
pisoteado los
derechos de decenas de miles de
puertorriqueños mediante el espionaje, particularmente aquellos
que pelean por
la independencia. Las carpetas
de la policía se hicieron públicas en los años 80,
causando gran revuelo.
Después de que el representante demócrata del Bronx,
José Serrano, cuestionó al
director del FBI durante una sesión del subcomité de
apropiaciones del Congreso
en 2001, éste admitió que los archivos constan de 1.8 millones de páginas, copias de las cuales
están ahora reunidas
en el Centro de Estudios Puertorriqueños de Hunter College en
Nueva York. Estos
archivos documentan cada movimiento del dirigente independentista Pedro
Albizu
Campos cuando agonizaba en una prisión federal, además de
voluminosos informes
reunidos como parte del infame programa de espionaje y
provocación conocido
como COINTELPRO, acerca de
“manifestaciones estudiantiles y huelgas obreras” en la isla (New York Times, 28 de noviembre de
2003). La AFL-CIA
en América Latina Éste es el aparato
gubernamental colonial al que apeló la American Federation of
Teachers para
expulsar a la dirección del sindicato magisterial
puertorriqueño. Más tarde,
para justificar su traición, los dirigentes de la AFT han
recurrido a las
clásicas tácticas anticomunistas de
caza a los “rojos”, argumentando que la actual dirección
de la FMPR tiene
una agenda política, que está a favor de la independencia
de Puerto Rico y que
es socialista. Feliciano y otros en la dirección de la
Federación y en el
CODEMI son partidarios del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST)
¿Y qué?
Sin embargo, que la AFT recurra a estas repulsivas tácticas de
la Guerra Fría
no es ninguna casualidad. Durante décadas bajo la
dirección de Albert Shanker y
sus herederos de los Social Democrats U.S.A. (SDUSA), la AFT
llevó a cabo
operaciones anticomunistas rompe sindicatos financiadas por la CIA, en
toda
América Latina, bajo la cubierta del Instituto
Americano para el Desarrollo del Sindicalismo Libre (IADSL).
Esta
historia está documentada en el folleto de George Schmidt, The American Federation of Teachers and the CIA (1978).
Shanker y
sus colaboradores canalizaron también dólares
norteamericanos al seudosindicato
Solidarność en Polonia que, bajo la guisa de promover “sindicatos
libres”,
actuó como punta de lanza de la contrarrevolución
capitalista en el bloque
soviético. Hoy
en día el
dinero de “la Compañía” (la
CIA) es enviado a través de
conductos como la
National Endowment for Democracy, manejada por el mismo personal de los
SDUSA
que otrora se encargara del IADSL.
En la AFL-CIO, el Departamento Internacional ha sido remplazado con un
“Centro
de Solidaridad”, cuyas operaciones latinoamericanas usaban a sus
esbirros puertorriqueños
y a siniestros gusanos cubanos, veteranos de Playa Girón (como
el ex agente de
la CIA que recientemente golpeó a ex gobernador Pedro
Roselló en el ojo por
criticar la guerra en Irak). Y ahora están recurriendo
de nuevo a sus
viejos “trucos sucios” imperialistas. El Diario-La Prensa (14 de enero)
informa que tiene pruebas documentales de la identidad de “un
propagandista a
sueldo del gobierno de Puerto Rico que ha participado en al menos uno
de los
intentos de las federaciones sindicales norteamericanas para retomar el
control de la Federación de
Maestros”,
en la misma época del intento de
la AFT de imponer una sindicatura,
y que ahora “está directamente vinculado con el gobernador
Aníbal Acevedo
Vilá”. Entretanto, Wilda Rodríguez, ex secretaria de
prensa del jefe Dennis
Rivera, escribe columnas en El Nuevo Día
(24 de enero) en las que dice que los huelguistas “provocan
enfrentamientos” en
el contexto de una “acción civil concertada contra la huelga”. Cabe preguntar: ¿quién
está
provocando aquí? Hace un siglo, el socialista
norteamericano Daniel de León acuñó la elocuente
frase que califica a los
burócratas sindicales de “lugartenientes sindicales
de la clase
capitalista”. Esto describe con
precisión el actuar de toda una capa de la
burocracia sindical
cuyo trabajo, en un sentido amplio, consiste en controlar a las bases
con el
propósito de preservar al capitalismo. A nivel internacional, la
AFL-CIO, la
AFT y el SEIU/Change to Win van más allá y actúan
como agentes directos de la
represión
imperialista. Agentes sindicales de la AFL-CIO
contribuyeron en los preparativos del sangriento golpe de
estado de Pinochet en contra del gobierno de la Unidad Popular de
Salvador
Allende en Chile en 1973, por ejemplo, al organizar “huelgas” de los
dueños de
los camiones. Más recientemente, estos operativos sindicales han
estado activos
en la Venezuela de Hugo Chávez en el curso del golpe
contrarrevolucionario de
2002, disfrazado como una “huelga”, cuando de lo que en realidad se
trataba era
de un paro patronal. Ahora los vemos
trabajando
nuevamente en el Caribe, que Washington considera un “lago
norteamericano”, así como trata al resto de América
Latina como su “patio
trasero”. ¡Independencia
para Puerto Rico y todas las colonias! ¡Por la revolución
socialista internacional! Estos descarados agentes del
imperialismo no representan sino el ariete de una burocracia sindical pro capitalista más amplia. En tanto
que los agentes directos del
gobierno deben ser simplemente echados de las organizaciones obreras,
en el
caso de EE.UU., los sindicalistas con conciencia de clase deben luchar
dentro
de la AFL-CIO, Change to Win y otros sindicatos para derrotar y
expulsar a los
falsos
dirigentes sindicales que encadena a los trabajadores a los partidos
capitalistas,
especialmente a los demócratas – aunque no exclusivamente a
ellos, como muestra
el ejemplo de Dennis Rivera con los
republicanos. Muchos izquierdistas que critican el trabajo sucio
de la
“AFL-CIA” en América Latina se dan la vuelta y apoyan a
burócratas liberales
favorables al Partido Demócrata en Estados Unidos e, incluso,
interponen demandas contra los sindicatos
en los tribunales patronales (como en los casos de los Teamsters, los
mineros,
los trabajadores del transporte y en otros sindicatos). De esta manera,
usan
las mismas tácticas que los dirigentes de la AFT en contra de la
FMPR. Debido a
que no reconocen que hay una línea de
clase que separa al proletariado de la burguesía, se ven
inexorablemente
conducidos a formar parte de “frentes populares” con los partidos
capitalistas
supuestamente más “progresistas” (como la UP de Allende en
Chile). Hace 90 años, en medio de
la
Primera Guerra Mundial, V.I. Lenin explicó el hecho de que la
mayor parte de
los socialdemócratas terminaran apoyando a “su propia”
burguesía en la matanza
imperialista al señalar el papel jugado por la “aristocracia
obrera”. Esta capa
social es comprada con migajas de la mesa imperialista –las oficinas
afelpadas,
las excursiones a ultramar, los salarios altos, etc.– para encadenar a
los
trabajadores a sus enemigos de clase. Hoy, escribió Lenin, “cada
‘gran’
potencia imperialista puede sobornar y soborna a capas más
reducidas (que en Inglaterra entre
1848 y 1868) de la ‘aristocracia obrera’. Anteriormente,
como dice con extraordinaria profundidad
Engels, sólo en un país podía
constituirse un ‘partido obrero burgués’,
porque sólo un país disponía del monopolio… Ahora,
el ‘partido obrero burgués’ es inevitable
y típico en todos los países imperialistas.” El dirigente
bolchevique continúa:
“Lo importante es que, desde el punto de vista económico, ha
madurado y se ha
consumado el paso de la aristocracia obrera a la burguesía; este
hecho
económico, este desplazamiento en las relaciones entre las
clases, encontrará
sin gran ‘dificultad’ una u otra forma política” (“El
imperialismo y la
escisión del socialismo”, octubre de 1916). La conclusión de Lenin
era que
resultaba necesario expulsar a esta capa social que mantiene a las
organizaciones
obreras sometidas a la burguesía. Pero eso exige una lucha
política no sólo en
contra de los “social chovinistas” que abiertamente apoyaron a los
gobernantes
imperialistas en la guerra (como la AFT, la AFL-CIO y CTW han hecho desde tiempo atrás), sino también en
contra de los “social pacifistas” que quieren cuando mucho un cambio en
la política bélica, sin
desafiar al sistema
imperialista. En tanto que los social pacifistas como Karl Kautsky
hablaban de
la “paz”, los bolcheviques luchaban por “convertir la guerra
imperialista en
guerra civil” mediante la movilización de los obreros en lucha
de clases en
contra del imperialismo. Hoy, cuando las diversas coaliciones por la
“paz” con
plataformas políticas prácticamente idénticas
disputan entre sí en torno a cuestiones
esencialmente organizativas, compitiendo para atraer a unos
políticos demócratas a sus tribunas, el Grupo
Internacionalista ha sido la única
organización en luchar por huelgas obreras contra la guerra, por
que la clase
obrera se rehúse a transportar material bélico y por la derrota de la guerra imperialista en el extranjero y de la guerra contra los trabajadores, las
minorías oprimidas y los inmigrantes en el
propio país. Luchamos en los sindicatos para remplazar a
la
burocracia vendida con una dirección clasista, que rompa con los
demócratas y forje un partido obrero revolucionario. El GI y
la Liga por la IV Internacional, de la que es la sección estadounidense, ha luchado desde hace
mucho por la independencia de Puerto Rico, así como por la
formación de una
federación socialista voluntaria en el Caribe. Tal y como
insistió la Internacional
Comunista desde el principio, es deber elemental de los revolucionarios
en los países imperialistas apoyar
la libertad de todas las colonias (ver nuestro artículo “La LCI
renuncia a la
lucha por la independencia de Puerto Rico”, 1998). Al mismo tiempo,
luchamos políticamente
en contra de las ilusiones que generan los nacionalistas burgueses,
como los
del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), o los diversos nacionalistas pequeñoburgueses que
sólo buscan una
patria (capitalista) independiente. Desde la época del
Manifiesto Comunista es
un axioma que, al librar una
lucha internacionalista en contra del
capitalismo y del imperialismo, los
obreros no tienen patria. Como subrayó León Trotsky
en su teoría y programa
de la revolución permanente, en la
época imperialista, la liberación nacional no es posible
sin romper las cadenas
del imperialismo mediante una revolución socialista
internacional. Que los sindicatos en las
colonias sigan formando parte o no de los sindicatos estadounidenses,
es una cuestión
táctica que debe ser resuelta por los revolucionarios en los
países coloniales.
Ciertamente, al haber sido víctimas de
un desfalco y sujetos a
dictados que resuenan de
arrogancia colonial/imperialista, los sindicalistas
puertorriqueños están plenamente
justificados para
romper la afiliación organizativa
con semejantes sindicatos. Sin embargo, formar
parte de los sindicatos que organizan a trabajadores en todo EE.UU.
puede
ampliar la capacidad de intervenir directamente en el
corazón del imperialismo. El hecho es que la más
grande
concentración de puertorriqueños está
en el área metropolitana de Nueva York, el
centro del capital
financiero internacional. En cualquier caso, los internacionalistas
proletarios
procuran la más estrecha colaboración entre los obreros
de las colonias, los de
los países semicoloniales y los de las metrópolis
imperialistas. Ésta es una razón
fundamental porque la que hay que dar el más
amplio apoyo a los maestros puertorriqueños hoy cuando luchan en contra de sus gobernantes coloniales
y de los
“lugartenientes sindicales del imperialismo”. ■
Ver también: Puerto Rico: ¡Todos a la calle en defensa del magisterio en lucha (14 de febrero de 2008) Para contactar el Grupo Internacionalista y la Liga por la IV Internacional, escribe a: internationalistgroup@msn.com |